(Trilogía Xenogénesis).
Octavia E. Butler.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Nova. Barcelona, 2021. Título original: Lilith's Brood (The Xenogenesis Series). Traducción: Luis Vigil García. Revisión y actualización de la traducción: Pilar Márquez. Ilustración de cubierta: Jim Tierney. 924 páginas.
Publicados originalmente por separado como Amanecer en 1987, Ritos de madurez en 1988 e Imago en 1989 —octubre de 1989, noviembre de 1989 y marzo de 1990 en español respectivamente—, Nova recupera ahora en un solo volumen este clásico indiscutible que tanto tiempo ha permanecido alejado del mercado patrio. Una trilogía que se inicia como un «primer contacto» muy particular y que está dedicada a la exploración sobre la naturaleza del ser humano, al consentimiento, la dualidad, el género, el mestizaje y el posthumanismo. Temas candentes que en manos de Butler, aunando la necesaria aventura, peligros y tensiones, fluyen de forma intrigante, amena e incómoda para el lector, cuestionando las concepciones personales de forma perturbadora, desafiando las convicciones y provocando incluso rechazo en determinados momentos. La autora hace presente lo alienígena, consiguiendo transmitir la extrañeza de seres y formas de pensar y actuar de forma palpable a la vez que comprensible, aunque quizá no del todo aceptable según los parámetros actuales. Una lectura que remueve por dentro.
En Amanecer la protagonista, Lilith Iyapo, despierta en una aséptica habitación cerrada y se maravilla de encontrarse todavía viva. La humanidad, en un futuro quizá no tan lejano, ha estado a punto de auto extinguirse. Una raza alienígena, los Oankali, han rescatado en el último momento a los no demasiado numerosos supervivientes y, tras curarlos y mantenerlos en animación suspendida en su nave-arca viviente, quieren hacer con ellos un trato comercial. Un trato imposible de rechazar, porque la otra opción es la extinción de facto, pero que implica en todos los sentidos el fin de la humanidad tal y como se entiende en la actualidad. Despertados de forma escalonada, quienes acepten la perturbadora «relación comercial» serán devueltos a una Tierra restaurada tras el desastre nuclear, donde se enfrentarán a muchos peligros desconocidos y serán en todo momento tutelados por los extraterrestres. A no ser que huyan a regiones recónditas, donde se verán condenados a morir lentamente, pues una de las cosas que los oankali han impuesto es la esterilización de todo hombre y mujer para reconducir la reproducción en un intercambio genético con ellos. Tener descendencia ha de pasar forzosamente por formar parte de la nueva sociedad. Lilith, habiendo demostrado su fortaleza mental, será uno de los humanos elegidos para convencer, enseñar, entrenar y liderar a aquellos humanos que acepten la nueva situación, bajando a una Tierra que ya no es la que conocieron antes del desastre.
La especulación biológica y sus derivaciones cobran singular relieve a lo largo de la trilogía. Los Oankali tienen tres sexos: masculino, femenino y ooloi —neutro—, siendo este último el centro de todas las relaciones que se establecen entre sus individuos y parte vital para su reproducción. Los oolois manipulan los genes y «crean» los nuevos seres. Solo a través de ellos se puede tener descendencia. A su vez. los alienígenas no se alimentan de animales, y por tanto los humanos tampoco deberán hacerlo, aunque serán provistos de sucedáneos cultivados a partir de plantas que según parece dan bastante el pego —¿se adelantó con mucho Butler a ciertas corrientes alimentarias que estamos viendo en la actualidad?—. La importancia del equilibrio de los ecosistemas, de lo sostenible, y de la hibridación de especies es una constante en el trasfondo de las novelas.
Esta primera novela versa sobre la naturaleza del consentimiento, de su validez cuando no queda otra alternativa, cuando de las opciones que se presentan una es imposible con lo que no queda más remedio que aceptar la «menos mala». Temas como la confianza, la lealtad o la traición, las relaciones de pareja o las políticas de género, el innato rechazo al diferente, la necesaria adaptación frente al «otro» y la maleabilidad ante las circunstancias, surgen de la interacción de la protagonista con sus captores - rescatadores y con el resto de humanos que van siendo despertados y puestos bajo su tutela. También la enfermedad, pues una de las cosas que los extraterrestres desean obtener de Lilith es un defecto genético mortal para la humanidad, pero que en sus manos se podría convertir en una poderosa herramienta regenerativa. El objetivo final de los oankali es la hibridación con los humanos, la creación de facto de una nueva especie, sin ninguna maldad detrás de sus intenciones. Esa es su naturaleza. Pero ¿está la humanidad preparada para dejar de ser humana? ¿Puede nadie dar su libre consentimiento a semejante paso cuando la única alternativa a la aceptación es la esterilización y desaparición de la especie como tal? En definitiva, ¿qué es lo que nos hace humanos? ¿Nuestro cuerpo, nuestras células? ¿Nuestras formas de pensar? ¿Nuestro sexo? ¿Nuestra descendencia? ¿Estamos de verdad condenados a la autoextinción? —y la aparente opinión de la autora no podía ser más pesimista— ¿Es tan condenable el mestizaje? ¿O en realidad es algo tan deseable como necesario?
