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jueves, 28 de abril de 2011

Reseña: Ciudad sin estrellas

Ciudad sin estrellas.

Montse de Paz.

Reseña de: Jamie M.

Minotauro. Premio Minotauro 2011. Barcelona, 2011. 255 páginas.

Bebiendo de cierta tradición en torno a un futuro distópico en el que alguna indeterminada catástrofe obliga a la Humanidad a vivir en ciudades o entornos cerrados y rodeados supuestamente de un entorno hostil a la vida al que está prohibido siquiera asomarse que nos retrotrae a títulos como La fuga de Logan, La ciudad y las estrellas o incluso la más reciente La isla (aunque solo sea en su planteamiento inicial de hábitat aislado del exterior), Ciudad sin estrellas presenta una sociedad en la que los restos de la Humanidad superviviente de una hecatombe nuclear viven en las llamadas Zonas B, conectadas por una avanzada internet y más allá de las cuales se dice que no queda nada, un árido desierto radioactivo.

Esta veintena de Zonas B, se complementan con varias Zonas N (donde se depositan los residuos radiactivos), Zonas A (donde se acuartelan los ejércitos y se guardan todas las armas) y las misteriosas Zonas Z (de las que salvo su designación los lectores no vamos a volver a saber de ellas). Es una buena sociedad, sin connotaciones especialmente negativas, y sus habitantes son todo lo felices que se puede llegar a ser viviendo en un mundo cerrado y sin salidas; la excepción la forman los misticoides y los cazadores de antigüedades, individuos que propugnan que fuera de las ciudades existe un mundo que redescubrir, que hablan de una naturaleza hace mucho desaparecida, de Historia antigua de la que aprender, de otra forma de vivir y de astros en el cielo nocturno.

En la Zona B llamada Ziénaga, el joven Perseo Stone, hijo de una de esas misticoides, comienza a cuestionarse su idílica existencia. Joven, apuesto, privilegiado programador de éxito, dueño junto a sus tres inseparables amigos de su propio y rentable negocio en la Red, habitual visitante de los prostíbulos y otros lugares de ocio... siente sin embargo que algo falta en su vida y se pregunta si no habrá algo allá fuera. En vez de permanecer en su nube cuestionándose la versión oficial, decide ponerse manos a la obra y descubrir por su cuenta si realmente el mundo del exterior se ha regenerado o no. Descendiendo en un primer momento a los bajos fondos de Ziénaga, unos lugares denominados boquetes, y atravesando sus barreras después, el joven desencadenará acontecimientos inesperados para todos los que le rodean.

Hay en la novela un alegato por la libertad, denunciando una sociedad del bienestar adormecedora, que con su “pan y circo” (drogas, alcohol, burdeles, ocio virtual de cualquier tipo...) aparta el foco de las cosas realmente importantes. Una sociedad que vive en un estado policial, donde la disidencia, la deriva “misticoide”, es duramente castigada, y donde los bajos fondos son tácitamente aceptados como una especie de válvula de escape de pasiones que de otra manera pudieran volverse contra lo establecido.

El otro mensaje destacable de la novela es el evidente ecologismo, el amor a la naturaleza “viva” y la defensa del planeta. En una sociedad gris, donde jamás se ve el cielo, donde los árboles son meros mitos del pasado, el simple brillo de las estrellas está llamado a iluminar con fuerza los corazones.

La autora presenta en este entorno a un grupo de protagonistas donde encontrar una amplia panoplia de personalidades. Desde Perseo, que anhela lo que no conoce, y sus amigos programadores: Jason, Zack y Prince, muy diferentes entre sí, dándose el contrapunto los unos a los otros, complementándose y siempre unidos; pasando por Amanda, la dueña del burdel de lujo al que son asiduos los muchachos y que a pesar de aparentemente tenerlo todo, interiormente se encuentra vacía buscando el amor que no le da su vida, y llegando a Tony Iron, el marginal dueño de un bar en el boquete norte de Ziénaga, traficante de drogas conchabado con la anterior para distribuirlas en el resto de la ciudad . Y entre medio: la patética yonki Kelly, víctima de esa sociedad del buenrollismo que la condena a prostituirse por un poco de “polvo” y la esconde en las sombras del sumidero donde terminan los desfavorecidos y los menos afortunados; los jefes de la policía y del ejército, siempre enfrentados por la jurisdicción y por el estatus; o los hackers asimilados por el sistema para luchar contra los criminales que antaño ellos mismos fueron.

