Christopher Moore.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
DeBolsillo - La Factoría. Col. Best Seller # 1/6. Madrid, 2013. Título original: Bite Me: A Love Story. Traducción: Lorenzo F. Díaz Buendía.311 páginas.
Tercera, y última es de suponer, entrega de esta muy particular historia de amor vampírica, tras La sanguijuela de mi niña y ¡Chúpate esa!, que tiene lugar de forma harto irónica en la soleada California.
Y si no se ha leído aquellas, el resumen del inicio de esta puede
desvelar más de lo deseable sobre lo acontecido hasta ahora. Lo cierto es
que esta es una novela que podría perfectamente ser leída de forma
independiente y por separado de las anteriores —de hecho hay una especie
de resumen de lo sucedido hasta el momento en su comienzo—, pero lo
cierto es que es mejor haber empezado desde su principio. Lo que hasta
el momento era una muy alocada y humorística historia de amor da paso ahora, sin perder demasiada diversión, a una
aventura con un toque más «serio» y dramático, que incluso puede hacer
derramar, entre las sonrisas, alguna lagrimilla de emoción por la despedida.
La
novela se inicia prácticamente en el momento en que terminaba su
antecesora. El protagonismo recae en esta ocasión mayormente sobre Abby Normal, Señora Sustituta de la noche de San Francisco,
un personaje que hacía una decidida aparición en la anterior y que aquí
se lleva la parte del león, ya que tras lo sucedido al final de ¡Chúpate esa! Jody y Tommy
permanecen «bronceados», encerrados en sus moldes cual estatuas huecas
de las que no pueden escapar. Así, Abby va a convertirse en narradora
directa de gran parte de la trama a través de su diario y en el centro
de buena parte de la acción narrada en tercera persona en su papel de servidora aspirante a
convertirse en vampira.
Chet, el
enorme gato que en la novela anterior sirviera de «despensa» de sangre tras
ser convenientemente afeitado, se ha convertido en vampiro y empieza a
transmitir su condición entre sus congéneres callejeros cual si de una
imparable plaga se tratase, mientras que termina con buena parte de la
población de humanos «sin hogar» de la ciudad de una forma que empieza a
llamar la atención de forma sospechosa. Menos mal que el novio —o
esclavo sexual— de Abby, Steve «Perro Fu»,
un joven científico de estética manga, ha encontrado una forma de
revertir el proceso y volverlos a su estado «mortal». Ahora el problema
que se les presenta es cómo capturar a un gato cada vez más grande e
inteligente, junto al resto de todos los «compañeros» a los que ha
transformado.
Moore «recupera»
o da continuidad a la gran mayoría del reparto ya conocido de
personajes excéntricos, perdedores, inadaptados, dementes, absurdos y
entrañables: los Animales y sus habituales ideas descabelladas; el Emperador de San Francisco y su fiel pareja de perros; la pareja de policías Rivera y Cavuto, en una asunto que vuelve a venirles muy grande; el amigo gay de Abby, Jared, fashion victim más
perdido que nunca; e incluso cierto terceto de criaturas que viaja en un lujoso
yate, conocidos del libro anterior, y que va a adquirir singular
importancia en la resolución de esta historia.
Personajes
que se hacen querer a pesar de todos sus defectos, como Abby, una joven
en pleno proceso de construcción de su personalidad, en busca de
definir su lugar en el mundo, que resulta tan entrañable en sus dudas
como enervante en sus actuaciones y manipulaciones de los que la
quieren. Personajes extravagantes, chocantes, contradictorios, estúpidos
en muchas ocasiones —a veces dan ganas de abofetearlos para que
espabilen un poco—, pero decididos y valientes cuando de verdad importa.
La trama les va a hacer montar en un carrusel al que es fácil subir,
pero difícil bajarse.
¡Muérdeme! es
un libro rápido y ágil, con un ritmo constante que consigue que se lea
en un suspiro y sin reflexionar sobre la un tanto irreverente vacuidad
de una trama llena de divertida acción, de carreras y de
enfrentamientos, que no da respiro, pero que no está dotada de una gran profundidad —ni
falta que le hace—. Hace gala de un humor generalmente grueso e irónico,
escatológico en ocasiones, grosero en su uso del lenguaje llano,
directo y poco sutil, sin dobles sentidos, y ante el que, de repente, Moore sorprende con una fina ironía y un toque más oscuro que en las novelas precedentes.
Y
es que a través de un descarnado sarcasmo, duro y directo, plagado de
referencias sexuales, un poquito de crítica social y muchos desatinos,
el tono va variando conforme avanza la historia, haciéndose cada vez más
dramático y oscuro, con un buen número de muertes, dejando un final
agridulce. Conforme avanza la novela el tono abiertamente humorístico da
paso a situaciones de ternura y a la violencia desatada, con un cierre
tan emotivo como concluyente.
Y es que si al final de ¡Chúpate esa! parecía bastante claro que habría una continuación, ahora se antoja que el de ¡Muérdeme!
es el definitivo para la serie, ofreciendo todo el «triste» sabor de
una despedida sin paliativos. Nunca se sabe, pero además de que el tema
parece ya bastante agotado, corriendo el riesgo de caer peligrosamente
en la repetición de situaciones, chistes y gags, lo cierto es que la
resolución final del tema vampírico y las decisiones irreversibles
tomadas por los protagonistas supervivientes parecen no tener vuelta atrás ni
se intuyen otros caminos posibles para tomar una nueva dirección.
Entretenimiento y diversión irreverente e intrascendente, ni más ni
menos, con cierta locura y bastante absurdo, bajan el telón sobre esta
particular historia de amor vampírico ciertamente diferente.
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