Una antología de zervilleta.
VV.AA. Coord. Víctor
Blázquez.
Reseña de: Santigo Gª
Soláns.
Zportula / Dolmen
ediciones. Gijón, 2013. Edición digital (epub). 242 páginas.
Esta antología es, ante todo,
fruto de una «locura» colectiva, y no lo intenta ocultar en ningún
momento. Una cena, un grupo de autores y una proposición un tanto
demencial, de esas que se lanzan como una broma y sin saber muy bien
cómo van tomando forma e ímpetu hasta convertirse en realidad.
Zombies y series de animación «clásicas». ¿Puede haber algo
más antagónico? Pues resulta que la cosa no era tan demencial
después de todo. El resultado, muy dispar y ecléctico como era de
esperar, demuestra sin embargo la total implicación de los autores
involucrados en el proyecto que, con abundante humor, se han tomado muy en serio la
tarea. Es evidente la irreverencia de alguna de las propuestas, pero
también el enorme respeto de otras y el cariño de todas, o casi, hacia los «homenajeados». No son relatos escritos sobre la marcha, sino cuentos profundamente meditados, buscando encajar coherentemente ambas partes de tan complicada ecuación y, en la mayoría de ellos, consiguiéndolo más que satisfactoriamente.
Quien me conoce sabe que
no soy un lector demasiado «de zombies». Lo cierto es que no estoy
«saturado» de ellos más que nada porque no suele leer demasiado
del género, más allá de alguna novela significativa que me venga
bien recomendada. Sí he seguido el comic de Los muertos
vivientes durante bastante tiempo y le di su oportunidad a la
adaptación televisiva y a las novelas. Pero ¿una propuesta tan
disparatada como la presente? No podía dejarla pasar.
Tras la introducción de
Víctor Blázquez con la explicación de cómo se «gestó»
la antología, el mismo autor abre el fuego con Battle Royale.
Con ese título ya se puede suponer a qué obra homenajea, pero la
sorpresa viene con la mezcla con Oliver y Benji que la
acompaña. Una historia divertida con una mínima crítica a los
«fanáticos» seguidores del fútbol y algo más decidida a los
políticos y sus leyes. Los míticos futbolistas deberán enfrentar
el más extraño y peligroso de sus partidos.
A continuación Cuando
lo que de amoroso tiene el oso, de Ignacio Cid Hermoso,
parece ser un ejercicio catártico contra la edulcorada estupidez de
los dibujos de referencia, pero se antoja que no tiene más
profundidad que el «homenaje» a cierta editorial famosa por su
línea zombie.
En Z de Mazinger
Daniel P. Espinosa ofrece un final diferente para la famosa
saga del robot gigante. Un Koji Kabuto que busca
desesperadamente a Sayuka en un Tokio radicalmente cambiado
permite al autor sacar a la luz buena parte de los absurdos de la
serie y sus ambigüedades sexuales.
Con Cama para doz
Ángel Luis Sucasas ofrece una serie de los monólogos de
alcoba de Epi y Blas que no pudieron verse en Barrio
Sésamo. Es divertido, y juega muy bien con las «personalidades»
de los muñecos, pero lo cierto es que tiene poca «chicha» a la que
hincarle el diente.
La maleta,
de Miguel Aguerralde, presenta una historia muy seria y bien
narrada sobre lo que les sucedió a los protagonistas de Calabozos
y Dragones más allá de lo visto en sus serie. El autor
disecciona con irónico cariño todos los tópicos de la misma y de
sus protagonistas en un relato en que la nostalgia se mezcla con la
aventura de forma muy acertada.
¿Qué haces
comiéndote a la lisiada?, de Dario Vilas, utiliza
otro de los grandes iconos de la época, Heidi, revisitándola
bajo una mirada tan irreverente como socarrona que ofrece poco más
que un festín de sangre pero que deja con la sonrisa en la boca.