Si por el tono de la escritura, por los protagonistas adolescentes y por la trama algo ingenua, la novela es clasificable sin duda dentro de la Literatura Juvenil (para jóvenes-adultos en todo caso), en esta clasificación choca en cierta forma la inmersión de los personajes en el sórdido mundo de la prostitución, tanto de lujo como la más miserable, y la discipliente y relajada educación que reciben, no tanto intelectualmente sino de forma ética.

Las figuras adultas, salvo cierto viejo hacker, están retratadas como perdedores y borrachos, como fracasados trabajadores sin futuro, como poco inteligentes funcionarios, como resignados borregos que siguen las consignas sin cuestionarse lo que les rodea y lo que les dicen desde las altas instancias, mientras solo la juventud, o al menos parte de ella, se pregunta si eso es todo lo que puede esperarse de la vida. Los cuatro protagonistas provienen de lo que en la actualidad llamaríamos “familias desestructuradas”, donde falta el padre, la madre o ambos, y donde en todo caso la atención paterno filial y las figuras de autoridad brillan por su ausencia. Es triste que, y solo tenemos que mirar en derredor, este pueda ser perfectamente el futuro hacia el que nos dirigimos.

Si algo sorprende de todas maneras es la asombrosa facilidad con que suceden todas las cosas. Todo se desarrolla de una forma excesivamente sencilla, a pesar de las dificultades a las que se enfrenten los protagonistas y secundarios. A pesar de que se presentan extraordinarios desafíos y aparentes pruebas imposibles, luego todo se desenvuelve casi sin impedimentos, de forma demasiado simple, sin que se note o se sienta en los protagonistas un auténtico esfuerzo. Falta cierta empatía e implicación emocional.

Hay en Ciudad sin estrellas una fábula ecológica, una reflexión sobre nuestro propio presente, unos mimbres y unos planteamientos muy interesantes que, sin embargo, no terminan de concretarse, dejando demasiado en el aire, como si se tratase de una “introducción” a este mundo futuro que le resta unidad a la novela. Queda algo coja, como si faltasen cosas por contar, presentando líneas que luego no tienen la mayor importancia en el devenir de la trama a pesar del peso que parecía iban a tener. El final, aunque efectivamente termina, queda como en un “limbo”, indefinido, sin resolver el destino, dejando la puerta abierta (muy abierta) y las dudas instaladas en el lector. Es cierto que no necesita más, que el final sin cerrar es una invitación a meditar sobre lo narrado y a que cada cual saque sus propias conclusiones, pero deja una sensación de algo inconcluso y el deseo de saber más. ¿Habrá continuación?

lunes, 25 de abril de 2011

Reseña: El aliento de los dioses

El aliento de los dioses.

Brandon Sanderson.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Título original: Warbreaker. Traducción: Rafael Marín Trechera. 683 páginas.

Hace mucho tiempo, en una guerra que ya casi pertenece a las leyendas, la casa real de Hallandren fue expulsada a las montañas donde fundó el reino de Idris mientras en su trono legítimo reinaba el rey-dios y sus sucesores renacidos. En el presente, haciendo honor a un tratado firmado veinte años antes, el rey Dedelin de Idris debe enviar su hija a Hallandren, para casarse con Susebron, el actual rey-dios. Cuando todos pensaban que enviaría a su primogénita, Vivenna, quien se ha estado preparando toda su vida para su papel de novia propiciatoria; pero ante la eminencia de la guerra entre los dos reinos y al amor que siente por su hija mayor, decide enviar a la menor, Siri, una joven de carácter un tanto contestatario e independiente, que, sin embargo, ha llevado una amable vida, libre de las presiones a las que estaba sometida su hermana. Inconforme con la decisión, Vivenna seguirá a la joven hasta la capital, la ciudad de T'Telir, para salvarla del destino que le pertenecía a ella, aunque sin un plan de acción meditado en absoluto. Pero las cosas tal vez no sean lo que parecen y mucho menos van a resultar nada sencillas.

