Una grieta en el cielo.
Gabriella Campbell / José Antonio Cotrina.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alethé. Madrid, 2018. 442 páginas.
Basta con leer el prólogo del Libro I: El cielo roto para encontrarse irremediablemente enganchado a la lectura de estas Crónicas del Fin. Antes de continuar voy a hacer una confesión: Campbell y Cotrina son una de mis debilidades, así que ya lo podéis tener en cuenta si observáis incluso más subjetividad de la habitual en mis reseñas. Sus libros siempre consiguen enamorarme, conquistarme y fascinarme a partes iguales. Creo que no hay imaginería a su altura en el fantástico español actual, y eso, en un momento de bonanza y de grandes autores como el que estamos viviendo, es mucho decir. Una grieta en el cielo se publicó originalmente como un serial de cinco entregas en formato digital y ahora Alethé ha tenido el inmenso acierto de recopilarlo en un único tomo en papel que hace justicia a la obra como un todo, como la novela que efectivamente es. Una novela que encierra un auténtico despliegue de imaginación y fantasía, una visión apasionante de un apocalipsis que asola la Tierra poblándola de criaturas espeluznantes, aterradoras, demoníacas y visceralmente violentas. Una monstruosa fantasía oscura plena de acción, insana locura, misterio y aventura. Todo un acierto.
Portadas de la edición digital. @LiberLibelula |
Empieza una carrera frenética y de emoción creciente en cinco actos que llevará a los protagonistas, y al lector con ellos, a través de parajes desolados, caóticos, llenos de locura, violencia y una enfermiza textura orgánica. Una carrera donde la prioridad es la mera supervivencia y ante cuyos quiebros es difícil preparar ningún plan por anticipado. Las sorpresas, las trampas y los peligros están garantizadas. Los enemigos, a cada cual más despiadado, también. Salvo en los prólogos con los que se abre cada una de sus cinco «libros», y en los que se van a reflejar diferentes eventos anteriores del relato con relevancia para su momento actual, no hay concesión para establecer los parámetros en que se ha de desenvolver la aventura. No hay recapitulaciones ni párrafos de pura información. Los autores lanzan sin clemencia a los lectores tras los pasos de Adra, Gale y unos cuantos compañeros de travesía, haciendo que tanto sus intereses particulares como el escenario en que se mueven vayan surgiendo de la propia trama y la acción desatada.
La imaginación prodigiosa de Cambpbell y Cotrina construye a golpe de poderosas y viscerales imágenes, un brutal mundo en ruinas donde lo más aparentemente inocente, como la lluvia o el aire que se respira, puede encerrar una muerte de lo más horrible para los desprevenidos. Donde todo, incluso lo más insignificante o de apariencia inocua, encierra una terrible amenaza. Donde el ser humano se ha visto transformado en terribles aberraciones y los que todavía conservan su «pureza» intentan combatir con una cruzada fanática a todos los llegados desde el otro lado de la grieta y todos los modificados en este. Donde cualquiera —cualquiera— puede esconder un monstruo en su interior. Donde una magia oscura e imprevisible, sustituta de algunas de las leyes de la física hasta ahora aceptadas, impregna el ambiente, rezuma de los objetos y produce efectos de lo más singular. Un mundo plagado de decadencia, de terrores y de engendros asesinos, donde el más mínimo refugio es algo de lo más preciado, aunque sea en el interior de las entrañas en putrefacción de monstruos muertos. Que nadie busque referencias físicas a la Tierra previa a la llegada de los leviatanes, a ciudades o geografías fácilmente reconocibles, pues no las hay. Incluso los nombres han cambiado. Es esta una espectacular tierra nueva, cruel y repleta de amenazas, incluso entre los que deberían considerarse los «buenos», y donde todo rezuma una sensación de precariedad, de desastre inminente, que no invita a mirar con optimismo al futuro mucho más allá del próximo amanecer..., y que, no obstante, Campbell y Cotrina consiguen imbuir de una sutil, y refrescante, esperanza. Aunque es muy posible que los protagonistas no pensasen lo mismo.
Pues si el escenario es impresionante, vívidamente creado, los personajes no se quedan atrás, llenos de vida y de carisma, con sus dudas y defectos, sus anhelos humanos y sus deseos que colocan por encima de cualquier consideración. La narración va a pasar de libro en libro del punto de vista de una al del otro, aunque manteniendo tanto a Adra como a Gale en el meollo de la trama. Dos personajes rodeados de criaturas tan grotescas como fascinantes, monstruos y demonios, tan horribles los que tienen corazón humano como los que no. La una profundamente desconfiada de todo y de todos, sin ninguna gana de abrirse a los demás, con una coraza que sólo se permite bajar mínimamente si es para conseguir acercarse más al objeto de su venganza y con un «don» que no le produce demasiadas alegrías, pero que no dudará en utilizar si es para conseguir acercarse más a ese objetivo. El otro un joven que esconde más de lo que parece, aunque también se encuentra a oscuras en muchos aspectos de su naturaleza; un muchacho que ha permanecido mucho tiempo encerrado, pero que no es ajeno al horror que los hombres pueden causarse, ni tan ingenuo como pudiera pensarse de entrada. Y junto a ellos, extraños compañeros de aventuras, seres deformes por fuera o por dentro que vienen a demostrar que las apariencias engañan. Y que la bondad o maldad no puede juzgarse por la belleza externa. Criaturas sugerentes no faltan en absoluto.
Todo ello narrado mediante una prosa tan elegante como trepidante, que hace poética la más cruenta de las escenas y emocionantes los parajes más reflexivos. Esta primera Crónica del Fin —esperemos que haya más— se revela como un libro que por encima de todo encarna la palabra entretenimiento. Una fantasía oscura repleta de preguntas y misterio, de aventura pura y dura, de ingenios sofisticados movidos por magia necromántica, de seres de luz tenebrosa, de una imaginería demoníaca y enfermiza, macabra por momentos, sangrienta, que no da tregua ni respiro y que encierra pequeñas cargas de profundidad destinadas a remover conciencias de la forma más insidiosa, a cuestionarse ciertos aspectos de nuestra realidad cotidiana.
Para terminar, un aviso sobre el desenlace de la novela, hasta uno de los personajes lo advierte: «Todo tiene un final. No tiene por qué ser satisfactorio. No tiene por qué ser glorioso o épico. Ni siquiera tiene que ser cerrado. Pocos finales lo son». Y este deja con ganas de más.
Gracias por la reseña.
ResponderEliminarUna pregunta, antes de embarcarme en la enésima saga sin final: Cuando acaba "Crónicas del Fin", ¿ te deja tirado o se trata de un final abierto, que te permite dar por "cerrada en forma" la historia, aunque las aventuras de los protagonistas continúen en ese "otro mundo"? Dicho de otro modo, ¿ quedan aspectos esenciales de la trama sin resolver o sin poder ser, más o menos, respondidos por la imaginación del lector ...? Gracias por responder y por tu magnífica página. Alvaro
Se podría decir que la trama principal queda debidamente cerrada, pero que se dejan más de un hilo y de dos en el aire. No hay un cliffhanger que deje colgado hasta una próxima entrega, pero es obvio que las aventuras no han terminado y que hay misterios todavía en las sombras. Pero se puede leer sin quedarse frustrado, sí (más allá de las inevitables ganas de saber más del mundo y los personajes).
ResponderEliminarGracias por el comentario.
Saludos.