Brandon Sanderson.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Ediciones B.
Col. Nova. Barcelona, 2012. Título original: The Alloy of Law. A
Mistborn Novel. Traducción: Rafael Marín Trechera. 359 páginas.
En el mismo universo de Nacidos de la bruma,
pero situando la acción trescientos años después de los sucesos de la trilogía original, la historia nace del
convencimiento del autor de la necesidad de plantear de forma más
«realista» los mundos de las series fantásticas, en el sentido de que no
sean lugares estáticos, detenidos en un indeterminado desarrollo
medieval, sino que existan avances, y la tecnología y las sociedades evolucionen con el paso del tiempo. Así, en Aleación de ley el lector se va a encontrar con un nuevo status quo
en el que, partiendo de las bases establecidas en El imperio final, con la
alomancia y ferruquimia allí presentados funcionando igualmente, se ha
avanzado a un mundo de pólvora y pistolas, autos sin caballos, incipientes
instalaciones eléctricas, «rascacielos» y trenes de vapor, convirtiendo
la narración en un auténtico western urbano steampunk
de alto voltaje, una novela detectivesca en un escenario de revolución
industrial, manteniendo además ciertas características del género de superhéroes presentes anteriormente.
Se
presenta una atractiva visión de un mundo en acelerado cambio social e
industrial, en un escenario que es una curiosa mezcla entre el salvaje
Oeste —los Áridos— con sus pistoleros, bandidos y cazarrecompensas, y una especie de pujante Nueva York de principios del siglo XX —Elendel—,
con la construcción de edificios cada vez más altos y la implantación
de una red de ferrocarriles que complemente el transporte de mercancías
por los canales fluviales.
Después de haber vivido durante veinte años en los Áridos como servidor de la ley —un sheriff a todos los efectos—, Lord Waxillium Ladrian, un nacidoble, con la capacidad de utilizar tanto la alomancia para empujar metales como la ferruquimia
para variar su peso corporal, se ve «obligado» a volver a la gran
ciudad, debido al fallecimiento de su tío y su hermana en un lamentable
accidente que le ha convertido en el heredero del legado familiar. Un
rico legado con poco efectivo, lo que va a obligarle a centrarse en sus
obligaciones hacia todos los trabajadores que dependen de su casa y
olvidar las veleidades de vigilante y justiciero brumoso. Pero, a pesar
de renunciar a ello, pronto el destino va a venir a llamar
insistentemente a su puerta en forma de imposibles asaltos a trenes
perpetrados por una banda conocido como los desvanecedores,
acompañados de una toma de rehenes femeninas que parece no ser del todo
aleatoria. Pronto va a descubrir, por las malas, que las limpias y
elegantes calles de Elendel pueden ocultar más peligros que las
desérticas llanuras del exterior.
La
novela parte de una trama aparentemente simple, la investigación y
resolución de un misterio, pero no carece de imaginación y emoción en
absoluto. Además de ser todo un placer el observar cómo han
«evolucionado» las cosas en Scadrial.
Y es que es mucho lo que ha cambiado: hay nuevos sistemas políticos,
muchas diferencias sociales y religiosas, con los protagonistas
—Kelsier, Vin...— y los sucesos de la trilogía original convertidos en
historia, religión o mitos —por ejemplo, el del Superviviente
se ha convertido en un auténtico culto—, muchos avances tecnológicos y
nuevas formas de interpretar, utilizar y/o contrarrestar la magia de los
metales.
Sanderson ha creado para la ocasión una atractiva pareja de investigadores, muy en la línea de la mejor tradición Holmesiana, con Wax como el cerebro, prototipo de investigador «científico» —laboratorio improvisado incluido—, y su muy peculiar compañero Wayne
como el «músculo» inteligente, aunque en este caso ambos sean hombres
de acción, aderezando el conjunto con abundantes muestras de humor. Los
acompaña, además, con la presencia de Marasi,
una joven que no es lo que inicialmente parece, de firme convencimiento
e inquietudes, y que va a darles un contrapunto realmente interesante a
los dos vigilantes, sobre todo por el tratamiento de lo femenino en ese
trasunto de sociedad victoriana que es Elendel.
