El adepto de la Reina /3.
Rodolfo Martínez / Felicidad Martínez.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Sportula. Gijón, 2015. Edición digital (epub). 430 páginas.
La tercera «novela» de Yáxtor Brandan no es la que los seguidores de la saga estaban esperando —la anteriormente anunciada y todavía no publicada La sombra del adepto—, sino una especie de «recapitulación» y profundización en la historia previa del personaje sirviéndose de cuatro de las historias cortas publicadas previamente en formato digital, —Embrión, Detective, Adepta y Amistad—, uniéndolas con una nueva trama que parte de dónde quedara la anterior El Jardín de la Memoria, y ofreciendo muchas de las claves y motivaciones para saber el cómo y porqué el protagonista —y no sólo él— ha llegado a ser como es. Los autores, aprovechando la circunstancia de la convalecencia del adepto tras su ordalía «oriental» van sacando a la luz, mediante retazos de su historia previa, una insidiosa infiltración en el corazón del gobierno de Alboné, dando incluso nombre a esa persona que ya se sospechaba manejaba de alguna manera los hilos de su vida desde las sombras. Y es que los cuatro relatos se encuentran unidos aquí por una interesante historia de conspiraciones, sospechas y revelaciones, mientras Yáxtor se va «recuperando», que da entidad al conjunto y, además, para otorgar mayor coherencia al conjunto, los autores incluso han ampliado o modificado ciertas partes de los relatos originales, añadiendo detalles de interés, matizando ciertas partes «oscuras» o que no aparecían y complementando lo sabido en unos con lo descubierto en otros de forma que el resultado es tan satisfactorio como sorprendente tanto para aquellos que ya han leído los cuatro relatos «base» como para los que no. Eso sí, cabe advertir que Los rostros del pasado no es una historia propiamente independiente, sino que es muy recomendable, por no decir que imprescindible, haberse leído las dos novelas previas para poder entender todo el trasfondo y disfrutar a fondo de esta.
Yáxtor Brandan ha salido bastante mal parado de su última aventura en Honoi, al punto de que muchos lo habrían dado por muerto. No obstante, pronto demostrará estar hecho de otra pasta y su afinidad con los «mensajeros» le permitirá entrar en una larga convalecencia. Mientras tanto el mundo de intrigas y conspiraciones de alto nivel que rige el destino de las naciones de Érvinder no se detiene porque el adepto se encuentre en las Casas de la Curación, así que el resto de protagonistas van a seguir con sus tareas, buceando en un misterio con ramificaciones más extensas y peligrosas de lo que pudiera antojarse. Un misterio que tiene mucho que ver en cómo Yáxtor llegó a ser como es, en sus recuerdos «perdidos» —y ahora recuperados—, en su primer romance y cómo su resultado endureció su corazón, en cómo forjó sus dotes para la investigación deductiva, en cómo conoció y «cortejó» a la que habría de ser su esposa o en cómo desbarató un insidioso plan que afectaba al propio trono de Alboné junto a un agente del Capítulo de Información de la Confederación Occidental.
Mientras en el presente las investigaciones van confluyendo por caminos divergentes hacia momentos destacados del pasado de la vida de Yáxtor, cada uno de los implicados va a sacar a la luz alguna de las relaciones mantenidas con y por el adepto. Cada uno de los «episodios» que narran su pasado se encuentra narrado desde el punto de vista de uno de los secundarios y tienen lugar antes de los sucesos acaecidos en El adepto de la Reina, novela no obstante, junto a la anterior, muy presente en este nueva entrega. Así en Endra —que toma como base el relato Embrión [pinchar encima del título para acceder a su reseña]— un inexperto Yáxtor deambula por las calles de Lambodonas y conoce a una joven que le abrirá los ojos a diversos aspectos de la vida. A continuación, en Shércroft —Detective—, unos años después el joven adepto afilará sus dotes deductivos y aventureros gracias a las enseñanzas del jefe de los Archivos de los adeptos empíricos, al tiempo que se siente atraído por una de las aspirantes a adepta de la curación; una muchacha que dará título a la tercera parte, Ámber —Adepta—, que a la postre se convertiría en su esposa y que se demostrará tenía mucho que aportar por sí misma a la relación, aunque su destino fuera sin duda aciago. La cuarta parte, Fléiter —Amistad—, con un cierto distanciamiento temporal y de tono respecto a las anteriores, narra una de las misiones de un Yáxtor centrado ya totalmente en su carrera. Todo ello amalgamado con diversas líneas de investigación, partiendo del momento en que el adepto es ingresado en las Casas de Curación y de la boda en Alboné de la Reina, que sacarán a la luz inquietantes revelaciones sobre el pasado, presente y futuro de todos los implicados.
