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viernes, 30 de mayo de 2008

Reseña: El sindicato de policía yiddish

El sindicato de policía yiddish.

Michael Chabon.

Reseña: Santiago Gª Soláns.

Mondadori. Col. Literatura Mondadori # 359. Barcelona, 2008. Título original: The Yiddish Policemen’s Union. Traducción: Javier Calvo Perales. 428 páginas.

El sindicato de policía yiddish podría haber sido una típica novela negra, con la investigación del peculiar asesinato de un yonki, jugador de ajedrez, en su habitación del mismo hotel en que reside el policía protagonista del libro, si no fuera por su autor, Michael Chabon (galardonado con el premio Pulitzer por Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay), y por el trasfondo en que ha decidido que transcurra la acción.

En el particular mundo creado por Chabon, tras la II Guerra Mundial los judíos europeos (y de otras partes del mundo) no vieron como se les abrían con grandes esfuerzos las puertas del estado de Israel, sino que fueron instalados, provisionalmente según se aseguraba, en el distrito federal de Sitka, Alaska, dependiente de los EE.UU. Pero en la actualidad su estatus se encuentra a punto de ser revocado, apenas en dos meses, y los judíos volverán a quedarse sin una tierra en la que habitar.

Durante 70 años, el sueño del retorno a una mítica Jerusalén, el establecimiento de un Hogar para los judíos en Palestina, ha permanecido siempre vivo, aunque siempre lejano. Y en estas agitadas circunstancias muchos son los que se preguntan qué vendrá a continuación, qué les deparará el incierto futuro. Como no se cansan de repetir algunos personajes: “corren tiempos extraños para ser judío”.

Y en estos tiempos de incertidumbre, con la espada de la revocación pendiendo sobre sus cabezas, Meyer Landsman, detective de la policía de Sitka, se encontrará con el asesinato de su vecino de hotel y decidirá que es él quien debe resolver el caso, incluso contra las órdenes de sus superiores. Landsman es el prototipo de detective de policía de la mejor tradición de novela negra poseyendo todos los tópicos habituales: dado a la bebida, viviendo en un hotelucho, separado de su mujer, amargado, con las adecuadas dosis de indisciplina y rebeldía, arrastrando un secreto de su pasado que lastra su alma y con un compañero de trabajo que es su perfecta antítesis y réplica. Sin embargo, el uso que hace de él su autor consigue dotarle de una personalidad propia que le aparta rápidamente del tópico. Landsman, como un antihéroe, luchará contra viento y marea, contra todas las adversidades que surjan en su camino, e incluso contra las órdenes recibidas, para resolver un caso que le ha tocado especialmente la fibra sensible. Cuando descubra que tras el crimen hay mucho más oculto que un simple asesinato, ya será tarde para poder echarse atrás, y se verá envuelto en los turbios secretos y conspiraciones de la comunidad judía oculta más ultraortodoxa; tendrá que enfrentarse a los garantes de la tradición y a los grandes señores mafiosos judíos, que irónicamente son los mismos, y demostrándose más allá de toda duda que quien hace la Ley, tiene mucho más fácil hacer la trampa.

Al igual que la víctima, y unos cuantos más de los personajes hacen durante la novela, Chabon juega al ajedrez con el lector, moviendo sus piezas con la precisión de un maestro, buscando un jaque mate que no termina de llegar. Presenta un retrato singular de los judíos y del judaísmo, lejos de la idea un tanto lacrimógena y victimista que se suele presentar de ellos. El autor los muestra como un grupo enormemente heterogéneo, lleno de diferentes corrientes y sectas y de gente que no pertenece a ninguna de ellas, tan egoístas o desinteresados como cualquier hijo de vecino, llenos de contradicciones, descreídos o fanáticos, con los mismos defectos y pasiones, vicios y virtudes que cualquier otro “pueblo” o grupo de personas. Bajo todo ello late, no obstante, el sentimiento de que el “ser” judío es mucho más que tan sólo el hecho religioso, es un “club” al que te apuntan al nacer, quieras o no, y del que no te puedes dar de baja. Hay en todo judío el anhelo melancólico de una patria no conocida, de la Tierra Prometida a la que nunca renunciaron, que les separa del común de la humanidad.

