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martes, 11 de marzo de 2014

Reseña: Lexicón

Lexicón.

Max Barry.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2014. Título original: Lexicon. Traducción: Daniel Hernández Chambers. 431 páginas.

En un presente que muy bien podría ser nuestro presente, acostumbrados como estamos a ver florecer teorías de la conspiración a cada paso que damos, Max Barry presenta una novela llena de secretos y en la que las palabras ―algunas palabras―, no sólo sirven para comunicar, inspirar, emocionar o provocar, no sólo sirven para entendernos ―o confundirnos―, sino que son tan poderosas que pueden convertirse en auténticas armas de destrucción masiva. Y lo hace con un planteamiento que puede resultar un tanto chocante de inicio a los lectores, presentando a ciertos individuos que poseen una singular versión «mundana» del poder de persuasión jedi a través del cual, y mediante el uso de sonidos clave, pueden dominar las mentes de la mayoría de las personas logrando que hagan lo que ellos desean. Una vez aceptada la premisa el lector asiste a un trepidante thriller de intriga y acción realmente entretenido, que además deja caer unas cuantas reflexiones sobre temas de importancia universal como la manipulación de los medios, los fraudes políticos o el poder de la publicidad

La lectura de la sinopsis de contraportada podría inducir a pensar que el lector se va a encontrar con una nueva versión del manido aprendizaje de la típica adolescente poderosa, que desconoce sus dones, en una Academia muy especial donde sacarán todo su potencial a relucir al tiempo que se mete en ciertos líos. Una joven de la que se dice ―en la citada sinopsis― que «lleva una vida tranquila en San Francisco»... Pero nada más lejos de la realidad: primero porque la novela comienza de forma frenética con un hombre «despertando» en los lavabos de un aeropuerto con una aguja clavada en un ojo, mientras dos misteriosos personajes mantienen un tenso y críptico diálogo y le realizan una serie de absurdas preguntas dada su situación. Segundo, porque cuando Barry presenta a la joven, pronto se puede comprobar que su vida no es precisamente tranquila: se trata de una estafadora, «trilera» con el timo de las tres cartas, que malvive en las calles de la ciudad, maltratada y explotada por su «protector», y sin un techo bajo el que dormir hasta que tiene la «suerte» de toparse con cierto individuo no excesivamente agradable que cambiará el rumbo de su vida.

La narración se articula así en torno a dos historias que irán alternándose los capítulos. La del secuestro-rescate de Wil Parke, un hombre cuyo pasado pudiera no ser no ser el que él cree conocer y que parece guardar en su inconsciente las claves para acceder a la resolución de un oscuro misterio; y la de la captación y comienzo de educación de Emily Bluff en la Academia, y al vida nueva que empieza a descubrir. Conforme avanza una y otra, pequeños detalles harán darse cuenta al lector de que, tal vez, ambas historias no discurren precisamente en paralelo. Además. poco a poco, va surgiendo la ominosa sensación de que algo muy malo sucedió hace meses en Broken Hill, Australia, y de que descubrir qué ha sido podría ser vital para entender lo que está sucediendo ahora.

El comienzo de la historia de Emily, algo más lenta que el otro hilo argumental, remite enseguida a todas esas historias de escuelas especiales donde personas con poderes ocultos para el mundo afilan sus dones y conocimientos, desde ―¿cómo no?― Hogwarts al Instituto Xavier para Jóvenes Talentos. Se trata de una parte imprescindible para presentar la peculiar organización secreta que basa su poder en la manipulación que ciertos individuos, autodenominados «poetas», pueden ejercer sobre el resto de la gente a través del uso de ciertas «palabras» ―secuencias de sonidos, en realidad, normalmente ininteligibles y difíciles de aprehender y pronunciar― que convierten a esas personas en sus «marionetas». La rebeldía e independencia innatas de Emily forzarán su destino y la pondrán en el camino de eventos devastadores.

Esa relativa lentitud en estos primeros capítulos se ve sobradamente compensada en la otra línea con la violenta e implacable persecución, con muchas preguntas y pocas respuestas, a la que se ve sometido Wil. Un hombre que, sin comerlo ni beberlo, se ve lanzado a un mundo secreto cuyas reglas no comprende, pero en el que pronto descubrirá que alguien le quiere muerto. Obviamente, avanzado el libro, las dos líneas van a terminar confluyendo, aunque el autor se guarda abundantes sorpresas para ese momento. Barry gestiona a la perfección las dos historias, introduciendo con mimo los elementos de la «conspiración», dosificando la información, llevando al lector a dónde desea tenerlo antes de darle un giro a los acontecimientos y cambiar toda la interpretación de lo leído. Cada historia tiene ecos en la otra y la introducción de necesarios flashbacks para dar profundidad al contexto sirve tanto para despejar dudas como para sembrar misterios.

