Félix J. Palma, ed.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Fábulas de Albión (coedición con Nevsky Prospects / Luis García Pardo editor). Madrid, 2012. 325 páginas.
El steampunk es un subgénero de la Literatura Fantástica que se mueve en la difusa frontera de las definiciones entre ciencia ficción y fantasía; bebiendo desde sus orígenes de la ucronía victoriana,
plantea escenarios en que los autores juegan con la idea de lo que
hubiera sucedido si el vapor hubiera seguido siendo el impulsor
principal de los nuevos inventos y adelantos tecnológicos. Como ya
sucediera con otros insignes «-punks»,
conforme se iba asentando como corriente literaria —y en otros muchos
aspectos de la vida cotidiana de sus seguidores— también se iban
diluyendo algunas de sus señas diferenciales y aceptando en su regazo
historias que difícilmente hubieran sido enclavables dentro del mismo en
su origen, ampliando su territorio hasta ese adecuado «retrofuturismo» —aunque se podría argumentar que este término también daría cabida a otras tendencias afines como el clockpunk o el dieselpunk— que remite poderosamente a autores como H.G. Wells, Julio Verne o Mary Shelley, más que a los padres modernos como puedan ser Blaylock o Powers,
ofreciendo historias que ya no implican necesariamente la presencia de
máquinas o ingenios propulsados por vapor, pero sí grandes dosis de
engranajes, autómatas o experimentos electromagnéticos más allá de la
vida.
Tras el Prólogo del antologista, Félix J. Palma, donde expone su visión de los orígenes y posición actual del sub género, el volumen se abre con El arpa eólica de Óscar Esquivias.
Se trata de un interesante cuento, con un evidente y divertido toque
humorístico, que curiosamente cuando parece que va a sumergirse en el steampunk es justo cuando se termina. El lector se va a encontrar con un joven Héctor Berlioz mostrando una peculiar faceta como luthier de imaginativos y poco convencionales instrumentos.
En Gringo Clint, Fernando Marías ofrece un curioso western crepuscular
situado en tierras sudamericanas y lleno de explícitos homenajes a los
grandes actores de películas del Oeste en los nombres de los personajes
que van apareciendo. Siendo uno de los grandes aciertos de la antología,
es una lástima que en verdad parezca el subyugante prólogo a una obra mayor, una
introducción a lo que podría ser una gran aventura —o quizá tan solo
sean las enormes ganas que deja de saber cómo se iba a desarrollar todo a
partir de ese momento final—. Un magnífico cuento que aúna el polvo del
desierto, el estruendo de las balas, el olor del aceite quemado y la
denuncia social de los primeros movimientos obreros contrarios a la
introducción de máquinas en las cadenas de producción típicas de la
Revolución Industrial.
Con el exquisito Prisa, José María Merino
denuncia un aspecto tan característico de nuestro mundo moderno como es la
imperiosa necesidad de llegar cuanto antes a los sitios, culpando de
gran parte de nuestros males a la invención del motor de explosión y la
velocidad que conlleva. En un mundo alternativo donde el vapor está reservado para trenes y
dirigibles y el transporte terrestre, individual o colectivo, responde al esfuerzo del pedaleo de los pasajeros, la primera
mitad del siglo XX
ha sido, sin duda, mucho más idílico y tranquilo que el de nuestra
Historia, ya que, por ejemplo, no ha conocido las Guerras Mundiales.
Pero ahora su segunda mitad podría verse abocada a un negro futuro si
cierto invento frenético llega a comercializarse a nivel masivo,
metiendo el apresuramiento en la mente de los individuos y contaminando
de apestoso humo y estruendosos ruidos la vida cotidiana.
En London Gardens de Juan Jacinto Muñoz Rengel
el lector se va a encontrar con un mundo victoriano de expediciones
espaciales, misterios marcianos, criptogramas enigmáticos, autómatas que
se encargan del trabajo duro y una rivalidad académica que busca
destacar en descubrimientos frente al científico vecino. El profesor Barnaby y su rival el profesor Schmidt,
que siempre consigue eclipsar los descubrimientos del primero, viven
puerta con puerta y siempre parecen estar, al menos en la mente del primero,
compitiendo. Pero esta vez no, esta vez Barnaby va a ser protagonista de una
revelación definitiva gracias a su estudio de ciertas muestras traídas
desde Marte, y nadie podrá hacerle sombra de nuevo, ¿no? El relato es un imaginativo y gratificante cruce entre Wells y Verne que de alguna manera refleja la rivalidad entre Edison y Tesla.
En el ultracorto Fahrenheit.com, Andrés Neuman
da voz a un temor del mundo moderno: con un simple «click» todo se
desconecta y todos los archivos se pierden. Nadie parecía estar
preparado para el ataque terrorista, y los autómatas tendrán que ponerse
a trabajar de forma frenética, ya que el mundo parece abocado al caos ante
la patente imposibilidad de recuperar todo lo perdido. Pero la
reintroducción de una vieja tecnología va a invitar al lector a
reflexionar sobre aquello que se está perdiendo en nuestra realidad mientras se
interna con decisión en un futuro tan brillante como frágil.