Michael Chabon despliega sus amplias dotes literarias, plagando el texto de poderosas imágenes, llenas de evocación y de una extraña, desgarradora, poesía. Las metáforas se suceden a ritmo vertiginoso, creando auténticas secuencias visuales en la mente del espectador, mientras la madeja se va desovillando. Es, sin embargo, esta sucesión de hermosas descripciones la que de algún modo puede provocar que el lector se atasque un tanto en el devenir de la acción, perdido en la contemplación degustativa de la imagen y demorando por tanto el avance de lo narrado.

Es El sindicato de policía yiddish la historia de una redención, de conceder a otros, y a uno mismo, el perdón, de autosuperación. Pero es ante todo una interesante trama policíaca que, como era de esperar, resulta muy diferente en su resolución final de lo que al principio parecía apuntar. Se guarda Chabon, a plena vista, sin trampas, muchas sorpresas y giros insospechados, hasta la resolución del crimen; una resolución que no puede dejar indiferente y que cambiará las ideas preconcebidas con las que se iniciaba el libro, tanto en los personajes como en el propio lector. Literatura con mayúsculas, sin duda.


lunes, 26 de mayo de 2008

Reseña: Eifelheim

Eifelheim.

Michael Flynn.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova # 208. Barcelona, 2008. Título original: Eifelheim. Traducción: Rafael Marín Trechera. 506 páginas.

Nos encontramos en Eifelheim con dos historias relacionadas, pero separadas en el tiempo. Por un lado, en nuestros días, Tom Schwoerin, cliólogo, investiga la razón del porqué la desaparecida aldea de Eifelheim no volvió a poblarse y reconstruirse a pesar de que todos sus modelos le indican que así debería haber sido. A su vez, su compañera, Sharon Nagy, física, empieza a postular unas nuevas teorías que podrían dar la vuelta a ciertos teoremas científicos hasta ahora aceptados, cambiando la comprensión del mundo que nos rodea.

Por otra parte, en 1348, el lector asiste a como un tranquilo pueblo de la Selva Negra, Oberhochwald, se enfrenta de repente a un extraño fenómeno electroestático, tras el cual unos aún más extraños visitantes, que parecen venir de tierras muy lejanas, se asentarán en el bosque cercano. El padre Dietrich será el encargado de tratar con ellos, ayudándoles en tiempos convulsos y enfrentándose a las supersticiones y al rechazo que todo lo diferente produce. A su alrededor, la Peste Negra se extiende imparable por toda Europa, pendiendo sobre el pueblo como una inevitable amenaza. En estas circunstancias, el rechazo y el enfrentamiento son inevitables, y los poderes del pueblo deberán luchar duramente tan sólo para poder seguir adelante con las hasta entonces tranquilas vidas de los lugareños.

Es esta segunda historia, la medieval, la que se lleva el mayor número de páginas del libro, a pesar de que como el propio Flynn explica, fuera la línea de nuestros días, como novela corta, la que diera origen a todo el volumen. El autor desarrolla un magnífico y verosímil retrato de la Edad Media, con una serie de personajes bien desarrollados, plenos de humanidad (en lo bueno y en lo malo), llenos de matices y totalmente coherentes en sus actuaciones con lo que vamos descubriendo de sus personalidades. El que más “choca” es precisamente, el propio padre Dietrich, un sacerdote enormemente instruido, con grandes conocimientos filosóficos y científicos, de alguna manera perdido en el atrasado pueblo de la Selva Negra. Es indudable que este personaje era imprescindible para el desarrollo de la historia, ya que con un párroco rural tan ignorante como sus feligreses el enfrentamiento contra la superstición y la defensa de los desconocidos difícilmente se hubiera producido. Consciente, tal vez, del detalle, el propio Flynn irá mostrando imágenes del intenso pasado de Dietrich, que parece ocultar oscuros secretos de los que no parece encontrarse demasiado orgulloso, y cuyas acciones le habrían llevado a esa especie de retiro de Oberhochwald. Así, lo que podría haberse convertido en un inconveniente, en algo que produjese cierta incredulidad al lector, se convierte sin embargo en piedra angular de un nuevo interés, integrándose de manera perfecta en el resto de la narración.

