Paul Park.
Reseña de: Santiago Gª Soláns
Libros del Atril. Col. Omicrón. Barcelona, 2007. Título original: A Princess of Roumania. Traducción: Adela Torres Calatayud. 395 páginas.
Antes de empezar con la crítica propiamente dicha, permitidme un desahogo (o una pataleta) que además sirve de advertencia para los despistados como yo. Mientras avanzaba hacia el final de Una princesa de Roumania me estaba dando la impresión de que dicho final del libro no iba a ser abrupto, sino que se encontraba abocado a despeñarse por un abismo. Conforme me embarcaba en la lectura del último capítulo ya estaba viendo que aquello no había manera de que terminara de forma digna (ni de ninguna otra, las líneas abiertas no había forma de cerrarlas en las pocas páginas que me quedaban por leer), así que vistas mis sospechas me releí la contraportada y las solapas, busqué en la portada o en los créditos, pero nada, ninguna indicación sobre que lo que tenía entre manos no fuese una “novela” independiente. Y en efecto, el libro directamente no termina, pero eso sí, por fin, en la página 395, después del “fin”, se tiene la deferencia de indicar al lector que Una princesa de Roumania es parte de una serie con dos entregas más. Y vale, ya sé que soy muy pejiguero, que es una tontería, pero me siento de alguna forma estafado. Quien me conoce sabe que prefiero (salvo muy específicas excepciones tipo Canción de Hielo y Fuego) leerme las trilogías (entendiendo “trilogía” en la acepción que se le da ahora: un libraco dividido en tres tomos; y no tres libros diferentes que comparten una unidad temática o de personajes) de una sola “sentada”; y aquí no sólo se me ha hurtado la posibilidad de hacerlo, sino que, seguramente, de haberlo sabido de antemano no me habría comprado (todavía) este libro dando preferencia a otro de los muchos que tengo en lista de espera.
Sí, ya lo sé, como he dicho más arriba, parece una tontería y casi seguro que lo es, pero me sabe muy mal quedarme colgado durante el tiempo que tarde la editorial en sacar los demás tomos o, tal y como está el estado del mundo de la edición en nuestro país, definitivamente si la editorial decide no seguir adelante con su publicación (casos los hay a patadas y supongo que todos podrán traer a su mente alguno de ellos). Me fastidia, y mucho, la falta de seriedad y el poco respeto que se demuestra hacia el lector al indicar que la novela es parte de una trilogía sólo después de que la misma ha terminado, y no en la portada, contraportada o solapas. En fin, cosas mías.
Sobre la novela en sí, Una princesa de Roumania es un cuento de hadas moderno. Miranda Popescu es una joven adoptada que sueña, literalmente, con un pasado en el que fue una princesa. El problema es que en esos sueños-recuerdos no tienen una concordancia temporal con su realidad. Si fue adoptada de muy pequeñita cómo es que tiene recuerdos de hechos en que aparentemente era unos años mayor. Por supuesto, Miranda no tiene respuesta para ello, pero pronto ella y dos de sus amigos van a verse inmersos en una peligrosa aventura convirtiéndose en el centro de una oscura trama de complots y enfrentamientos políticos que podrían desembocar en una guerra abierta en ese mundo paralelo del que procede y donde Roumania es una gran potencia europea, aunque ahora en decadencia.
Así pues, cual cuento de hadas, Miranda es, en efecto, una princesa, pero de un país situado en una realidad diferente. El problema es que en los cuentos de hadas actuales la princesa no “vivió feliz para siempre”, sino que se ve zarandeada por los acontecimientos pasándolo realmente mal en un camino hacia ni siquiera ella misma tiene demasiado claro dónde. Es cierto que el lector no puede saber si habrá un final feliz, ya que el mismo se encuentra dos libros en el futuro, pero desde luego en este primero no hay demasiado lugar para las risas.
Se puede decir que nos encontramos ante una ucronía un tanto diferente a lo habitual. Miranda y sus compañeros viajan de forma mágica de nuestro mundo (un mundo que se revela falso) a la auténtica realidad de una Europa alterada y geo-políticamente muy distinta de la que conocemos. Además el uso generalizado de la magia marca una separación definitiva. Y es allí donde Miranda, acompañada por sus transformados amigos, deberá empezar un viaje iniciático en toda regla, partiendo de un inhóspito y poco colonizado Massachusetts, donde han ido a parar, y dirigiéndose al encuentro de los instigadores de su situación y que manejan los hilos de complejos complots por el poder desde su Roumania natal, enfrentándose en los diversos planos, físicos y mágicos, que ese mundo les ofrece.
Así Miranda irá descubriendo al mismo tiempo que el lector las diferencias que separan a ambos mundos e irá aceptando poco a poco el destino que parece aguardarla.
Una princesa de Roumania es una novela agradable, que se lee sin esfuerzo, aunque la traducción peque de ser algo (bastante) “plana”, quitando quizá más de la prosa del autor de lo que “aporta”, incluso produciendo confusión en algún momento puntual (ojo, que también podría ser culpa del autor, pero es que hay algunas construcciones sintácticas que no sé si existirán realmente en el castellano). El planteamiento es, dentro de lo que cabe, original, y el mundo que se va abriendo a los ojos del lector está bien construido, estructurado y desarrollado dentro de la coherencia interna del propio libro. Asistimos a un mundo con un pasado, y donde las acciones de antaño tienen repercusión en este momento, produciendo venganzas, odios y muertes ocultas en las ambiciones declaradas de los antagonistas que juegan por hacerse con Miranda y su herencia. Es curioso asistir a esa América casi despoblada, con pocos asentamientos importantes, como al principio de la colonización, en contraposición a los muy poblados Estados Unidos donde ha crecido Miranda. O a esa Europa convulsa, que en muchos aspectos recuerda a nuestra propia historia y en otros difiere de tal manera que se nos antoja irreconocible.
En cuanto a los personajes, creo que están mejor construidos los secundarios que los propios protagonistas, que a veces actúan de una forma un tanto “incoherente” con lo que se nos ha descrito de ellos. De todas maneras, en ningún momento llegan a “chirriar” excesivamente. Y, como ya digo, el libro se lee con agrado. Habrá que esperar la publicación de los dos restantes para ver cómo se desarrolla la historia y si de verdad se necesitaban tres libros para contarnos lo que se nos está contando; sinceramente, me temo que no, pero tiempo al tiempo, ojala me equivoque.
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