miércoles, 6 de febrero de 2013

Reseña: Porciones individuales

Porciones individuales.

Rodolfo Martínez.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Sportula. Gijón, 2012. Edición digital [epub]. 202 páginas.

Sportula recoge en este volumen una selección de algunas de las mejores obras breves del autor asturiano, abarcando un amplio abanico temporal en cuanto a su escritura —casi desde los principios de su carrera literaria hasta la actualidad—, lo que da la oportunidad al lector de sumergirse con amplitud tanto en sus gustos temáticos y genéricos como de asistir al riesgo y evolución estilística que siempre ha buscado Martínez. El volumen recoge trece relatos de gran variedad, ejemplo perfecto de las características de la producción del autor, con una mezcla difícilmente clasificable que bebe de la ciencia ficción, la fantasía, el terror, el realismo mágico, el noir... en una amalgama muchas veces arriesgada pero sin duda muy atractiva. Relatos con una voz muy personal, localistas en ocasiones, como cuando aflora ese Gijón tan literario donde lo sobrenatural sorprende en rincones inesperados, y universal en otras, como en aquellos en que los sucesos podrían situarse en cualquier indeterminada parte de nuestro mundo.

Abre la recopilación "Intruso", donde el lector asiste al momento en que un hombre exhausto llega a un poblado del frío norte. Se presenta ante los lugareños como un narrador, dispuesto a contar sus historias a cambio de su mantenimiento y de los relatos propios del lugar. Poco a poco, mientras transcurre el frío invierno, va integrándose en el poblado, aunque no termina de encajar del todo. Parece que algo le falta y quizá allí descubra por fin de qué se trata. Martínez crea una muy inspirada historia de amor por las palabras, por los relatos y por los que los cuentan; al tiempo que ofrece una peculiar reflexión sobre la eterna lucha de sexos, según la interpretación sobre el papel que deben desarrollar hombres y mujeres dentro de la sociedad dependiendo de las diferentes visiones de los individuos provenientes de distintas culturas. Ya desde este primer relato, Martínez rompe con las tradicionales reglas y ofrece un cuento sin principio ni desenlace, todo nudo, realmente atractivo, haciendo que la antología empiece de manera álgida.

Cambiando totalmente de registro "Hombres de césped" versa sobre la historia de una joven que cada día se fuerza a sí misma a superar sus miedos y a cruzar por un parque de camino al trabajo y de vuelta a casa. De los parterres de hierba surgen a su paso amenazadoras figuras que nadie más parece ver. ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Por qué la atacan? Preguntas que podrían contestarse si pudiera abandonar su agobiante soledad. Una fantasía oscura, amarga pero con una pizca de esperanza.

Saltando a la ciencia ficción, "Con dados marcados" plantea sugerentes posibilidades en torno a los viajes en el tiempo. Dos hombres conversan en la terraza de un café, uno quiere forjar su propia realidad, cambiando lo que sea necesario del pasado para amoldar su presente a sus deseos; el otro, perteneciente a un grupo mayor, intenta impedirlo. Mientras tanto, desde una mesa cercana un tercer hombre les espía. Es esta una interesante y a la vez intimista —al fin y al cabo es apenas una conversación— propuesta sobre paradojas temporales, realidades paralelas y otras cuestiones sobre la posibilidad de cómo los cambios en el pasado afectan al futuro. Como una partida de ajedrez todo depende de anticipar el movimiento del contrario en un juego del que podría depender el destino de todo lo que existe.

En "Marcado tres veces" un detective privado, especializado en casos extraños que otros compañeros de gremio no aceptarían, recibe un muy curioso y peculiar encargo: ir a visitar a un electricista, con número de instalador 666, y averiguar si, como está convencido el contratante, se trata del anunciado anticristo. Una muy irónica, y casi costumbrista, mirada al tema de la posible encarnación del diablo como un humano que viene a desencadenar el fin del mundo. Alejándose de tantos tópicos habituales, el autor ofrece un divertido relato que invita al mismo tiempo a cierta reflexión.

Le sucede el angustioso "Eterno retorno": A un minuto de su inevitable muerte a bordo de un avión, un hombre deberá aceptar su condición y aprender a convivir con un don que siempre le pareció un tanto inútil. De nuevo Martínez echa mano del recurrente tema de los viajes en el tiempo, pero como siempre en él ofreciendo una nueva vuelta de tuerca que llena de tensión el relato, reflejando a la perfección el sufrimiento, la tensión, la impotencia, la inexorabilidad del destino... en la descripción de ese último minuto que se desgrana con ineludible fatalidad.

