jueves, 8 de diciembre de 2011

Reseña: Amanecer

Amanecer.

Stephenie Meyer.

Reseña de: Amandil.

Alfaguara. Madrid 2009. Título original: Breaking down. Traducción: José Miguel Pallarés. 825 páginas.

Con el volumen Amanecer se cierra la romántica historia de amor vampírico que ha cautivado a toda una generación de jóvenes ansiosas de conocer el desenlace de la paradójica relación entre Edward Cullen y Bella Swan. Y, como no podía ser de otro modo, Stephenie Meyer se mantiene fiel al  estilo marcado en los tres volúmenes anteriores, convirtiendo la pasión, la lealtad y el amor sin límites en los motores argumentales que arrastran a todos los personajes hasta el ansiado final.

Realmente no hay nada novedoso en ese planteamiento ya que, cualquiera que haya leído con un mínimo interés los libros previos sabe que el final feliz es obligatorio para garantizar el éxito de la saga. Así que, en realidad, el único interés radica en ver como las cosas se embrollan, se tuercen y se llevan al extremo antes de que se solucionen de un modo u otro. ¿Lograrán Edward y Bella casarse? ¿Será Bella convertida en vampiresa? ¿Jake podrá soportar ver a su amor convertido en el monstruo que su naturaleza lobuna le empuja a destruir? ¿Los padres de Bella descubrirán y aceptarán en lo que se ha transformado su hija? ¿Será la protagonista una asesina despiadada hasta que logre controlar su "sed"? ¿Cómo actuarán los Vulturi? ¿Y los vampiros que han jurado vengar a sus compañeros muertos por culpa de Bella? ¿Resolverán Edward y su amada la tensión sexual que les persigue desde su primer beso en el ahora lejano primer libro de la serie?

Amanecer retoma la trama en el punto dónde la dejó Eclipse, el volumen anterior. Jake, el hombre lobo, desmelenado e incapaz de asumir que su amada pretenda convertirse en una vampiresa, pasa a ser un personaje de una mayor importancia al convertirse en narrador de una parte considerable del libro. Y hasta aquí la originalidad estructural de la novela. La trama (¡Ay, la trama!) se centra en tres aspectos: la boda y posterior luna de miel de Edward y Bella, el proceso de la conversión de la protagonista y su embarazo y, por último, la amenaza encarnada por los Vulturi y su club de amigos dispuestos a llevarse por delante a los Cullen con tal de hacerse con Bella.

Estas tres subtramas, vamos a llamarlas así, se producen en un perfecto orden cronológico y sin ningún tipo de sobresalto argumental. La boda viene a ser una pesadilla de flores, colores pastel y brillantina. La luna de miel, un despliegue de lujo y esplendor aderezado con la liviana descripción de la rebuscada y ansiada relación sexual entre Edward y Bella. En algunos momentos de esta parte, el relato pasa a ser un auténtico canto erótico festivo de una mente desatada y anhelante de contar, ¡por fin!, lo que venía  siendo uno de los grandes dilemas que la autora había clavado en la mente de Isabela: cómo es hacerlo con un vampiro que representa la perfección física y psicológica. Hay que decir que, en esta parte, la mayor preocupación que agita la conciencia de los protagonistas es si el picardías de ella es adecuado, si Edward consigue controlar su fuerza física en los orgasmos y quien va a limpiar los estropicios que dejen en la casa paradisíaca.

La trama, llegado cierto punto, hace un quiebro y entra Jake como narrador convirtiéndose en el transmisor, bastante agonías pero igual de socarrón que en los anteriores libros, de los acontecimientos que suceden en torno a Bella. Esta parte es, paradójicamente, la más interesante porque presenta un atractivo tema: el embarazo de una mujer humana por parte de un vampiro y los problemas que ello conlleva. Aquí entra en liza Charlie, el padre de la protagonista, que comienza a sospechar que algo extraño está sucediendo con su hija y los Cullen. A ello se añaden las crecientes tensiones con los hombres lobo de La Push que consideran que si ya es duro tener un pacto de no agresión con unos chupasangre es algo insoportable descubrir el estado de Bella y la aberración que, a su juicio, puede traer al mundo. Y, para terminar de liarla, salen a la luz las profundas tensiones entre Jake y Edward, amenazando con protagonizar una carnicería entre ellos en cualquier momento. Esta parte, por lo tanto, es muy entretenida y queda bastante bien resuelta en su conjunto. La salida que la autora le da a todos los problemas es ingeniosa y satisfactoria. Quizá, el hecho de que para esta parte, el narrador cambie ayuda a que Meyer no emparanoie las cosas con los "dilemas" morales de una adolescente que se infravalora constantemente (sí, hablo de Bella en todos los libros) sino que permite que sea una perspectiva más "bruta" pero bondadosa (la de Jake, quiero decir) la que haga este tránsito.

