Luna nueva
Stephenie Meyer
Reseña de: Amandil
Alfaguara, Madrid 2009. Título original: New moon. Traducción: José Miguel Pallarés. 574 páginas.
Es todo un detalle que esta segunda entrega de la denominada saga Crepúsculo comience con una cita de Romeo y Julieta porque, en muchos aspectos, la autora ha recurrido con bastante descaro al argumentos de esa obra teatral para dar fundamento a su libro. De hecho, por momentos, es preferible recurrir a la obra de Shakespeare que seguir leyendo la de Meyer porque, al menos, la historia está mejor hilvanada en Romeo y Julieta que en Luna nueva.
El argumento es muy sencillo y excesivamente repetitivo con respecto a la anterior entrega. Bella Swan, la protagonista, debido a una de sus tradicionales torpezas provoca una situación tremendamente violenta en casa de los Cullen, la familia vampírica Edward. Como consecuencia de ello se ve expuesta a un peligro inesperado que parece convencer a su novio de que es mejor romper la relación y desaparecer de su vida que exponerla continuadamente a una muerte violenta por un desliz. Como consecuencia de esa decisión Bella se hunde en una depresión salvaje que la hace replantearse su propia existencia y la aletarga hasta convertirla en lo que ella misma denomina "una zombie viva". No sabe vivir sin Edward pero no quiere algo la impide dar el paso al suicidio por desesperación.
Esta oscuridad, con una narración muy intimista y excesivamente repetitiva volviendo una y otra vez sobre las mismas líneas de razonamiento y de autoflagelación, sólo se verá rota por un descubrimiento interior y un reencuentro exterior. El descubrimiento implica una manera de volver a escuchar la voz de su amado en su cabeza, al precio de tener que exponer su vida a situaciones límite. Y el reencuentro se plasma en el personaje de Jacob Black, el hijo de Bill, ambos residentes en la cercana reserva india de La Push y vinculados al padre de Bella, el jefe de policía Charlie, por una sólida y antigua amistad. Jake, debido a su bondad natural, su carácter afable y su más que evidente enamoramiento por la protagonista, se convierte en algo así como su único foco de luz ante la desesperación que la atenaza día tras día.
La historia de amistad con Jacob se convierte en el motor principal de los dos primeros tercios del libro, aderezado por la entrada en escena de un nuevo peligro emanado del primer libro de la serie. Victoria, la vampiresa, ha regresado a los alrededores de Forks con intención de vengar la muerte de su novio, el rastreador que casi asesina a Bella en Crepúsculo. Y con ella parece haber llegado algo peor, amenazante, inquietante. Un animal mayor que un oso que ronda en los bosques y dará pie a que la amistad de Jake y Bella se vea sometida a peligros nacidos de las leyendas de los indios y a la presentación de unos nuevos seres sobrenaturales inesperados y amenazantes.
Finalmente, el libro dará un giro argumental brutal, que rompe la trama y la acción desarrolladas hasta ese momento, y dirigirá al lector hacia un final tan previsible como lleno de tópicos, en el que las cosas parecerán volver a su curso normal y dejarán sin resolver todas las líneas argumentales que la autora presentó a conciencia durante trescientas páginas.
Stephenie Meyer
Reseña de: Amandil
Alfaguara, Madrid 2009. Título original: New moon. Traducción: José Miguel Pallarés. 574 páginas.
Es todo un detalle que esta segunda entrega de la denominada saga Crepúsculo comience con una cita de Romeo y Julieta porque, en muchos aspectos, la autora ha recurrido con bastante descaro al argumentos de esa obra teatral para dar fundamento a su libro. De hecho, por momentos, es preferible recurrir a la obra de Shakespeare que seguir leyendo la de Meyer porque, al menos, la historia está mejor hilvanada en Romeo y Julieta que en Luna nueva.