Varios años después de lo narrado en Amanecer la segunda novela, aún arrastrando el tema del consentimiento y, no creo que sea sorpresa para nadie, con uno de los descendientes de la estirpe de Lilith como protagonista principal, se centra en una de las consecuencias de lo aceptado en la anterior, en el futuro de esa «humanidad» que está dejando de serlo y de lo decisivo, o no, de la reproducción y descendencia en su naturaleza. La importancia de la maternidad —y de la paternidad—, del legado, los prejuicios sexuales y raciales, los abusos y las políticas de género... La imposición del trato con los oankali fuerza el cambio y es cuestionable si el resultado puede seguir llamándose humano. A lo largo del libro se estudia las conflictivas relaciones que surgen entre los humanos que han decidido mantenerse «puros» y por tanto no tener descendencia, malviviendo en comunidades aisladas, y los grupos de humanos y oankalis que están construyendo una nueva sociedad cuya descendencia no será ni lo uno ni lo otro. El comercio de genes produce una descendencia sorprendente que debe luchar contra su propia naturaleza, intentando comprender aquello que le precedió.
Los descendientes de Lilith deben reconciliar su doble naturaleza humana y oankali para dar lugar a algo nuevo, ni una cosa ni la otra, y unos lo tienen más fácil que otros. Aprovechando esa dicotomía y el enfrentamiento entre dos grupos que ni tienen la razón ni están equivocados al ciento por ciento, Butler indaga en las raíces, la pertenencia, la definición del género, la necesidad de modelos a los que seguir y en los que refugiarse para el desarrollo de las personas.
La tercera novela, Imago, va ya un paso más allá y presenta preguntas sobre cómo será la vida de esa posthumanidad, con un descendiente de Lilith que reúne en sí partes de ambas especies y debe afrontar muy diferentes riesgos. La xenogénesis ha sido, casi, completada, y el mundo ha cambiado irremediablemente todavía más. Los comportamientos, los pensamientos y los modos de actuar deben adecuarse a la nueva realidad. Pero siempre hay quien se resiste y quizá sea el momento de ver qué se puede hacer con ellos. Vuelve la cuestión del consentimiento, o más bien de su falta en las acciones de los extraterrestres sobre los humanos, auténtico leiv motiv conductor de la trilogía. Asociado inextricablemente a ello sobrevuela también a lo largo de los tres libros el tema de la violación, no sexual exactamente, pero sí física. Una y otra vez los oankalis se imponen sobre la voluntad de los humanos, forzándolos, incluso contra su declaración expresa en contra, a aceptar lo que, dicen, son sus verdaderos deseos interiores por encima de lo que manifiestan. Una y otra vez dicen saber qué es mejor para ellos, obviando el consentimiento de sus sujetos. Desde luego el «no es no» no va con ellos. Una y otra vez Lilith y el resto de protagonistas deben observar como los oankali abusan de sus habilidades genéticas para imponerles unos comportamientos que, cuando menos de palabra, son contrarios a su naturaleza. En las relaciones familiares de los oankali todo —TODO— pasa a través de los ooloi, seres que se convierten en los árbitros de cada aspecto de la vida de la comunidad imponiendo condiciones no siempre comprensibles desde la óptica humana del lector. En eso se demuestra el gran hacer de Butler para reflejar el carácter alienígena, la otredad, de los oankali.
Leídos los tres libros del tirón se antojan incluso mejores que por separado. El conjunto los hace fuertes. Hay quizá cierto gradiente descendente, pero, aún cambiando de protagonista de uno a otro, incluso de tercera persona narrativa en los dos primeros a la primera persona del tercero, se hace evidente la unidad temática y el valor agrupado de la trilogía. La edición con traducción revisada deja algunos pequeños claroscuros heredados de tiempos pasados, pero sin duda es muy de agradecer el esfuerzo. Recuperar estos clásicos para nuestro mercado siempre es un esfuerzo bienvenido.
Buena reseña.
ResponderEliminarQué bien que se recuperan estos libros.
Me los leí hace tiempo (años y años) en la edición de Ultramar (que todavía tengo) y es de los que todavía me acuerdo.
Veo que también te ha gustado. ¡Coincidimos de nuevo!
Yo también me los leí en su día en la edición de Ultramar y ha sido todo un placer recuperar su lectura con esta nueva edición que, la verdad, hace justicia a la trilogía.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado la reseña y muchas gracias por tus palabras, siempre es un placer coincidir ;-)
Saludos