La fortaleza del tiempo.
Vicente García.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Dolmen Editorial. Palma de Mallorca, 2015. 512 páginas.
¿De dónde viene la «inspiración» de los escritores? ¿De dónde sacan sus historias? ¿Dónde alimentan su imaginación? ¿Se debe todo a las musas? Quizás…, pero, ¿y si todas las historias literarias fueran tan sólo el reflejo de historias reales que tienen lugar en otros planos, en otros mundos muy parecidos al nuestro? ¿Y si todas las obras consideradas de «ficción» no fueran tales? ¿Y si todos los personajes de las grandes novelas tuvieran su contrapartida real de la que todas sus historias no son sino ecos devaluados? ¿Y si todo ese Multiverso estuviera conectado por una serie de portales que unos cuantos «iniciados» supieran, o pudieran, atravesar para ir de un mundo a otro transmitiendo también de esa forma ciertos arquetipos del imaginario común? Sarah va a descubrir de forma inesperada que vive en un mundo mucho más amplio y complicado de lo que suponía. Vicente García, autor entre otras de la tetralogía zombi Apocalipsis Island, ha escrito para la ocasión una historia de fantasía juvenil de aventuras para todo tipo de públicos, que bebe de muchas fuentes, ofreciendo un relato que hunde sus raíces en los clásicos y los funde sin rubor con referencias de lo más actuales, y que el mismo autor define como «La Historia Interminable se encuentra con Matrix.»
Sarah es una joven londinense cuya máxima preocupación es que la promoción en el trabajo de su madre las ha forzado a mudarse lejos de sus amigos, a un barrio más «elegante» y a un colegio en el que se siente bastante desplazada dentro de su ambiente «pijo». Pero, sin mediar aviso, una tarde empiezan a pasarle cosas de los más extrañas. En una tienda la acusan de haber robado un móvil cuando en realidad es la primera vez que pasa por allí. Una sesión de güija con sus antiguos amigos le depara unos mensajes de lo más turbadores. Y, lo más inquietante, se cruza con una chica que es exactamente igual que ella, que viste su misma ropa, que utiliza su móvil y que, descubrirá más tarde, lleva su mismo anillo. Cuando la joven huye y deja en manos de Sarah su bolso la vida comenzará a tomar tintes de lo más sorprendentes. Y cuando cruce un portal y llegue a la Fortaleza, un nexo entre Realidades fuera del tiempo, sabrá que ya no hay vuelta atrás. Sobre todo por la amenaza de un misterioso Enemigo que podría acabar con la realidad misma —o con algunas de ellas al menos—
Vicente García juega a placer con muchos palos, creando un nuevo universo —Multiverso— que se sustenta básicamente sobre los clásicos, antiguos y actuales, de la cinematografía y la Literatura fantástica y de aventuras escritos, y rodados, hasta el momento. Por sus páginas pasearán personajes que personifican ciertos arquetipos muy reconocibles y que han llegado a nosotros en forma de autores, novelas y películas: el Detective, Sir Lancelot el Caballero, Majere, Anticuario, Tell, el Capitán, Crusoe, Valjean, el Mosquetero, Sawyer, Phileas el Viajero, Turpin, Poe, el indio Piel Verde, Edmund Dantes…, es fácil descubrir la personalidad oculta tras un mero nombre, un apellido o un descriptivo apodo. Todas las historias provienen del Armazón de las Ideas, al que algunos son más receptivas que otros. Todas las narraciones se han vivido en una realidad u otra y algunas personas dotadas las han «recibido» y escrito con más o menos exactitud según su capacidad de percepción. Las referencias a famosos títulos de todas las épocas son continuas, algo que, por un lado, hace el relato más cercano al lector que comparte unos mismos parámetros, pero por otro le sirve al autor como excusa para no profundizar en las descripciones de lugares o personajes —con decir que en un edificio «había pasado de El Señor de los Anillos a la Guerra de las Galaxias en apenas unos segundos» o que un mago bajito «parece un cruce del maestro Yoda de la Guerra de las Galaxias y del maestro Miyagi de Karate Kid» cualquier lector sabe a qué se refiere y se hace una buena imagen sin necesidad de más, pero no porque el autor se haya tomado el trabajo de «crear» el lugar o el personaje, sino por el bagaje que ambos arrastran—, dotándolo a su vez sin embargo de gran agilidad y propiciando en el lector un sentimiento de empatía con la protagonista con la que comparte gustos y afinidades.
