El crisantemo y la espada.
Ruth Benedict.
Reseña de: Amandil.
Alianza Editorial. Col. Antropología. Madrid, 1974-2010. Título original: The Chrysanthemum and the Sword: Patterns of Japanese Culture. Traducción: Javier Alfaya. 310 páginas.
En 1944 la "United States Office of War Information"solicitó a la antropóloga Ruth Benedict que elaborase un informe sobre la cultura japonesa con el propósito de comprender mejor al enemigo y de ese modo poder facilitar su derrota. Debido a las limitaciones propias de la guerra, el trabajo de campo debió quedar circunscrito al estudio de la producción literaria japonesa, sus películas, periódicos, datos económicos y a un elevado número de entrevistas que Benedict sostuvo con americanos de origen japonés prisioneros de guerra y personal diplomático occidental destinado en Japón antes de 1941. Este estudio "a distancia" siempre quedó como una de las grandezas y debilidades de la obra de la antropóloga, concentrando en las limitaciones de este modelo la mayor parte de las críticas y alabanzas.
El crisantemo y la espada, vio la luz en 1946, ya acabada la guerra, y se convirtió rápidamente en el libro de referencia sobre cultura japonesa tanto en el ámbito de los estudios antropológicos como en los históricos. A la claridad expositiva de Benedict se unió una profundidad de conocimientos que permitieron a varias generaciones de estudiosos reinterpretar la mayor parte de los escasos trabajos que habían centrado su atención en Japón, su Historia y su cultura durante el siglo XIX y la primera mitad del XX.
La autora basó su interpretación antropológica en tres aspectos cruciales y completamente desconocidos de la cultura japonesa, al menos en esos extremos, en el ámbito occidental: La visión radicalmente jerárquica de todos los aspectos de la vida, la llamada "cultura de la vergüenza" (en contraposición a nuestra "cultura de la culpa") y el omnipresente peso del honor en la vida cotidiana.
A partir de ellos comienza a desgranar la estructura social japonesa en función de la relación del individuo consigo mismo, su familia, su trabajo, la sociedad y el Emperador. Para facilitar la comprensión, acude en bastantes ocasiones a ejemplos concretos de comportamiento tanto reales (anécdotas) como extraídos de las producciones literarias o cinematográficas.
La visión jerárquica. Ruth Benedict señala desde las primera páginas del libro que el motivo por el cual Japón participó en la Segunda Guerra Mundial no respondió a un impulso ideológico sino que fue una respuesta militar a la búsqueda del lugar en el concierto de las naciones que, a juicio de sus dirigentes, se le negaba a Japón por otros medios. Esta visión jerárquica del mundo (organización clara y rotunda en la que los poderosos estén en la cúspide) era una sencilla extrapolación del modo en que los japoneses percibían su propia organización social a todos los niveles. En una frase sencilla se podría decir que para ellos "cada cosa debe estar en su sitio" y saltarse ese orden (aunque sea con buena intención o por una causa justificada) debe ser evitado a toda costa y sancionado si se da el caso.
La cultura de la vergüenza. Esta aportación al discurso antropológico por parte de Benedict ha supuesto, desde su origen en 1946 hasta nuestros días, uno de los debates más enconados entre sus partidarios y sus detractores. En resumen la idea consiste en señalar que las sociedades basadas en la vergüenza priorizan el control sobre sus habitantes en la capacidad de inculcar a los niños, y luego a los adultos, el temor a la vergüenza y, por extensión, al ostracismo derivado de ella. Su contraposición sería la "cultura de la culpa" en la que el medio de control se basaría en el concepto de "culpa" asociado a unos determinados comportamientos concretos que la sociedad rechaza y aborrece y sobre los que se actúa por medio de castigos en caso de ser descubiertos. Japón sería, en el momento del estudio, un caso extremo de "cultura de la vergüenza" y eso explicaría comportamientos como la resistencia de los soldados nipones a rendirse en la guerra.
El peso del honor. La piedra angular de la sociedad japonesa (y que sitúa en su justa medida los dos pilares ya citados) se conforma en relación al original sentido del honor que impregna por completo la concepción que tiene Japón de la realidad. En líneas generales la autora sostiene que el japonés se encuentra sometido a una constante presión estructural que sitúa en la cúspide de su existencia la "deuda" de honor ("on") que se contrae con los padres y ancestros ("oya on"), con los maestros ("shi no on"), con los jefes o amos ("nushi on") y, en última instancia, con el Emperador ("ko on"). Esta deuda se recibe de modo pasivo (al nacer o al obtener un trabajo, por ejemplo) sin posibilidad de elegir contraerla o no, y se convierte en referencia de comportamiento durante toda la vida. Ir en contra de alguna de esas deudas (no mostrar devoción por los padres, no ser respetuoso con los maestros, no obedecer los dictados del Emperador o de sus representantes) supone caer bajo el oprobio de la vergüenza y el estigma social.
Estas "deudas contraída pasivamente" han de ser devueltas y pagadas de modo activo y consciente, dividiéndose el tipo de deudas en dos grupos:
¿Sigue siendo El crisantemo y la espada una obra referente sobre la sociedad japonesa sesenta años después de su composición? Para un elevado número de antropólogos los métodos empleados no permitieron obtener un verdadero reflejo del objeto de estudio, siendo el resultado del trabajo de Benedict ampliamente superado, matizado y mejorado en todos sus aspectos. Sin embargo, se sigue considerando una buena base a la hora de comprender las estructuras profundas que han conformado la cultura japonesa hasta mediados del siglo XX. Asimismo, se sigue recomendando como una obra "iniciatica" en lo referido a Japón ya que, en pocas páginas y de un modo ameno, explica una gran cantidad de factores que siguen teniendo sus reflejos en la sociedad japonesa actual (desde la aparente falta de inhibición sexual hasta las elevadas tasas de suicidios, por poner dos ejemplos).
