Dr. Shiva von Hassel.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Ediciones del Cruciforme. 2012. Edición digital —epub—. Traducción: José Ramón Vázquez. 64 páginas.
El Dr. Shiva von Hassel,
un enigmático escritor cuya figura se antoja tan interesante como sus
propios escritos, glosa un oscuro y bastante desconocido episodio de la II Guerra Mundial,
con el destino del mundo en juego, y que pudo tener lugar, o no, en el
frente ruso. El autor, gran amante de lo bélico, de lo esotérico, del
ocultismo y del género fantástico, retrata con descarnado realismo un
enfrentamiento con grandes dosis de elementos sobrenaturales y mágicos que por momentos ponen en cuestión su veracidad. Sin embargo, creer o no,
es algo que von Hassel deja en manos de sus lectores. Así, Osfront se presenta finalmente como una intensa ucronía acuñada bajo la etiqueta de dieselpunk —heredero sin duda del victoriano steampunk—. Una historia que, por complicado que parezca, aúna Historia, fantasía oscura, terror, un toque pulp, zombies, golems, lobos esteparios, magia cabalista, nazis y soviets.
La novela viene avalada por la consecución del reconocido premio Molotov-Ribbentrop, y ha sido traducida con mimo y acierto del ruso por José Ramón Vázquez. La edición española se abre con un interesante y esclarecedor —dentro de lo que cabe— prólogo del escritor Eduardo Vaquerizo
donde presenta de forma intrigante la figura del autor, del que poco se
sabe y cuya vida podría dar para una buena novela en sí misma.
Con el ropaje de una narración bélica,
lo cierto es que el relato glosa más bien el enfrentamiento entre dos
poderosas corrientes mágicas opuestas e irreconciliables. El Bien y el
Mal una vez más pugnando por hacerse con el mundo, aunque en este caso
se sepa dónde empieza uno y otro, pero no exactamente dónde terminan,
sobre todo cuando los «buenos» están dispuestos a casi cualquier cosa
con tal de detener a su enemigo. La magia cabalística de la Tora
se enfrenta a una nigromancia de tradición casi medieval. El autor echa
mano de todo lo que tiene a mano y es muy curioso el uso de las tres
religiones del Libro —un tanto tópica y demasiado evidente la
«tentación» cristiana— en un primer intento de hacer frente al
nigromante; y la posterior asunción de un mundo sin dioses, pero con
ciertos arquetipos hechos carne como representantes del espíritu de todo
un pueblo.
La figura del nigromante Max Schreck,
poseedor de aterradores poderes oscuros, señor de los muertos, se alza
como una fuerza descarnada e implacable con ansias de dominación, siendo
sus aliados nazis un mero vehículo para conseguir sus fines. La
presencia como ayudante de sus malvadas intrigas del «doctor» Josef Mengele,
en un papel un tanto secundario pero ciertamente importante, contribuye
a fijar el horror de los experimentos genéticos entremezclados con
magia que transforman a hombres y niños en auténticos monstruos de
pesadilla. Narrada desde distintos puntos de vista, yendo adelante y
atrás en el tiempo según la tensión lo requiera, la historia tendrá un
auténtico punto de inflexión, aunque en ese momento nadie sea consciente
de ello, en el momento en que Schreck asesine al rabino Loew en el horror de Auschwitz, creyendo deshacerse de un incómodo enemigo y posponiendio tan solo el desenlace para un tiempo posterior.
Difusamente, de entre los rescoldos de aquella acción emergerá la figura de Scholem,
excéntrico cabalista judío, heredero de grandes poderes, creador de entre otros, un golem enormemente poderoso, una fortaleza andante que puede adquirir
diferentes configuraciones —un auténtico «transformer» impulsado por derivados del petróleo—. Scholem, desencantado, renunció antaño a sus raíces, renegando de su dios y
abrazando la causa comunista como la mejor forma de llevar a cabo una anhelada venganza. Junto a un oficial tanquista del Ejército Rojo llevará su
golem de metal al combate con desesperada fiereza, guardándose unos
cuantos ases dentro de la manga.
En
los bosques del frente ruso, nazis y comunistas están condenados a enfrentarse en
un cruel combate. Un combate que no se va a decantar tan solo por un
mayor poder armamentístico al estilo clásico de un bando u otro, sino por el dominio de
magias ancestrales de crudeza descarnada. Los poco preparados soldados
soviéticos tendrán que hacer frente a hordas de implacables zombis
creados por la inmisericorde mano de Schreck, al hambre de bestias inimaginables y
al horror de criaturas nunca vistas antes sobre la faz de la tierra.
¿Cómo parar a un ejército que conforme avanza va sumando a sus filas a las víctimas
de uno y otro lado? Contra las armas del nigromante, los golems de
Scholem y una férrea determinación de no fracasar deberán ser la defensa
final de la Madre Patria.
Llena
de emoción e interés, es una pena que ciertos momentos de la narración
se hagan puntualmente confusos, sobre todo por el uso de ciertos flash backs
inadvertidos —las transiciones son a veces algo desconcertantes—, y por
el cambio de sujeto protagonista de la acción que se está narrando sin
aviso —sobre todo con ciertos francotirador que entra en escena de forma
inesperada, a pesar de haber sido «anunciado» con anterioridad—.
Ostfront,
dada su idónea brevedad, no da tiempo sin embargo a aburrirse o a
«perderse». Con intensas escenas de combates, magia desatada, hombres
dispuestos a cumplir con su deber más allá de lo humanamente exigible y
muchos giros dispuestos a sorprender al lector, se trata de un relato
francamente entretenido, imaginativo y atractivo. Una historia bélica
sobrenatural en los fríos bosques del frente ruso con la dominación del
mundo en la balanza. Instructivo, curioso e interesante.
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