Profundizando en ese juego de referencias cruzadas, la Fortaleza a la que llega Sarah, donde se reúne el Consejo, es un nexo entre todas esas Realidades, un lugar fuera de todos los mundos. Allí convergen los muchos tipos de portales reflejados en la Literatura: espejos, armarios, lagos, libros, laberintos, madrigueras de conejo, tornados…, por los que se puede pasar de una Realidad a otra. Y allí la protagonista tendrá que estudiar y entrenarse para una misión de la que nadie parece estar en disposición de contarle nada, ya sea por desconocimiento o por decisión propia. Lo que sí descubrirá es que ella es tan sólo una de las muchas Sarah que han visitado el lugar.
Una terraformadora. Un elemento de gran importancia según avanza la trama. |
Con una prosa sencilla a la par que rápida, efectiva, coloquial y cercana, que hace que se lea con facilidad —algo a lo que contribuye la preciosa edición a la que sólo le fallan los guiones y comillas en los diálogos—, y un enfoque decididamente juvenil abierto a cualquier lector inquieto, la narración presenta un compendio de lo «mejor» del común de las historias de fantasía, tanto para eludir y/o criticar decididamente los tópicos —la recurrente profecía, la figura de la «elegida» o el «salvador», el peligro de las «etiquetas»...— como para caer en ellos de forma intencionada —el aprendizaje, el tutor benévolo, los compañeros que la atormentan, los pasajes secretos, la huida en el último segundo…—, y se encuentra, además, trufada de curiosos paralelismos con nuestro mundo presente, más de actualidad que nunca, como la cuestión de la voluntaria pérdida de libertades y derechos en pos de obtener más seguridad ante un enemigo implacable, la xenofobia ante el que es diferente, las guerras de odio, el miedo a la ciencia —o tecnología— de aquellos que no la comprenden, o un refrescante feminismo —sugerido, que no forzado— inherente a la actitud vital de la protagonista, decidida y valiente, pero también capaz de reconocer sus debilidades, reflexiva en general, pero a la vez impulsiva y sarcástica con aquellos que le «tocan» la moral, independiente y amante de la lectura —algo que siempre tiene su utilidad—.
Una novela que en momentos puntuales «peca» por su carácter introductorio a toda una planeada saga. Hay ciertos pasajes en que la carga explicativa es excesiva, por mucho cuidado que se haya tomado el autor en intentar hacerlo lo más ameno y entretenido posible utilizando todos los formatos informativos a los que ha podido echar mano, desde la simple conversación adoctrinadora de tutor a pupila hasta el socorrido diario personal pasando por el descubrimiento de la bien surtida biblioteca secreta donde la protagonista puede acceder a gran cantidad de libros sobre los temas que más interesan en cada momento. García, consciente de lo titánico de la labor, logrando un difícil equilibrio con la enorme cantidad de datos que la creación de todo el entramado de realidades paralelas requiere, y sin olvidar en momento alguno el objetivo de entretener a su público con aventura e intriga en sugerentes escenarios —como un logrado Londres alternativo—, deja de este modo firmemente asentadas las bases y reglas de su mundo de un modo que promete grandes emociones en el futuro de la serie.
Pues, no podía ser de otra manera, la trama más general queda un tanto sin resolución. Aunque el libro tenga un cierre bastante adecuado a lo planteado a lo largo del mismo, no es en absoluto definitivo, dejando muchas cuestiones para ser resueltas en el futuro, sobre todo en torno a la identidad del Enemigo y sus intenciones, en una segunda entrega que, libre de ciertos «peajes» de la construcción del mundo, desate todo el potencial que se antoja posee el planteamiento.
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