Acosado.
Crónicas del Druida de Hierro 1.
Kevin Hearne.
Reseña de: Jamie M.
Timunmas. Barcelona, 2011. Título original: Hounded. Traducción: Rocío Monasterio Briansó. 286 páginas.
Se
inicia con la publicación de este título una nueva serie de fantasía
paranormal mitológica compuesta hasta el momento por tres libros ya
publicados en inglés y un cuarto anunciado para abril de 2012. Es de
remarcar, para los indecisos a afrontar la lectura sin saber el número
total de entregas que puede tener la serie, que Acosado
ofrece una aventura completa y totalmente autoconclusiva (aunque como
es habitual el autor deje en el aire unas cuantas briznas sobre por
dónde podrían desenvolverse las continuaciones), con un final cerrado
para la trama general que dejando perfectamente atado todo el argumento
que se ha ido planteando a lo largo de sus paginas.
Un argumento en el cual Hearne parece haber decidido incluir todos los recursos que la fantasía urbana (que no romántica paranormal
en este caso) le permite. El autor se ha dedicado a mezclar sin rubor los
panteones de cuantas mitologías y religiones han existido sobre la
Tierra desde tiempos inmemoriales, dando preferencia, dada la cualidad
de druida irlandés del protagonista, a la parafernalia céltica,
pero haciendo hueco para incluir referencias de importancia a dioses
nórdicos, olímpicos, eslavos, indígena-americanos y otros junto a la
presencia de todo tipo de seres sobrenaturales como criaturas feéricas
(los Tuatha Dé Danann), elementales de la naturaleza, licántropos,
brujas, demonios o vampiros.
El protagonista de la historia, Atticus O’Sullivan, antes conocido como Siodhachan Ó Suileabháin,
es un poderoso druida (uno de los últimos) que carga a su espalda con
un par de siglos de edad y que se “oculta” con una apariencia de
jovencito veinteañero en Tempe, Arizona, del implacable Aenghus Óg,
el dios celta del amor (aunque su definición del “amor” difícilmente
encajaría en la que se maneja hoy día) quien le reclama desde hace
siglos la posesión de la espada Fragarach, la que responde,
que afirma que el druida le robó hace mucho tiempo. En la árida y
desértica región, con una baja densidad de dioses y donde apenas existen
pasos a Tír na nÓg,
la tierra de la eterna juventud donde residen los Fae, sus días se
suceden tranquilos mientras regenta una librería de ocultismo, el Tercer Ojo, y dedica el tiempo libre a cazar en las montañas con Oberón su lebrel irlandés,
un enorme perro al que ha enseñado a comunicarse con él mentalmente.
Para su desgracia, alguien ha descubierto su rastro y la paz está a
punto de terminar. Avisado por Morrigan,
la diosa celta de la guerra y la muerte, deberá recurrir a todos sus
poderes y a sus especiales aliados (un hombre lobo y un vampiro
pertenecientes a su equipo de abogados, una mujer poseída por el
espíritu de una bruja hindú...) para enfrentarse a los cada vez más
peligrosos esbirros que su enemigo va a ir enviando contra él.
Narrando la historia en primera persona, Atticus
se presenta como un atractivo personaje que navega entre la modernidad
(al contrario que algunos de los seres inmortales que van apareciendo,
él ha sido perfectamente capaz de adaptarse al mundo de la informática) y
el gusto y cierta añoranza por lo antiguo (que no anticuado). Fuerte,
decidido, adorable, encantador y letal, y a veces un tanto socarrón, se
muestra siempre en busca de paz y tranquilidad aún sabiendo que muy
posiblemente en sus circunstancias sea un imposible. A pesar de su
voluntario aislamiento es alguien que sabe buscar ayuda cuando se ve
superado por las circunstancias y los adversarios (de hecho en muchas
ocasiones parece decidido a que otros le saquen las castañas del fuego).
Sin embargo, su arrolladora personalidad se ve lastrada por una especie
de síndrome de Peter Pan
que hace que a pesar de sus más de veinte siglos de edad tenga
comportamientos que en ocasiones se asociarían más con un adolescente,
realizando ciertas “travesuras” en momentos dramáticos realmente fuera
de lugar que, si bien pueden resultar divertidas para el lector, sin
duda no se encuentran acordes a la supuesta sabiduría que más de 2000
años de existencia hubieran debido imprimir en él (aunque también se
podría interpretar como una forma de reacción frente a la acumulación de
amenazas, a la tensión del combate o al aburrimiento de la
inmortalidad).
Dentro
del dramatismo de los hechos que se están narrando, los constantes
toques de humor que el autor va intercalando (sobre todo a través de las
conversaciones entre Atticus y Oberón, aunque también en las relaciones
con otros personajes como cuando una diosa intenta hacerse un batido de
fresas) sirven como eficaz desahogo a la tensión generada.
