lunes, 12 de enero de 2009

Reseña: Los hombres que no amaban a las mujeres

Los hombres que no amaban a las mujeres. Millennium I.

Stieg Larsson.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Destino. Col. Áncora y Delfín vol. 1124. Barcelona, 2008. Título original: Män som hatar kvinnor. Millennium I. Traducción: Martin Lexell y Juan José Ortega Román. 665 páginas.

Convertida en un éxito de ventas gracias al boca a boca y a la historia trágica de su autor, quien murió antes de ver publicada ninguna de las tres entregas de las que se compone esta serie de Millennium, cabe preguntarse: ¿Es Los hombres que no amaban a las mujeres la novela destinada a renovar y dar un giro radical al género negro, como ya se ha podido leer por ahí? Mi respuesta es que no. Pero, ¿se trata de un libro magnífico? Rotundamente sí.

Estilísticamente, Los hombres que no amaban a las mujeres, no es que sea gran cosa; su prosa es directa como un disparo entre ceja y ceja, sin apenas recursos literarias, con un lenguaje básico e incluso plano, sin bellas metáforas, sin grandes imágenes, con una narración totalmente pegada a la historia, casi desnuda, sin distracciones. Pero es ese un estilo que se adapta perfectamente a lo que se está narrando, dando importancia a la trama muy por encima de la prosa. Y la trama (las tramas, más bien) es realmente interesante, atrapa la atención y no la suelta hasta la última página. Es verdad que la cosa empieza un tanto titubeante, indecisa; le cuesta entrar en materia, llegando incluso a asustar al lector con algunas lecciones de economía a la sueca que pueden llevar a engaño sobre cuál va a ser el contenido del libro. Pero pronto, antes de que surjan demasiadas dudas, la trama se impone, se presentan los personajes y la investigación que debe llevarse a cabo. Y a partir de entonces la historia se embarca en un crescendo de interés, incluidos un par de buenos sobresaltos, que no cesará hasta su final.

Larsson presenta varias historias paralelas, entre las cuales la principal será la de la investigación de la misteriosa desaparición de la joven Harriet Vanger en una isla propiedad de su familia y que 36 años después sigue sin respuesta. Alrededor de esta investigación se irán entretejiendo las historias de los dos protagonistas principales: Mikael Blomkvist, un maduro periodista de temas económicos y copropietario de la revista Millennium que da título a la trilogía, firme defensor de la legalidad y poseedor de firmes convicciones morales (y que se aleja radicalmente de la imagen del investigador-detective típico y tópico de la novela negra); y Lisbeth Salander, una especie de poco común investigadora privada de 24 años, tatuada y con piercings, inadaptada socialmente, terriblemente individualista, bastante amoral y que gusta hacer “justicia” por su cuenta y según sus propios valores. La intersección de ambas historias con la principal hace de Los hombres que no amaban a las mujeres una novela muy completa y satisfactoria.

Y es que una de las más importantes virtudes del volumen es la de sorprender al lector sin hacerle trampas por el camino. Larsson va entregando las piezas del puzzle conforme los propios protagonistas las van conociendo, sin guardarse cartas en la manga, sin hurtar datos necesarios para la resolución del misterio, pero plasmándolo de tal manera que hace que se cambie continuamente de posible sospechoso conforme los distintos personajes van entrando en escena. No se puede descartar a nadie, ni se ve venir desde cientos de páginas antes la posible solución. Y hay muchos personajes, eso es cierto, pero el autor demuestra la suficiente pericia como para no hacer a nadie perderse entre todos ellos (y eso que muchos de los nombres, al ser suecos, resultan cuanto menos algo difíciles).

Dentro de la acaudalada familia Vanger, que Blomkvist tendrá que investigar como tapadera para su verdadera búsqueda, hay muchos miembros, acarreando cada cual sus secretos y sus miserias. Personajes secundarios que son apenas esbozados en dos pinceladas, justo lo necesario para sustentar sus papeles. Entran y salen, interpretan sus líneas y abandonan la historia. Algo parecido sucede con los lugares por donde se mueven todos ellos, simples esbozos, apenas decorados pintados al aire tras ellos, esquemáticos y poco descritos, tan solo sitios donde situar la acción pero que no llegan a influir en la misma No hay concesiones a “embellecer” el texto, salvo que sea auténticamente necesario para la propia trama.

Una trama por momentos muy cruda, de gran dureza sobre todo en ciertos pasajes dedicados al entorno de la disfuncional investigadora Lisbeth Salander. Una trama que mezcla hábil e inteligentemente muchos elementos para lograr un producto bastante satisfactorio, con buenas dosis de misterio, de secretos ocultos y de gentes que no quieren que los mismos salgan a la luz, de riqueza, política y corrupción, economía de altas finanzas, traiciones, enfrentamientos familiares, envidias, asesinatos sin resolver, ambiciones desmedidas, las justas dosis (parece obligado) de sexo y perversiones sexuales y de algo que parece amor. Es de destacar, por cuanto resulta un tanto aterradora, la imagen que da el autor de la situación de la mujer en Suecia en vista de las estadísticas que va ofreciendo en la entradilla de cada parte del libro, y de los descubrimientos que irá desenterrando laboriosamente Mikael Blomkvist, llegando a poner en peligro incluso su vida.

Como bien descubrirán por las duras, patear un hormiguero puede traer consecuencias inesperadas e indeseadas. Pero dejar en el olvido la memoria tampoco es precisamente la solución. ¿Es mejor el conocimiento, por muy duro que sea, o el velo y el silencio de la ignorancia? La apuesta del autor es clara, pero el lector deberá leer el libro para descubrirla. Desde luego no será tiempo perdido.

Como nota final, decir que resulta también muy interesante, aunque en principio sorprenda y pueda llamar a equívoco antes de la lectura de la novela, la elección del título, que se entiende perfectamente al término de la misma. Sí se puede afirmar que Larsson ama a sus personajes femeninos, tratándolos en la mayoría de las ocasiones mucho mejor que a los masculinos, con una dulzura y una dedicación especial. A la espera de la publicación del tercer volumen, habrá que comprobar si La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina mantiene el nivel; con que sea similar, el disfrute está garantizado.



1 comentario:

Anónimo dijo...

La segunda tiene 700 paginas mas entretenidas que esta, y 50 para quemar.