Sanderson desarrolla la historia, prácticamente sin salir de la capital, a través de tres líneas paralelas y superpuestas, las de las propias Siri y Vivenna, y la de uno de los dioses retornados de Hallandren, Sondeluz. El dios, víctima de una muerte heróica, según le dicen sus sacerdotes ya que él no recuerda nada de su vida anterior, ha sido devuelto a la vida por motivos que ni él mismo se aclara. En la Corte de los Dioses la vida es plácida, decadente, disciplente y con poco significado. Sondeluz no cree en su propia divinidad, cuestionando todo lo que le rodea de forma sarcástica e intentando contra lo que le dicen recuperar algún recuerdo de su pasado. Cuando Siri y las intrigas de la corte para hacerse con el control de los ejércitos de sinvidas ―muertos a los que se las ha insuflado aliento para devolverles la vida y utilizarlos como tropas sin cerebro mortíferamente obedientes― que él domina se crucen en su camino sentirá algo rebullir en su interior, implicándose de una manera que ni siquiera creía posible.

Uno de los elementos destacados de la novela, como ya sucediera en las anteriores obras del autor, es el sistema de «magia» ―si se le puede llamar así― desarrollado para la ocasión. Basado en los colores y en el biocromatismo de cada individuo, cada persona posee de nacimiento un «aliento» ―o un «alma», según ciertas religiones― que como una especie de «esencia vital» puede ser entregado a otras personas ―sin perder por ello la vida, aunque sí cierto gusto por la misma que hace que los colores luzcan más apagados― e incluso se ha establecido una especie de comercio en torno al tema ya que el aliento debe ser entregado de forma voluntaria, habiendo quienes acumulan gran cantidad de ellos adquiriendo enormes poderes. Existen varios niveles de poder y conforme más alientos se tengan más cosas se pueden hacer con ellos, por ejemplo transfiriéndolos a objetos inanimados dotándoles de «vida» para que cumplan los deseos de quien los ha despertado. Lo cierto es que se trata de un sistema más fácil de asimilar a través de la propia narración que según se intenta contarlo, muy coherente consigo mismo, intrincado y algo enrevesado en ocasiones, y lo suficientemente original como para hacerlo fascinante e interesante.

Junto a la magia, otro de los temas perfectamente desarrollados por Sanderson es el del juego del poder en el que van a tener que desenvolverse los protagonistas. Tanto Siri, junto a Susebron, y Sondeluz en la corte, como Vivenna en la ciudad, se ven inmersos quieran o no en los intrincados vericuetos de la política, tanto oficial como subterránea, del reino. La red de contactos, las intrigas y subterfugios, los movimientos subrepticios para alcanzar posiciones ventajosas, las conspiraciones secretas ―y no tanto―, las ambiciones desmedidas... son similares ya se trate del entorno de los dioses como en el de los bajos fondos de T'Telir. Y la guerra que planea sobre la cabeza de todos ellos, va a imponer sus propios plazos, avanzando inexorable hacia un futuro que se antoja cada vez más cercano.

Como es habitual, el autor hace un espléndido trabajo con los personajes aparentemente secundarios, desde el socarrón y divertido mercenario Denth con sus compañeros Tonk Fah y Joyas, hasta el taciturno Vasher, con una agenda oculta en la que parecen haber interferido ambas hermanas. Precisamente la presencia de cierta espada animada al lado de este personaje, abre el camino para conocer retazos de un pasado intrigante que da un enorme trasfondo a la narración, un pasado que parece extender sus tentáculos hasta el presente, influyendo en los sucesos que están teniendo lugar en la ciudad en la actualidad, motivando odios y venganzas, generando resentimientos, equívocos y misterio.