El
autor consigue dotar de singular humanidad a sus protagonistas —no
tanto, quizá, a los wsecundarios—, individualizándolos a la perfección y
dotándolos de unos particulares valores morales que consiguen no hacer
buenos muy buenos ni malos diabólicos, sino personas a las que moldean
las circunstancias, dispuestos a hacer lo que piensan que es correcto o
simplemente a tomar aquello que sienten que el mundo les «debe». De los
criminales, a pesar de lo que equivocados que puedan estar en sus
motivaciones, lo cierto es que las mismas pueden ser entendidas
perfectamente, aunque no justificadas. Y por muchos remordimientos que
puedan sentir al final del día, los defensores de la ley y los inocentes
van a permitirse cruzar ciertas líneas si entienden que es la única
manera de evitar el mal desenfrenado. Es un mundo violento bajo su
apariencia de refinada civilización y, muchas veces, todos habrán de
lidiar con los «grises» de sus decisiones.
Así,
en los momentos más reflexivos dentro de la narración, se plantea la
naturaleza del mal, del forajido, de todo aquello que lleva a alguien a
elegir ese peligroso, y a veces lucrativo, camino. De la diferente
percepción de lo ético y lo moral según se esté a un lado u otro de la
ley aceptada. De las supuestas recompensas del bien, del vigilante que
decide defender esa ley aunque tenga para ello que «rodearla» hábilmente
en ocasiones. Y de la indiferencia de la sociedad, sobre todo de la
aristocrática, que parece preferir ocultar los temas desagradables «bajo
la alfombra».
Primando
la deducción y la investigación sobre la aventura, aunque haya un buen
montón de emocionantes escenas de acción desencadenada, ensaladas de
tiros y explosiones, es un libro menos épico que la trilogía Nacidos de la Bruma. Echando mano de un elenco de protagonistas más reducido, se podría considerar un libro «menor» dentro de la bibliografía de Sanderson,
pero sin duda sería una sensación engañosa. Se trata, efectivamente,
una obra menos complicada, más «ligera» y sencilla, y con menor cantidad
de líneas y capas en cuanto a su desarrollo —al fin y a la postre, la
resolución de unos misteriosos crímenes y el intento de captura de los
responsables—; sin embargo, eso no quiere decir en absoluto que su
lectura sea menos satisfactoria o se resienta por ello. Eso sí, un
problema de la trama, o quizá sea solo problema mío, es que vi venir
desde muy lejos tanto la identidad del genio criminal oculto en las
sombras, el Señor Elegante,
como ciertos giros, sobre todo con el sistema utilizado para robar los
trenes por los salteadores, pero obviamente son detalles que no restan
ni un ápice al disfrute de la novela.
Como
es habitual en la efectiva prosa del autor, se trata de una novela muy
fácil de leer, altamente adictiva, que prima el entretenimiento por
encima d cualquier otra cuestión, con intrigantes misterios,
inteligentes deducciones, sombras que esconden giros insospechados,
sorprendentes nuevos usos del sistema mágico, un final frenético que
termina con gran estruendo, y un epílogo que deja, lamentablemente,
demasiadas cosas en el aire. La edición viene acompañada de los habituales mapas y de unos «recortes de prensa», intercalados después de algunos capítulos, que sirven como curiosa forma de hacerse una idea más cabal de la sociedad y el entorno en que se desarrolla la acción.
Cabe
advertir que, a pesar de que se trata de una novela «independiente»,
dado un final bastante abierto y los citados «flecos» sin solucionar,
Sanderson ya ha anunciado que en algún momento de su atareado futuro
dará continuidad a las aventuras de Wax y su compadre Wayne. Es de
remarcar, también, que quienes se fien de esa etiqueta de independiente y
no se hayan leído la trilogía precedente, se pueden sentir un tanto
desorientados de inicio, sobre todo en el tema del uso de la alomancia y
la ferroquimia, pero Sanderson realiza lo suficientemente bien su
trabajo como para que realmente no se pierdan nada.
Con la intención declarada de escribir dos trilogías más situadas en el mundo de Nacidos de la Bruma, las anunciadas nueve novelas que faltan de la serie La Guerra de las Tormentas, la secuela de Elantris
—novela corta, eso sí— y alguna «cosilla» más por ahí, lo cierto es que el futuro literario de
Sanderson parece bastante atareado. Y sus lectores que podamos seguir
disfrutándolo.
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Reseña de otras obras del autor:
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