Kathleen Ann Goonan.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
El jazz como dos o más melodías simultáneas, caóticas, diferentes, pero que a veces se tocan, se unen y forman una música mucho mayor que sus partes individuales, plena de significado.
El tiempo como líneas de existencias paralelas, separadas, diferentes, aunque con puntos en común, donde confluyen y llegan a tocarse, donde se puede influir e incluso intercambiar información e individuos.
Los EE.UU. a punto de entrar en la II Guerra Mundial como respuesta al ataque a Pearl Harbour, y un apasionado del jazz, Sam Dance, un estudiante de física metido a soldado, que precisamente ha perdido a su hermano en el citado ataque, y que recibe de manos de una misteriosa científica los planos para construir una máquina que permitiría conectar las líneas temporales, cambiar el pasado y mejorar el futuro, erradicando las guerras y los enfrentamientos, consiguiendo que la humanidad se dirija hacia un brillante y pacífico destino.
Con unos mimbres a priori muy interesantes para construir un buen relato o novela corta de ciencia ficción “cuántica”, Goonan se ha empeñado en escribir una larga y bastante tediosa novela “histórica” sobre la vida de los protagonistas durante la II Guerra Mundial, la posguerra y los años posteriores hasta llegar a los 70, y en la que tan solo alcanzando ya hacia el final (excepto pequeñísimas filtraciones de otra línea temporal en la nuestra) se destapa el elemento fantástico y se convierte en una historia de viajes en el tiempo y realidades paralelas.
Una historia en que se va a describir hasta el mínimo detalle de las vivencias de los soldados sobre todo en sus tiempos de asueto, aprovechando para hacer un bello panegírico del jazz, de sus intérpretes clásicos que lo llevaron a sus más altas cotas y de sus seguidores, pero que en ningún momento entra a fondo en la descripción y funcionamiento de la máquina misteriosa, que va cambiando de forma aleatoria, autoevolucionando en el tiempo desde una caja anodina pasando por una especie de juego de Jumanji hasta el avión invisible de Wonder Woman (y las referencias son mías, no de la autora, pero es lo que más me venía a la cabeza mientras iba leyendo).
Goonan falla a varios niveles, siendo quizá el más grave el deseo de abarcar demasiado, haciendo que su protagonista principal viaje de forma poco verosímil de un escenario a otro de la contienda, de Europa al Pacífico, internándose incluso en territorio enemigo con excesiva “facilidad” y con una pizca (por lo menos) de falta de credibilidad, más que nada por la falta de explicaciones coherentes al respecto. La narración de la guerra en Europa está intercalada de extractos de un diario, en la novela adjudicado al protagonista, pero cuya autoría en la realidad corresponde al padre de la autora, así que supongo que por ese lado la “documentación” está asegurada.
Desde la dedicatoria hasta la última de las páginas de la novela, ésta se convierte en una especie de gran homenaje a su padre y, a través de su figura y escritos, a los soldados estadounidenses que combatieron en la II Guerra Mundial. Me pregunto entonces el porqué de esa falta de conexión con el lector, de ese desapego con lo narrado. El libro, además, ha recibido los premios John W. Campbell y American Library, y Goonan está cosechando una cada vez más amplia fama… Entonces, ¿qué falla? ¿Es problema del original o de la versión que el lector español ha recibido? Respondiéndome a mí mismo, supongo que la traducción no ayuda precisamente mucho. Cosas como que la cita bíblica «Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad» se haya convertido en el libro en «Paz en la tierra, buena voluntad para los hombres» da ya un pequeño ejemplo de por dónde van los derroteros de lo que el lector se puede encontrar (otro podría ser la sobreabundancia reiterativa y no justificada de pronombres personales, sobre todo al principio de la novela, tan típicos del inglés, pero tan molestos en español), lo que unido a una edición repleta de erratas tipográficas que ya pensábamos desterrada para siempre de La Factoría hace que la lectura sea cualquier cosa menos gratificante.
En tiempos de guerra podría no haber estado mal y quizá lo sabríamos con una versión más cercana al original. Es fácil rastrear en ella buenas ideas e incluso hay momentos brillantes, aunque no son suficientes como para levantar el nivel total de la novela: El alegato pacifista utilizando precisamente el relato bélico, el curioso uso de la teoría cuántica, las paradojas de trastear con el tiempo, el estudio de la teoría del caos a través del jazz, la búsqueda de cierto orden a través del amor y de la familia, el rechazo de cualquier tipo de totalitarismo, la aceptación de aquellos que son diferentes, la denuncia contra la discriminación y el racismo, la lucha contra el destino y su carácter aparentemente inexorable… Como decía al principio, los mimbres eran sin duda interesantes y de calidad, pero el producto final falla y deja que desear, creando en el lector un persistente sentimiento de insatisfacción. Podría haber dado para mucho más.
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