Los juegos del hambre 2.
Suzanne Collins.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Molino. Barcelona, 2010. Titulo original: Catching Fire. Traducción: Pilar Ramírez Tello. 487 páginas.
Si todavía no se ha leído la anterior Los juegos del hambre, es importante proceder a su lectura antes de hacer lo propio con esta reseña que, además, podría desvelar datos de esa primera entrega. Y es que En llamas se inicia poco después de que finalizara la anterior, con Katniss y Peeta instalados todo lo confortablemente que se permiten a si mismos en sus mansiones de vencedores apartados de la extrema pobreza del Distrito 12. Ellos han accedido a una vida superior que realmente no pueden disfrutar porque las cosas a su alrededor están cada vez peor.
Han vuelto a casa victoriosos, sí, y han conseguido conservar la vida ambos gracias a su triquiñuela. Pero Katniss pronto va a descubrir que los focos no se han alejado de ella y que su futuro no se presenta precisamente halagüeño. Por un lado recibirá la visita del presidente Snow, que siente que la joven se ha burlado del gobierno y que la amenaza con hacer desaparecer a todos sus seres queridos si no muestra su sumisión a Capitolio, demostrando que su historia con Peeta se trata de «amor verdadero» y no una rebelión contra el régimen establecido; y por otro deberá prepararse para el “Tour de la Victoria” que les va a llevará a recorrer el resto de distritos y los convertirá en auténticos personajes públicos.
El libro se divide en tres partes totalmente diferenciadas: el propio viaje por los distritos, donde Katniss y Peeta serán testigos de la brutalidad del gobierno y descubrirán un soterrado sentimiento de rebelión entre sus conciudadanos, incluyendo algunos conatos de disturbio violentamente cortados de raíz; los preparativos, entrevistas y entrenamientos para la celebración de los 75ª Juegos del Hambre, el tercer Vasallaje de las Veinticinco, por los que se pasa de forma más breve que en la anterior; y una nueva versión de los juegos propiamente dichos, con muchas sorpresas y donde en esta ocasión más parece que en vez de matarse entre los participantes es el entorno de la Arena el que está encargado de acabar con ellos.
En llamas arrastra muchos de los problemas inherentes asociados de ser el segundo volumen de una trilogía. Habitualmente el primer libro sirve para presentar el mundo y los personajes, para establecer las bases sobre las que se va a mover la acción. El tercero se suele reservar para la resolución, el gran y espectacular final. El segundo, el de “en medio”, sirve como transito entre los otros dos, para hacer avanzar la trama y dejar colocadas las «piezas» de cara al gran final, sin por otro lado renunciar a su propia integridad como una historia completa. Es muy fácil que una segunda parte no alcance las cotas de la primera, pero Collins ha conseguido un libro muy digno, con un ritmo más pausado posiblemente, pero lleno de emoción, con un difícil equilibrio entre acción, violencia, romance, revelaciones, heroísmo, horror, desesperanza, reflexión y mucha humanidad.
Al final del libro anterior, quedaba en el lector la sensación de que en el que nos ocupa la atención iba a recaer mayoritariamente sobre el triángulo Katniss-Peeta-Gale, pero nada más lejos de la realidad. De hecho el lector se encuentra con una protagonista que parece estar evitando el tema, sin decidirse y soslayando de alguna manera a ambos, sin hablar de sus sentimientos. Gale prácticamente no aparece y es solo a través de las palabras de Katniss sobre los encuentros que ha tenido con él, nunca tomando voz directamente, lo que hace al lector distanciarse bastante del personaje, que parece rendirse ante los sentimientos sin duda ambiguos de la joven. Es tan solo cuando ella siente que va a perderlos ambos cuando los deja aflorar y se cuestiona sus reacciones. Katniss se presenta en esta novela mucho más madura en ciertas parcelas, pero no en la sentimental, donde la indecisión la atenaza y la obliga a pegar unos bandazos que desconciertan a sus pretendientes. La mirada que lanza sobre el mundo que la rodea es mucho más analítica, más realista, reaccionando ante el horror gubernamental pero sin saber muy bien cómo. Sin embargo en asuntos del corazón se encuentra paralizada, sin poder elegir, como una adolescente normal y corriente que ve en peligro a sus seres queridos dependiendo de sus decisiones.
El malestar que ya existía en los distritos obtiene un punto focal como consecuencia de la victoria conjunta de Katniss y Peeta en los juegos. Se han convertido en un símbolo, sobre todo ella con su «sinsajo», y se van a encontrar en el centro de unos hechos que no han provocado conscientemente, que de hecho han intentado evitar y que sin embargo les van a arrastrar contra su propia voluntad de forma imparable. Hay en En llamas una mayor profundidad política, un mayor análisis de la situación, una toma de postura ante las injusticias del gobierno totalitario sobre los distritos, ante la justificación de una rebelión violenta, de la lucha contra la opresión; pero se encuentra sumergido justo bajo la superficie de la acción sin convertirse en “protagonista”, de forma que en ningún momento se hace estridente, demagógico o aleccionador.
