Brìgh (espíritu).
Carolina Lozano.
Reseña de: Lyrenna.
Edebé. Col. Fantasy. Barcelona, 2011. 342 páginas.
Después de los acontecimientos narrados en Taibhse (aparición) ha pasado el tiempo y sus protagonistas se han graduado ya en el instituto Royal Dunedin
y pasado a la Universidad. Mientras la tranquilidad y una apariencia de
normalidad, dentro de lo posible en sus peculiares circunstancias, se
ha asentado en sus vidas, no saben que el destino tiene reservado un
duro golpe para todos ellos: en las Islas Órcadas,
en una excavación arqueológica, va a tener lugar un terrible accidente como resultado del cual el profesor encargado de supervisar los trabajos y Neil, uno de los más íntimos amigos de las protagonistas, van a morir, y otro estudiante, Brian, el novio de Aithne,
va a resultar herido de gravedad y a sufrir unas extrañas secuelas cuyo diagnóstico
tendrá absolutamente desorientados a todos los médicos que lo traten. Y es que cada vez que el
joven despierta y recobra la consciencia siente una gran confusión,
llamando a sus compañeros de accidente como si en ninguna ocasión
recordara que están muertos, causándole un gran dolor anímico que le
impide el descanso y la recuperación de las secuelas del accidente.
Utilizando
la misma técnica narrativa que en la anterior, un relato en tiempo
presente con diversas primeras personas que ofrecen su particular pieza
del puzzle que se está montando, Lozano
va a ofrecer a sus lectores una agradable historia de misterio donde el
elemento sobrenatural cobra especial importancia. Con el protagonismo
principal recayendo de nuevo sobre Liadan y Aithne, la autora da voz también, aunque en menor medida, al punto de vista de otros conocidos como su amigo Keir o los espíritus Álar, Jonathan o Caitlin, e irrumpen para la ocasión nuevos personajes como Christie, antigua amiga del grupo y ex novia del fallecido, o Søren Hansen,
un joven danés del que el lector va a ir conociendo su implicación en
la trama a través de incisos sacados de su diario privado de
investigación.
Brígh,
como su antecesora, es fundamentalmente una novela romántica juvenil
con un fuerte componente paranormal. La autora entreteje una red
sentimental que termina conectando a todos los implicados, con los
sentimientos de todos los personajes a flor de piel, marcados en esta
ocasión por el dolor de la tragedia sufrida, pero sin renunciar en
ningún momento al amor y su expresión, tanto en el sentido de atracción,
cuando algo está surgiendo, como en el alejamiento, en que el mismo se
ha acabado y solo queda una posible amistad. Son amores complicados, sin
duda, como el secreto de Liadan con Álar, el fantasma que solo ella
puede ver, o explorados en la distancia como el que mantenían hasta el
accidente Brian y Aithne. Y está presente también el sentimiento de la
ruptura, del desamor, dando aquí paso al remordimiento de algo no
resuelto que atormenta a Christie,
quien ya no amaba a Neil a pesar de mantener el afecto, y que al no
poder explicárselo al resto le causa una terrible culpabilidad por la
incipiente atracción que siente por Søren.
A
pesar de que a lo largo de la novela hay abundante acción, la misma se
podría definir de “tranquila”. Aunque hay momentos de gran emoción, como
cuando Liadan debe acudir al funeral en el cementerio de Greyfriars o al baile en el Palacio de Linlithgow
y allí se encuentra con amenazadoras apariciones, lo cierto es que no
hay especiales sobresaltos, enfrentamientos, carreras ni puntos álgidos.
El relato se desarrolla mediante una interesante investigación, dos más
bien: la búsqueda de explicación para el fenómeno que está atormentando
a Brian, visitando los lugares más queridos por el difunto Neil, cuyo espíritu sospechan pudiera estar detrás de lo que está sucediendo, y el estudio sobre manifestaciones de puntos WARP que lleva a cabo Søren
en los diferentes lugares donde existe esa energía y que coinciden con
los sitios donde se produce alguna manifestación fantasmal. Como ya
sucediera con su predecesora, la autora, con una prosa sencilla pero
evocadora, consigue capturar y transmitir al lector a través de ese
periplo toda la mágica atmósfera de Edimburgo y del resto de las tierras de Escocia, con sus fantasmas, mitos y leyendas, incluidas las referencias al archifamoso monstruo del Lago Ness.
Resulta
curioso, como si de una reacción defensiva se tratase, el rechazo
directo en voz de las protagonistas al enfoque de otras historias de apariciones como las de Entre fantasmas
u otras películas o series del género, quizá tratando de alejarse de
ellas, cuando la atmósfera general es sin duda similar. Vale que la
autora, a través de sus personajes, reniega de la existencia de “una luz
al final del tunel” o de una existencia más allá de esta, cosa que sí
suele ser habitual en aquellas, y que deja muy claro que Liadan y
compañía no están allí para hacer “trascender” a ningún espíritu (eso
faltaría cuando se está manteniendo relaciones con uno de ellos), pero
lo cierto es que los momentos de rechazo/aceptación de la existencia de
estas presencias es muy similar en ambos casos. Una vez aceptado todo el
tema, es muy fácil para Liadan y Aithne seguir adelante con ello, pues
una los ve (incluso convive con uno) y la otra los oye, pero resulta
especialmente sintomático que el resto lo acepte solo por su amistad y
algunas “pruebas” no demasiado tangibles que podrían explicarse de
alguna otra manera (de hecho se dice que el resto de gente es lo que
hace y lo que busca el propio Søren).
Cabe
indicar también que no se trata de una continuación “estricta” de la
anterior novela, sino de un relato independiente que puede ser leído
como tal sin haber hecho lo propio con aquella (aunque como siempre sea
algo recomendable hacerlo para comprender cierto estado de las cosas y
para conocer a los personajes que aparecían allí y repiten aquí). Tanto
en trama como en desarrollo, Brìgh (espíritu)
es una historia completa, con un planteamiento original y un final que,
aunque puede apuntar nuevos caminos, es lo suficientemente cerrado como
para dejar satisfecho sin grandes preguntas por responder.
Con
una prosa agradable, suave, vibrante en ocasiones, vuelve a pecar de no
diferenciar en exceso (aunque lo intenta) las diferentes voces
narrativas de todos los implicados. Las diferentes personalidades
deberían implicar también diferentes formas de expresarse y aquí apenas
se distinguen unas de otras aparte del necesario cambio de género cuando
paso de un anrrador femenino a uno masculino. Amable, sencilla, con una
atmósfera de intriga y misterio que juega en ocasiones al doble
sentido, Brìgh
presenta una historia de amor más allá de la vida; de cómo en ocasiones
hay que aceptar la pérdida para poder afrontar el futuro, dejar ir a
los seres queridos, aceptar las rupturas, e incluso la muerte, para
poder continuar adelante sin cargar en todo momento con la tristeza o
los remordimientos de las cosas no comunicadas, de lo que se podría
haber dicho o hecho, de confiar en el amor de los amigos, asumir las
culpas y seguir, no olvidando, pero sí asumiendo los recuerdos y
aceptando el dolor por mucha nostalgia que nos causen.
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Reseña de otras obras de la autora:
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