Sanderson es un maestro en darle la vuelta a las ideas preconcebidas que había ido sembrando en la mente del espectador, en ofrecer giros inesperados. Juega con la deducciones de los lectores, dándoles algunas cosas fáciles para que se confíen y dirigiendo entonces la trama en una dirección totalmente contraria a lo esperado. Como buen prestidigitador maneja las situaciones y personajes siguiendo la máxima de “no todo es lo que parece” buscando sorprender y además, como uno de los grandes atractivos de la novela, consiguiéndolo. Sin esconder sus cartas en momento alguno, el autor muestra sucesivamente los diferentes puntos de vista de los protagonistas, a través de los que el lector va a descubrir muy distintas visiones de la situación debido a los datos dispares de los que disponen. Cuando el cuadro esté completo serán los pequeños detalles en segundo plano los que muestren la escena real por lo que hay que estar muy atento.

Una prosa engañosamente sencilla, muy fluida, hace de la lectura de El aliento de los dioses una tarea enormemente agradable, algo a lo que colabora en gran parte la magnífica traducción de Rafael Marín, que en esta, como en las ocasiones anteriores, realiza una estupenda labor. Con un humor perfectamente dosificado en los momentos justos, con un toque de romance inesperado y nada empalagoso, con una épica contenida en su carácter urbano ―y mira que le gusta a Sanderson situar la acción de sus novelas en estas ciudades pseudo medievales―, la narración fluye sin tropiezos atrapando en todo momento la atención. Tal vez no se encuentre a la misma altura que ciertos momentos de la trilogía de Nacidos de la bruma, pero es un producto recomendable del que se agradece, además, que se trate de un volumen único con el que el lector tiene toda la historia de una tacada en sus manos ―aunque ya he oído a alguno comentar que no le importaría en absoluto leer más sobre este mundo―.

jueves, 21 de abril de 2011

Reseña: En el corazón del sueño

En el corazón del sueño.
 
 Carmen Pacheco.
 
Reseña de: Josu Gómez "Eleder".
 
Ediciones SM. Madrid, 2011. 384 páginas.
 
Los que hemos crecido junto a Momo o El Hobbit sabemos de lo engañosa que es la etiqueta "literatura juvenil". Puede servir para un determinado tipo de novelas, cuyo único objetivo es el del entretenimiento; pero cuando cualquiera de éstas alcanza un cierto nivel de calidad, cuando sus pretensiones son las de transmitir experiencias y sensaciones, deja de permitir que la ciñan a un subgénero concreto, y pasa a ser literatura, sin apellidos.

Algo así iba pensando mientras leía En el corazón del sueño, de Carmen Pacheco, escritora almeriense con cierta fama previa por ser la autora de uno de los blogs más longevos de España, http://www.egoismo.com, bajo el pseudónimo de Aracne, y haber fundado el website satírico "Te lo digo por tu bien" (http://www.telodigoportubien.com).

En el corazón del sueño cuenta la historia de un grupo de amigos con la habilidad de controlar sus propios sueños (la experiencia conocida como "sueños lúcidos"), y de cómo hacen frente a una misteriosa pesadilla que amenaza con destruir los sueños de toda la ciudad.
 
El libro presenta todos los ingredientes de una novela de investigación y misterio, pero su punto más importante es el tratamiento de los personajes, liderados por Celeste, una joven con dificultades de socialización, que va descubriendo gracias a sus amigos lo distinta que es la existencia cuando se decide arriesgar por ayudar a otros, y cuando, paralelamente, se deja ser ayudada por los demás. Celeste, mientras resuelve (en el "mundo real") la causa de esas pesadillas, va luchando también contra un enemigo mucho más aterrador, sus propios miedos, y va encontrando argumentos para vencerlos.
 
