M. John Harrison.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Bibliópolis. Col. Bibliópolis Fantástica # 57. Madrid, 2007. Título original: Nova Swing. Traducción: Manuel de los Reyes. 221 páginas.
He de confesar que Luz, la novela de la que supuestamente Nova Swing es secuela, a pesar de gustarme en general, no me dejó el suficiente buen recuerdo como para lanzarme de inmediato nada más publicarse a la lectura de su “continuación”; aquella me entretuvo, pero no consiguió despertar especialmente mi emoción mientras la leía. Por ello, dudé bastante antes de decidirme a comprar Nova Swing, pero lo hice, y fue un acierto.
Es esta una secuela bastante sui generis, más de temática y situación que de cualquier otro componente de la narración (personajes, historia…), donde lo que ambas comparten (y lo que de verdad sirve de “excusa” argumental para la trama de las dos) es el Canal Kefahuchi y las maravillas (y pesadillas) que crecen a su vera. En la zona prohibida de Saudade, donde antaño cayera un trozo del Canal, las leyes físicas se han visto modificadas y retorcidas; y quienes se atreven a entrar en su interior saben que la locura y lo extraño acecha a cada paso, pero que si son valientes la recompensa con la que salgan de allí puede ser inmensa: organismos, tecnologías o artefactos (o una mezcla de todos ellos) de factura inexplicable y por las que algunos están dispuestas a pagar cantidades exorbitantes de dinero. Harrison nos presenta un futuro casi utópico, donde cada cual puede ser cualquier cosa que desee, comprarse un nuevo cuerpo, cambiar de identidad…, pero donde también, sin embargo, existen muchas personas insatisfechas, marginados, justo al borde de la sociedad, sobreviviendo a duras penas con su identidad intacta.
Y es en esas aguas donde se mueve Vic Serotonina, un guía y traficante de la zona prohibida, que provocará sin apenas darse cuenta una encarnizada lucha entre la policía y ciertos elementos de los bajos fondos de la ciudad. Nova Swing es una novela coral, donde la acción cambia continuamente de protagonista, donde hasta los supuestamente secundarios tienen su momento estelar, sumergiendo al lector en un sugerente, y algo demente, paseo por la desenfocada realidad de Saudade, donde aparentemente todo y todos están a la venta. O tal vez no.
Con reminiscencias a la novela Picnic junto al camino —Stalker— (homenaje incluido con una cita al abrirse el libro), con esa zona dónde todo es ilógico y posible, donde es tan fácil perderse como encontrar algo de incalculable valor, donde el tiempo trascurre de forma diferente y los ángulos poseen curvaturas inesperadas… Harrison propone un escenario fascinante, pero donde lo verdaderamente importante son los personajes, su evolución, su caída. Toda la trama está supeditada a ellos y lo fascinante son las extrañas relaciones, muchas veces auténticamente morbosas, que se establecen entre ellos; los tira y afloja que se producen entre las diferentes personalidades y objetivos contrapuestos.
En un mundo donde cualquiera puede ser lo que quiera, el autor nos presenta a una serie de auténticos perdedores (aunque algunos no lo aparenten o sean conscientes de ello siquiera), gentes que persiguen sus sueños contra toda esperanza, sabiendo perfectamente que todo está en su contra, pero perseverando en el empeño a pesar de que saben que nunca han tenido suerte o que si en algún momento la tuvieran ahora es tan sólo un bonito y amargo recuerdo de un pasado que difícilmente ha de volver.
Con una escritura terriblemente evocadora, el autor juega a provocar sensaciones en el lector, buscando en todo momento la implicación emocional, el tocar la fibra de los sentidos a través de una música que casi se puede escuchar subiendo desde sus páginas. Harrison ofrece un puzzle incompleto, al que le faltan piezas que el lector debe imaginar o inventar si quiere descubrir la imagen completa. Es por ello que Nova Swing no es una lectura fácil; exige una implicación, una atención a los pequeños detalles que hace recomendable su lectura en momentos de tranquilidad, cuando se pueda meter uno a fondo en la trama sin perder el hilo por distracciones ajenas. No es una novela “redonda”, precisamente porque deja muchas cosas en el aire, pero sin duda eso es parte del juego de Harrison, el no dar todo mascado, todo explicado al lector, sino que éste tenga que deducir a dónde quería llegar el autor o, tal vez y como sucede en la zona prohibida de Saudade, descubrir un nuevo camino que ni siquiera estaba allí al principio. En todo caso el viaje habrá merecido la pena.
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