lunes, 25 de febrero de 2013

Reseña: ¡Muérdeme!

¡Muérdeme!

Christopher Moore.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

DeBolsillo - La Factoría. Col. Best Seller # 1/6. Madrid, 2013. Título original: Bite Me: A Love Story. Traducción: Lorenzo F. Díaz Buendía.311 páginas.

Tercera, y última es de suponer, entrega de esta muy particular historia de amor vampírica, tras La sanguijuela de mi niña y ¡Chúpate esa!, que tiene lugar de forma harto irónica en la soleada California. Y si no se ha leído aquellas, el resumen del inicio de esta puede desvelar más de lo deseable sobre lo acontecido hasta ahora. Lo cierto es que esta es una novela que podría perfectamente ser leída de forma independiente y por separado de las anteriores —de hecho hay una especie de resumen de lo sucedido hasta el momento en su comienzo—, pero lo cierto es que es mejor haber empezado desde su principio. Lo que hasta el momento era una muy alocada y humorística historia de amor da paso ahora, sin perder demasiada diversión, a una aventura con un toque más «serio» y dramático, que incluso puede hacer derramar, entre las sonrisas, alguna lagrimilla de emoción por la despedida.

La novela se inicia prácticamente en el momento en que terminaba su antecesora. El protagonismo recae en esta ocasión mayormente sobre Abby Normal, Señora Sustituta de la noche de San Francisco, un personaje que hacía una decidida aparición en la anterior y que aquí se lleva la parte del león, ya que tras lo sucedido al final de ¡Chúpate esa! Jody y Tommy permanecen «bronceados», encerrados en sus moldes cual estatuas huecas de las que no pueden escapar. Así,  Abby va a convertirse en narradora directa de gran parte de la trama a través de su diario y en el centro de buena parte de la acción narrada en tercera persona en su papel de servidora aspirante a convertirse en vampira.

Chet, el enorme gato que en la novela anterior sirviera de «despensa» de sangre tras ser convenientemente afeitado, se ha convertido en vampiro y empieza a transmitir su condición entre sus congéneres callejeros cual si de una imparable plaga se tratase, mientras que termina con buena parte de la población de humanos «sin hogar» de la ciudad de una forma que empieza a llamar la atención de forma sospechosa. Menos mal que el novio —o esclavo sexual— de Abby, Steve «Perro Fu», un joven científico de estética manga, ha encontrado una forma de revertir el proceso y volverlos a su estado «mortal». Ahora el problema que se les presenta es cómo capturar a un gato cada vez más grande e inteligente, junto al resto de todos los «compañeros» a los que ha transformado.

Moore «recupera» o da continuidad a la gran mayoría del reparto ya conocido de personajes excéntricos, perdedores, inadaptados, dementes, absurdos y entrañables: los Animales y sus habituales ideas descabelladas; el Emperador de San Francisco y su fiel pareja de perros; la pareja de policías Rivera y Cavuto, en una asunto que vuelve a venirles muy grande; el amigo gay de Abby, Jared, fashion victim más perdido que nunca; e incluso cierto terceto de criaturas que viaja en un lujoso yate, conocidos del libro anterior, y que va a adquirir singular importancia en la resolución de esta historia.

Personajes que se hacen querer a pesar de todos sus defectos, como Abby, una joven en pleno proceso de construcción de su personalidad, en busca de definir su lugar en el mundo, que resulta tan entrañable en sus dudas como enervante en sus actuaciones y manipulaciones de los que la quieren. Personajes extravagantes, chocantes, contradictorios, estúpidos en muchas ocasiones —a veces dan ganas de abofetearlos para que espabilen un poco—, pero decididos y valientes cuando de verdad importa. La trama les va a hacer montar en un carrusel al que es fácil subir, pero difícil bajarse.

¡Muérdeme! es un libro rápido y ágil, con un ritmo constante que consigue que se lea en un suspiro y sin reflexionar sobre la un tanto irreverente vacuidad de una trama llena de divertida acción, de carreras y de enfrentamientos, que no da respiro, pero que no está dotada de una gran profundidad —ni falta que le hace—. Hace gala de un humor generalmente grueso e irónico, escatológico en ocasiones, grosero en su uso del lenguaje llano, directo y poco sutil, sin dobles sentidos, y ante el que, de repente, Moore sorprende con una fina ironía y un toque más oscuro que en las novelas precedentes.

Y es que a través de un descarnado sarcasmo, duro y directo, plagado de referencias sexuales, un poquito de crítica social y muchos desatinos, el tono va variando conforme avanza la historia, haciéndose cada vez más dramático y oscuro, con un buen número de muertes, dejando un final agridulce. Conforme avanza la novela el tono abiertamente humorístico da paso a situaciones de ternura y a la violencia desatada, con un cierre tan emotivo como concluyente.

Y es que si al final de ¡Chúpate esa! parecía bastante claro que habría una continuación, ahora se antoja que el de ¡Muérdeme! es el definitivo para la serie, ofreciendo todo el «triste» sabor de una despedida sin paliativos. Nunca se sabe, pero además de que el tema parece ya bastante agotado, corriendo el riesgo de caer peligrosamente en la repetición de situaciones, chistes y gags, lo cierto es que la resolución final del tema vampírico y las decisiones irreversibles tomadas por los protagonistas supervivientes parecen no tener vuelta atrás ni se intuyen otros caminos posibles para tomar una nueva dirección. Entretenimiento y diversión irreverente e intrascendente, ni más ni menos, con cierta locura y bastante absurdo, bajan el telón sobre esta particular historia de amor vampírico ciertamente diferente.

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