La caracterización de Celeste es espléndida. No es ninguna de las caricaturas que encontramos en la mayoría de las series de televisión: es un retrato sincero, convincente y vivido de una chica inteligente, culta, empática pero a la vez inadaptada; con sus limitaciones, pero decidida a aprender y a luchar. No es perfecta, sino algo mejor: es real.
 
De entre los amigos de Celeste destaca Mónica, que por sus características externas podría haberse pintado como la típica "chica guapa de instituto", pero a la que desde el principio se le descubre una profundidad que dista mucho del estereotipo, y cuyos valores positivos, siendo totalmente distintos a los de Celeste, se descubren y aplauden a lo largo de la novela. No se hace difícil entrever ciertos aportes autobiográficos que parecen hacerse presentes en la novela, y que han permitido caracterizar unos personajes tan realistas como éstos.
 
El libro se lee de forma muy ágil; la historia avanza sin interrupciones, en parte gracias al intercalamiento de pasajes entre el "mundo onírico" y el "mundo real", distingudos por la tipografía, y que en ocasiones se confunden, en un diálogo que por momentos nos recuerda al de la Historia Interminable.

En resumen, En el corazón del sueño es una novela para leer y recomendar, pero con cuidado, no sea que el lector acabe enredado en los lúcidos sueños de Celeste.

lunes, 18 de abril de 2011

Reseña: Un talento para la guerra

Un talento para la guerra.

Jack McDevitt.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris ficción # 141. Madrid, 2010. Título original: A Talent for War. Traducción: Susana Cella. 318 páginas.

Alex Benedict es un tratante de antigüedades de cierto éxito que debe regresar a su antiguo hogar en el planeta Rimway cuando su tío Gabriel, el hombre que lo crío en su infancia y un importante arqueólogo «independiente», es dado por muerto en la desaparición en un vuelo rutinario de la nave Capella, y él es nombrado su único heredero. Pero cuando llega a la casa descubre que alguien ha entrado en ella a robar; un robo que parece destinado a ocultar la desaparición de un archivo sobre el proyecto en que Gabe se encontraba inmerso últimamente. La falta del archivo espoleará la curiosidad del protagonista por descubrir qué era aquello tras la pista de lo que se encontraba su tío, dedicando gran parte de sus recursos a iluminar algo que llevaba muchos años oculto.

Un talento para la guerra, publicada originalmente en 1994 ― que ya tuvo en su momento una edición en español de la mano de Ediciones B en su colección Nova, y es recuperada ahora por La Factoría―, es cronológicamente la segunda novela en la bibliografía de McDevitt y daría muy posteriormente a una serie con Alex Benedict como protagonista ―cuya segunda entrega, Polaris, data de 2004―, siendo un muy buen ejemplo de lo que la narrativa del autor iba a ofrecer posteriormente: Una ciencia ficción de intriga, casi thrillers, con un gran componente de investigación histórica y arqueológica, con un ropaje de aventura lleno de giros imprevistos y grandes revelaciones galácticas.

En esta ocasión la reconstrucción de la «vida y milagros» de Christopher Sim, el héroe de guerra que consiguió unir a la Humanidad contra el Ashiyyur, unos alienígenas telépatas que amenazaban la expansión humana, es el hilo conductor de la novela. McDevitt consigue transmitir a la perfección el esfuerzo invertido en la investigación, los callejones sin salida a los que les conducen determinadas pistas que parecían muy prometedoras, la frustración de los investigadores al no poder ir directamente a las fuentes y tener que contentarse con datos de tercera o cuarta mano, o la de saber de la existencia de documentos que podrían resultar enormemente esclarecedores y no poder encontrarlos, o la de encontrarse versiones contradictorias entre supuestos testigos directos que no hacen sino complicar las líneas de investigación, o la de la falta de colaboración y los silencios obtenidos desde los más diversos estamentos cuando se cuestiona la historia oficial...