El argumento es muy sencillo y excesivamente repetitivo con respecto a la anterior entrega. Bella Swan, la protagonista, debido a una de sus tradicionales torpezas provoca una situación tremendamente violenta en casa de los Cullen, la familia vampírica Edward. Como consecuencia de ello se ve expuesta a un peligro inesperado que parece convencer a su novio de que es mejor romper la relación y desaparecer de su vida que exponerla continuadamente a una muerte violenta por un desliz. Como consecuencia de esa decisión Bella se hunde en una depresión salvaje que la hace replantearse su propia existencia y la aletarga hasta convertirla en lo que ella misma denomina "una zombie viva". No sabe vivir sin Edward pero no quiere algo la impide dar el paso al suicidio por desesperación.
Esta oscuridad, con una narración muy intimista y excesivamente repetitiva volviendo una y otra vez sobre las mismas líneas de razonamiento y de autoflagelación, sólo se verá rota por un descubrimiento interior y un reencuentro exterior. El descubrimiento implica una manera de volver a escuchar la voz de su amado en su cabeza, al precio de tener que exponer su vida a situaciones límite. Y el reencuentro se plasma en el personaje de Jacob Black, el hijo de Bill, ambos residentes en la cercana reserva india de La Push y vinculados al padre de Bella, el jefe de policía Charlie, por una sólida y antigua amistad. Jake, debido a su bondad natural, su carácter afable y su más que evidente enamoramiento por la protagonista, se convierte en algo así como su único foco de luz ante la desesperación que la atenaza día tras día.
La historia de amistad con Jacob se convierte en el motor principal de los dos primeros tercios del libro, aderezado por la entrada en escena de un nuevo peligro emanado del primer libro de la serie. Victoria, la vampiresa, ha regresado a los alrededores de Forks con intención de vengar la muerte de su novio, el rastreador que casi asesina a Bella en Crepúsculo. Y con ella parece haber llegado algo peor, amenazante, inquietante. Un animal mayor que un oso que ronda en los bosques y dará pie a que la amistad de Jake y Bella se vea sometida a peligros nacidos de las leyendas de los indios y a la presentación de unos nuevos seres sobrenaturales inesperados y amenazantes.
Finalmente, el libro dará un giro argumental brutal, que rompe la trama y la acción desarrolladas hasta ese momento, y dirigirá al lector hacia un final tan previsible como lleno de tópicos, en el que las cosas parecerán volver a su curso normal y dejarán sin resolver todas las líneas argumentales que la autora presentó a conciencia durante trescientas páginas.
Hasta aquí el desarrollo de la trama con el menor número de spoilers posible pero con algunas de las claves que nos darán pistas sobre los fallos flagrantes que Stephenie Meyer comete a la hora de dar una continuación coherente a Crepúsculo.
La estructura de la primera parte de Luna nueva es una copia de la de la anterior novela repitiendo el patrón Presentación-crisis interior de Bella-aparición de personaje masculino perfecto-amenaza revelada. Quedando la originalidad únicamente en los destellos reservados a la tendencia suicida de la protagonista y a su lucha interior por mantener con Jacob (en su nueva versión de tipo escultural unido a su personalidad muy parecida la de un"oso amoroso") como amigo pese a los deseos del joven indio por ser mucho más que eso. De nuevo asistimos a una historia de amor juvenil aderezada con algunos sobresaltos fantásticos (en esta ocasión, y ya es mala suerte, el príncipe azul de Bella resulta que es un hombre lobo sin saberlo) pero que no irá mucho más allá en lo referido al trasfondo sobrenatural. A los efectos de presentación de una realidad oculta daría los mismo que Jake fuese un hombre lobo, la momia o un ficus, lo importante es que su naturaleza añade nuevos elementos de crisis y reflexión a esa historia juvenil sin más pretensiones. Para darle emoción a esta parte de la novela, la autora recurre nuevamente al manido truco de introducir una amenaza externa (Victoria la vampiresa sanguinaria) que sólo sirve para que el personaje de Isabella medite una y otra vez sobre lo terrible de su existencia y de la amenaza que supone para todos los que la rodean y la quieren. Bueno y para que los hombres lobo luzcan abdominales aquí y allá y parezca que se asiste a una cacería entre la una y los otros con la protagonista como cebo involuntario (¿no les recuerda a algo de lo que pasa en Crepúsculo?).
