Una novela del Mundodisco.
Terry Pratchett.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Plaza & Janés. Barcelona, 2012. Título original: Unseen Academicals. Traducción: Gabriel Dols Gallardo. 459 páginas.
—Opino que el fútbol se parece mucho a la vida.
—Muy cierto, sheñor, muy cierto. Uno hace lo que puede y luego todo shon patadash en los huevosh.
Fútbol.
O lo adoras o lo odias, y a muy pocos deja indiferente. Sin embargo,
contra lo que pudiera parecer, este libro no va sobre el fútbol, no
estrictamente, no al menos en lo importante. Va, como siempre en Pratchett,
sobre la propia vida y el alma humana, aunque el protagonista sea un
«trasgo» realmente peculiar. A lo largo de los años y los muchos libros
dedicados al Mundodisco
—este es el trigesimo séptimo—, el autor ha reflejado con su ácido
humor multitud de temas que fácilmente se podían superponer con una
sonrisa algo tensa sobre nuestra realidad. En esta ocasión su irónica
visión va a diseccionar con acierto y diversión un tema tan polémico y
que levanta tantas pasiones y discusiones estériles como es el «balón de
pie».
Pero
que nadie se preocupe si es de los que no les gusta el llamado deporte
rey, que como es su costumbre, Pratchett no deja títere con cabeza e
incluye a lo largo de la novela un buen número de subtramas tan, o más,
interesantes que la principal, para dejar a todos sus lectores
satisfechos: El mundo de la moda con sus candilejas, sus brillos y sus
falsedades; el determinismo genético y el libre albedrío; las deliciosas
empanadas con receta secreta de Glenda, la cocinera nocturna de la Universidad; la estratificación en clases de la sociedad; una historia de
amor, muy a lo Romeo y Julieta —¿o son dos historias de amor? ¿O
tres?—...
En la Universidad Invisible,
entre tabla y tabla de quesos y otros «refrigerios», un «pequeño»
problema ha venido a trastocar su funcionamiento. Los académicos deberán
jugar un partido de fútbol si quieren conservar cierta propiedad,
heredada bajo rigurosas condiciones tiempo ha, y que les garantiza una
buena parte de sus ingresos. Si quieren conservar sus nueve comidas
diarias y todos sus postres, los magos se verán en la necesidad de
formar un equipo compuesto de profesores, alumnos y personal no docente
de la Universidad y ganar al menos un partido ¡sin usar magia!
Pero
lo primero es ver qué es eso del balón pie, conocer sus reglas,
mezclarse con sus seguidores, asistir a algún partido, palpar el
ambiente, meterse en el lío, y aprender a jugar, por supuesto. Además, Lord Vetinari
parece empeñado en que el juego desarrolle unas reglas fijas y los
magos han sido los «elegidos» para conseguirlo. ¿Serán capaces de
lograrlo unos académicos a los que no define precisamente su capacidad
atlética? ¿Podrán domesticar un «deporte» salvaje y callejero, ilegal,
tan violento como popular, y llevarlo a un nivel «civilizado»?
El
fútbol, eso sí, se perfila como la excusa perfecta para profundizar en
ciertas reflexiones sobre el sentimiento de pertenencia a un grupo, a
una comunidad o a unos «colores», sobre el irracional comportamiento de
las masas y los elementos que permiten la cohesión social, sobre el odio
al diferente por el mero hecho de serlo, sin una base racional, y el
juicio apresurado basándose en las apariencias, sobre la entronización
de ciertos personajes por una serie de valores equivocados, sobre la
pervivencia de las «tradiciones» por el mero hecho de ser lo que siempre
han sido con una férrea resistencia al cambio, sobre el poder de la
prensa y el nacimiento de las retransmisiones deportivas, las
rivalidades entre instituciones académicas, los prejuicios y la
discriminación, el racismo, el amor y la amistad incondicional, el
sentido de la vida y la búsqueda del respeto ajeno, entre otras muchas. Y
siempre con ese humor característico de Pratchett: brillante, limpio,
divertido y ácido.
En el centro de todo el relato se encuentra Huebo,
un «trasgo» algo especial, cuyo viaje de autoconocimiento, su búsqueda
casi desesperado para obtener «valía», va a depararle —a él y a los que
le rodean— algunas sorpresas inesperadas que van a poner en cuestión
muchas cosas que se daban por escritas en piedra por la sociedad de Ankh-Morpork.
Y a su alrededor gente tan interesante como Glenda, quien sabe lo que le conviene a los demás y hace unas
empanadas cuyo secreto solo ella conoce, o su amiga Jul, tan hermosa
como indecisa e ingenua, o Trevor Problemas, tan hábil con una lata con
sus pies como decidido a nunca jugar al fútbol por una promesa hecha a su difunta madre, y Ponder Stibbons,
acaparador involuntario de títulos dentro de la Universidad, bien
acompañado del resto del cuerpo académico, salvo del decano que ha
elegido ser archicanciller de una institución rival y va a darle más de
un disgusto a Mustrum Ridcully, y con el bibliotecario de reflejos
celéricos con un par de brillantes intervenciones...
Es
esta una historia en la que el débil puede sobrepasar el fuerte, el
hábil al matón, aunque en ciertos momentos no se sepa exactamente quién
es quién. La historia de cómo el balón utilizado en el juego pasó de
hacer clonk al caer al suelo a hacer gloing
al ser botado. De cómo el amor puede triunfar contra las mayores
adversidades y las convenciones de la sociedad. De cómo la manipulación
puede traer algunas consecuencias positivas, aunque no esté a la altura
de cualquiera..
Lord Vetinari,
siempre tan artero, quiere «domesticar» un juego salvaje y brutal,
incivilizado, y lo va a hacer como es su costumbre por medio de
«terceros», sin implicarse ni «mojarse» en la resolución del problema,
consiguiendo que al final todos hagan lo que él deseaba desde un
principio sin que sean —la mayoría— conscientes de que han sido
sutilmente dirigidos.
Amor
—tranquilos, son romances pasados por el tamiz de Mundodisco—, moda,
Historia antigua, luchas de clase... Y por supuesto hay balon-pié,
o algo que se le parece bastante al menos, y habrá sin duda un partido
desesperado, de resultado incierto, del que dependerán muchos destinos.
Si
debiera encontrar un defecto en la novela, quizá fueran algunos
«tiempos muertos» en la narración y el que llama la atención que algo
tan popular, con tanto arraigo, con tanta rivalidad entre barrios, con
tanta implantación social y de tan aparente importancia, no hubiera sido
nombrado siquiera en ninguna de las anteriores novelas situadas en
Ankh-Morpork, sobre todo en aquellas protagonizadas por la Guardia.
Es el problema de seguir creciendo sobre la marcha, añadiendo por un
lado elementos novedosos que no existían hasta entonces, como el
servicio postal o el renovado sistema bancario, pero por otro aquellos
que por antiguos ya debieran haber sido citados y que no obstante y
contradictoriamente no se habían visto hasta el momento. Problema
insoluble y menor, sin duda, y que tampoco tiene más solución que tirar
hacia adelante.
El Atlético Invisible es una divertida y mordaz novela del Mundodisco,
que lanza su diseccionadora mirada sobre el mundo del fútbol y la moda,
perpetrada con un tono entre ácido y dulce, entre satírico y cariñoso,
como antes ya lo hiciera sobre la política, la prensa o la banca. Sin,
quizás, descollar a la misma altura que alguno de sus predecesores
inmediatos, se trata de un libro de madurez de insospechada complejidad
que invita a la relectura.
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Reseña de otras obras del autor:
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