McDevitt factura una space opera que, a pesar del título, no es especialmente «bélica», no ofrece grandes batallas, al tratarse de la reconstrucción «histórica» de ciertos hechos de la guerra contra los “Mudos”, los alienígenas del Ashiyyur, a través de la figura de ese héroe mítico en torno al cual se configuró la Resistencia de la Humanidad como figura inspiradora. No es en la práctica ciencia ficción militar, ya que la guerra se encuentra tan solo en el trasfondo, 200 años en el pasado del protagonista, y aunque se describen algunas acciones de combate se hace desde el punto de vista del estudioso, del observador, y no del participante, lo que produce un distanciamiento de las batallas que no les resta, no obstante, su interés.

La figura legendaria del héroe, la construcción de un espíritu unificador en torno a una persona inspiradora, la manipulación partidista de la Historia, la demonización del enemigo, el Romanticismo de las grandes epopeyas y los gestos desesperados... Toda una mitología ha crecido en torno a la figura de Sim, de los compañeros que estuvieron a su lado en aquellos difíciles, y confusos, momentos, y de todos los sucesos en los que participaron. Alex y su acompañante Chase, una piloto de naves estelares que había sido previamente contratada por Gabe Benedict y que no dudará en sumarse a la aventura para ver dónde les lleva, deberán podar las ramas del bosque para encontrar aquellos hechos que son Historia, que relamente sucedieron, y los que pertenecen tan solo a la ficción de exaltación al héroe, a pesar de que quizá lo que encuentren no les guste demasiado, o no sea en absoluto lo que se esperaban.

Los protagonistas se encuentran así con un misterioso rompecabezas entre las manos, del que ni siquiera tienen todas las piezas, y con desconocidos pero poderosos enemigos enfrentándose a ellos aparentemente decididos a que no lo resuelvan. Buceando en los diferentes archivos, rastreando indicios nimios, entrevistando ―o intentándolo― a todas aquellas personas que pudieran conocer algún dato relevante, profundizando en antiguos textos, sumergiéndose en recreaciones y simulaciones virtuales de los hechos narrados, viajando de un mundo a otro en pos de cualquier pista que pudiera iluminar un poco las versiones incongruentes de detalles contradictorios, buscando las piezas verídicas y desechando las inventadas... finalmente se van a ver envueltos en una intriga que pondrá sus convicciones patas arriba y sus vidas en un terrible peligro.

McDevitt ofrece una representación de un futuro muy tecnificado, con un abundante uso de la realidad virtual como forma de comunicación y con naves capaces de viajar más rápido que la luz, con vehículos voladores para desplazarse de un punto a otro de los planetas e Inteligencias Artificiales capaces de interactuar con los humanos. Y si bien es cierto que el escenario y la historia en que se ven envueltos los protagonistas son fascinantes, quizá sea precisamente en el desarrollo de las personalidades y interacciones entre ellos donde más cojea el relato. Supeditados en todo momento a la propia investigación, poco se llega a profundizar en sus vidas y formas de ser, en sus sentimientos y emociones, llegando el lector a implicarse mucho más con las figuras que se van recreando de los antiguos luchadores a través de viejos textos que con los directamente implicados en el primer plano de la narración.

Y es que Un talento para la guerra es más la historia de cómo se conforman las leyendas, de cómo una idea puede mover el mundo, de cómo a veces la «realidad» necesita un empujoncito para adaptarse a la «necesidad» y de cómo las personas, y la Historia, pueden ser manipuladas por intereses particulares. Y para desarrollar todo ello el autor parece haber preferido centrarse en el pasado más que en el presente de la narración. Se podría definir el libro como una aventura tranquila, sin una acción excesivamente trepidante ―aunque sí destile emoción―, un relato de descubrimiento que sirve para reflexionar sobre el espíritu humano, un thriller de intriga con ropaje de space opera..., sin duda, una interesante lectura y una muy buena introducción, para quien no haya llegado ya hasta él, a las obras posteriores del autor. McDevitt ofrece una prosa sin adornos, directa, supeditada más a la narración que al artificio, jugando a veces al despiste con el lector, pero con una honradez que solo se descubre al pasar la última página ―y es que todo estaba ahí―. Y ahora a por Polaris, a ver cómo sigue la serie, que el listón no está precisamente bajo.

