Guión: Brian Azzarello.
Dibujo: Marcelo Frusin.
Reseña de: Jamie M.
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2007. Título original: Loveless, a kin of homecoming (contiene los número
Tras compartir una larga etapa de Hellblazer, Azzarello y Frusin vuelven a unir sus talentos creativos para sacar adelante un western descarnado y violento, como no podía ser de otro modo proviniendo de la pluma del creador de 100 balas.
Al finalizar
El paso de Cutter se verá jalonado de cadáveres, mientras vamos descubriendo los verdaderos motivos que le impulsan a volver a su hogar y que convierten su simple presencia en algo similar a patear un avispero. Personaje que juega con la ambigüedad, no parece congeniar ni con sus viejos conocidos del Sur ni con los nuevos ocupantes de
Y junto a todo ello asistimos a una historia de amor salpicada con las dosis justas de erotismo, y de la que poco a poco vamos descubriendo los desgarradores y tristes entresijos
El impactante y algo oscuro dibujo de Frusin acompaña a la perfección al estilo de la narración de Azzarello, magníficamente secundado por el color de Patricia Mulvihill. El corte sombrío, crepuscular, de una historia donde no hay “buenos”, se ve reflejado página a página por el hábil trazo repleto de sombras y negros, y los tonos pastel de la palata de la colorista. Especialmente impactantes son las escenas en que los autores mezclan el presente y el pasado de la narración, creando unas viñetas llenas de una extraña poesía de la violencia, casi contando dos historias aun tiempo; aunque por otro lado, el abuso que se intuye de tal recurso pueda llevar al cansancio del mismo al perder su inicial efecto de sorpresa y maravilla en el lector.
Si algún defecto cabe achacarle a esta obra es, tal vez, el gusto por el exceso de todos aquellos westerns provenientes del mercado del comic-book americano, el gusto por la exageración de la habilidad con las armas, el alejamiento de un cierto aire de realismo y el que siempre tenga que haber una protagonista femenina que rivalice en todo con los masculinos saliéndose de manera un tanto incongruente con el auténtico rol que imperaba en aquella época. Al fin y al cabo estamos hablando de una obra “histórica” (aunque se centre en hechos inventados) y se debe a unas formas de actuar y de pensar que no son las actuales; pero supongo que las “cuotas”, la “discriminación positiva” y la corrección política ha terminado alcanzando hasta a un autor tan transgresor como Azzarello. Sin embargo, no es este un detalle en absoluto importante como para molestar en el completo disfrute de la aventura.
Ahora sólo cabe esperar que Planeta nos ofrezca pronto nuevas entregas de Loveless, que en Estados Unidos ya va por su número 18; el final de este tomo, con ese giro argumental que se intuye poco antes, deja con muchas ganas de continuar leyendo.
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