sábado, 2 de julio de 2011

Reseña: El gabinete de curiosidades

El gabinete de curiosidades.
Las crónicas de Kronos I.

Marie Rutkoski.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Nocturna ediciones. Col. Literatura Mágica. Madrid, 2011. Título original: The Cabinet of Wonders. Traducción: José Pazó Espinosa. Ilustraciones de: Cris de Cos-Estrada. 382 páginas.

La colección de literatura infantil / juvenil de Nocturna ediciones sigue creciendo con una muy acertada política de selección de títulos, mezcla de autores clásicos con otros más recientes como es el caso de esta novela de debut de Marie Rutkoski. En ella la autora estadounidense ofrece una historia de superación y crecimiento personal disfrazada como la «típica» búsqueda de un objeto ―en este caso, unos ojos― que promueve y da pie al resto de la acción.

El mundo de Petra Kronos, una niña de doce años, se va a volver patas arriba cuando su padre Mikal, un afamado artesano metalúrgico que llevaba meses lejos de casa cumpliendo un encargo del príncipe Rodolfo de Bohemia, hijo menor del emperador Habsburgo, «vuelva» a Okno, su aldea, después de estar a punto de culminar la creación de un magnífico reloj astronómico que se instalará en una plaza de Praga. El reloj es una auténtica obra de arte, mezcla de tecnología y magia, pero cuando solo faltaba colocarle la última pieza, la que lo dotará del poder de controlar el clima, el príncipe, fiándose de su creencia en que él va a ser capaz de terminar la máquina y para que el artesano no pueda volver a repetir su obra ni dominar los poderes que la misma va a controlar, ordena quitarle los ojos y guardarlos a buen recaudo, dejándole así sin su principal herramienta, pues maese Kronos trabaja el metal con la vista y no con las manos utilizando sus singulares habilidades mágicas.

Acompañada de su fiel compañera Astrophil, una pequeña y parlante araña metálica ―una de un buen número de animales mecánicos creados por su padre― que gusta de leer todos los libros que se ponen a su alcance dotándose así de una singular sabiduría que luego traduce en acertados consejos, la pequeña abandonará la aldea para acudir al Castillo de la Salamandra, la residencia del príncipe en Praga, con la intención de recuperar los ojos de su padre. Pero la misión, no obstante, no será fácil en absoluto, empezando por encontrar la forma de introducirse en palacio y permanecer en él, y una vez conseguido eso la manera de alcanzar las dependencias donde podrían encontrarse escondidos, al tiempo que busca la manera de inutilizar definitivamente el reloj para que el príncipe no pueda utilizar sus malas artes.

Rutkoski plantea una Europa en un siglo XVI muy parecido al nuestro, pero que no es exactamente el mismo. Un lugar lleno de magia, donde los artesanos están dotados de especiales poderes que aplicar a la producción de sus obras. No se puede hablar de una ucronía propiamente dicha y, desde luego, no se trata de una Novela Histórica al uso en absoluto. Aparte de la propia irrupción de la magia, los cambios geo-políticos son lo suficientemente marcados como para que las diferencias con nuestra realidad sean evidentes y, de todos modos, la autora ha incluido al final del libro una ”nota” autoexculpatorio en donde explica los cambios introducidos para adecuar el entorno a las necesidades de su relato y un “glosario” donde da cuenta de las verdaderas referencias históricas que aparecen por el libro sutilmente cambiadas.

Petra contará con la ayuda de un niño de «los de Roma» o romaníes, Neel, perteneciente a una tribu de gitanos itinerantes y que posee unos dedos realmente «largos». La descripción de los gitanos navega entre los tópicos más extendidos hasta una especie de revindicación de su nobleza e independencia. Las historias de Neel, rescatadas de la tradición oral de sus antepados, se integran a la perfección en la trama general, ofreciendo una refrescante, y diferente, imagen de una etnia tan denostada que consigue darle la vuelta a ciertos prejuicios asociados a ellos ―como cuando Petra rechaza que se le lea el futuro ellos entienden que ha tomado la decisión adecuada―.

La autora construye una historia que se apoya en unos personajes sugerentes y muy bien caracterizados, empezando por la propia protagonista y su amigo Neel, y pasando luego por Iris, sexta condesa de Krumlov, la científica que exuda ácido por los poros de su cuerpo cuando se enfada o ese enigmático John Dee al servicio de su majestad británica y del que no es conveniente desvelar demasiados detalles o el propio príncipe Rodolfo, el villano de la obra que, sin embargo, se despega de su papel predestinado para ofrecer una personalidad rica y contradictoria, tan encantador a veces como despiadado en ocasiones, justificando algunas de sus peores acciones por una inmensa curiosidad científica, clemente y violento a un tiempo, capaz de arrancarle los ojos a Mikal pero no de matarlo...


Situada en pleno Renacimiento, la mezcla de la tecnología emergente, simbolizada en el propio reloj ―un reloj que existe en nuestra realidad, aunque su construcción fuese iniciada en el siglo XV y no el XVI― y la magia que fluye en grandes parcelas del mundo de Rutkoski, ejerce una extraña fascinación en el joven lector al tiempo que dota a la historia de un extraordinario escenario, dando lugar a inventos tan atractivos como la propia araña mecánica de la protagonista, un elemento que adquirirá enorme importancia en el devenir de la acción. La autora imbuye a su escritura de un sabor a cuento tradicional o de hadas, con objetos mágicos como espejos o peines dotados de extraordinarias características o de aprendices de artesanos capaces de llenar esferas de cristal de agua, rayos o avispas que pueden ser posteriormente liberadas con sorprendentes efectos.

Rutkoski consigue dotar a su narración de un ritmo rápido al tiempo que no renuncia a cierto detallismo puntilloso cuando la ocasión lo requiere. Con un tono oscuro y sombrio en muchas ocasiones, que no esconde la crueldad del ejercicio del poder y de las decisiones tomadas por la ambición de aumentarlo ―como tristemente va a descubrir Petra con el regreso de su padre a casa―, pero que también ofrece grandes lecciones de amistad y confianza, el libro es muy adecuado para los lectores que se adentran en la primera adolescencia. Por debajo de una historia muy “tradicional”, una búsqueda por parte de una «heroina» que no quiere serlo, si algo ofrece a toneladas la novela es imaginación y maravillas: ojos arrancados a una persona que pueden ser utilizados por otra para obtener una visión diferente, la búsqueda de un nuevo color primario, animales mecánicos dotados de habla, un reloj que manipula el tiempo ―aunque todavía no funcione a la perfección―, increíbles guardianes de puertas, frascos de las preocupaciones..., Y aunque es evidente que algunas situaciones y misterios son resueltos con aparente excesiva facilidad o sencillez, rehuyendo mayores complicaciones, también hay que tener en cuenta la edad de su público objetivo.

La edición de Nocturna viene además embellecida por las más que adecuadas ilustraciones de Cris de Cos-Estrada intercaladas en ciertas páginas, dándole al libro un cierto aire clásico como de otra época. A pesar de ser la primera entrega de una anunciada trilogía, lo cierto es que la novela es plenamente auto conclusiva, con un final cerrado muy satisfactorio que da totalmente por finiquitada esta aventura en concreto, aunque evidentemente deja el campo abonado para las continuaciones, de las que ya publicada en inglés la siguiente, The Celestial Globe, y a punto de hacerlo la tercera, The Jewel of the Kalderash.


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