Como,
por otra parte, suele ser costumbre en este género, es de remarcar lo
fácil y rápidamente que los “ajenos” al mundo mágico aceptan su
existencia y sus reglas una vez les es desvelado. Sintomática es aquí la
presencia de la viuda MacDonagh,
una anciana que ha vivido en primera persona los conflictos religiosos
irlandeses y con la que Atticus ha hecho amistad sin que ella sepa
realmente quién es él. Obviamente, en un momento dado la tapadera del
druida va a saltar, literalmente, por los aires, y la anciana, lejos de
horrorizarse va a … (bueno, es mejor que cada uno lo lea). O el tema de
que el protagonista se pasee un buen rato de la novela con la espada a
la espalda, a veces “oculta”, muchas veces no, y a pocos parece
resultarle algo chocante o amenazador. Resulta algo incongruente,
cierto, pero supongo que es algo con lo que es inevitable convivir si
disfrutas del género.
La
fusión de los distintos panteones y corrientes mitológicas se encuentra
muy conseguido, mezclando los ritos druídicos con los brujeriles sin
fisuras, potenciando la presencia de diversas representaciones de dioses
similares, como los que encarnan a la muerte, y dotando a cada cuál de
una personalidad atractiva e interesante acorde a sus poderes, intereses
y designios. Es de lamentar, sin embargo, la presencia de algunos
detalles que lastran el disfrute de la lectura, como la presencia dentro
de un ejército celta de dos mil “españoles” (sic) en una época anterior
a Cristo. ¿Falta de documentación? ¿Mala traducción (aunque no lo
parece)? Lo cierto es que es un detalle que llama, al menos desde
nuestra particular óptica histórica, demasiado la atención como para
pasarlo por alto.
Acosado es
una sucesión de enfrentamientos de ritmo rápido, con una trama
atractiva llena de giros interesantes (a pesar de una evidente
linealidad que no llega a romper ni los flash back
“históricos” de la vida anterior de Atticus) que hacen difícil
anticipar cómo va a salir el protagonista del inmenso lío en que se
encuentra metido, dotada de una hábil fusión de elementos sobrenaturales
que deja a un lado el romance para centrarse en la intriga y en la
acción (algo que ofrece en abundancia) de cuenta de un buen número de
elementos dispares que terminan conjuntando sorprendentemente bien.
Entretenida y divertida, buen comienzo de serie.
Uf, a mi no me convenció. Me pareció una sucesión totalmente lineal de escenas de acción mal resueltas. Entretenido y gracias. Curiosamente, el protagonista me pareció interesante (pero desaprovechado). De hecho no he seguido con la serie.
ResponderEliminarYo lo tengo en inglés, miraré lo de los Españoles y te digo algo, por curiosidad (a mi se me pasó).
Pozí:
ResponderEliminar“Oh, aye, well before. So I slunk away from the Fianna’s fires and went to join Conn in the slaughter. He was hacking his way amongst Mogh Nuadhat’s army—which was about seventeen thousand Gaels and two thousand Spaniards, if you can believe it—when his hands, slick with the blood of his fallen enemies, slipped on the hilt of Fragarach as he raised it for another blow, letting this magnificent sword sail behind him, over his head, to literally fall at my feet in the chaos of a night battle.”
Hola.
ResponderEliminarMuchas gracias por el apunte del inglés. Es curioso que a un autor que presume de documentación en el apéndice de la novela se le escape algo así, pero...
A mí la novela, en efecto, me entretuvo y divertió. Y no me pareció que las escenas de acción estuvieran tan mal resueltas, la verdad. Eso sí, reconozco que tiene un par de "agujeros" difíciles de superar como ya digo en la reseña (es que la reacción de la viuda o la escena de la ambulanci son de traca, por ejemplo), pero en general me dejó con la suficiente satisfacción como para querer seguir leyendo el siguiente libro de la serie cuando sea publicado en español.
saludos
Bueno, la historia no es lo mío pero supongo que los habitantes de la península ibérica también debían recibir un nombre en aquella época, ¿no? Es concebible que Atticus, explicando actualmente lo que pasó entonces, les atribuya la etiqueta "spaniards" aunque España como tal todavía no existiera. Por buscar una justificación, vaya :-)
ResponderEliminarYa estaré pendiente de tu web por si aparece la reseña de la segunda. Tal vez entonces me convenca a seguir con la serie. Mi problema fue de expectativas. Había oído hablar muy bien del libro y lo había visto aparecer (y sigue apareciendo) en varias listas de lo mejor de 2011, y no me pareció que hubiera para tanto. Es posible que en otro momento lo hubiera disfrutado más.
Me entretuvo mucho, pero me cansó un poco su estructura en mi opinión algo repetitiva. Atticus tiene la espada, le vienen a visitar, se van. Atticus esconde la espada, le vienen a visitar, se van. Cambia tienda por casa y apa. Y sí, las lagunas que apuntan me hizo arrugar la nariz y pensar en alguna otra solución (la aceptación tan rápida del elemento paranormal o fantático siempre me chirría).
ResponderEliminarSea como sea, muy entretenida.
A mí la verdad es que la estructura tampoco me llamó tanto la atención, aunque sí que hay algo de lo que dices, sí.
ResponderEliminarY lo de la aceptación tan rápida de lo sobrenatural es algo demasiado sintomático del sub género y que en ocasiones chirría demasiado. Supongo que es algo necesario para no demorar en exceso en ocasiones la trama, pero los autores deberían estrujarse un tanto más las neuronas para resolverlo de formas más verídicas, ¿no?
Saludos.