Junto al instruido sacerdote, la narración irá acompañando a toda una serie de fascinantes personajes, algunos históricos y otros, lugareños y visitantes, inventados para la ocasión, que crecen y cambian, cada uno con su propia personalidad y desarrollo, con su historia a cuestas, lejos de estereotipos y que irán componiendo un fresco que realmente atrapa el interés.

Eifelheim es, sobre todo, una novela que trata sobre el miedo a lo desconocido, ya sea en forma de unas personas diferentes a uno mismo y que se presentan de repente, o como una enfermedad de terribles consecuencias y de la que se desconoce su procedencia; y de cómo las personas reaccionan ante ese miedo. En ese mundo de temor creado por la amenaza de la Peste Negra, cualquiera puede ser visto como un enemigo, como un portador destinado a infectar a todos los habitantes de la aldea y, por tanto, como alguien a quien se debe rehuir y apartar. Flynn, demostrando un alto grado de documentación a lo largo de todo el relato, nos presenta como telón de fondo una Europa atemorizada, con la desesperación de aquellos que no ven ninguna salida, buscando culpables para una plaga a la que no encuentran explicación, y mostrando como la Iglesia, curiosamente, se convirtió en aquella época en un auténtico refugio contra la ignorancia y la barbarie que llevó, por ejemplo, a demonizar y perseguir a todos los judíos. Muestra el autor cómo la ciencia y la religión no tienen porqué estar peleados y cómo en aquellas lejanas épocas muchos de los grandes estudiosos pertenecían precisamente a la Iglesia. Indudablemente, nos dice, sobre todo debido a ciertos fanatismos, se produjeron terribles errores, pero los mismos deben ser juzgados desde la óptica y las costumbres del propio siglo XIV y no desde la perspectiva de la existencia actual, cuando tantas cosas y formas de pensar han cambiado.

Es desde ese contexto medieval desde donde el lector va a asistir a la difícil interpretación que en nuestros días hace el cliólogo Schwoerin de los datos incompletos o erróneos a los que puede acceder, que chocan incluso a veces con el relato auténtico de lo sucedido en la Edad Media, llevándole a conclusiones falsas o equivocadas. Cuando lo que ha llegado hasta nuestros días es una simple frase dentro de un códice, tal vez lo que signifique sea muy diferente de lo que de ello se pueda interpretar, sobre todo cuando las fuentes no son de primera mano sino de escribanos posteriores a los sucesos acaecidos. Junto a esta investigación histórica, el postulado de nuevas teorías físicas queda en un segundo plano, pero tendrá, sin duda, una enorme importancia en el desarrollo de los acontecimientos.

Eifelheim, a pesar de un final un tanto frustrante (en el que no se llega a desvelar el destino final de alguno de los protagonistas principales, que aunque intuido de alguna forma no llega a plasmarse con certeza, dejando así una enorme curiosidad), es una lectura muy agradable e interesante, con un adecuado ritmo, a la par dosificado y ameno, con acción y reflexión en su justa medida, con las necesarias, pero no excesivas pistas y revelaciones para sostener el interés a lo largo de toda la narración, y con una historia que mantiene la atención del lector en todo momento. Sin duda, para mí, una recomendable lectura.


jueves, 22 de mayo de 2008

Reseña: Campo de deshonor

Campo de deshonor.
Honor Harrington – 4.

David Weber.

Reseña de: Jamie M.

La Factoría de Ideas. Col. Ventana abierta # 23. Madrid, 2007. Título original: Field of Dishonor. Traducción: María Otero González. 344 páginas.

Honor Harrington ha florecido, ha crecido como persona, se ha convertido en el cisne del cuento. A pesar de todos sus problemas y enfrentamientos, se encuentra en un momento dulce de su vida, feliz, enamorada, contenta consigo misma. Por supuesto, algo tan bonito no puede durar.

