Félix J. Palma.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Algaida. Sevilla, 2008. 623 páginas.
“Novela” ganadora con pleno merecimiento del XL Premio de Novela Ateneo de Sevilla, nos encontramos en realidad al abrir este volumen con la unión de tres novelas cortas que comparten una unidad temática: el viaje en el tiempo; una unidad temporal: el Londres victoriano de 1896; y lo que podríamos llamar una sorprendente unidad de “protagonista” en la recurrente aparición en el texto (en persona o a través de sus obras) del escritor H.G. Wells. A través de un narrador omnisciente que no duda a veces en interpelar directamente al lector, Palma va a desgranar una historia con diversos hilos de los que no hay que perder detalle, pues hechos o personajes que aparentemente no tienen mayor importancia en un momento dado, pueden volver a aparecer después convirtiéndose en centro de la acción.
Con una prosa muy depurada, elaborada, agradablemente bien escrita, pero alejada de amaneramientos ni excesivos recargamientos, utiliza todos los recursos de la novela folletinesca para, jugando con el lector pero nunca engañándolo, dar diversas vueltas de tuerca sobre el tema principal: la posibilidad del viaje en el tiempo; ofreciendo en las tres partes del texto tres formas distintas de contemplar su posible realización: la científica, la mágica y la de la, llamémoslo, ficción especulativa (o ciencia ficción propiamente dicha), consiguiendo sorprender en las tres facetas por igual a un lector que no puede dar nada por hecho ni por contado. El autor, ese narrador omnisciente del que hablaba antes, no se priva de guardarse en la manga ciertas revelaciones y golpes de efecto que cambian la percepción de las cosas, al tiempo que hacen mucho más interesante la narración.
Palma, en este ejercicio metaliterario en el que se encuentra embarcado dentro de El mapa del tiempo, utiliza de forma magistral la síntesis de personajes históricos y de ficción del siglo XIX (el propio H.G. Wells, pero también Jules Verne, Bram Stoker, Henry James, Jack el Destripador, Marie Kelly, Joseph Merrick más conocido como el Hombre Elefante, o el Hombre Invisible y la máquina del tiempo del mismo Wells) para ofrecer una narración que aúna multitud de géneros de forma magistral (aventuras históricas, serie negra o policiaca, romántica, fantasía y especulación, misterio, suspense, incluso algún ramalazo pseudo steampunk…) consiguiendo una amalgama en la que lo más importante. la historia en sí, atrapa la atención para no dejar al lector soltar sus páginas hasta haber completado la lectura. Demuestra, además, el autor un gran esfuerzo de documentación en la recreación de ese Londres victoriano, que tantas veces se convierte en un protagonista más de la historia, sumergiendo la acción en esas calles que tantas veces han sido retratadas por los escritores de la época (por ahí está la huella de Poe o de Conan Doyle, sin duda) y que Palma reconstruye con inusitada eficiencia para conseguir que sea algo más que un simple decorado, sino que cobra una vital importancia en el transcurso de la trama, trayendo a la memoria aquellas lecturas de antaño de tantos clásicos que nos hicieron disfrutar del descubrimiento de la existencia de otros mundos alrededor del nuestro.
Es, sin duda, esta novela un magnífico homenaje a aquellos escritores, padres de la moderna ciencia ficción, que abrían nuevos cursos a la Literatura y que asombraban al mundo con sugestivas posibilidades (¿imposibles ya hoy?) en un mundo que descubría fascinado las maravillas que la ciencia ponía a sus pies en un momento en que parecía que todo se podía conseguir y que el velo de la ignorancia iba a caer pisoteado para siempre, y el hombre de la calle ponía su fe en el aparentemente imparable progreso y en todos los increíbles descubrimientos que habrían de llegar. Cuando el viaje en el tiempo o a la Luna parecían a la vuelta de la esquina y la Tierra estaba dejando de tener rincones desconocidos y la exploración era la aventura en sí misma. Cuando el sentido de la fascinación todavía no estaba aplastado por el prosaico día a día, cuando no se dejaba que la realidad ahogase las ilusiones y donde la ingenuidad era todavía una cualidad y no un demerito.
El mapa del tiempo es una novela que conjuga a la perfección entretenimiento con calidad literaria, que plantea diversas cuestiones sobre el propio hecho de la escritura como desencadenante de hechos en la vida real (tema especialmente importante en la tercera parte), sobre la posibilidad y la moralidad de cambiar el pasado y de sus consecuencias muchas veces indeseadas, sobre el amor a través del tiempo, si es que eso es posible, o sobre la simple ilusión de trascender el poder de la ciencia. Una gran obra, sin duda, que adolece a veces, quizá, de un exceso de didactismo cuando hace mención a la aparición de un personaje histórico, pero que se le perdona gracias al buen hacer en todo lo demás. Un libro para recomendar y para releer, lo cual me parece, en el mundo literario, dos de los mejores elogios.
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