Nudo de sangre
Agustín Sánchez Vidal
Reseña de: Amandil
Espasa Calpe-Círculo de lectores, Barcelona, 2008. 555 páginas.
Aunque han pasado ya varios días desde que terminé la lectura de Nudo de Sangre aún no tengo del todo claro si, en general, considero la novela una buena o una mala lectura. Mi duda surge del hecho de que hay dos niveles distintos dentro de la misma que causan en un mi efectos completamente contrarios. Por un lado la trama es francamente mala, lineal, predecible y llena de personajes planos y llenos de tópicos. En cambio, por otra parte, es una buena obra de divulgación histórica y se nota que el autor se ha documentado profusamente y con buena gana.
Así que ese es mi dilema. A ver si desarrollando un poquito más esta reseña llego a un veredicto sobre la marcha. Vamos a ello.
Nudo de sangre cuenta la historia de un ingeniero militar español, Sebastián de Fonseca, a mediados del siglo XVIII. Por una serie de circunstancias pasadas, su familia, pese a ser de rancio abolengo ha caído en desgracia y ahora apenas son una sombra de lo que llegaron a ser en el pasado. Además su relación con la Orden Jesuita, recién expulsada del reino por orden de Carlos III, les ha puesto de nuevo en la picota y Sebastián se las ve y se las desea para prosperar en su carrera militar. Como no podía ser de otro modo su familia tiene un enemigo acérrimo, el marqués de Montilla, que se las tiene jurada y que ejercerá por toda la novela de malo típico cuyo único papel en la trama es molestar, incordiar y amagar con matar al protagonista.
La cuestión es que por un azar del destino Sebastián se ve involucrado en una serie de asesinatos relacionados con un misterio que ha de permanecer oculto y que, ¡oh sorpresa!, acaba pillándole de lleno a él y a su familia. El misterio parece estar relacionado con la conquista española del Perú y con la llegada de un misterioso barco de color negro a las costas de Cadiz a mediados del siglo XVI. Lo que trajo esa nave, una mujer, es el centro de la trama, ya que ella portaba consigo un "quipu" que resulta ser un mapa que lleva directo hasta el tesoro de los Incas, oculto en la ciudad perdida de Vilcabamba. La familia de los Fonseca estuvo relacionada con esa mujer y ha ido heredando desde entonces un crónica escrita por Diego de Acuña, un caballero que ejerció de traductor rn tiempos de la Conquista y que vivió de cerca la epopeya de los hermanos Pizarro y la desaparición del imperio Inca. En ese relato, que llega a convertirse en una novela dentro de la novela, se dan las pistas que han de seguirse para encontrar la ciudad misteriosa.
Tras percatarse Sebastian del peligro que corre y comenzar a descubrir, con ayuda de su tío, que su familia está relacionada con todo el asunto de los incas, opta por viajar hasta Perú para detener los asesinatos, desvelar el misterio y llegar hasta el tesoro. Para ello se embarca rumbo a las Américas como polizón y sufre una serie de infortunios y aventurillas que terminan poniéndole en contacto con Umina, una mestiza inco-española que resulta ser la última descendiente de la familia real Inca y que ha viajado hasta España para hacer prevalecer sus derechos al trono y denunciar los abusos que los criollos (blancos nacidos en América) cometen contra la población nativa.
Umina, exoticamente hermosa, se alia con Sebastián para desvelar el misterio del quipo y de la crónica de Diego de Acuña al tiempo que se enfrentan al malvado marques de Montilla y a un nuevo enemigo, socio de aquél, el todavía más pérfido Alonso Carvajal y Acuña, quien pretende destruir a Umina y a su familia al tiempo que se hace con el tesoro, explota a los indígenas y quema y destruye todo a su paso. Y, encima, en el pasado, se intentó casar con la mestiza para hacerse con sus tierras y reclamar para sí cualquier derecho sucesorio que pudiese aportarle más beneficios si cabe.
