Charles Stross.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Compartiendo universo y algunos personajes con Cielo de singularidad, Amanecer de hierro es una frenética carrera contrarreloj de creciente intensidad. Un intenso space opera donde una amenaza que involucra a varios sistemas solares pondrá en jaque el futuro devenir de, quizá, todo el universo. Charles Stross propone una aventura de carácter épico y de proporciones descomunales, pero tiene el acierto de cargarla sobre los hombros de personajes que, a pesar de la distancia temporal y tecnológica, que los separan del lector, se hacen de alguna forma cercanos.
El autor maneja con facilidad la acción, dosificando con acierto los momentos de tensión con algunos de distensión, pero sin dejar decaer en ningún momento el ritmo, una cuenta atrás para evitar el desastre y salvar millones de vidas: Cuando una estrella G2 explota arrasando un mundo llamado Moscú y generando una onda de choque que engulle cuanto planeta, estación espacial, satélite o nave encuentra a su paso, Miércoles, una adolescente que está de vuelta de todo, evacuada de la última colonia moscovita, Nueva Terranova, es la única persona que podría demostrar que la explosión quizá no sea achacable a los sospechosos previsibles. Un desagradable incidente diplomático hace pensar en los vecinos del sistema de Nueva Dresde como los culpables más evidentes, pero quizá la evidencia se equivoque. La vida de Miércoles pronto se verá inmersa en un infierno de persecuciones, trampas e intentos de asesinato que la llevarán a un estado de paranoia en el que no sabrá a ciencia cierta de quienes puede fiarse. Por otra parte, a Rachel Mansour, agente de los intereses de la Vieja Tierra y a quien el lector ya conociera en Cielo de singularidad, recibirá el encargo de descubrir la verdadera autoría de la masacre planetaria y de evitar que la tragedia se repita, tratando de abortar la desmesurada venganza de los moscovitas supervivientes.
Navegando hábilmente entre el mundo de la diplomacia, de los espías, de los investigadores-reporteros, de los soldados y de los poderes ocultos, Stross va creando una narración fuertemente evocadora, no exenta de ciertas pinceladas “hard”, en la que el futuro que va mostrando se desvela, poco a poco pero sin escatimar detalles, en toda su riqueza y atractivo. Es un futuro fascinante, de profundos contrastes, pleno de matices y de pequeñas pistas que luego se revelarán imprescindibles para la comprensión final de lo narrado. Stross no deja nada al azar y el resultado, una vez que todas las piezas encajan en su sitio, es plenamente satisfactorio.
Así, el fin último de la novela es la resolución de un misterio, el descubrimiento de la mano que se encuentra tras la destrucción de Moscú y de los intereses que gobiernan sus actos para crear una mayor destrucción todavía. Pero Stross no se pierde en la investigación, sino que a las pìstas y revelaciones continuas une un ritmo endiablado, sin dar tregua a la acción, sin que decaiga el interés y consiguiendo atrapar la atención del lector de principio a fin.
En Amanecer de hierro el lector se encuentra con un space opera ágil y ameno, que trasciende la mera definición de aventura espacial en la que podría encuadrarse para entrar en los caminos de la novela negra y las historias bélicas. Ideal para quien no busque trascendencia, sino pura y simple diversión y entretenimiento.
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