Katniss ha tenido que madurar a marchas forzadas, pero en el momento definitivo, cuando se le pide una reacción parece quedarse cortada, indecisa, y son otros los que tienen que sacarle las castañas del fuego. En ese sentido parece ir a remolque durante gran parte del libro, dependiendo en exceso de las personas que la rodean, evitando tomar decisiones que puedan llevar a consecuencias terribles, tratando de nadar y guardar la ropa en un mundo que le pide que elija bando, que de la cara y que ponga sobre sus hombros el manto del liderazgo, ya que se ha convertido en un símbolo para muchas personas. En todo momento intenta evitar el enfrentamiento; sigue siendo la chica fuerte y decidida de la primera novela, pero en esta ocasión se encuentra muy confusa sobre todo lo que la rodea, tanto en el plano sentimental como en los pasos a seguir en lo político. Sabe que va a hacer cualquier cosa para mantener con vida y a salvo a sus seres queridos, pero no sabe cuál es el camino para hacerlo, si plegarse a los deseos de Capitolio o abrazar la rebelión. Una difícil decisión en todo caso, entre sus seres queridos y el resto de habitantes de Panem.
Además, en esta ocasión, al verse libre de la necesidad de establecer las bases del mundo en que se desarrolla la trama, la autora puede profundizar más en la personalidad de sus protagonistas, y uno de los que aparece bajo una nueva luz es Haymitch, al que el lector irá conociendo un poco mejor, llegando a comprender cómo y porqué ha llegado a ser el borracho algo iracundo que es. La vida que ha llevado desde que ganara los Juegos sale a relucir y borra ciertas sombras que arrastraba en su personalidad, ganando una profundidad que se agradece. También en la relación que se establece con los estilistas y modistos que Capitolio pone a su disposición de los jóvenes, viendo todo desde una óptica radicalmente diferente, aprovecha Collins para mostrar los desequilibrios entre unos y otros, haciendo incapíe sobre el despilfarro de los capitolinos que ―muy a la romana― vomitan la comida para seguir pudiendo disfrutar de más manjares mientras el hambre es una constante en los distritos. Se muestra además mucho más descarnadamente la violencia ejercida sobre los ciudadanos, la represión se hace terriblemente evidente, deshumanizadora, irracional, cuando le toca de cerca a los protagonistas, a sus familiares y amigos, a sus conocidos y vecinos.
Collins consigue mantener el ritmo y la tensión a pesar de que inicialemente se antoja que la decisión de ofrecer unos nuevos juegos pudiera ser algo anticlimática o repetitiva. Por suerte, el nuevo paso por Capitolio es bastante breve y la arena de los juegos lo suficientemente diferente de lo ya visto como para mantener un interés álgido y no perder la atención del lector. El hecho de que esta vez parezca que se tiene que luchar más contra la propia arena que contra los otros tributos implica también un cambio que lleva a estar preguntándose en todo momento qué es lo que vendrá a continuación, llevando implícito el mensaje de que siempre es mejor la colaboración que el individualismo. La sorpresa de descubrir el mundo en que se desarrolla la trama ha desaparecido, así que lo importante es conocer más en una narración llena de giros interesantes. De cierta forma, el nivel de emoción se traslada de un plano físico a algo más psicológico, profundizando en la mente de Katniss, en sus sentimientos, sus conflictos internos ―e indecisiones―, sobre todo en la primera parte, y en las reacciones que tiene ante lo que está viviendo en la segunda, donde se encuentra la mayoría de la acción de la novela.
En llamas muy posiblemente no adquiere la misma dimensión y originalidad de su predecesora, pero es una muy digna y emocionante continuación ―sobre todo, como decía, para tratarse de un segundo volumen de tránsito hacia el tercero―. Hay un crecimiento en ella, un paso adelante hacia la resolución de la explosiva situación en Panem, una toma de postura que, cerrada la narración con ese no por esperado menos impactante clifhanger, abre el paso a la tercera y última novela, que se publicará en verano en inglés y que esperemos no se demore demasiado en obtener su correspondiente edición en nuestro país.
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Reseña de otras obras de la autora:
Sinsajo. Los juegos del hambre 3.
3 comentarios:
¡Excelente reseña!
Muy completa, ordenada y minuciosa.
Eres capaz de decir con palabras muchas de las cosas que yo (y supongo que los demás también) sentí al leer este libro, pero que no fui capaz de expresar.
¡Un saludo!
Muchas gracias por tu comentario. Has conseguido que salgan los colores ;-)
A ver si también coincidimos con el tercero, que ya le tengo ganas.
Saludos
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