En Campo de deshonor, Weber abandona en cierta medida las grandes batallas espaciales para bajar a una “arena” mucho más farragosa y sucia: la política. En un mundo que no es el suyo, pero al que se ha visto catapultada, Honor tendrá que lidiar con temas que le desagradan profundamente, y pronto se verá envuelta en conspiraciones y puñaladas traperas, donde los intereses personales se ponen siempre por encima del bien común. La guerra ha entrado en un periodo de calma; Haven se está recomponiendo, soltando lastre, deshaciéndose de elementos innecesarios en su cúpula dirigente, concentrando las fuerzas de un nuevo poder emergente al que muchos manticorianos no parecen dar importancia. Pero la amenaza continúa, la guerra pende sobre sus cabezas en todo momento, y la relativa paz puede acabarse en cualquier momento. En este escenario, el enfrentamiento enquistado entre Honor y Pavel Young será llevado hasta sus últimas consecuencias.

Hay en el libro una tensión creciente. Weber gusta de hacer sufrir a su personaje, que saldrá de la novela con una personalidad renovada, diferente; hay un cierto retorno a los orígenes, pero mucho más oscuro. La vida se ceba con Honor, especialista involuntaria en crearse enemigos poderosos y peligrosos. Es curioso el retrato que se nos ofrece de Mantícora, una sociedad muy avanzada, científica y socialmente, pero en la que los duelos a muerte son totalmente legales, y tendrán una importancia vital en la trama.

Con una prosa directa, efectiva, supeditada en todo momento a la narración, sin florituras ni embellecimientos literarios y donde lo importante es la aventura, Weber aboga por valorar a las personas por sus actos y no por sus orígenes. Nos presenta a una Nobleza estancada, que no se merece sus privilegios, con unos herederos o sucesores que sólo buscan mantener su estatus a costa de su propio pueblo. Así, la muy adelantada sociedad de Mantícora, donde la protagonista se verá sin embargo despreciada, choca con lo que Honor se encuentra en Grayson, un planeta con una sociedad terrible y fanáticamente machista, donde sin embargo se verá “exaltada” como gran heroína y promovida a convertirse en guía de los cambios aperturistas que su dirigente desea.

Tras moverse en estas lides políticas que hasta el momento le habían sido ajenas a la protagonista, Weber parece dejar todo preparado para el retorno a la batalla entre Mantícora y Haven que intuimos ha de producirse en próximas entregas. Aventura en estado puro, aunque esta vez no sea tanto bélica como política.

Sólo como dato curioso y en cuanto a la edición española en sí de Campo de deshonor, cabe destacar que se trata de la cuarta novela de la serie y la cuarta traductora que se encarga de la misma. Debe de ser toda una especie de record. Desde luego, la que nos ocupa no hace una mala tarea, siendo correcta sin que haya nada que “chirríe” en la traducción y manteniendo una concordancia con los anteriores libros en los términos empleados hasta donde yo he podido darme cuenta; aunque sí se nota un cierto cambio estilístico. Considero, desde luego, que aunque no influya demasiado en la novela en cuestión que nos ocupa, sí que sería mejor o más conveniente, que un mismo traductor o traductora se encargase de un personaje o serie de forma continuada (incluso de un mismo autor, para mantener la uniformidad estilística antes mencionada), pues así ya está al tanto de los antecedentes y de cómo se han traducido ciertos términos y nombres, y no da lugar a cambios o confusiones.


miércoles, 21 de mayo de 2008

Reseña:El Encapuchado.El Origen.

El Encapuchado:El Origen.

Brian K.Vaughan, Kyle Hotz y Eric Powell


Reseña de: Matt Davies

Panini Cómics. 156 páginas. Linea Max. Formato 100% Marvel

La linea Max de Marvel es el equivalente a Vértigo en DC: autores solventes que dan a personajes más o menos clásicos de las editoriales un toque más oscuro y adulto. La calidad es, en general, bastante elevada, sea porque los autores tienen mayor libertad para desarrollar sus historias o porque el formato de serie limitada evita el inevitable baile de equipo creativo que sufren la inmensa mayoría de series regulares. Es, desde luego, una linea minoritaria, y Marvel no publica –sin contar con el sempiterno Punisher de Garth Ennis- mas que dos o tres series al año bajo el sello Max, pero lo poco que aparece bien merece un vistazo, como en este caso.

