domingo, 20 de septiembre de 2009

Reseña: Una noche de perros

Una noche de perros

Hugh Laurie

Reseña de: Amandil

Editorial Planeta, Barcelona, 2007. Título original: The Gun Sheller. Traducción: Alberto Coscarelli. 317 páginas.

Es muy probable, de hecho es casi seguro, que este libro no habría visto la luz en el mercado hispanohablante de no ser por la creciente popularidad de que goza su autor, el británico Hugh Laurie, desde que se enfundó en la piel del personaje televisivo Gregory House. Así que, en un primer vistazo, nos encontramos ante un mero oportunismo mercantil de la editorial Planeta, promocionado descaradamente sobre la imagen del médico cojo (nótese en la portada la hábil introducción de los elementos distintivos de House: la moto, la pose y el bastón -¿o es la pata de la motocicleta?-), a fin de cuentas el libro se publicó originalmente en 1996.

Pero hay que aclarar antes de proseguir, que la novela no es un episodio de esa serie de televisión. Ni que tampoco la ha escrito el ácido y cínico doctor. De hecho quien busque algo de House en el libro se va a llevar una decepción considerable porque el relato es, en realidad, una historia de espías protagonizada por una mercenario (o guardaespaldas, o matón, o ex-militar, o algo así) y escrita con ese toque cómico que parece que sólo los británicos son capaces de imprimir.

Dicho queda. Que no haya confusiones ni decepciones. Lo repito por si acaso: ESTE LIBRO NO ESTÁ RELACIONADO CON LA SERIE HOUSE.

Aclarado este asunto, prosigamos.

El título elegido en la edición en español (Una noche de perros) sigue la tradición, fuertemente asentada en el cine, de divergir lo más posible con el original (The Gun Sheller), probablemente para marcar distancias o tratar de sorprender al lector evitando dar pistas sobre el argumento de la novela. No hay otra explicación posible. Salvo la ya mencionada de confundir al seguidor habitual de House confiando que se compre la novela por proximidad temática. De hecho es muy probable que en la editorial creyesen que el nombre de Hugh Laurie, así sin más, no movería las ventas ni la décima parte que una clara, rotunda y falseada vinculación con su personaje televisivo.

Así que, partiendo del título original traducido libremente (El vendedor de armas) se puede decir que la novela se desarrolla en ese oscuro ambiente en el que se entremezcla el tráfico de armas, el terrorismo, los intereses económicos inconfesables y la (en ocasiones) ambivalente actuación de los servicios secretos de países democráticos. Pero a diferencia de otros autores del género como John le Carré o Frederick Forsyth, Lauire opta por un tono más desenfadado, cercano en ocasiones a la sátira, como quien cuenta una anécdota a un grupo de amigos, consiguiendo de ese modo un relato divertido y ágil que engancha desde la primera página y no te suelta hasta el final (un tanto traído por los pelos, por cierto).

La acción comienza con el protagonista, Thomas Lang, peleando con un tipo que pretende matar a una damisela en apuros, Sara Woolf, pero que, en realidad, estaba intentando protegerla... y ahí la trama empieza a enredarse. House se ve involucrado sin quererlo... Perdón, Lang se ve involucrado en una operación antiterrorista que le convertirá, sin él quererlo, en el centro de un conflicto entre traficantes de armas, servicios secretos, hombres celosos y terroristas,, en la que aparecen una y otra vez múltiples referencias a "el Graduado" (no la película, sino un nuevo tipo de arma) al mismo tiempo que intenta convencerse a sí mismo de que no está enamorado de Sara. En el ínterin surgen una serie de personajes que parecen ilustrar una suerte de muestrario de tipos curiosos que se mueven con soltura en este mundillo de armas, negocios y espías.

Destaca entre todos ellos Solomon, una especie de cruce entre monje saolín y estatua de sal que viene y va por el libro como un fantasma con licencia para pasar de una página a otra sin mayor problema y sin justificar, en ningún caso, qué le confiere su habilidad para estar en los lugares más insospechados (¿es un superagente británico u otra cosa?).

Lo cierto es que no se puede desvelar mucho más de la trama porque cualquier dato adicional revelaría demasiado y se vería drásticamente reducida la diversión que produce la lectura ya que se basa, en buena medida, en los giros inesperados y las revelaciones asombrosas que tanto el protagonista como el lector irán encontrando según avance la lectura. Una noche de perros, desde esa perspectiva, es un relato corto venido a más donde el atractivo de la lectura descansa con más fuerza en el estilo que en el argumento; saber cual será la siguiente ocurrencia del autor se puede convertir en un motor paralelo a la trama (entretenida, bien llevada, sin demasiados vacíos y sí algunos Deus ex machina pasables).

Así que, en definitiva, Hugh Laurie se nos descubre en este libro en su faceta de escritor cómico, mediante una trama sencilla y entretenida que le permite liberar un torrente de humor británico al tiempo que hace una incursión sin pena ni gloria en el género del suspense y el espionaje.

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