Guión: Elio Quiroga.
Dibujo: Francisco de la Fuente.
Reseña: Jamie M.
Tyrannosaurus Books. Barcelona, 2015. 70 páginas, B/N.
Elio Quiroga es un autor multitarea donde los haya, poeta, ensayista, escritor y director de películas (tanto cortos como largometrajes), novelista (ganador del Premio Minotauro 2015 con Los que sueñan), y ahora guionista de una aventura gráfica que aúna la ciencia ficción de desatado corte apocalíptico y la denuncia (o la sátira más descarnada) política y social. Una obra en la que aplica todos sus conocimientos sobre cine y literatura a un lenguaje algo diferente como es el del cómic, pero con el que ambas disciplinas comparten tantos recursos visuales y narrativos. Una obra que, seguramente intentando evitar lo tópico de la mezcla entre post catastrofismo y superhéroes, se imbuye de un tono gamberro y paródico, casi underground en muchos momentos, violento y desatado, salvaje, pero que no se esconde a la hora de cuestionarse el actual estado de las cosas y no deja de gritar eternas preguntas: ¿Qué es lo que hace a alguien “humano”? ¿Es la apariencia o es el interior? ¿Es el rostro que se muestra o las acciones que se realizan? Y aunque se trate de una obra de ciencia ficción, o precisamente porque el género así lo permite, la carga política es evidente. La democracia ha muerto. La oligarquía manda. El mundo está enfermo y su verdadera enfermedad es la humanidad.
En la Europa de un futuro más cercano de lo deseable la crisis se ha acentuado, la austeridad, los rescates impuestos, las privatizaciones, el liberalismo económico desencadenado, en definitiva el capitalismo rampante, han hecho que las empresas se conviertan en el verdadero poder tras el poder, saliendo finalmente de las sombras y tomando sin tapujos las riendas de los gobiernos. En tal caldo de cultivo el continente, cargado de nacionalismos, se convulsiona y se desgaja, mientras explota una devastadora guerra bacteriológica tras la que se esconden los intereses de los de siempre y que convierte a la mayoría de la población en horribles monstruos mutantes. Europa se retuerce entre las cenizas, mientras los "inversores", los ricos y favorecidos, se mantienen “sanos” a salvo del implacable virus Colmillo aislados tras sus altos muros, sus guardaespaldas, y sus trajes y máscaras protectoras. Cuando una tercera fuerza externa empiece a asesinar de forma indiscriminada a todos los afectados por la epidemia, la solución pasa por reclamar la ayuda de un grupo de insólitos “héroes”, Terminal, mutantes ellos mismos, pero “agraciados” por el virus con grandes poderes.
Cinco marginados deslenguados, soeces, procaces; abominaciones de extrema fealdad, pero corazón justo; deformes unos y bellezas con una bestia interior otras…, y además con superpoderes. Una ecuación demasiado explosiva. En teoría al servicio del poder establecido, sus lealtades se van a ver cuestionadas cuando descubran la verdadera dimensión del problema al que se enfrentan. Parias privilegiados, inadaptados que trabajan para los inversores, deben enfrentar si rompen las cadenas de sus amos o mantienen su estatus a costa del sufrimiento de sus “semejantes”.
Quiroga, en su intento de poblar de contenido a su perturbador futuro, ha perpetrado una obra un tanto descompensada, con demasiadas ideas interesantes bullendo en sus páginas y poco espacio para desarrollarlas satisfactoriamente todas. Con demasiadas líneas, demasiados personajes que no tienen tiempo de caracterizarse, demasiadas fuerzas en conflicto…, el ritmo es muy rápido, tan rápido que incluso se atropella con tantas cosas que están sucediendo sin tiempo real para profundizar o centrarse en ninguno, sin extraer todo el jugo a las situaciones.
Al dibujo, el trazo suelto y vivaz de Francisco de la Fuente da cuenta de su buen hacer en el story board, destacando (para bien y mal) la arriesgada composición de página con mucho movimiento y gran expresividad, al tiempo que peca de un barroquismo confuso con tal riqueza de detalles y grandes viñetas que en ocasiones cuesta saber qué está sucediendo. Un dibujo en un blanco y negro que mezcla una línea clara, de gran detalle y dinamismo, con cierto “emborronamiento” o falta de acabado en las escenas de más acción que invitan al caos, tanto en lo que está sucediendo como en su plasmación.
Un cómic lleno de ideas e imaginación, intrigante y atractivo, pero que no llega a alcanzar todo su potencial, que retrata un mundo quizá no tan fantástico como inicialmente se pudiera suponer, y que igual se debiera haber desarrollado en más entregas (que quizá todavía se esté a tiempo de hacerlo indagando en las muchas posibilidades temáticas planteadas). Una obra entretenida, con agradecidos retazos de humor, grueso en muchas ocasiones, que allanan el camino para una denuncia comprometida, una crítica social y política donde la historia tiene su fuerte.
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