Destaca así la presencia de otros personajes muy importantes en las aventuras del adepto empírico que van dotando de profundidad su personalidad, motivaciones y razones de actuación, como la adepta de la curación Belysh, la reticente tutora de Ámber; Dasaraki Itasu, la comandante de los Intgze de Kyono-jo con una muy especial relación con Yáxtor como se viera en la anterior entrega; Asima Sterd, la Adepta Suprema de la Curación y maestra de Belysh, con una serie de decisiones cuando menos controvertidas; Orston Velhas, actual Regente, anteriormente Adepto Empírico Supremo, y su sucesor en el cargo Qérlex Targerian, Maestro de Artífices, quienes comparten el duro peso de lo que tuvieron que hacerle a Yáxtor para «mantener» intacta su cordura; incluso tiene presencia la propia Reina de Alboné, en el centro de la telaraña y nada inocente del destino de su adepto empírico preferido. Todos ellos han tenido y tienen gran importancia en la vida pasada y presente de Yáxtor, habiendo participado de una u otra manera en las circunstancias que han modelado su personalidad y llevado a la encrucijada en que se encuentran tanto él como el Reino.
Los autores |
Perfectamente compenetrados, la prosa, trama y narración resultante del trabajo a cuatro manos se muestran de lo más gratificante. Cual máquina bien engrasado, la acción discurre sin fisuras, sin saltos ni discrepancias estilísticas, con una sola voz que ofrece un todo unitario y más que satisfactorio, sin poder afirmar cuál de los autores aporta más al otro. Se hayan leído los relatos que lo componen anteriormente o no, Los rostros del pasado es, sin duda, un libro necesario dentro de la saga dedicada al adepto empírico, tanto por la iluminación que arroja sobre su pasado como por la tarea emprendida de recapitular sobre todo lo sucedido, centrar el presente colocando a cada actor en su lugar, y sacar a la luz un secreto que había permanecido celosamente guardado. Como se suele decir, hay conspiraciones dentro de las conspiraciones. Agentes infiltrados. Traiciones. Remordimientos. Muertes. Engaños. Proezas imposibles. Revelaciones… Todo con gran despliegue imaginativo. Y es que ahora sí, tras dejar todos los antecedentes y motivaciones bien plantados y explicados, ya con todo preparado para entrar directamente en materia, el final de la novela vuelve a prometer la demorada publicación de La sombra del adepto; una novela cuya trama, gracias a la presente, puede desarrollarse sin cortapisas ni mayores impedimentos narrativos —como sería tomarse continuos altos para intentar rellenar los huecos y sombras que aquí se desvelan y que de otra manera hubiera sido necesario para entender futuras actuaciones, alianzas o ausencias— desde su primera página.
No puedo dejar pasar antes de cerrar la reseña el, para mi, emotivo detalle de que a la hora de los agradecimientos, Felicidad Martínez se haya acordado de diversos reseñadores, entre los que me incluye, como fuerza para seguir trabajando y escribiendo; algo que —valga la redundancia— no puedo dejar de agradecerle. Y, sí…, el resultado ha estado a la altura.
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