Gail Carson Levine.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Nocturna ediciones. Col. Literatura Mágica. Madrid, 2011. Título original: A Tale of Two Castles. Traducción: Marta Torres Llopis. 359 páginas.
De forma lejanamente emparentada con la historia del Gato con Botas,
que es usada más como un agradable sustrato que como base para una
reescritura como tal, la novela que nos ocupa participa de la estructura, el desarrollo y la
atmósfera de un cuento tradicional con moraleja asociada. A través de
una emocionante intriga, investigación incluida, Levine
ofrece una historia de, entre otras muchas cosas, superación personal,
crecimiento y maduración, de la forja de la amistad, el valor de la
observación y el dolor de la traición. Hay, es cierto, un gato —varios,
de hecho— y un ogro cambiaformas que puede convertirse tanto en ratón
como en león —como sucediera en el cuento popular—, pero lo que la
autora construye con ello va mucho más allá, ofreciendo un brillante
relato juvenil de suspense y misterio, con desapariciones, intentos de
asesinato, complots, peligros sin par, seres fabulosos y una
protagonista, valiente y decidida, que, empujada por las circunstancias,
deberá poner todo de su parte para ayudar a desenmascarar a los
conspiradores y salvar a sus amigos. Y es de remarcar que a lo largo de
la trama hacen acto de presencia referencias sucintas a otros cuentos
tradicionales —como el de la princesa y el guisante, por ejemplo— que permiten una unión mucho mayor con el lector, tanto juvenil como adulto.
La novela comienza con una despedida, Elodie, una ilusionada muchacha de doce años, tiene que dejar a su familia y la isla donde ha vivido siempre para convertirse en aprendiz de tejedora en la ciudad de Dos Castillos, pero una vez allí las cosas no van a salir en absoluto como estaban planeadas y en una valiente huida hacia adelante la joven, siguiendo su inicial y secreto sueño de convertirse en cómica, va a internarse en un camino totalmente inesperado en el que va a descubrir la auténtica dimensión de la amistad, y la bondad y falsedad que se esconden en los lugares más sorprendentes.
Una
vez en la ciudad, Elodie va a conocer y codearse con un variopinto
grupo de importantes y fascinantes personajes de la alta sociedad, desde
el dragón... la dragona... eh... bueno, solo ello conoce su propio género, Meenore,
un/una brillante detective que sin embargo se gana el sustento y sus
riquezas vendiendo brochetas en la plaza del mercado y haciendo favores
diversos —como calentar la forja del herrero o encontrar objetos
perdidos— a comerciantes y otros miembros de diversos gremios del
populacho; pasando por el propio ogro cambiaformas, el conde Jonty Um, odiado por sus conciudadanos a pesar de intentar por todos los medios de congraciarse con ellos; el enigmático maese Thiel entrenador de gatos que esconde más de lo que muestra tras su hermosa apariencia; la amable Doña Celeste,
anciana bondadosa de buenos consejos; llegando incluso a a relacionarse
con el muy egocéntrico rey y a su dulce y pizpireta hija, la princesa Renn.
Elodie
se va a ver, sin comerlo ni beberlo, en el centro de una conspiración
que podría terminar con el equilibrio de poder en el reino. La
misteriosa desaparición de un perro y la investigación subsiguiente va a
destapar un complot criminal que busca acabar con la vida de uno de los
principales personajes de la sociedad de la ciudad. Una historia en la
que se van a ver envueltos peculiares ladrones, un rey glotón y
codicioso, una princesa algo veleidosa pero muy tierna, un zoo muy
especial, un/una dragona que basa sus decisiones en la observación, la
deducción y la inducción, y el sentido común, un fiero ogro que oculta
demasiado en su interior, pícaros adiestradores de gatos de pasado
intrigante, enigmáticos cuidadores de animales, sospechosos
malabaristas... Y en el juego de sombras no todos son lo que quieren
aparentar, aunque algunos sean actores involuntarios en el drama que
empieza a desarrollarse.
Levine
se toma su tiempo de inicio para presentar a través de los ojos de la
joven el mundo en el que se adentra y pronto la rodea, la sociedad en la
que de repente se va a encontrar inmersa sin estar demasiado preparada
para ello, armada tan solo de sus ilusiones, sueños y esperanzas, que
pronto se van a revelar un tanto alejadas de la realidad ante el choque
cultural que la ciudad le produce.
Y
es que como muy bien había sido advertida Elodie, en la ciudad se debe
tener mucho cuidado con los «sepulcros blanqueados», aquellas personas
con buena y honrada apariencia exterior, pero podridos y malignos por
dentro. Una de las principales y recurrentes ideas de la novela es la de
que no todo el mundo es lo que aparenta, y en el juego de la duda la
autora juega con las preconcepciones del lector y con los clichés del
género para ofrecer una nueva visión, un nuevo enfoque de los cuentos
populares tradicionales.
A
través de una joven heroína de corazón decidido, de mente analítica y
bondadosa, algo ingenua al comienzo —«provinciana» de hecho, aunque
también hay que recordar constantemente que solo tiene doce años—, pero
con gran capacidad de aprendizaje, que no se rinde fácilmente ante los
desafíos y obstáculos, activa e ingeniosa, que se va a enfrentar a
situaciones que se encuentran muy por encima de sus conocimientos y
experiencias, pero a los que va a sobreponerse con inteligencia e
improvisación hasta salir victoriosa de, casi, todo lo que se le venga
encima, la trama se desenvuelve entre pistas y revelaciones que no
siempre llevan a la resolución del misterio.
Historia de Dos Castillos
ofrece una aventura para todos los públicos, llena de fantasía e
imaginación, amistad, traiciones y lealtad. Con buenas dosis de un humor
dulce y simpático, que invita a la sonrisa y la ternura más que a la
carcajada, la entretenida y divertida narración se convierte en una
invitación al aprendizaje, al análisis de lo que rodea a cada persona, a
cuestionarse lo que uno vive, a mantener siempre viva la curiosidad, a
no prejuzgar y a utilizar la inteligencia y la observación para no
dejarse engañar por las falsas apariencias, tanto para lo bueno para lo
malo. Una loa a la amistad a pesar de las posibles decepciones que
implica abrirse a los demás y de la desconfianza que sus actos puedan
despertar mientras no sean comprendidos.
Como ya viene siendo habitual con los libros de Nocturna,
la atractiva presentación y la cuidada edición en todos sus aspectos
son una invitación más a la lectura de un libro orientado en principio a
un público infantil-juvenil, pero que puede ser disfrutado por
cualquier lector que no cierre sus puertas a una fantasía inteligente y
nada escabrosa. Hay niveles de lectura para varios tipos de espectadores
y la moraleja asociada es válida para todas las edades. Con unos
personajes mágicos y llenos de vida, la novela se lee de forma fluida y
agradable, con una sonrisa en los labios, en lo que se antoja un amable
suspiro dejando a un lado todos los problemas. No es poco.
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