El Encapuchado es una nueva vuelta de tuerca al concepto del supervillano comiquero y sus orígenes. Durante uno de sus trabajos habituales, Parker Robbins, ladrón de medio pelo, acaba casi por accidente con un extraño ser. Parker, para no marcharse con las manos vacías, le roba la capa y las botas, descubriendo que la capa le otorga invisibilidad mientras aguante la respiración y que las botas le permiten caminar por el aire. Con esta premisa, Brian K. Vaughan realizó uno de sus primeros trabajos para Marvel, y el resultado es un cómic divertido, emocionante y, sobre todo, con unos personajes magníficamente definidos. Parker Robbins es un personaje que se gana la simpatía del lector al instante; no por sus elevados valores morales o por sus acciones sin tacha sino por el aire de normalidad con el que se convierte en un supercriminal, obligado por la necesidad y, basicamente, tampoco se le ocurre nada mejor. Lo más acertado de El Encapuchado es precisamente esa nueva reescritura de lo que supone ser el villano en un cómic; alejándose de los tópicos del género sobre la venganza, el ansia de poder o las infancias traumáticas, Vaughan le da a su protagonista una vulgaridad cotidiana que lo hace brillar. En el momento en el que Parker obtiene sus poderes, queda claro que aquí no habrá una “gran responsabilidad” que le ponga control, solo la necesidad de sobrevivir un día más en las calles, de sacar a su primo de las drogas o de que su novia embarazada no conozca sus tropelías. Su mismo atuendo y sus poderes son tanto una parodia como un homenaje a multitud de personajes, con una capa roja y enorme que parece dotada de vida y un par de pistolas automáticas que le dan un toque nostálgico, casi pulp.

Acerca de los autores poco se puede decir que no esté ya dicho. Brian K. Vaughan se ha convertido en uno de los guionistas mas prestigiosos y solicitados, con obras de calidad sobresaliente como Runaways, Y El Ultimo Hombre o Ex Machina, y Kile Hotz y Eric Powell, el primero al lápiz y el segundo encargado de las tintas, son dos profesionales conocidos de sobra por los lectores, y ambos aportan un dibujo expresivo, oscuro y dinámico, lleno de sombras pero rico en detalles.

El Encapuchado. El Origen es sobre todo una obra entretenida, llena de acción y de humor negro, con un guionista y un dibujante cuyos estilos se combinan a la perfección. Recomendada a todos los que quieran un tebeo de superhéroes que se salga de lo habitual y que enseñe el "otro lado", donde los villanos tienen que ganarse el pan de cada día. Porque, al final, los malos siempre molan más.

sábado, 17 de mayo de 2008

Reseñas: Carpe jugulum

Carpe jugulum.
Una novela de Mundodisco.

Terry Pratchett.

Reseña de: Lyrenna.

Plaza & Janés. Barcelona, 2008. Título original: Carpe Jugulum. Traducción: Javier Calvo Perales. 363 páginas.

Con la publicación de esta novela, circunscrita al ciclo de las brujas de Lancre, se alcanza ya en su edición española la 23ª entrega del Mundodisco, que no es poco, sin duda. En esta ocasión toca parodiar a todas las novelas, o películas, de vampiros, con todos los tópicos que arrastran tras de sí; además de aprovechar Pratchett para sacar nuevamente su flagelo contra la religión organizada.

Los Urrácula no son unos vampiros al uso, sino unos “vampyros” modernos, heraldos del Nuevo Orden, que mediante el uso del “pensamiento positivo” han conseguido vencer a las tradiciones y a sus debilidades. Invitados por el Rey Verence a la ceremonia de imposición de nombre de su hija recién nacida, pronto se desvelará que sus intenciones van mucho más allá que la de una simple visita: han venido para quedarse. Y las brujas de Lancre, desde luego, no pueden permitírselo; así que el enfrentamiento entre enemigos ancestrales está servido.