A continuación se encuentra uno de los más conseguidos relatos del volumen, el inencasillable "Todo fluye". Una mañana cualquiera un hombre se despierta en su habitación con la sorpresa de tener una mujer, y además embarazada, compartiendo su lecho y descubrir que está casado con ella. A pesar de reconocer lo que le rodea todo parece haber cambiado. Él recuerda otra vida, pero no puede explicar cómo ha llegado a esta que parece haber sido siempre la suya. ¿Habrá otro como él ocupando su lugar?  En uno de los más acertados relatos del volumen el lector se va a encontrar con un puzzle cuyas piezas no dejan de fluir.
Otro de los grandes cuentos de la antología es "Tarot", donde el lector va a asistir a una tensa partida de poker, jugada con cartas de tarot apostando algo mucho más valioso que el dinero. Un peculiar tahúr y un hombre que luchará duramente por sus sueños. Intensa y emocionante.

En "Victoria Pírrica", una triste, y mezquina, historia de amor viene a demostrar que no siempre es deseable conseguir todos nuestros anhelos, sobre todo cuando los métodos para conseguirlos no son demasiado «lícitos».

Dejando a un lado cualquier atisbo fantástico, el inquietante "Aquí, allí, en todas partes" es un descenso a lo más enfermo del alma humana, donde una mujer se enfrenta a la terrible obsesión de un asesino. Martínez se mueve como pez en el agua en el juego irónico de los motivos que llevan al psicópata a hacer lo que hace mezclados con la terrible ironía que encierra el sujeto de sus desvelos. Y es que el pasado siempre vuelve. Gráficamente impactante, el autor da un toque gore en un cuento «realista».  

No menos angustioso, aunque sí algo menos visceral, es "Piensa lo que quieras": La historia de una desigual amistad, el joven popular consciente de su éxito y el apocado que ni siquiera puede ligar dada su innata timidez. De cómo las cosas cambian cuando el segundo descubra que tiene una peculiar capacidad mental y eso haga aflorar su auténtica personalidad. Martínez reflexiona una vez más sobre las consecuencias de obtener los medios para conseguir nuestros más oscuros anhelos.

Con el escenario de su Gijón natal, "En territorio ajeno" es la historia de cómo, en el transcurso de la Semana Negra, un escritor que en realidad es una suerte de depredador va a encontrarse con la horma de su zapato ante una presa que va a demostrar no ser tal. Una historia de seres sobrenaturales, de pasiones primarias, que se adapta al conocido terreno en que se mueven.

En "Encerrada" una mujer, impedida y aparentemente sin capacidad de comunicarse, relata las visitas que recibe, sobre todo de cierto hombre que le alegra llevándole flores y haciéndole compañía. Un relato de una delicadeza palpable, con el retrato de una soledad palpable, la tristeza inherente, la amargura del paso del tiempo sin poder hacer nada.

Cierra el volumen, en cuanto a los relatos, una historia no tan redonda como el resto. "El infierno está donde cuelgas el sombrero" comienza con un  hombre conduce por una carretera de montaña cuando se da cuenta de que se ha pasado el desvío que debía tomar. Ante la imposibilidad de llegar a tiempo a su destino, decide aparcar a un lado de la vía y regresar sobre sus pasos a la mañana siguiente. Sin embargo, al despertar descubrirá a su alrededor un inhóspito desierto, donde el único «oasis» parece ser un misterioso hotel al que acudirá en busca de ayuda y del que le va a resultar muy difícil marcharse. Una atmósfera onírica, de extrañeza, angustiosa, que se demora en exceso y no consigue terminar de implicar emocionalmente, con un final que deja algo insatisfactorio.

La antología se completa con unas breves e ilustrativas notas del autor sobre cada uno de los relatos, haciendo hincapié en alguna anécdota, en su fuente de inspiración, las motivaciones o intenciones del autor al escribirlos, y que proyecta una luz diferente sobre alguno de ellos. Porciones individuales es una magnífica oportunidad para hacerse con una amplia muestra de la producción breve de Martínez, con alguno de sus relatos más conseguidos de su ya dilatada carrera. Una muestra estilística, temática y genérica se podría decir que imprescindible para los seguidores del autor y una buena oportunidad para los neófitos para un primer contacto con su prosa, si bien tal vez no sea exactamente representativa de la ciencia ficción y la fantasía desarrollada en sus obras más largas como el ciclo de Drimar o los más recientes libros del Adepto empírico Yáxtor Brandan. Una buena selección, sin duda.

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Reseña de otras obras del autor:

    Sondela.

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