Por último llega la parte de cierre de la saga que, en cierto modo, viene a ser un fenomenal coitus interruptus en lo referido a la meta trama de los Vulturi, como explicaré un poco más adelante. Asistimos nuevamente a una narración en primera persona de Bella, ya perfectamente restablecida y convertida en vampiresa ¡y qué vampiresa! Me atrevo a decir que la autora se deja llevar por los sentimientos más primarios y los desata en todo lo que son las descripciones de los cambios físicos de Bella: en resumen, que pasa a estar tremendamente maciza, que destaca por sobre todas las demás vampiresas, que lo que estaba caído se levanta, las curvas se pronuncian y se destaca una sexualidad y feminidad. Por supuesto, en paralelo a estos cambios físicos se producen otros en la parte sobrenatural de la nueva existencia de la protagonista. Como ha explicado la autora en los libros ateriores, los vampiros, al ser abrazados pueden desarrollar algún tipo de habilidad extrasensorial o física. Fuerza descomunal, capacidad de leer las mentes de los demás, proyección de dolor físico a distancia o, también, nada de nada. Pues bien, como se veía venir, Bella recibe un don que estaba latente en ella: la inmunidad al poder extrasensorial de los otros vampiros y, junto con ello, una especial capacidad para sobrellevar los aspectos más oscuros de su nueva existencia. En especial el tema de querer chupar la sangre de la gente de manera descontrolada. Así que el temor de la protagonista durante toda la saga (ir por la no-vida viendo a los seres humanos como morcillas con patas esperando ser devoradas) es soslayado de un plumazo y fin al problema moral de ver al eje central de la historia en plan psicokiller.

Pero la parte final, pese a dar mucha importancia a estos asuntillos, gira en realidad en torno a dos cuestiones: la maravillosa y brutalmente perfecta hija de Edward y Bella, Renesme (repito: R-E-N-E-S-M-E) y lo mal que se lo parecen haber tomado los Vulturi el tema de que haya nacido un bebe humano-vampiro. Para aderezar las cosas, Meyer saca a la luz una antigua leyenda de los vampiros (de nuevo el truco de "y ahora fulano cuenta la historia de..." para poder hacer avanzar la trama) en la que explican que en el pasado unos niños vampiros montaron un cisco de mucho cuidado. Debido a aquella mala experiencia, los Vulturi optaron por erradicar a esos seres del mundo y prohibieron que sucediese nuevamente una cosa parecida. Como no podía ser de otro modo se enteran del asuntillo de Bella y deciden irse para Forks a ver qué está pasando y, ya de paso, arrasar con los Cullen. Pero, por fortuna, Edward y su familia no están solos y consiguen un buen puñado de aliados entre otros vampiros de todo tipo y un creciente número de hombres lobo indios. En un momento dado la autora presenta ante el lector dos auténticos ejércitos vampíricos, emplazados en una pradera, frente a frente, preparándose para resolver para siempre la tensión alrededor de Bella y los Vulturi. Todo está listo para que el lector asista a un desenlace épico con un despliegue narrativo acorde a los poderes de los allí presentes. ¡Por fin una gran lucha por la supervivencia! Pues... a la cama con un vasito de leche caliente y a dormir. 

Amanecer cierra una saga realmente entregada al romanticismo juvenil aderezado con el morbo de lo sobrenatural. Escrita desde una perspectiva de una persona que en su juventud debió quedar impresionada y enamorada de la película Entrevista con el vampiro, se asiste en todo momento a los anhelos propios de una quinceañera que todavía no ha abandonado el mundo de Barbie y los príncipes azules pero ya se adentra en lo gótico. Bella representa en muchos aspectos a esas adolescentes que se infravaloran y se creen muy por debajo que las otras chicas de su edad, pero, como en un cuento de hadas, se cruza en su camino un joven perfecto que cae rendido a sus pies y está dispuesto a ser todo lo que ellas desean: amante, amigo, protector, maestro, pareja. Es pues, en definitiva, una nueva visita a Cenicienta pero en cuatro tomos y con vampiros, hombres lobos y sexo. Sí, desde luego, Amanecer y la saga Crepúsculo han estado a la altura de lo que se esperaba de ellos.

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Reseña de las otras obras de la saga Crepúsculo.

Crepúsculo.
Luna Nueva.
Eclipse.

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