Los mimbres, desde luego, invitaban a la lectura de una nueva y apasionante entrega del Mundodisco, pero lo cierto es que Carpe jugulum no está a la altura de otras novelas de la serie. Después de haber ofrecido algunos de sus mejores títulos (Mascarada, Pies de barro, Papá Puerco o ¡Voto a bríos!) encadena con ésta dos de las más flojos (la presente, junto con la anterior El País del Fin del Mundo, publicada hace ya tiempo por Plaza & Janés con una traducción que, ciertamente, no ayudaba en absoluto y que podría haber desmerecido la calificación final).

Carpe jugulum no consigue levantar el vuelo a pesar de ciertos momentos sin duda memorables, que no consiguen, sin embargo, elevar o mantener el tono general del libro. Con una narración demasiado supeditada a los tópicos vampíricos, tantas veces ya parodiados, la lectura se ve lastrada por una cierta falta de originalidad muy poco común en este autor; con un excesivo seguidismo de las situaciones propiciadas por las diferentes personalidades de cada una de las brujas, ya bien conocidas de antemano por el fiel seguidor de la serie, con el resultado de que demasiadas cosas suenan a ya leídas. Hay demasiadas circunstancias que el lector sabe de antemano cómo se van a resolver y “chistes” que suenan excesivamente a ya contados.

No desaprovecha también en esta ocasión Pratchett la posibilidad que él mismo se brinda de disparar una vez más sus dardos envenenados sobre la religión organizada, personalizada esta vez en el dubitativo reverendo Poderosamente Avena, que parece convertirse en la diana perfecta para las propias convicciones del autor británico. Se muestra así esta novela como una de las más dogmáticas entregas del Mundodisco. Si siempre había habido un cierto mensaje, oculto por el ropaje de la comedia, aquí la misma está demasiado supeditada a él, como queriendo llevar al lector hacia su tesis. Al destino final de Poderosamente Avena, tanto en lo personal como en el estado de sus convicciones, me remito.

Aunque más floja que otras, Carpe jugulum sigue siendo una novela muy entretenida; sin embargo, no invita a esbozar tantas sonrisas o puras carcajadas como en anteriores ocasiones, y sale perdiendo en la comparación de las que tenemos en el recuerdo; se le nota un cierto cansancio, quizá. Le falta chispa, originalidad, y es que no se puede vivir siempre del mismo chiste. Esperemos que próximas entregas remonten el vuelo y que volvamos a disfrutar de Mundodisco tanto como lo hicimos antaño.

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Otras reseñas de obras de Terry Pratchett:


Pies de barro. Una novela de Mundodisco.

Papá Puerco. Una novela de Mundodisco.

¡Voto a bríos! Una novela de Mundodisco.

El último héroe. Una fábula del Mundodisco.

Nación.

Sólo tú puedes salvar a la Humanidad. Una aventura de Johnny Maxwell..

Johnny y los muertos. Una aventura de Johnny Maxwell.

Johnny y la bomba. Una aventura de Johnny Maxwell.



martes, 13 de mayo de 2008

Reseña: Agente de Bizancio

Agente de Bizancio.

Harry Turtledove.

Reseña de: Santiago Gª Soláns

Libros del Atril. Col. Omicrón. Barcelona, 2008. Título original: Agent of Byzantium. Traducción: Ana Alonso Esteve. 364 páginas.

El Imperio Bizantino ha resistido los embates externos, e internos, que amenazaban con destruirlo y, años después de su caída en nuestra propia Historia, sigue manteniéndose en su máximo esplendor, dominando gran parte del mundo. Pero para lograrlo, para evitar las grandes amenazas a las que se enfrenta, la maquinaria imperial necesita apoyarse en un cuerpo de hombres especiales, unos agentes segretos: los “magistrianoi”, al que pertenece Basilios Argyros, quien se encontrará, por su trabajo, en medio o alrededor de algunos de los descubrimientos más importantes del saber humano, en esta ocasión a mayor gloria de Bizancio.

