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lunes, 2 de marzo de 2015

Reseña: La guerra larga

La guerra larga.
La Tierra Larga /2.

Terry Pratchett / Stephen Baxter.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Fantascy. Barcelona, 2015. Título original: The Long War. Traducción: Gabriel Dols Gallardo. 509 páginas.

Tras el despliegue de imaginación y «sentido de la maravilla» que significó La Tierra larga, Pratchett y Baxter vuelven a su «multiverso» unos diez años después de la tragedia del Madison del Datum que cerrara el libro anterior, y enfocan ahora el tema, pasado no demasiado tiempo desde el descubrimiento de las tierras paralelas pero sí el suficiente, hacia las consecuencias del salto, el desarrollo de las nuevas tecnologías, las crecientes tensiones y la convivencia de los humanos con aquellas especies «inteligentes» que se han ido encontrando: los trolls, los kobolds, los elfos o los beagles... Los autores enfocan la novela como un relato de la frontera, de pioneros, de intrépidos exploradores haciendo frente a lo desconocido y enfrentándose a las «injustas» imposiciones de la Metrópoli. Al mismo tiempo, muy del gusto tanto de Pratchett como de Baxter, hay un viaje de descubrimiento interior, de estudio de lo que es ser humano y de lo que hacer serlo. Una intrigante exploración sobre la conciencia —humana o no—, sobre la empatía con aquellos que son diferentes, la mutable naturaleza del alma —entienda cada cual lo que entienda por la misma— y el sentido de la libertad dependiendo del lado de la misma en que cada uno se encuentre.

Después de su viaje a través de las tierras paralelas y los sucesos finales del libro anterior, Joshua Valienté se ha establecido, se ha casado con Helen Green, con la que ha tenido un hijo, y se ha convertido en un dirigente querido en su comunidad, Quinto Infierno. Atrás han quedado sus aventuras y exploraciones con Lobsang, del que no se separase en las mejores relaciones. Pero ahora Sally Linsay, con la IA y la Corporación Black tirando de los hilos en la sombra, va a acudir a sacarle, a él y a otros viejos conocidos, de su tranquilidad, en una cruzada en pos del entendimiento entre la humanidad y los trolls, que han empezado a desaparecer de toda la Tierra Larga después de un estremecedor incidente en un puesto de investigación espacial, y contra los designios de la Tierra Datum que se resiste a renunciar a su control sobre la llamada Égida. El malestar crece entre los asentamientos de las tierras vírgenes, la tensión con el Datum, firmemente decidido a hacer cumplir su dominio, es palpable, y algunos de ellos incluso están en disposición de declarar su independencia.

Como sus protagonistas, Pratchett y Baxter están embarcados en un viaje de exploración, en uno de esos en los que, como se suele decir, es más importante el viaje que llegar a destino, el recorrido en sí mismo que alcanzar una meta definitiva —de hecho, hay momentos con un tono más documentalista que aventurero—. La lúcida y cariñosa mirada sobre la naturaleza del ser humano, ese espejo en que reflejar todas sus maravillas y contradicciones, típica de Pratchett, se une al grandioso despliegue de los escenarios y el gusto por la abierta especulación de Baxter. La guerra larga es así una obra que habla de segundas oportunidades y de la propensión a estropearlas de nuevo, a repetir los pecados de anteriores generaciones, a no aprender de los errores ajenos —y propios—, a volver a tropezar siempre en las mismas piedras y, sin embargo, a volver a levantarse una vez más e intentar hacerlo mejor. En definitiva, tanto viaje y salto entre diferentes tierras no parece ser sino la excusa de los autores para hablar de los temas que siempre les han interesado, buscando el lugar de la humanidad en el orden de las cosas, planteando preguntas que cuestionan de forma inteligente el futuro y la forma de relacionarse con lo desconocido, con esa inextricable convicción humana de tener derecho sobre todo aquello que se pone al alcance simplemente porque «se puede», porque está ahí.

Al igual que en su precedente, aquí el relato se divide en diversas líneas, muchas de ellas apenas conectadas tangencialmente con las demás, dando una impresión general un tanto deslavazada —incluso por momentos inconexa—, ya que la unión entre unas y otras resulta en ocasiones bastante débil. Se hace evidente que el deseo de abarcar gran parte de las posibilidades de este nuevo y maravilloso mundo hace que el foco se disperse, restando cierta consistencia al conjunto, pero ampliando mucho el escenario. En el equilibrio entre ganancias y pérdidas los autores han apostado por la visión más extensa contra una mayor definición, y son los lectores quienes deben decidir si es para bien o no.