La segunda parte del libro, que da comienzo con la aparición estelar de Alice (la hermana de Edward que tiene visiones sobre acontecimientos que podrían pasar en el futuro) y el súbito giro argumental que abandona por completo todo lo desarrollado hasta ese momento, mete al lector en una nueva novela, sin conexión con Jacob, Victoria ni los lupinos, que bien podría haberse empalmado con los tres primeros capítulos reduciendo la extensión de Luna nueva a un folletín de 120 páginas a lo sumo. De golpe, y fusilando la ceremonia de confusiones que cierra Romeo y Julieta (los enamorados que terminan suicidándose por una serie de errores de percepción), la acción se centra en Italia y la relación entre los Volturi (algo así como el clan vampírico más antiguo) y Edward y la alocada carrera contrarreloj para cambiar el final de la obra de Shakespeare.
Meyer consigue de ese modo que el lector se sienta sorprendido, decepcionado y estafado ya que se desprende de todo esto que la autora parecía impelida a cerrar el libro en X páginas dejando colgada la acción en aras de volver a encauzar el verdadero motor de la saga (el amor entre Edward y Bella por encima de todo) de cara a la tercera entrega. El desarrollo argumental del principio se queda en nada con la conclusión. El ritmo pausado con que se va desgranando la relación con Jacob salta por los aires con el sprint final que supone el viaje a Italia. En definitiva, asistimos a una nueva historia juvenil que sólo aporta un nuevo giro sobrenatural y una ampliación del trasfondo vampírico de cara al futuro (quizá sea determinante en los dos siguientes libros, pero en Luna nueva no da más de sí).
En cuanto a los personajes, su desarrollo y sus motivaciones, surgen una serie de incoherencias en torno a la protagonista que debilitan su credibilidad a pasos agigantados. En especial las referidas a sus deseos en convertirse en vampiresa por amor pero también por el gustazo de sentirse por encima de los demás, aderezas por la suprema incoherencia y memez que supone su "debate final con Edward" estableciendo las condiciones para que la conviertan, que sacan a la luz que Bella, además de torpe es bastante tonta y con un puntito creciente de soberbia que no casa con lo que se nos ha presentado hasta el momento. En todo caso destaca sobre los demás protagonistas por el mero hecho de que estos se mueven entre el estereotipo y el perfil plano. Edward sigue en un pedestal aglutinando perfecciones; Jacob es el estereotipo de "amigo para llorarle las desgracias con los otros chicos"; Charlie es el ideal de padre que no se inmiscuye en los asuntos de su hija y la deja espacio e intimidad suficiente; Bill no pasa de ser una voz al otro lado de la línea telefónica en este libro; los Cullen son todo amor, comprensión y vegetarianismo vampírico; y los compañeros de instituto prácticamente desaparecen y quedan relegados a figurantes.
En definitiva, Luna nueva es una réplica de Crepúsculo que parece servir más como presentación de nuevas situaciones que como avance real en el argumento general de la saga. Los protagonistas quedan encuadrados en una especie de triangulo sentimental (la mortal insegura el vampiro perfecto y el hombre lobo amoroso) que será, probablemente, uno de los ejes sobre los que gire el (esperemos que mucho mejor) argumento en el siguiente libro.