No es Agente de Bizancio una novela al uso, sino una sucesión de relatos o aventuras encadenadas en las que se verá envuelto el protagonista, sobre todo en torno a esos citados descubrimientos, vitales en la historia y el progreso de la humanidad. Es curioso observar que el autor postula que casi todos ellos provengan de fuera del Imperio, pero que sea éste el que sepa aprovecharse de ellos y refinarlos hasta sus máximas posibilidades, mejorándolos y sirviéndose de ellos para mantener su superioridad sobre los auténticos “descubridores”.

Nos presenta Turtledove un mundo en el que el Islam no existe y por tanto nunca se convirtió en la fuerza que llegó a amenazar el Occidente europeo con su expansión; un mundo en que Mahoma es un santo cristiano de gran predicamento; en el que los persas son la otra gran potencia mundial, siempre en difícil equilibrio con Bizancio; y en el que, sin embargo, el lector asistirá al reflejo de algunos de los más importantes momentos de nuestra propia historia, con diferentes actores y protagonistas, pero con resultados semejantes (¿o tal vez no?). En esta particular distorsión de nuestro mundo, la amenaza para el Imperio no vendrá tanto de fuera (sin un Islam que se plante a sus puertas), sino de las propias corrientes del cristianismo, con herejías como los monofisitas, los nestorianos o los iconoclastas, que se convierten en continua fuente de tensiones para la Ciudad de la que todas las demás son reflejo.

A través de un marcado tono aventurero, con acción a raudales, Turtledove va postulando la tesis de que los principales avances tecnológicos, y su dominio, son en realidad los que permiten la posesión y el mantenimiento del Poder contra otras culturas, igual de pujantes tal vez, pero más atrasadas y por tanto más fácilmente subyugables.

Argyros cumpliendo sus diferentes misiones, viajará por todos los territorios del Imperio, desde la propia Constantinopla, a la lejana Hispania, a Alejandría o a las fronteras desérticas con el Imperio Persa. De todas sus aventuras sacará algo provechoso para Bizancio, incluso en las más amargas para él mismo encontrará un legado que mantenga a su gente por delante de los demás pueblos, como pueda ser el descubrimiento de las vacunas. En otras aventuras más felices, aunque siempre complicadas, el protagonista se enfrentará al nacimiento de fenómenos como la huelga, la pólvora o una rudimentaria imprenta, entre otros muchos; depositándolos siempre ante el altar del progreso del Imperio Bizantino.

Es esta estructura de relatos cronológicamente encadenados, que por una parte permite el avance de la narración al saltar de una aventura a otra sin prácticamente enlace o la debida elipsis, la que, sin embargo, impide que el protagonista adquiera una personalidad plena, un crecimiento que le permita desarrollarse ante el lector en su plenitud, ya que Argyros se antoja como un personaje que no evoluciona demasiado a pesar de las muchas cosas que le suceden. Parece que Turtledove ha preferido centrarse en los descubrimientos que cambian el mundo donde sitúa la acción, antes que en desarrollar psicológicamente a su protagonista. Es cierto que esto lo convierte en un tanto “plano” (y no digamos ya del resto de secundarios, recurrentes o no, que van apareciendo), pero tampoco afecta negativamente a la narración, salvo en el hecho de que se pierde mucha posible empatía que implicase al lector dentro de lo narrado.

Es Agente de Bizancio un libro curioso e interesante, una ucronía perfectamente planteada, coherente con las reglas internas del mundo descrito y que se sirve de los cambios para reflexionar en cierto modo (sin olvidar en ningún momento que lo que domina es la aventura, la acción, en sí misma) sobre nuestro propio pasado y nuestra historia, confrontando a dónde nos han llevado los avances tecnológicos o los enfrentamientos religiosos con el lugar dónde podrían habernos llevado si las cosas hubiesen sido, tan sólo, un poco diferentes.

Y como reflexión propia, uno se pregunta si es lícito, por mucho más famoso que sea, el incluir en la portada (tanto en la edición original como en la española) a tamaño mucho más grande el nombre de Isaac Asimov como "presentador" (apenas tres páginas hablando en general sobre las ucronías, más que del propio libro) que el del propio autor. En fin, marketing lo llaman, y si sirve para que alguien pique con un libro que merece la pena ser leído por si mismo, pues bienvenido sea.


viernes, 9 de mayo de 2008

Reseña: El bosque de los zorros

El bosque de los zorros.