Así que, si quiere conocer mejor Japón y su cultura y no sabe por dónde empezar, la lectura de esta obra puede ser una muy buena manera de entender mejor el país del Sol naciente. Altamente recomendable.
A partir de ellos comienza a desgranar la estructura social japonesa en función de la relación del individuo consigo mismo, su familia, su trabajo, la sociedad y el Emperador. Para facilitar la comprensión, acude en bastantes ocasiones a ejemplos concretos de comportamiento tanto reales (anécdotas) como extraídos de las producciones literarias o cinematográficas.
La visión jerárquica. Ruth Benedict señala desde las primera páginas del libro que el motivo por el cual Japón participó en la Segunda Guerra Mundial no respondió a un impulso ideológico sino que fue una respuesta militar a la búsqueda del lugar en el concierto de las naciones que, a juicio de sus dirigentes, se le negaba a Japón por otros medios. Esta visión jerárquica del mundo (organización clara y rotunda en la que los poderosos estén en la cúspide) era una sencilla extrapolación del modo en que los japoneses percibían su propia organización social a todos los niveles. En una frase sencilla se podría decir que para ellos "cada cosa debe estar en su sitio" y saltarse ese orden (aunque sea con buena intención o por una causa justificada) debe ser evitado a toda costa y sancionado si se da el caso.
La cultura de la vergüenza. Esta aportación al discurso antropológico por parte de Benedict ha supuesto, desde su origen en 1946 hasta nuestros días, uno de los debates más enconados entre sus partidarios y sus detractores. En resumen la idea consiste en señalar que las sociedades basadas en la vergüenza priorizan el control sobre sus habitantes en la capacidad de inculcar a los niños, y luego a los adultos, el temor a la vergüenza y, por extensión, al ostracismo derivado de ella. Su contraposición sería la "cultura de la culpa" en la que el medio de control se basaría en el concepto de "culpa" asociado a unos determinados comportamientos concretos que la sociedad rechaza y aborrece y sobre los que se actúa por medio de castigos en caso de ser descubiertos. Japón sería, en el momento del estudio, un caso extremo de "cultura de la vergüenza" y eso explicaría comportamientos como la resistencia de los soldados nipones a rendirse en la guerra.
El peso del honor. La piedra angular de la sociedad japonesa (y que sitúa en su justa medida los dos pilares ya citados) se conforma en relación al original sentido del honor que impregna por completo la concepción que tiene Japón de la realidad. En líneas generales la autora sostiene que el japonés se encuentra sometido a una constante presión estructural que sitúa en la cúspide de su existencia la "deuda" de honor ("on") que se contrae con los padres y ancestros ("oya on"), con los maestros ("shi no on"), con los jefes o amos ("nushi on") y, en última instancia, con el Emperador ("ko on"). Esta deuda se recibe de modo pasivo (al nacer o al obtener un trabajo, por ejemplo) sin posibilidad de elegir contraerla o no, y se convierte en referencia de comportamiento durante toda la vida. Ir en contra de alguna de esas deudas (no mostrar devoción por los padres, no ser respetuoso con los maestros, no obedecer los dictados del Emperador o de sus representantes) supone caer bajo el oprobio de la vergüenza y el estigma social.
Estas "deudas contraída pasivamente" han de ser devueltas y pagadas de modo activo y consciente, dividiéndose el tipo de deudas en dos grupos:
- El Gimu implica que son deudas que se arrastran durante toda la vida y que no pueden ser nunca pagadas del todo. Incluye el "chu" (deber hacia el Emperador, la ley, el Japón), el "ko" (deber hacia los padres, antepasados y descendientes) y el "nimmu" (deber hacia el trabajo propio).
- El Giri son deudas que deben ser pagadas con equivalencia matemática al favor o deuda recibidos existiendo un límite temporal para llevar a cabo la devolución. Incluye dos tipos, que Ruth Benedict calificó como "Giri hacia el mundo" (los deberes hacia el señor feudal, hacia la familia del cónyuge, hacia personas con las que se han contraído deudas de honor -"on"-) y "Giri hacia el nombre de uno mismo" (deber de limpiar la reputación personal, deber de no admitir el fracaso o la ignorancia, deber de respetar los cánones sociales japoneses).
¿Sigue siendo El crisantemo y la espada una obra referente sobre la sociedad japonesa sesenta años después de su composición? Para un elevado número de antropólogos los métodos empleados no permitieron obtener un verdadero reflejo del objeto de estudio, siendo el resultado del trabajo de Benedict ampliamente superado, matizado y mejorado en todos sus aspectos. Sin embargo, se sigue considerando una buena base a la hora de comprender las estructuras profundas que han conformado la cultura japonesa hasta mediados del siglo XX. Asimismo, se sigue recomendando como una obra "iniciatica" en lo referido a Japón ya que, en pocas páginas y de un modo ameno, explica una gran cantidad de factores que siguen teniendo sus reflejos en la sociedad japonesa actual (desde la aparente falta de inhibición sexual hasta las elevadas tasas de suicidios, por poner dos ejemplos).
Así que, si quiere conocer mejor Japón y su cultura y no sabe por dónde empezar, la lectura de esta obra puede ser una muy buena manera de entender mejor el país del Sol naciente. Altamente recomendable.
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