Felicidad Martínez.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Sportula. Gijón,
2014. Edición digital (epub). 98 páginas.
Como ya hiciera con el relato largo Occidente, de Chema Mansilla, Rodolfo Martínez ha permitido de nuevo a otro escritor ―escritora en este caso―, «jugar» con su criatura y ofrecer una visión «distinta» del mundo en que se mueve y de las circunstancias que le llevaron a convertirse en la brutal máquina de matar que era en el momento en que los lectores le conocieron en El adepto de la Reina. Decidido a hacer más llevadera la impaciencia a todos los que esperan ―esperamos― la publicación de La sombra del adepto, la anunciada tercera novela protagonizada por su personaje Yáxtor Brandan, y a ir «rellenando» mientras tanto los huecos de la historia previa a lo ya relatado, Rodolfo Martínez ha abierto su mundo a la participación de otros autores selectos, con resultado más que satisfactorio hasta el momento. Si Mansilla en Occidente exploraba y ampliaba de alguna manera la ambientación, el escenario y la geografía del mundo en que se desenvuelven sus aventuras, apartando el foco del propio Yáxtor, Felicidad Martínez se centra aquí en uno de los personajes que más influencia habrían de tener en su vida. Un personaje que los lectores de la serie ya habían conocido anteriormente por «referencias», dado que su destino sería de gran importancia en la construcción de la personalidad del Yáxtor que se muestra en El adepto de la Reina.
Felicidad Martínez,
autora de la estupenda La textura de las palabras ―y
de Horizonte lunar, la primera novela de una posible
saga de space opera,
de próxima publicación también en Sportula― y creadora de
grandes personajes femeninos, es consciente de que para poder conocer
la génesis de la mentalidad de Yáxtor y comprender cómo llegó a
ser lo que es, hay que conocer las circunstancias de su vida, de su
matrimonio, y por lo tanto de la personalidad y las habilidades de la
que a la postre llegaría a ser su esposa. Y lo hace ofreciendo un
magnífico retrato de una mujer con personalidad propia, de la que el
lector se queda con ganas de saber más.
Adepta forma un especial «díptico» junto con la reciente
Detective, obra de la que incluso podría considerarse
una continuación muy poco al uso. El protagonista principal de la
serie, Yáxtor Brandan, como ya sucediera en Occidente,
apenas aparece aquí de refilón, casi como un elemento más del
decorado. Así, sin embargo, el protagonismo recae sobre dos de los
personajes que allí tenían un papel más «secundario»: el jefe
archivista Shércroft y la adepta de la curación Ámber,
haciendo germinar las semillas allí plantadas. De ese modo, ambas
narraciones se complementan, pudiendo hacer una nueva lectura, un
tanto «diferente», de la relación que florece en Detective
a la luz que arrojan ciertas revelaciones conocidas en Adepta.
La autora decide con
acierto centrarse principalmente en una personaje secundario, pero de
gran importancia en la anterior, Ámber, esposa ya aquí
del poderoso adepto. La autora se embarca en un relato muy personal,
centrado en la vivencias de los personajes y no tanto en la
ambientación en que se mueven, ofreciendo la imagen de una mujer con
entidad y vida propia, con una voz personal, con planes privados y
poder de decisión, y una interesante, creativa e imaginativa manera
de utilizar sus mensajeros. Una mujer dura, inteligente y muy
consciente de dónde se mete en su relación con Yáxtor, que conoce
las profundas sombras del alma del joven adepto y las acepta sin
reservas, decidida a enfrentarse a toda la oposición que su matrimonio
va a causar
De todas maneras, por
supuesto, la presencia, indirecta, y la importancia de Yáxtor
sobrevuela todos los sucesos, matizando de alguna manera las
decisiones que van a tomar los implicados e influyendo de formas insospechadas sobre
las elecciones y deducciones del resto de personajes, según estiman
cuáles podrían ser las reacciones del adepto a sus acciones
personales.
Tras un comienzo un tanto
apresurado, fruto seguramente del formato de novela corta y de querer llegar cuanto antes al «meollo», y donde el lector se queda con ganas de conocer un poco más
del cortejo y la relación que se establece entre Yáxtor y la
protagonista que llevará hasta su boda, la narración se divide en
dos para seguir, por un lado, a la adepta suprema Asima y al
tullido jefe archivista Shércroft en una investigación sobre
el aparente y sospechoso suicidio de la mentora de Ámber, Belysh;
y, por otro, a la propia Ámber mientras hace el seguimiento
médico de un paciente dado de alta recientemente de las Casas de
Curación. Enfrentada a una situación límite, las habilidades de la
adepta de la curación van a ser forzadas al máximo, hasta cotas que
muy posiblemente ni ella llegaba a imaginar, y su inteligencia deberá
dar lo mejor de sí para encontrar la solución que le permita salir
con vida del embrollo en que se ella sola se ha metido.
Con Ámber, la
autora trae con fuerza al primer plano a un personaje que, aunque no
aparece en las novelas, sí resulta vital para la formación del
carácter y personalidad de Yáxtor. Y lo hace mostrándola en su
momento de mayor fuerza y debilidad, y sacando a la palestra su
secreto mejor guardado y sus ambiciones ocultas. Y es que la adepta
de la curación, esposa de Yáxtor Brandan, es más de lo que parece,
pero muy pocos lo saben. Adepta muestra a los lectores una
parcela del mundo de Alboné hasta ahora desconocida, una
organización dentro de las Casas de Curación que de alguna manera
equilibra y complementa a la de los adeptos empíricos.
En la trama paralela, el
personaje de Shércroft demuestra una vez más todo su
potencial detectivesco holmesiano a pesar de todo lo que le sucediera
en la antecedente Detective. Con su cuerpo inválido,
atado a una silla de ruedas motorizada en una circunstancia que no le
hace nada feliz, su mente analítica permanece perfectamente afilada
y entrenada para la observación y la deducción, y el archivista va
a demostrar ser un auténtico «grano en el culo» para los que
ingenuamente deseen esconderle aquello que él esté decidido a
descubrir.
Adepta es una
novela corta que disfrutarán más los ya iniciados en las entregas
anteriores que los neófitos y que, como «entretenimiento»
destinado a ir rellenando huecos de la vida del personaje principal,
no cumple con su función de calmar las ansias de los lectores, sino
que, dada su brevedad y cierta «indefinición» y falta de profundidad en las motivaciones
tras la actuación del antagonista de la joven adepta de la curación,
deja con ganas de poder disfrutar de más aventuras de sus
protagonistas. Refleja a la perfección, eso sí, que Ámber y
Yáxtor son, sin duda, dos personajes que se merecen, en todos
los sentidos, el uno al otro. Una interesante adición al universo del
adepto de la Reina.
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