Además del viaje emprendido por Joshua y su familia, o por Sally junto a Monica Jansson —en un dramático papel que habla de la capacidad de sufrimiento y entrega del espíritu humano—, en un un evidente paralelismo con los inicios de la guerra de independencia de las colonias británicas, Maggie Kaufman, al mando del twain USS Benjamin Franklin, uno de los dirigibles diseñados por la Corporación Black para saltar entre mundos, emprende su tarea de mantener el contacto con las «colonias» de la «huella» de los EE.UU. originales, reforzando la idea del poder central, pero intentando a su vez fomentar unas cordiales relaciones con los reticentes colonos, que no ven con buenos ojos la idea de mantener un sistema impositivo y legal con la «metrópoli» cuando esta no hace nada realmente significativo por ellos.

Roberta Golding, una adolescente superdotada de comportamiento un tanto autista, se embarca junto a su tutor Jacques Montecute, a bordo de una aeronave china en un largo viaje de exploración a través de millones de Tierras en dirección «Este» —una etiqueta geográfica puramente arbitraria—. Un viaje en el que se presentarán nuevas y fascinantes criaturas con muy diferentes formas de evolución. Un viaje que permite profundizar en las difíciles relaciones incluso entre seres de la misma especie. La hermana Agnes, aferrada a un catolicismo algo diferente, presenta la interesante cuestión de hasta dónde se puede llegar y seguir considerándose un ser humano. Nelson Azikiwe, reverendo sudafricano, se sumerge en una búsqueda en pos de encontrar la inteligencia tras el misterioso acompañante de Valienté  en el libro anterior que también se convertirá en un viaje de autoconocimiento; su papel de «conciencia», compartido con la hermana Agnes, tiene todavía mucho por desarrollar… Y muchos, muchos más personajes, algunos con apariciones realmente breves pero significativas, otros con presencia reiterativa, dando cuenta de muchos aspectos de la política, la economía y el desarrollo geográfico de las diferentes tierras paralelas, incidiendo en temas sociales que «retratan» nuestra propia realidad e historia —los aborígenes australianos, los investigadores espaciales, las minorías oprimidas…—

La revolución de las nuevas «colonias», el intento de los EE.UU de la Tierra Datum de mantener el control enviando una flota de dirigibles para hacer patente su poder, la empresa espacial enfocada con más entusiasmo que medios, el viaje de exploración chino que quiere llegar mucho más lejos de lo que ningún otro país haya llegado, la paulatina desaparición de los trolls, la civilización de los beagles... Y Valienté, y compañía, saltando de un mundo a otro intentando «desfacer entuertos». La guerra larga es en realidad una guerra soterrada, se podría decir que invisible, que permite a los autores pasear su mirada de manera intrigante y entretenida sobre multitud de temas: la «esclavitud» de facto de los trolls, mano de obra muy barata, pacífica y nada problemática, hasta que empiezan a desaparecer provocando un desequilibrio económico que podría resultar catastrófico. El tema de la propiedad y monopolio de las nuevas tecnologías, con todas las implicaciones sociales y económicas que implican. El desarrollo del «nuevo» comercio, el sistema de trueque, los «raqueros», la obsolescencia del intercambio monetario. Las «nuevas» formas de vida, más libres y libertarias, que se establecen entre los cruzadores. Además, en un divertido «juego» interno, el lector puede entretenerse rastreando la gran multitud de referencias, algunas muy evidentes y directas, otras apenas una mera mención de pasada, a la cultura popular que los autores han incluido en el texto —Tolkien, Chesterton, Hergé…— que hacen de la lectura algo mucho más cercano.

Una novela que, por su estructura fragmentada y fragmentaria, deja con ganas de más, con la frustrante sensación de apenas haber arañado la superficie de una historia mucho más amplia y profunda. Por suerte Pratchett y Baxter siguen ampliando las fronteras de su fascinante universo en The Long Mars y The Long Utopia. Y esperemos que nosotros podamos echarles el ojo más pronto que tarde.

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Reseña de otras obras de los autores:

Terry Pratchett con Stephen Baxter:
    La Tierra Larga. 

Stephen Baxter:
    Inundación.
    El Arca. Inundación 2.

Stephen Baxter con Arthur C. Clarke:
    El ojo del tiempo.
    Tormenta solar. Una Odisea en el tiempo 2.

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