Spellwright I.
Blake Charlton.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Versátil. Col. Versátil Fantasía. Barcelona, 2011. Título original: Spellwright. Traducción: Daniel Aldea Rossell. 492 páginas.
Si
siempre se ha dicho que las palabras tienen poder, ¿por qué no
convertirlas en magia y que los hechizos estén, literalmente, hechos de
vocablos? Eso es precisamente lo que sucede en el mundo de Spellwright.
Así, los hechiceros deben aprender los diferentes lenguajes mágicos y
tener mucho cuidado en escribir correctamente, a través de la flexión
de determinados músculos, las runas que describen aquello que se desea se convierta en realidad física
alterando lo que les rodea. La magia está compuesta de frases y la correcta escritura cobra extremada importancia.
Haciendo, aparentemente, que el protagonista y el tema del relato sean una nueva versión del «elegido», del profetizado «héroe que ha de salvar el mundo» aunque con grandes dificultades interpuestas en su camino para cumplir su misión, en un primer momento parece que la novela se va a convertir en la típica historia de «escuela de magia con joven aprendiz destinado a grandes cosas», pero el autor tiene el acierto de no caer en el tópico y pronto la acción se aparta de cualquier veleidad académica —con una pequeña excepción que sirve para explicar a los lectores ciertas complejidades del sistema mágico de forma más amena— y se sumerge en la intriga, los enfrentamientos y la aventura.
La novela, con una evidente adscripción al género de la fantasía con cierto corte medieval, participa también del misterio, la investigación y la intriga, con unos cuantos interrogantes oscuros rondando en torno al principal protagonista. Inexplicables y aparentemente imposibles asesinatos, la búsqueda del asesino, sueños extraños que podrían convertirse en realidad, un pasado envuelto en ciertas brumas, profecías y contraprofecías que tan pronto lo convierten en el salvador del mundo como en su destructor, historias apenas susurradas, enemigos sombríos, recuerdos robados, magia errática...
Haciendo, aparentemente, que el protagonista y el tema del relato sean una nueva versión del «elegido», del profetizado «héroe que ha de salvar el mundo» aunque con grandes dificultades interpuestas en su camino para cumplir su misión, en un primer momento parece que la novela se va a convertir en la típica historia de «escuela de magia con joven aprendiz destinado a grandes cosas», pero el autor tiene el acierto de no caer en el tópico y pronto la acción se aparta de cualquier veleidad académica —con una pequeña excepción que sirve para explicar a los lectores ciertas complejidades del sistema mágico de forma más amena— y se sumerge en la intriga, los enfrentamientos y la aventura.
La novela, con una evidente adscripción al género de la fantasía con cierto corte medieval, participa también del misterio, la investigación y la intriga, con unos cuantos interrogantes oscuros rondando en torno al principal protagonista. Inexplicables y aparentemente imposibles asesinatos, la búsqueda del asesino, sueños extraños que podrían convertirse en realidad, un pasado envuelto en ciertas brumas, profecías y contraprofecías que tan pronto lo convierten en el salvador del mundo como en su destructor, historias apenas susurradas, enemigos sombríos, recuerdos robados, magia errática...
Y es que en un mundo mágico donde los practicantes deben cuidar su ortografía hasta el más mínimo detalle, Nicodemo Weal
es un «joven» —el tema de la edad de los protagonistas no es
precisamente lo mejor retratado de la novela— estudiante en la recóndita
ciudadela de Bastión Estrella con un defecto importante: es un cacógrafo,
una persona que carga con la discapacidad de «corromper» aquellos textos mágicos que toca,
algo que le imposibilita en grado sumo el convertirse en un mago de
nivel superior. Con facilidad para aprender las lenguas mágicas, durante
un tiempo incluso se sospechó que pudiera ser el receptor de la profecía del Alción, aquel mago destinado a evitar o a vencer en la guerra de la Disyuntiva, una amenaza de proporciones apocalípticas para la magia. Un destino, no obstante, que su «dolencia» convierte en imposible.
Nicodemo
no es el héroe al uso, aunque hay momentos en que bordea peligrosamente
el tópico. Durante gran parte de la narración navega ante la negación y
la esperanza reprimida de ser el Alción, el poderosísimo lexicomago de
la profecía, entre el rechazo a hacerse ilusiones por su discapacidad y
el deseo de estar llamado a hacer grandes cosas, a que su vida sea algo
más que lo que tiene. De carácter humilde se siente enormemente
frustrado e irascible ante su «cacografía» que le hace la vida muy dura,
sobre todo en el ambiente en el que se mueve, recibiendo el desprecio
de algunos de aquellos que en otras circunstancias más benévolas habrían
sido sus pares. Sin embargo, la duda en que se mueve la trama sobre la
posibilidad de que la discapacidad de Nicodemo le haya sido provocada
por elementos externos en su infancia, rebaja de alguna manera tanto la
lucha del joven como la del propio autor, que ganó a la dislexia tras
ardua batalla.
