miércoles, 30 de marzo de 2011

Reseña: La sanguijuela de mi niña

La sanguijuela de mi niña.

Christopher Moore.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Factoría DeBolsillo. Madrid, 2011. Título original: Bloodsucking Fiends. Traducción de: Victoria Hornillo Maqueda. 315 páginas.

La vida de Jody Stroud atraviesa un momento complicado; las cosas van regular en el trabajo, de vuelta a casa un misterioso individuo le ataca, le muerde y le obliga a tragar su sangre, se desmaya y despierta debajo de un contenedor con la mano quemada y 100.000 dólares de desconocida procedencia metidos en la blusa, cuando llega a su apartamento descubre que la grúa se ha llevado su coche, discute y rompe con su novio Kurt y, de rebote, se queda sin alojamiento... ¿Algo más podría ir mal? Obviamente, sí. El desconocido asaltante la ha convertido en un vampiro, y ¿cómo va a recuperar su coche o encontrar un nuevo apartamento si para ambas cosas solo abren durante el día y ella no puede exponerse a los rayos del sol? Además, Jody nunca ha creído en los chupasangre, nunca ha hecho mucho caso de libros y películas, así que ¿cómo debe comportarse, cuáles son sus poderes y debilidades, cómo va conseguir sangre fresca y quién va a llevar su ropa a lavar?

C. Thomas Flood (Tommy para sus amigos) es un joven aspirante a escritor que se ha trasladado desde un pueblecito perdido de su Indiana natal a San Francisco para adquirir experiencias y comenzar así su carrera literaria. Nada más llegar a la ciudad, su coche se incendia y termina alojado en Chinatown, compartiendo literas en un cuartucho con cinco chinos entrados ilegalmente en el país con extrañas ideas en la cabeza de cómo obtener la tarjeta de residencia. Tommy está deseoso de vivir aventuras y de descubrir el amor ―y si es en su vertiente física mejor que mejor―, pero por el momento se contenta con haber encontrado trabajo en el turno de noche de un Safeway compartiendo «experiencias» con los Animales ―los encargados de descargar los camiones y reponer las estanterías― como la de jugar a bolos con los pavos congelados.

Cuando los dos se conozcan de forma casual, van a ver el uno en el otro la solución a sus dilemas, así que decidirán alquilar un apartamento juntos. Ambos deben superar un periodo de aprendizaje acelerado sobre sus respectivas situaciones, el vampirismo de ella y el absoluto desconocimiento de las mujeres él. Y como lo mejor siempre ha sido acudir directamente a las fuentes, Tommy indagará sobre la naturaleza femenina en los test de la revista Cosmo y sobre los vampiros leyendo desde las fuentes clásicas a los libros más modernos, y haciéndole pasar diferentes pruebas a Jody para intentar separar el grano de la paja, los poderes auténticos de los que son pura ficción literaria.

Hay que tener muy presente que la novela fue publicada originalmente en el año 1995 y es, pues, bastante anterior a Crepúsculos y demás lánguidos vampiros adolescentes, siendo precisamente las Crónicas Vampíricas de Anne Rice las que estaban abriendo el dique que luego habría de inundar las estanterías de todo el género, y las que van a dar mucho juego en este proceso de aprendizaje.

Moore hace gala de un estilo suelto y fluido, poco recargado, directo, que permite una lectura ágil y ligera, ofreciendo a través de ingeniosos diálogos un brillante retrato de la vida moderna en una gran ciudad y del tipo de inestables relaciones sentimentales propiciadas por la misma. Con un humor ácido y sarcástico en muchas ocasiones, descarnado, que no duda en hurgar donde escuece, en sacar a la luz los defectos de las personas con una mirada lúcida y divertida a un tiempo, La sanguijuela de mi niña es, sin embargo, una lectura ideal para los momentos en que se necesita “recargar las pilas”, uniendo a un inteligente humor una trama interesante y atractiva que consigue en muchas ocasiones bordear el absurdo de las situaciones planteadas gracias a una frescura que invita a no plantearse demasiado la verosimilitud de lo narrado.

A pesar de lo extremo del planteamiento, los personajes son muy humanos, desde el sintecho Emperador de San Francisco y protector de México, pasando por todos los Animales, y sin olvidarse de los protagonistas principales. Es de constatar el trabajo de caracterización de cada uno, el cariño con que son tratados, la personalidad que destilan... personajes que consiguen que el lector se interese por ellos y por sus destinos, que se divierta con ellos y que sufra por su suerte.

Tommy es ingenuo e inexperto hasta la desesperación y Jody es una mujer «bastante» experimentada, así que forman una pareja aparentemente inviable y sin embargo conseguirán irse adaptando el uno al otro, compenetrándose y «mejorandose» entre sí. Es esta una historia de amor, que no un romance, entre dos personas aparentemente incompatibles y con una relación de dependencia que no augura los mejores auspicios. Tommy parece estar destinado a convertirse en el chico de los recados de Jody, está enamorado de ella y no puede negarle nada. Sin embargo, su inocencia e ingenuidad van a abrirse camino a través de todas las dificultades.

Hay en la novela una trama policiaco-detectivesca, donde dos inspectores se encargarán de seguir las diversas pistas de la investigación de la aparición de varios cadáveres desangrados, negándose a creer lo que las mismas parecen apuntar a pesar de todas las evidencias, y que de alguna manera se siente un poco más «coja» dentro de la trama principal, llamada tan solo a crear algo de tensión, aunque hay que reconocer que tiene momentos realmente excelsos como la descripción que hacen tres pandilleros del asalto que sufren en cierta lavandería. Mientras Jody intenta descubrir quién la ha convertido en vampira y por qué motivo la sigue acechando e intentando convertir su vida en un infierno, los dos protagonistas tendrán que evitar ser acusados de asesinato, lidiar con la amenaza que pende sobre sus vidas y descubrir dónde va a ir su relación si es que siquiera tiene algo de futuro.

La sanguijuela de mi niña es una novela muy divertida, en absoluto la típica historia de vampiros «modernos» tan de moda últimamente ―aunque comparta el hecho de que la vampira protagonista tenga «sentimientos» y no quiera hacer el “Mal”―, ideal para «desengrasar» las neuronas con una lectura ligera, entretenida y bien hilvanada. Doce años después, en 2007, Moore publicaría una secuela titulada aquí ¡Chúpate esa!, pero esa es otra historia para ser leída en otra ocasión.

4 comentarios:

Cj Fuentes dijo...

Lo quiero, lo quiero jeje parece muy interesante, creo que he visto en alguna ocasión alguna obra de este autor pero nunca he leído una.
Me lo apunto
Un saludo

Santiago dijo...

Sobre todo es divertido y muy ágil de leer. Ideal para levantar el ánimo si se está alicaído ;-)

Saludos

Rincewind dijo...

Desde que leí "El ángel más tonto del mundo" hace ya unos años, Moore se ha convertido en mi autor humorístico favorito junto a Pratchett. Espero con ansia cada nuevo libro suyo, que suelo comprar el mismo día que sale a la venta ;-)

Esta novela tiene un par de años en su versión en castellano, me alegro que tenga éxito y reediten, se lo merece.

Un saludo!

Santiago dijo...

Hombre, Pratchett son palabras mayores ;-D
No me atrevería yo a decir tanto a pesar de lo que he disfrutado leyéndolo.

Y sí que es cierto que el libro ya tiene un par de añitos en el mercado español, pero aprovechando la reedición en bolsillo pienso que era una muy buena ocasión para hacerse con él.