Ya en tierras americanas Sebastián, Umina y el guardaespaldas de esta, Qaytu (convenientemente torturado en el pasado por Alonso Carvajal) comienzan el penoso viaje de Lima a Cuzco y de allí a Vilcabamba, descubriendo por el camino nuevas pistas y aliados que les permitirán llegar hasta el último bastión de los incas dónde deberán hacer frente al terrible destino que les aguarda.
Como he dicho anteriormente esta novela de aventurillas es forzosamente lineal por el estilo que el autor, Agustín Sánchez Vidal, ha utilizado. Los pretendidos destellos del pasado, condensados en las lecturas a ratos de la citada crónica, no generan nuevos misterios ni dan más trasfondo a los sucesos que les van pasando a los protagonistas. Son paréntesis explicativos que aportan historia pero nada más, revelan datos necesarios y ya. En cambio, dónde deberían surgir buebos giros en la trama o trasfondos evocadores y emocionantes, en la aventura de Sebastián y Umina, acudimos a una sucesión completamenente predecible y sencilla (la narración, por momentos, parece de tebeo, con descripciones tan sencillas que más parecen esbozos que otra cosa) de acontecimientos encadenados sin mucho arte y estilo. De A a B y de ahí a C, sin emoción más allá de cruzar un puente de cuerdas, una inspección y lo mal que se pasa cruzando la cordillera de los Andes.
A este estilo más bien "humilde" hay que sumar (o restar) unos personajes planos, vacíos y llenos de tópicos que no consiguen ser creíbles y se convierten en vehículos de diálogos de serie de televisión española actual con frases y giros sacados de algún diccionario de autoridades para aportar un cierto aire del siglo de Oro. Sebastian, Umina y Qaytu son, cada uno a su modo, una representación arquetípica del "héroe sencillo que descubre que, en realidad, es un gran señor de antaño", la "princesa guapa, lista, valiente, sensual y mujer de hoy" y el musculoso "con gran corazón, victima de abusos terribles y leal con sus amigos hasta más allá de lo creíble". De los malos mejor ni hablar, son malos de manual infantil: malvados, sanguinarios y crueles. Al lector no le queda ninguna duda de que se merecen cualquier sufrimiento y adversidad que les suceda. No hay sitio en ellos para la ambigüedad ni la duda.
Así que tenemos una trama lineal, con unos personajes simples y llenos de tópicos en una historieta que no aporta nada nuevo al género de la novela histórica con misterio ancestral. En este aspecto el libro es muy flojo.
En cambio no podemos decir lo mismo de la ingente labor de documentación que Sánchez Vidal ha desplegado durante varios años para dotar de un trasfondo lo más exacto posible a su relato. Desde el primer capítulo se percibe claramente que el autor ha pretendido mostrar la época, sus usos, costumbres y modos de hablar del modo más exacto posible. Del mismo modo en todo lo referente a la cultura Inca se agradece el esfuerzo explicativo y, hasta cierto punto, divulgador que el narrador vuelca con gran claridad en el libro. Teniendo en cuenta que el misterio de los quipus (sistema de nudos utilizado por los incas como sistema de escritura) es del todo desconocido para el lector medio (y me atrevo a decir que también para el avanzado), hay que reconocer que al terminar el libro se ha adquirido una más que satisfactoria explicación sobre el modo en que aquella cultura precolombina solucionó el problema de la comunicación escrita. Sorprende, asimismo, el cariño que se nota en todo el relato a la hora de abordar lo relacionado con el mundo pre-hispánico y de la zona del Perú sin emitir juicios contra unos u otros más allá de los que son un eco del discurso del padre dominico Bartolomé de las Casas.
Nudo de Sangre, por lo tanto, es una obra divulgativa sobre los incas que utiliza una historia sencilla y, a ratos, mediocre para justificar una serie de lecciones magistrales sobre navegación, historia pre-colombina y cultura del siglo XVIII hispánico, muy en la línea de otro autor español como es José Luis Corral (por cierto ambos autores son profesores en la misma Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza ¿coincidencia?).