A pesar de que la gran mayoría de la acción tiene lugar en Bastión Estrella,
una remota ciudad enclavada entre altas montañas, hay muchas
referencias —empezando por un infrautilizado mapa— a un mundo mayor que
da contexto a la trama. La propia historia de las diferentes razas que
han ocupado la ciudad desde su creación, de los añadidos que cada una de
ellas han ido realizando y de su actual estado de semi ocupación muy
por debajo de la población que podría llegar a albergar —y que un antaño
albergó— dan cuenta de un escenario mayor, un lugar lleno de mitos y
leyendas que sitúan el origen del actual enfrentamiento muy atrás en el
tiempo, en otro continente y en circunstancias muy diferentes de las
actuales. La celebración en la ciudad de la Convocatoria,
una especie de cónclave de practicantes de la magia venidos de lejanos
lugares, propicia la impresión de un mundo interconectado, jerarquizado,
con sus luchas de poder, con diversas disciplinas y maneras de entender
la magia y sus distintos lenguajes que dan lugar a ciertas tiranteces.
El
elenco de secundarios es más bien escaso, ya que el contacto de
Nicodemo con otros estudiantes o profesores, con los magos y druidas
participantes en la convocatoria que
está teniendo lugar o con otras personas ajenas a la trama principal es
totalmente anecdótico, y los que aparecen son personajes que partiendo
un tanto de los arquetipos fantásticos intentan ofrecer al menos
enfoques menos manidos alejándose de los clichés. Un poderoso mago ciego
y exiliado por un secreto de su pasado que acoge bajo su ala al
protagonista; un par de compañeros tan incapacitados como Nicodemo, mucho mayores que él a pesar de sus comportamientos infantiles; unos
druidas que parecen ocultar más que lo que muestran; un letal enemigo
que debe ejercer su poder a distancia al no poder actuar dentro de los
límites de Bastión Estrella...
Blake se
atasca en ciertos momentos en que quiere explicar en detalle partes del
funcionamiento de la lexicomagia o de la historia de su mundo, con
excesos propios de escritor novel, ofreciendo ciertos párrafos demasiado
condensados. Cierto es que, superado el escollo, luego la narración
discurre de forma convincente, con capítulos no muy extensos y diálogos
acertados —alguno podría pecar de rígido o poco natural, pero es que
tienen lugar en situaciones muy tensas o fuera de lo común para los
interlocutores—, pero el ritmo se resiente en ocasiones, con pesados
bloques de información para la creación del mundo que debieran haber
sido algo más diluidos y mejor ensamblados en la trama.
La profecía del Alción es
una novela de fantasía limpia, de buenos y malos —aunque algún personaje «juegue»
con doble baraja—, que se aleja de ambigüedades y dilemas profundamente morales, con un escaso
derramamiento de sangre a pesar de las muertes y enfrentamientos —de
hecho la novela se abre con un asesinato—, y temática y narrativamente apropiada
para todos los públicos. De alguna manera recuerda más a las novelas del
género en los ‘80 y ‘90 del siglo pasado —no hay más que ver los
autores que lo elogian y recomiendan— que a la línea de una fantasía más
oscura actual. Una fantasía más «amable», más «escapista», no exenta de
encanto nostálgico en absoluto, con más inocencia y esperanza de lo habitual hoy en día. Y ahora a esperar a
Spellbopund.
Me tienta. Por lo leído, me da una impresión de cruce entre Harry Potter, Terramar y El Señor del Tiempo. A ver si lo veo en alguna gran cadena y decido... porque la verdad es que esta editorial no se prodiga mucho en las librerías modestas.
ResponderEliminarSaludos.
Muy buenas.
ResponderEliminarEl libro merece la pena, aunque es cierto que tiene un corte muy de "literatura juvenil" (que no es algo malo en absoluto, claro).
Y sí, es cierto que Versátil no tiene precisamente mucha difusión en librerías pequeñas, aunque incluso a mí me costó encontrarlo en cierta cadena francesa no modesta en absoluto, donde otros de sus títulos también brillaban por su ausencia.
Supongo que es un problema de distribución, pero es una lástima que libros como este pasen en cierta forma deapercibidos para el gran público (si es que eso existe hablando del género fantástico) por no estar visibles en más escaparates.
Saludos