Arto Paasilinna.

Reseña de: Aníbal Klondike.

Ed. Anagrama. Col. Compactos, 422. Barcelona, 2007. Título original: Hirtettyjen kettujen metsä. Traducción: Dulce Fernández Anguita. 262 páginas.

Esta novela, obra de uno de los escritores más populares de Finlandia, narra las extrañas vivencias y convivencias de tres personajes que no pueden ser más diferentes entre sí. Oiva Juntunen es un ladrón y estafador que durante años se ha pegado la vida padre en su lujoso apartamento de Estocolmo, gracias a los lingotes de oro que robó, dando un gran golpe, al Banco Nacional de Noruega, junto a sus dos cómplices, que fueron detenidos y encarcelados por el delito. Precisamente la puesta en libertad de sus antiguos colegas es lo que le obliga a desaparecer, pues, como buen gángster, no le gusta la idea de compartir su botín. Así pues, vuelve a su país natal, Finlandia, donde desentierra el oro escondido en la granja de su familia y se interna con él en los páramos y pantanos de la Laponia profunda.

Allí, hambriento y medio devorado por los mosquitos, le encontrará Sulo Remes, Comandante del Ejército finlandés, quien se halla de excedencia por su fracaso matrimonial y su afición al alcohol.

En aquel remoto y solitario lugar del mundo, estos dos hombres tan distintos encuentran el modo de convivir de forma más o menos pacífica, haciendo de una cabaña de madera abandonada su refugio frente al mundo que les amenaza. Y todo esto, sencillamente, gracias al oro, y a la ambición y el egoísmo que ambos comparten.

Pero todavía alguien más se habrá de unir a ellos. Naska Moniskoff, una entrañable anciana de noventa años, aparece un día por allí, medio congelada, con su gato Jermakki, tras haber caminado muchos kilómetros a través de la ventisca después de escapar de los servicios sociales que pretendían llevarla a un asilo.

Lejos de cualquier lugar habitado, perdidos en medio de la taiga, ese Bosque de los Zorros que da título al libro (título mutilado, por cierto, ya que su verdadero nombre es “el Bosque de los Zorros Ahorcados”), bajo la luz iridiscente de la aurora boreal, estos tres singulares personajes afrontan la existencia en la inmensidad del páramo, al margen de la sociedad y de sus reglas, cada uno de acuerdo a su manera de ser.

No es, sin embargo, la novela de Paasilinna, una reflexión metafísica sobre la naturaleza humana, las relaciones interpersonales o la rigidez de las normas sociales, aunque todo ello subyace a lo largo de toda la obra, expuesto a la libre interpretación del lector que lo desee. Este libro es, nada más, y nada menos, la historia, amena y muy entretenida, de los personajes descritos, protagonistas de toda una serie de situaciones de lo más absurdas y desconcertantes, todo ello con abundantes dosis de humor —humor nórdico—, que engancha al lector desde el principio.

Es cierto, todo hay que decirlo, que la trama de la novela es, en cierto modo, simple o poco elaborada, al igual que algunos personajes o situaciones, que no tienen una razón de ser muy clara, pero eso es algo que no se tiene en cuenta, porque, en mi opinión, no es eso lo que pretende el autor, ni lo que busca el lector, que se ve más que compensado por el placer de su lectura y el humor que, sin llegar a la hilaridad, desprende el conjunto de la obra, incluso en situaciones que a priori nada tendrían de divertidas.

Un pequeño reparto de personajes secundarios, como el policía rural Hurskainen, las “señoritas” Agneta y Cristine, o el simpático Quinientos contribuyen a hacer de éste un libro francamente recomendable si lo que se quiere es pasar un rato entretenido y conocer de una manera diferente muchos aspectos de una cultura y una literatura —la escandinava—, que, pese a su escasa difusión, tiene muchas cosas interesantes que ofrecer.