En El abismo
insondable, de Juan Miguel Fernández, los lectores
van a reencontrarse con varios de los Caballeros del Zodiaco
en lo que perfectamente pudiera haber sido un arco argumental de la
serie. Enfrentados a un implacable enemigo que amenaza la existencia
de todo el planeta, Atenea encarga la misión a sus caballeros de
hacerle frente: Pegaso, Cisne, Dragón, Fénix y Andrómeda
arriesgarán nuevamente su vida contra el más peligroso enemigo.
Mi mono y yo,
de Manuel Martín, presenta una versión un «poco» diferente
de la que mantuvo pegada a las pantallas televisivas a toda una
generación a través de los dibujos animados de Marco. El
pequeño ve como su madre parte, en efecto, hacia el Nuevo Mundo
acuciada por la necesidad familiar y, al no recibir noticias suyas y
en medio de muy malos augurios, decide ir a buscarla, haciéndose por
el camino con la compañía de un pequeño monito, enfrentando en
Argentina inesperados peligros.
La sima, de
Alejandro Castroguer es una revisitación ciertamente extraña
de Ulises 31 —protagonizada por Odiseo/31— que basa
todo su interés en la enorme cantidad de referencias que se permite
en cada página y que convierte la lectura en un ejercicio de
rememoranza: Star Wars, Groucho Marx, 2001 una Odisea Espacial, el
Nodo, los líderes fascistas de la II Guerra Mundial, el Hombre
Menguante, Freaks, Italo Calvino, Alien el Octavo Pasajero, Dune,
Philip K. Dick, David Lynch, Viaje Alucinante, Mazinger Z y sigue y
sigue, incluyendo, por supuesto, al serie de dibujos de referencia en
una vuelta de tuerca de la Maldición de Sísifo y la forma de
deshacerse de ella.
Una nueva mezcla
explosiva es la que el lector se va a encontrar en Banner y
Flappy contra la Bruja Avería Z, de Javier Cosnava.
Es cierto que las ardillas felices no llegaron a convivir en pantalla
con la Bola de Cristal, pero cinco años después de su salida de la
parrilla su idílico retiro y su pacífico bosque se ve amenazado por
las fuerzas arrasadoras del capitalismo desatado. Una feroz crítica
política a la situación actual a través de algunas consideraciones
de las actuaciones que han llevado hasta nuestro presente.
La buena, el ladrón
y el malo, de Vanessa Benítez Jaime, cierra el
volumen con la única «voz» femenina del mismo. Con una
reminiscencia a Sergio Leone rastreable desde el propio
título, la autora toma a los personajes de Lupin III, aquí
Arsene Lupenz y Patrizia, quienes se desplazarán hasta Portugal tras la pista de un tesoro y se verán envueltos en
una trama donde deberán encontrar una tumba, dentro de la propiedad del Conde Legrand recientemente viudo de la condesa
Carmilla y quien no puede soportar su pérdida. Una tumba en la que figura
simplemente la palabra «Desconhecido» como nombre. El tiroteo parece garantizado.
¿Y los zombies de la
propuesta? se preguntará alguien. Tranquilos, en todos los relatos
aparecen de una manera u otra, en todas sus variedades y vertientes,
clásicos e infectados, mágicos y tecnológicos, rápidos y
lentos..., pero eso es algo que mejor descubre cada lector, porque la
forma de introducirlos en según qué historias es realmente
ingeniosa. Peta Z es una antología de la que podrán
disfrutar todos los seguidores del género de muertos vivientes o de
la fantasía oscura, pero a la que sin duda aquellos lectores que
compartan el acervo de cultura pop de animación de la que beben
estos relatos les sacarán mucho más «jugo». Nostalgia, diversión
y vísceras sangrientas. ¿Se puede pedir más? Desde luego, y se
encuentra en esta antología.
Gracias por la reseña y por demostrar que es un lector de lo más inteligente.
ResponderEliminarHola Alejandro.
ResponderEliminarGracias a vosotros por vuestros cuentos y por la "locura" de esta idea ;-)
Siempre es un placer que los autores se pasen por aquí.
Saludos
Santi