Agustín Sánchez Vidal
Reseña de: Amandil
Espasa Calpe-Círculo de lectores, Barcelona, 2008. 555 páginas.
Aunque han pasado ya varios días desde que terminé la lectura de Nudo de Sangre aún no tengo del todo claro si, en general, considero la novela una buena o una mala lectura. Mi duda surge del hecho de que hay dos niveles distintos dentro de la misma que causan en un mi efectos completamente contrarios. Por un lado la trama es francamente mala, lineal, predecible y llena de personajes planos y llenos de tópicos. En cambio, por otra parte, es una buena obra de divulgación histórica y se nota que el autor se ha documentado profusamente y con buena gana.
Así que ese es mi dilema. A ver si desarrollando un poquito más esta reseña llego a un veredicto sobre la marcha. Vamos a ello.
Nudo de sangre cuenta la historia de un ingeniero militar español, Sebastián de Fonseca, a mediados del siglo XVIII. Por una serie de circunstancias pasadas, su familia, pese a ser de rancio abolengo ha caído en desgracia y ahora apenas son una sombra de lo que llegaron a ser en el pasado. Además su relación con la Orden Jesuita, recién expulsada del reino por orden de Carlos III, les ha puesto de nuevo en la picota y Sebastián se las ve y se las desea para prosperar en su carrera militar. Como no podía ser de otro modo su familia tiene un enemigo acérrimo, el marqués de Montilla, que se las tiene jurada y que ejercerá por toda la novela de malo típico cuyo único papel en la trama es molestar, incordiar y amagar con matar al protagonista.
La cuestión es que por un azar del destino Sebastián se ve involucrado en una serie de asesinatos relacionados con un misterio que ha de permanecer oculto y que, ¡oh sorpresa!, acaba pillándole de lleno a él y a su familia. El misterio parece estar relacionado con la conquista española del Perú y con la llegada de un misterioso barco de color negro a las costas de Cadiz a mediados del siglo XVI. Lo que trajo esa nave, una mujer, es el centro de la trama, ya que ella portaba consigo un "quipu" que resulta ser un mapa que lleva directo hasta el tesoro de los Incas, oculto en la ciudad perdida de Vilcabamba. La familia de los Fonseca estuvo relacionada con esa mujer y ha ido heredando desde entonces un crónica escrita por Diego de Acuña, un caballero que ejerció de traductor rn tiempos de la Conquista y que vivió de cerca la epopeya de los hermanos Pizarro y la desaparición del imperio Inca. En ese relato, que llega a convertirse en una novela dentro de la novela, se dan las pistas que han de seguirse para encontrar la ciudad misteriosa.
Tras percatarse Sebastian del peligro que corre y comenzar a descubrir, con ayuda de su tío, que su familia está relacionada con todo el asunto de los incas, opta por viajar hasta Perú para detener los asesinatos, desvelar el misterio y llegar hasta el tesoro. Para ello se embarca rumbo a las Américas como polizón y sufre una serie de infortunios y aventurillas que terminan poniéndole en contacto con Umina, una mestiza inco-española que resulta ser la última descendiente de la familia real Inca y que ha viajado hasta España para hacer prevalecer sus derechos al trono y denunciar los abusos que los criollos (blancos nacidos en América) cometen contra la población nativa.
Umina, exoticamente hermosa, se alia con Sebastián para desvelar el misterio del quipo y de la crónica de Diego de Acuña al tiempo que se enfrentan al malvado marques de Montilla y a un nuevo enemigo, socio de aquél, el todavía más pérfido Alonso Carvajal y Acuña, quien pretende destruir a Umina y a su familia al tiempo que se hace con el tesoro, explota a los indígenas y quema y destruye todo a su paso. Y, encima, en el pasado, se intentó casar con la mestiza para hacerse con sus tierras y reclamar para sí cualquier derecho sucesorio que pudiese aportarle más beneficios si cabe.