[Como nota final, advertir que la presente reseña ha sido realizada a partir de la relectura de la edición de esta novela publicada por Ediciones B. Según tengo entendido, la traducción de La Factoría ha sido corregida a partir de la utilizada en Nova; de verdad, espero que así haya sido, porque la original deja bastante que desear, con abundantes y desagradables fallos que sería muy de agradecer hayan sido subsanados en la presente edición. A pesar de ellos, la lectura merece la pena, aunque es una lástima cómo la entorpecen. Libre de ellos, supongo que el placer de seguir la trama será todavía mucho mayor.]

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Reseña de otras obras del autor:

 

jueves, 14 de abril de 2011

Reseña: Fuego cruzado (Crossfire)

Fuego cruzado (Crossfire).

Miyuki Miyabe.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Quaterni. Madrid, 2011. Título original: クロス ファイア (Crossfire). Traducción: Purificación Meseguer. 459 páginas. 

A través de un thriller policíaco con ciertos toques paranormales, la autora se dedica a diseccionar los aspectos más oscuros de la sociedad japonesa actual ―o de la de 1998, año de publicación original de la novela―. Junko Aoki es una joven con un poder piroquinético, la capacidad de iniciar incendios controlados con su simple fuerza de voluntad; un  poder que ha decidido utilizar para perseguir y castigar crímenes no resueltos o donde la Justicia no llega. Una noche, mientras acude a una fábrica abandona a disipar en un contenedor de agua el exceso calórico que se almacena en su cuerpo, se cruza en el camino de unos jóvenes que intentan deshacer de un cuerpo aparentemente muerto; sin otra posibilidad, se enfrentará a ellos con el resultado de varios cadáveres chamuscados, un misterio a resolver depositado en sus manos y una joven secuestrada a la que se promete encontrar.

Chikako Ishizu es una policía de 47 años, una oficial de la Brigada de Incendios de la División de Investigación de la policía de Tokio que inesperadamente se verá envuelta en el caso de las misteriosas muertes de personas incineradas sin que lo que les rodea haya ardido a su vez. Procedente del departamento de tráfico y ascendida a su actual cargo por una cuestión de cuotas femeninas, Chikako sin embargo es una investigadora concienzuda y decidida que, a pesar de todos los callejones sin salida a los que parece llevarles cada pista que encuentran junto con su compañero, no va a cejar en su empeño de resolver el misterio, aunque tal vez no esté en absoluto preparada para creer y aceptar lo que sus descubrimientos parecen indicar. Se trata de una mujer madura, segura de sí misma, casada y con hijos, con toda una vida a sus espaldas, poco impresionable y acostumbrada a nadar muchas veces contracorriente, inmune a los sarcasmos de sus compañeros, que ve cómo debe cuestionarse todo lo que daba por «real», abriéndose a posibilidades más «fantásticas».

Y mientras Junko se enreda cada vez más en su solitaria misión vengadora, dejando un reguero de cadáveres tras de sí, la investigación va a ir sacando a luz sucesos del pasado que habían permanecido sin explicación durante largos años marcando la existencia de los que tenían conocimiento de ellos. Junko es una mujer con una misión justiciera autoimpuesta, que se ve a si misma como un arma con una conciencia social que le hace sentir la obligación de castigar a los criminales. A través de sus ojos el lector va a contemplar muchas de las paradojas en las que se encuentra inmersa la sociedad japonesa debido a la ruptura producida entre la tradición ancestral y los tiempos modernos, con jóvenes que no encuentran su sitio y que se dejan llevar por una vida más fácil, hedonista y destructiva como la delictiva. El sistema judicial japonés, cuestionado en diversos momentos de la novela, que permite salir impunes de terribles delitos a los menores de edad, dará lugar de cierta manera a la lucha de Junko. Se van a juzgar cierto tipo de valores, que no debieran ser nunca cuestionados y que sin embargo son repetidamente pisoteados.