El recurso añadido de intercalar tras los capítulos recortes de prensa, extractos de conversaciones en foros de Internet, encuestas, artículos y otro tipo de información «extra» haciendo referencia a lo que se acaba de leer, con matizaciones e interpretaciones totalmente erróneas o tendenciosas de lo sucedido ya sea de manera intencionada o no, sirve al autor para ofrecer una más clara e inquietante dimensión de aquello a lo que se enfrentan los protagonistas. Sirve también, incluso, para que los lectores se cuestionen lo que realmente saben y conocen de primera mano de lo que está teniendo lugar a ciertos niveles en su propia realidad.

Con un punto de partida que podría haberse decantado fácilmente hacia la fantasía, con ese poder de dominación mental que se asemeja a la magia y esas «frases» de sonidos subyugadores que se antojan hechizos, lo cierto es que por orientación, planteamiento especulativo y explicaciones teóricas da un sutil viraje hacia una ciencia ficción «social» y humanista con amplio componente de intriga y aventura. Barry se apoya en abundantes elementos mítico-legendarios para sustentar el entramado base de su fabulación: desde eventos tipo la Torre de Babel a la supuesta brujería en la Edad Media. Pero donde quizá se nota más falto de concreción es precisamente en toda la explicación lingüística-semántica del fenómeno, tomándose ―es natural― muchas libertades filológicas, alguna ciertamente difícil de aceptar, y ofreciendo poca explicación «real» de por qué funcionan estas palabras. El lector debe dar un pequeño salto de fe, aceptar lo que se le cuenta, y disfrutar de la aventura desatada en que los protagonistas se van a ver envueltos.

El rápido thriller de suspense, con abundante acción, y el trasfondo de una sociedad secreta que da pábulo a toda teoría conspiranoica, no carece de un evidente y profundo sustrato que une a la diversión y al entretenimiento interesantes reflexiones éticas. La persuasión sin recato a la que los «poetas» dan rienda suelta sin remordimientos les abre las puertas de un poder irresistible, una capacidad de manipulación imparable. Y el poder corrompe y el poder absoluto.... Los poetas usan el lenguaje como palanca de disuasión, abusando de la sugestión y la susceptibilidad, doblegando la voluntad de la gente, llevando a la pérdida de la privacidad, a la creación de emociones y deseos ficticios. El relato habla del poder de convicción de las mentiras; del deseo de creer de la gente, de dejarse engañar por las belleza de las palabras, e, incluso, de la pérdida del libre albedrío y sus consecuencias. Pero también de la fuerza de la integridad personal, del poder del amor compartido, de la lealtad entregada y del sacrificio desinteresado. Y aprovecha para mostrar una visión irónica de cómo los políticos o la publicidad manipulan nuestro propio mundo, cómo las masas se dejan influenciar, cómo el uso de ciertas imágenes o eslóganes modifican subconscientemente la toma de decisiones o cómo la desinformación de los medios pueden llegar a convertir una noticia en tendencia haciendo que sea más «real» que la verdad.

Es cierto que conforme avanzan ambas líneas y la trama se unifica la novela se va decantando más y más por la acción pura, narrada de forma muy intensa, dejando a un lado otras consideraciones, y sumergiendo a los implicados en el drama en un enfrentamiento armado de alto voltaje que prima la emoción sobre la reflexión. El buen desarrollo de los personajes, principales y secundarios, contrasta con cierta falta de definición en torno a su contexto, a la Academia, la organización secreta, sus antecedentes o el tipo de mundo [si es que no es el nuestro] a que sus manipulaciones ha dado lugar. Lexicón aúna acción, un toque de romance, ciencia ficción sociológica, suspense e intriga, conspiraciones y sociedades secretas, un humor inesperado, violencia, persecuciones, tiroteos, giros que no porque se vean venir son memos impactantes y palabras subyugantes. Una entretenida y trepidante lectura ―sobre todo superada la fase de «aprendizaje» de Emily― que, además, invita a pensar un poquito sobre muchas cosas que damos por certeras en nuestra sociedad y que quizá, sólo quizá, debiéramos cuestionarnos de alguna manera.

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