Ya en tierras americanas Sebastián, Umina y el guardaespaldas de esta, Qaytu (convenientemente torturado en el pasado por Alonso Carvajal) comienzan el penoso viaje de Lima a Cuzco y de allí a Vilcabamba, descubriendo por el camino nuevas pistas y aliados que les permitirán llegar hasta el último bastión de los incas dónde deberán hacer frente al terrible destino que les aguarda.
Como he dicho anteriormente esta novela de aventurillas es forzosamente lineal por el estilo que el autor, Agustín Sánchez Vidal, ha utilizado. Los pretendidos destellos del pasado, condensados en las lecturas a ratos de la citada crónica, no generan nuevos misterios ni dan más trasfondo a los sucesos que les van pasando a los protagonistas. Son paréntesis explicativos que aportan historia pero nada más, revelan datos necesarios y ya. En cambio, dónde deberían surgir buebos giros en la trama o trasfondos evocadores y emocionantes, en la aventura de Sebastián y Umina, acudimos a una sucesión completamenente predecible y sencilla (la narración, por momentos, parece de tebeo, con descripciones tan sencillas que más parecen esbozos que otra cosa) de acontecimientos encadenados sin mucho arte y estilo. De A a B y de ahí a C, sin emoción más allá de cruzar un puente de cuerdas, una inspección y lo mal que se pasa cruzando la cordillera de los Andes.
A este estilo más bien "humilde" hay que sumar (o restar) unos personajes planos, vacíos y llenos de tópicos que no consiguen ser creíbles y se convierten en vehículos de diálogos de serie de televisión española actual con frases y giros sacados de algún diccionario de autoridades para aportar un cierto aire del siglo de Oro. Sebastian, Umina y Qaytu son, cada uno a su modo, una representación arquetípica del "héroe sencillo que descubre que, en realidad, es un gran señor de antaño", la "princesa guapa, lista, valiente, sensual y mujer de hoy" y el musculoso "con gran corazón, victima de abusos terribles y leal con sus amigos hasta más allá de lo creíble". De los malos mejor ni hablar, son malos de manual infantil: malvados, sanguinarios y crueles. Al lector no le queda ninguna duda de que se merecen cualquier sufrimiento y adversidad que les suceda. No hay sitio en ellos para la ambigüedad ni la duda.
Así que tenemos una trama lineal, con unos personajes simples y llenos de tópicos en una historieta que no aporta nada nuevo al género de la novela histórica con misterio ancestral. En este aspecto el libro es muy flojo.
En cambio no podemos decir lo mismo de la ingente labor de documentación que Sánchez Vidal ha desplegado durante varios años para dotar de un trasfondo lo más exacto posible a su relato. Desde el primer capítulo se percibe claramente que el autor ha pretendido mostrar la época, sus usos, costumbres y modos de hablar del modo más exacto posible. Del mismo modo en todo lo referente a la cultura Inca se agradece el esfuerzo explicativo y, hasta cierto punto, divulgador que el narrador vuelca con gran claridad en el libro. Teniendo en cuenta que el misterio de los quipus (sistema de nudos utilizado por los incas como sistema de escritura) es del todo desconocido para el lector medio (y me atrevo a decir que también para el avanzado), hay que reconocer que al terminar el libro se ha adquirido una más que satisfactoria explicación sobre el modo en que aquella cultura precolombina solucionó el problema de la comunicación escrita. Sorprende, asimismo, el cariño que se nota en todo el relato a la hora de abordar lo relacionado con el mundo pre-hispánico y de la zona del Perú sin emitir juicios contra unos u otros más allá de los que son un eco del discurso del padre dominico Bartolomé de las Casas.
Nudo de Sangre, por lo tanto, es una obra divulgativa sobre los incas que utiliza una historia sencilla y, a ratos, mediocre para justificar una serie de lecciones magistrales sobre navegación, historia pre-colombina y cultura del siglo XVIII hispánico, muy en la línea de otro autor español como es José Luis Corral (por cierto ambos autores son profesores en la misma Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza ¿coincidencia?).
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