Hay mucho contenido de dilema ético en la narración, tanto en las acciones de la protagonista como en la situación de los investigadores y en la aparición de cierta sociedad de Guardianes que harán replantearse a la joven ciertos aspectos de su vida que ya daba por superados. Ambas protagonistas se encuentran comprometidas de alguna forma en la misma lucha para combatir el crimen; pero sus formas de enfocar la metodología para hacerlo son radicalmente diferentes. El siempre candente tema de las «víctimas colaterales» cobra especial importancia en la trama, porque ¿es lícito «eliminar» a un inocente con la excusa de erradicar a los criminales que se encuentran a su alrededor? ¿Se puede tomar uno la Justicia por su mano cuando el crimen sin castigo es patente y no se ve otra salida para dejar atrás el pasado? ¿Puede salir el Bien de hacer el Mal por muy buenas intenciones que se tengan? ¿Se puede justificar un asesinato preventivo para evitar posibles crímenes futuros, para salvar una vida a costa de otras?

Miyabe ofrece un relato detectivesco de creciente complejidad, donde la pareja investigadora irá siguiendo las pistas, a través de diversos requiebros muchas veces desconcertantes ―para los investigadores― que les han de abrir los ojos a nuevas posibilidades. Una investigación a la «antigua», pateándose las calles e interrogando a testigos y sospechosos, atentos a las revelaciones más inesperadas, a los pequeños detalles que demuestran tener enorme importancia.

La autora juega en todo momento con la incredulidad de Chikako ante lo que va descubriendo, una incredulidad que en cierta manera entorpece su propia investigación al cerrarle los caminos que le podrían haber dado la respuesta al misterio de los cuerpos calcinados aparentemente desde su interior. Y si finalmente decide aceptar renuentemente la posibilidad de la existencia de personas con extraños poderes quizá ya sea demasiado tarde para muchos de los implicados. Como en muchas narraciones del género la investigación necesita de algunas coincidencias demasiado afortunadas para seguir avanzando ante la amenaza de ciertos callejones sin salida, y en este caso parece que hay una mano invisible tirando de ciertos hilos para que todo se dirija hacia una dirección determinada.

Tema importante también es el de la soledad de Junko, su autoimpuesto aislamiento del resto de la sociedad, que se empieza a desmoronar cuando comprende que hay otros como ella y otras personas que podrían compartir su forma de pensar. Entre el recelo de toda una vida viviendo por su cuenta, y la necesidad tan humana de sentir el contacto cercano de otras personas, su armadura puede empezar a resquebrajarse. Es en ciudades inmensas, con millones de habitantes, donde un individuo más fácil tiene perderse en el anonimato, vivir sin dejar rastro ni huella, sin relacionarse, sin tener que poner nada de su parte en un intercambio social. Cuando surge la posibilidad del romance, es la propia intensidad del sentimiento de soledad arrastrado durante años, la necesidad de sentir un contacto humano, la que hará que todo sea de alguna manera precipitado, brusco incluso.

A lo largo de Fuego cruzado la autora va a ir ofreciendo ambos lados de la historia, el punto de vista, los pensamientos y justificaciones de la «asesina» y los de sus «perseguidores», sin hacer juicios morales evidentes más allá de los que los lectores pueden llegar a entresacar según las propias acciones de unos y otros. Con un estilo de escritura un tanto sencillo, sin grandes altibajos, sin sobresaltos, la autora pasa con suavidad de un escenario a otro, de una pista a la siguiente, de un crimen a otro, todo muy contenido, casi íntimo. Añadiendo en ciertos momentos detalles de la vida familiar japonesa de una forma casi costumbrista, Miyabe ofrece un retrato certero y a la vez sorprendente ―visto las ideas preconcebidas que muchas veces se arrastran en Occidente― del país del sol naciente. Intrigante e interesante, a la par que educativo.

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Reseña de otras obras de la autora: