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jueves, 9 de mayo de 2013

Reseña: Mongoliad, libro primero.

Mongoliad, Libro primero. 

VV.AA. Coor. Neal Stephenson.
 
Reseña de: Santiago Gª Soláns. 

RBA libros. Col. Literatura fantástica # 11. Barcelona, 2013. Título original: The Mongoliad. Traducción: Domingo Almendros. 476 páginas. 

Mongoliad, al menos en cuanto a su «gestación», es una novela un tanto «diferente» de lo que suele ser lo acostumbrado. Escrita a catorce manos, por un equipo coordinado por Neal Stephenson, y formado por Greg Bear, Mark Teppo, Cooper Moo, Ed DeBirmingham, Erik Bear y Joseph Brassey —además del propio Stephenson, por supuesto—, se trata de un interesante experimento de escritura cooperativa, del que cabe decir que el resultado no es una antología temática al uso, englobando diversos relatos independientes salidos de la pluma de cada autor, sino una novela a todos los efectos —o la primera parte de una, al menos, ya que esta entrega carece de final en absoluto—, sin que se especifique por ningún lado el escritor concreto de cada capítulo o escena. La autoría, pues, es conjunta e indivisible, ofreciendo un relato bélico de corte medieval, que alterna la acción entre las convulsas tierras de la Europa del Este hostigada por los mongoles y las estepas del Asia central donde se asiente la corte del Kagan, el kan de kanes. Dos culturas muy diferentes destinadas a chocar hasta que una prevalezca sobre la otra.

Es este un proyecto que nació del deseo de unos cuantos autores de profundizar en el conocimiento del armamento y de las artes marciales medievales de occidente para dar mayor realismo a sus obras, y que terminó desembocando en la confección de una historia situada en el siglo XIII publicada por capítulos en una página web colaborativa en la que aplicar todos los conocimientos adquiridos. Así, mediante un servicio de suscripción, sus lectores podían acceder al relato serializado según los autores iban «colgando» sus diversas aportaciones a la narración.
 
La obra se inscribe dentro del género de la Literatura Fantástica, pero distanciándose de la más «canónica», en cuanto se trata de una ucronía o Historia alternativa en que los hechos narrados no llegaron a suceder en nuestra realidad, pero en la que tampoco existen elementos mágicos en absoluto —más adelante puede que los haya, pero en esta primera entrega desde luego no aparecen más allá de un par de momentos «místicos»—.

En 1241 las hordas mongolas se encuentran a las puertas de la Europa del Este, pasando a sangre y fuego todas las poblaciones que se encuentren a su paso en su conquista por tierras de Ucrania y Polonia, y amenazando con una invasión total de Occidente. Ante lo imparable de su avance, una facción de una secreta orden religiosa-militar con raíces anteriores al cristianismo, la Ordo Militum Vindicis Intactae, o Hermandad del Escudo, va a urdir un arriesgado plan para salvar la situación, de modo que un pequeño grupo de guerreros emprenderán un arriesgado viaje hacia el corazón del Imperio mongol. Un viaje lleno de peligros a través de tierras arrasadas en el que van a descubrir por las malas que quizá los jinetes mongoles no son el único enemigo en su camino.

 E. Bear, Brassey, Teppo / G. Bear, Moo, Stephenson
Al mismo tiempo, en su lejano destino, en Karakórum, la capital del Imperio, Ogodei, kan de kanes, tercer hijo y heredero de Gengis Kan, se debate entre las obligaciones del cargo, los oropeles de la corte, los juegos políticos y el anhelo de cabalgar a la conquista de nuevas posesiones, cuando un nuevo actor hace acto de presencia: el guerrero Gansuj, enviado por el hermano del Kan, Chagatai, para controlarlo en sus excesos con la bebida, y quien no va a tener precisamente fácil el cumplimiento de su misión. Sobre todo porque lo desconoce todo sobre la «etiqueta» de los rituales sociales y de las intrigas de la corte, un territorio que se le va a mostrar de forma sorprendente incluso más peligroso que sus añoradas estepas. Con la ayuda de la esclava china Lian deberá aprender pronto a manejarse en palacio a riesgo de no solo fracasar en su encargo sino de perder la propia vida.
 
Eleazar
Ogodei
En una tercera línea, algo más secundaria quizá, pero también muy interesante, el lector va a asistir a lo que sucede a los que han quedado atrás para intentar detener el avance de la horda por Europa del Este. En las afueras de la asolada ciudad de Czeszow, donde los mongoles han construido una especie de improvisado circo romano, van a tener lugar combates individuales entre guerreros de ambos bandos, al estilo de los que hacían los gladiadores, con la promesa de que si los paladines cristianos venciesen a los mongoles, éstos abandonarían sus esfuerzos expansionistas.

De esta forma, la narración se convierte en una obra enormemente coral, con la acción siendo presentada a través de los ojos de varios de sus protagonistas con muy diferentes enfoques —aunque algunos personajes se terminen mostrando más «principales» que otros, recayendo en ellos un mayor peso de las tramas—. La acción está salpicada con abundancia de flashbacks para conocer la historia anterior de los protagonistas y del cómo se ha llegado al mundo que les rodea. Ambos factores conllevan de alguna manera inevitables altibajos, tanto en el ritmo del relato como en la intensidad de los protagonistas, algo que no obstante no impide que se lea perfectamente como una novela completa con una voz uniforme, sin importar quién escribió originalmente qué parte.
 
Gansuj
Percival
El lector se va a encontrar, pues, con una narración fragmentada o episódica, que salta de una localización a otra, de unos personajes a otros, para luego volver a retomarlos, dado su génesis como serial en internet posteriormente revisado, pulido y reestructurado, adquiriendo el formato que disfrutamos ahora, y dividiendo en tres libros lo que en realidad no es más que una única novela. De hecho, en este primer volumen que nos ocupa, hay bastante de presentación y nudo, pero nada de desenlace de la historia.

A lo largo de sus páginas, se producen gran cantidad de situaciones violentas, de combates y enfrentamientos que son retratados, no podía ser de otro modo, con brutal y sincero realismo. Tanto las difíciles condiciones de vida en los países asolados de Europa del Este, como las diferencias culturales con los mongoles, se encuentran reflejadas con gran veracidad, mostrando mundos muy distintos y en apariencia irreconciliables. A su vez, los autores no se abstienen tampoco de mostrar las divergencias y diferencias de pensamiento dentro de las propias facciones, tanto cristianas, entre las distintas órdenes religiosas, como mongolas, dentro de la corte de aduladores y seguidores del Kagan o en los campamentos de los invasores.
 
Lian
Se percibe en todo momento un agradecido amor al detalle, al realismo «histórico», no tanto en los hechos en sí, sino en la ambientación, vestuario, armas y armaduras, pertrechos varios, fortificaciones..., gracias a una gran labor de documentación, con el que los autores van describiendo un mundo asolado por la guerra con un verismo muy de agradecer —aunque en contadas ocasiones «pequen» de detenerse demasiado en ciertas explicaciones o descripciones, deseosos de transmitir todos sus conocimientos—, consiguiendo una gran implicación en lo narrado por parte de los lectores. Los acontecimientos fluyen de forma natural, con unas bases y explicaciones coherentes, y a través de unas tramas llenas de emoción e intriga y muy variados escenarios; aunque algunas de ellas, sobre todo las más relacionadas con el «entrenamiento marcial» de una de las mujeres implicadas en el relato, choquen en exceso por una celeridad necesaria, seguramente, para hacer avanzar la historia sin demoras, pero que rompe un tanto con el realismo tan bien conseguido en el resto. De esta manera, quizá lo más «fallido» de la historia sea precisamente una parte del retrato de los caracteres femeninos —no todo, en absoluto— y su implicación en las diferentes líneas.
 
Haakon
Se antoja también, eso sí, una cierta descompensación entre algunas escenas o situaciones, prolongadas durante varios capítulos, como el combate entre Haakon, de la Hermandad del Escudo, y un guerrero japonés, campeón de los mongoles, que, por muy brillante, emocionante y detalladamente descrito como se encuentra, parece dilatarse excesivamente en el tiempo, mientras lejos de allí se están desarrollando otros acontecimientos igual o más interesantes y que, no obstante, reciben proporcionalmente menos atención. Un tema que también lleva a cuestionarse la cronología interna de los acontecimientos de los capítulos alternos —si suceden en paralelo, o existen desfases temporales entre ellos—.
 
Pero no es algo que rebaje la historia ni su disfruteí, ya que esta primera entrega de Mongoliad está bien servida de personajes interesantes, tramas complejas y absorventes, combates bien narrados, intrigas inteligentes, descripciones muy realistas, situaciones peliagudas, conspiraciones secretas... y un final que no es tal, a la espera de que todo continúe a partir del punto álgido en que este volumen se detiene. ¡Que no tarde mucho el siguiente!


[Las ilustraciones de los personajes (Eleazar, Ogodei, Gansuj, Percival, Lian y Haakon) han sido dibujadas por Mike Grell.]

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Reseña de otras obras de los autores:

Stephenson, Neal:


Stephenson, Neal / J. Frederick George:

    Interfaz.

 Bear, Greg:


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