En uno de los relatos más steampunks del volumen, Flux de Fernando Royuela, la acción se sitúa en una España alternativa con enormes transportes
voladores, impulsados por un más que curioso combustible, donde se
juegan intensas partidas de un juego de naipes, trasunto del poker, con
altas apuestas. Ofrece el autor un juego de engaños en que el jugador
más aventajado es un autómata, propiedad de una voluptuosa «duquesa», al
que un vividor arruinado tratará de desplumar llevándose la sorpresa de
su vida.
Sumergiéndose en la vertiente más inquietante de la propuesta, Dynevor Road de Luis Manuel Ruiz
contiene una muy particular historia de amor y experimentos científicos
que abren el camino de la locura. El intento de descubrir que llevó a
un antiguo compañero de estudios a suicidarse tras ser internado en una
institución mental, va a llevar al protagonista a encontrar respuestas a
algunas preguntas que creía enterradas en el pasado. Tétrico, siniestro
e, irónicamente, tierno.
Con Aria de la muñeca mecánica, Care Santos
ofrece a sus lectores una visita guiada a una fábrica de autómatas,
permitiendo a la guía hacer un repaso de la historia de la empresa, de
cómo llegó a convertirse en lo que es, y del presente y futuro en que
está actualmente embarcada. Un relato que habla de la mercantilización
de los autómatas en una vertiente «lúdica» dirigida solo a hombres y que
seguramente es denuncia de muchas circunstancias actuales de nuestro
propio mundo.
That way madness lies, de José Carlos Somoza
es a un tiempo un intrigante cuento y un poderoso homenaje a ciertos
escritores clásicos. En los orígenes de la fotografía la sobreexposición
llevaba a conseguir particulares instantáneas, llenas de sombras
borrosas y seres indescifrables, pero ¿se trataba de meros defectos de
las lentes o existían en realidad esos seres incorpóreos al borde de la
aprehensión de los humanos? Un escritor y fotógrafo se confiesa al final
de su vida sobre los motivos que le llevaron a romper radicalmente su
relación con la familia de cierta jovencita que había inspirado sus
obras.
En Animales y dioses, Ignacio del Valle
ofrece una mera, y bastante anodina, reflexión sobre la Humanidad a
través de las divagaciones pseudo filosóficas de una entidad que se
antoja antigua y poderosa.
Con Lapis infernalis su autora, Pilar Vera,
se deja llevar por la experimentación y el absurdo surrealista. Con
imágenes inconexas, envueltas en una confusa atmósfera onírica, la
autora retrata la peculiar «relación» que se establece entre un
retratista de cadáveres y la viuda que acude a él para ser fotografiada
repetida veces. Se trata muy posiblemente del más prescindible e
intrascendente de los relatos del volumen, aunque también es muy posible
que yo no haya conseguido captar el mensaje.
Cierra el mismo In a glass, darkly de Marian Womack
con un cuento más de atmósfera que de fondo donde en el escenario de
una guerra sin combates que amenaza con eternizarse, entre las
declaraciones de los histriones, los hombres alados y las máquinas
voladoras, va a plantearse un amor imposible que forzará sin embargo la
toma de importantes decisiones.
Brillantes,
oscuros, llenos de amor por la ciencia o de repulsa por sus inventos,
fascinados por unos tiempos que se antojaban ilusionantes y que iban a
dar paso a un futuro en que todo sería posible, más luminoso, pero
también más lleno de misterios. Terror, romance, intriga, aventuras...
Relatos que rezuman nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue; por
las brillantes promesas que una ciencia incipiente depositó en la mente
de grandes escritores, sin que llegaran a plasmarse en la realidad
cotidiana; por la remembranza de un siglo que se antoja más limpio y
menos acelerado, más inocente y lleno de posibilidades; por unas
lecturas de juventud que llenaban de fascinación la imaginación todavía
en desarrollo...
Es
obvio que no todos los cuentos rayan a la misma altura, y de hecho hay
algunos que bajan un tanto el listón ante la evidente calidad de los
otros. Da la impresión de que algunos de los autores han tomado la idea
del steampunk
como mero vehículo y excusa para plasmar sus ideas y tramas, tomando
detalles de la atmósfera y la parafernalia sin profundizar de verdad en
lo que entraña el subgénero, pero ¿qué más da? Sin duda alguno de los
que podrían considerarse menos «canónicos» se encuentran entre los más
interesantes, así que lo mejor es disfrutar sin poner vallas al campo de
un volumen más que satisfactorio y que invita a conocer una corriente,
en lo literario, todavía minoritaria en nuestro país.
entre el 11 y 16 de febrero, se realizará la Seman Retrofuturista, por lo que allí se podrá obtener más información. Más info en http://semanaretrofuturista.blogspot.com.es/
ResponderEliminarHola, Salva.
ResponderEliminarMuchas gracias por la información, parece ciertamente interesante y una magnífica oportunidad de conocer más sobre el género en sus diversas manifestaciones.
Saludos