Celia Añó Espí.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Literup ediciones. 2018. Edición digital (ePub). Portada: Libertad Delgado (LiberLibelula).
(Reseña perteneciente a la lectura de los candidatos a los Premios Guillermo de Baskerville 2019, organizados por la página Libros Prohibidos, en la categoría de novela corta).
En 1992 leí una novela que me fascinó tanto por su contenido como por la labor de ingeniería que presentaba su estructura literaria, la disposición del entramado de una cronología no lineal sino de dos tiempos, uno avanzando hacia adelante y el otro hacia atrás, destinados a encontrarse en su punto medio. Han tenido que pasar 27 años para volver a tener el placer de disfrutar de un reto semejante, con una novelette muy diferente de aquella novela salida de la mente de Iain M. Banks, que en trama, temática y estilo no tiene nada que ver, pero que estructuralmente es también para quitarse el sombrero. Es complicado construir una novela desde su inicio y su final para que ambos confluyan a mitad del relato sin que nada chirríe, todo encaje sin anticipar demasiado y haciendo que la propia lectura vaya cambiando la perspectiva del lector en torno a lo que está leyendo. Nadie es el villano de su propia historia y, dependiendo de quién narre los sucesos, el héroe de unos bien puede ser el verdugo de otros. Añó lo domina a la perfección, ofreciendo un intrigante relato de fantasía oscura. Porque aunque la novelette presente una estupenda estructura, la misma no sería nada sin una buena historia detrás, y Aracnefobia la tiene, tendiendo una tela de araña sobre el lector sin desvelar hasta el final, en realidad el centro del relato, quién la está tejiendo.
Aracne es la joven, refinada y veleidosa hija de la Viuda de Armeló. Adrien es su abnegado sirviente-guardaespaldas, entregado sin fisuras a su tarea. Y en lo único que parecen estar ambos de acuerdo es en que se detestan. La rigidez de uno choca con los caprichos de la otra, mientras sobre ambos, y la región en general, planea la sombra, a veces benévola, a veces amenazante, de la Viuda y su «tutela» sobre los lugareños. Pero llega un momento en que la tensa confrontación de voluntades entre Aracne y Adrien se convierte en algo mortal, decididos los dos a romper el vínculo que los une y a matar al otro por motivos no tan diferentes como pudiera parecer: La lealtad a la familia, la frustración de sentirse atados a un lugar o a una persona, la venganza por imperdonables afrentas pasadas...
© Celia Añó (@BrujadelTeatro) |
Lo que viene a continuación es un enfrentamiento a muerte del que ya se conoce el principio desde la óptica de Aracne y el desenlace final desde la de Adrien, de modo que al capítulo uno le sigue el dieciocho, y al dos el diecisiete, desenredando dos puntos de vista que van a ir acercándose, uno descontando capítulos del camino al encuentro del avance del otro, matizando y destrozando las ideas preconcebidas sobre lo sucedido que la trama va generando. Obras con una estructura cronológica desordenada hay unas cuantas, incluso las hay con una sola línea invertida —como Memento en cine—, pero este no es el caso. La cronología está perfectamente delimitada y ordenada, sólo que lo hace en dos direcciones, una de ellas regresiva. Todo un acierto y una difícil tarea de encaje de la que la autora sale triunfante, consiguiendo una narración de gran impacto, que mantiene un alto grado de intriga y en la que el lector debe prestar buena atención y no distraerse a riesgo de perderse en los retorcidos vericuetos de la historia. Resulta por ello muy recomendable, aprovechando la brevedad de la obra, leerla del tirón, sin darse descansos que hagan perder el hilo.
© Celia Añó (@BrujadelTeatro) |
Aunque el escenario en general, la historia de la región y de las personas que conviven con los protagonistas quedan un tanto desdibujados —la Viuda merecería una novela para ella sola—, esta es al fin y al cabo la historia de los dos jóvenes narrada por ellos mismos, dando cuenta de sus actos y motivos, y siendo matizados cada uno por las acciones y razones del otro. Una historia de odio y de vindicación, de injusticia y reparación, de lealtad familiar, de amor filial y de atrocidades ocultas. Tiene un toque singularmente inquietante en la presentación del escenario, con una elusiva magia, un brutal uso de la violencia y una forma muy sugerente de ir mostrando la personalidad de cada personaje y de sus circunstancias en la vida. Sangre y mutilaciones destilan un sutil sabor a gore gótico burtoniano tan inquietante como repulsivamente atractivo.
Al final la novelette demuestra ser más que su estructura, aunque esta sea parte integral del disfrute. Lo importante no es tanto el desenlace, quién vive o quién muere, sino descubrir lo que ha llevado hasta allí, y Añó consigue mantener el interés hasta el mismo epílogo gracias a lo bien atado que tiene cada parte del relato, cada detalle que deja caer, cada sugerencia que no significa lo que parece, cada salto y cambio de escenario que desconcierta pero tiene su razón de ser. Si una vez terminada la lectura se quiere hacer el experimento de leer la historia de forma lineal, empezando por el capítulo uno y terminando en el dieciocho, en vez de hacerlo de la manera en que están presentados en el libro, se verá lo perfectamente atada que la autora tiene toda la trama. Un hábil juego de apariencias y engaños narrado con acierto y estilo.
Pues a la lista interminable de títulos tan solo por esa peculiar estructura :)
ResponderEliminarLo bueno es que detrás de la estructura hay una buena historia, porque casos hay en que toda la construcción de edificio narrativo se queda en fuegos de artificio. Añó ofrece un buen relato potenciado por la forma en que ha decidido narrarlo. Y no era fácil salir tan victoriosa como lo hace.
ResponderEliminarSaludos