La segunda parte del libro, que da comienzo con la aparición estelar de Alice (la hermana de Edward que tiene visiones sobre acontecimientos que podrían pasar en el futuro) y el súbito giro argumental que abandona por completo todo lo desarrollado hasta ese momento, mete al lector en una nueva novela, sin conexión con Jacob, Victoria ni los lupinos, que bien podría haberse empalmado con los tres primeros capítulos reduciendo la extensión de Luna nueva a un folletín de 120 páginas a lo sumo. De golpe, y fusilando la ceremonia de confusiones que cierra Romeo y Julieta (los enamorados que terminan suicidándose por una serie de errores de percepción), la acción se centra en Italia y la relación entre los Volturi (algo así como el clan vampírico más antiguo) y Edward y la alocada carrera contrarreloj para cambiar el final de la obra de Shakespeare.
Meyer consigue de ese modo que el lector se sienta sorprendido, decepcionado y estafado ya que se desprende de todo esto que la autora parecía impelida a cerrar el libro en X páginas dejando colgada la acción en aras de volver a encauzar el verdadero motor de la saga (el amor entre Edward y Bella por encima de todo) de cara a la tercera entrega. El desarrollo argumental del principio se queda en nada con la conclusión. El ritmo pausado con que se va desgranando la relación con Jacob salta por los aires con el sprint final que supone el viaje a Italia. En definitiva, asistimos a una nueva historia juvenil que sólo aporta un nuevo giro sobrenatural y una ampliación del trasfondo vampírico de cara al futuro (quizá sea determinante en los dos siguientes libros, pero en Luna nueva no da más de sí).
En cuanto a los personajes, su desarrollo y sus motivaciones, surgen una serie de incoherencias en torno a la protagonista que debilitan su credibilidad a pasos agigantados. En especial las referidas a sus deseos en convertirse en vampiresa por amor pero también por el gustazo de sentirse por encima de los demás, aderezas por la suprema incoherencia y memez que supone su "debate final con Edward" estableciendo las condiciones para que la conviertan, que sacan a la luz que Bella, además de torpe es bastante tonta y con un puntito creciente de soberbia que no casa con lo que se nos ha presentado hasta el momento. En todo caso destaca sobre los demás protagonistas por el mero hecho de que estos se mueven entre el estereotipo y el perfil plano. Edward sigue en un pedestal aglutinando perfecciones; Jacob es el estereotipo de "amigo para llorarle las desgracias con los otros chicos"; Charlie es el ideal de padre que no se inmiscuye en los asuntos de su hija y la deja espacio e intimidad suficiente; Bill no pasa de ser una voz al otro lado de la línea telefónica en este libro; los Cullen son todo amor, comprensión y vegetarianismo vampírico; y los compañeros de instituto prácticamente desaparecen y quedan relegados a figurantes.
En definitiva, Luna nueva es una réplica de Crepúsculo que parece servir más como presentación de nuevas situaciones que como avance real en el argumento general de la saga. Los protagonistas quedan encuadrados en una especie de triangulo sentimental (la mortal insegura el vampiro perfecto y el hombre lobo amoroso) que será, probablemente, uno de los ejes sobre los que gire el (esperemos que mucho mejor) argumento en el siguiente libro.
2 comentarios:
Como fan de la saga para mí Luna Nueva es malo como él solo, acabé asqueada de tanta paranoia de Bella que no hacía avanzar la trama. Es simplemente un c**azo. Para mí Eclipse es sin duda el mejor, es más dinámico y ese pique entre el triángulo amoroso da algún que otro momento divertido. Espero que no sufras mucho con su lectura xDD (quien te mandaría a meterne en este fregado xDDDD)
Bueno, me metí yo solo pero arrastrado por las circunstancias. No diré más.
Pero Luna Nueva adolece de ser muy repetitivo por un lado y por otro ser una novela "desestructurada" que la revienta desde dentro. La reseña hay que entenderla desde el punto de vista de la novela per se y no como puente entre la primera y la tercera. O al menos en ningún sitio avisan que es un enlace. Por eso es una estafa a todas luces, sin importar su estilo (sencillo) y su argumento (poco original).
Eclipse no se cuando me lo leeré pero no creo que sea pronto salvo si las circunstancias cambian.
Gracias por comentar, Elwen. Siempre es motivador para el reseñante amateur :)
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