domingo, 11 de mayo de 2014

Reseña: Fulminada

Fulminada.

Jennifer Bosworth.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Nocturna ediciones. Col. Literatura Mágica. Título original: Struck. Traducción: Noemí Risco Mateo. 421 páginas.

Dicen que es prácticamente imposible que una persona sea golpeada por dos rayos en el transcurso de su vida, que la probabilidad de que le golpee siquiera uno es una entre más de un millón. Mia Price es el ejemplo viviente de que tal cosa no es cierta. Ella no sólo ha sido golpeada por dos, sino por muchos rayos, y por eso su familia se trasladó a California, el lugar de todo EE.UU. que menos de estos fenómenos atmosféricos registra. Y, sin embargo, las tormentas parecen seguir a la joven allá donde vaya, atrayendo la catástrofe sobre sí misma y sobre aquellos que la rodean. Un año después de instalarse en la soleada Los Angeles un devastador terremoto ha reducido a escombros buena parte de la ciudad. Un terremoto que podría no ser nada comparado con la tempestad que se intuye en el horizonte. Fulminada es un libro abiertamente destinado a un público juvenil entregado a las aventuras, desventuras, tragedias y amores de los protagonistas, a las posibilidades de los poderes paranormales de algunos de los personajes, y a la intriga que subyace bajo el atractivo planteamiento, más que a cuestionarse el mundo, la sociedad y la ciencia en que todo ello se desarrolla o en profundizar en ciertos agujeros de lógica de la trama sobre los que es sencillo pasar por encima si lo que se pretende es disfrutar sin más.

Una chica que atrae a los rayos, que de hecho se ha vuelto adicta a ellos, pero que se resiste con uñas y dientes a la sensación, aunque tan solo fuera por no marcar su cuerpo con un mayor número de las oscuras cicatrices venosas que trata de ocultar bajo su ropa. Profecías apocalípticas, sectas religiosas, un mundo dividido. Una ciudad devastada en la que, de su distrito financiero, tan solo permanece en pie, alzándose sobre la destrucción, una solitaria «torre» —un rascacielos— que apunta acusadoramente al cielo. Una tormenta que se atisba amenazadoramente en el horizonte. Una ciudad de chabolas situada en la playa entre Venice y Santa Mónica, Villa Tienda, donde viven los refugiados que lo han perdido casi todo en la catástrofe, un mercado ilegal de alimentos y medicinas, fiestas rave que permiten a los jóvenes evadirse un tanto de lo que les rodea, sueños premonitorios y barajas de tarot, peleas de instituto, poderes paranormales, religión tóxica, dos facciones enfrentadas por el control de los restos de la ciudad…, muchos componentes y conceptos a priori muy atractivos para una historia que se alza por encima de la eterna lucha entre el Bien y el Mal. Y no, no se trata de una distopía al uso, aunque solo fuera por la inexistencia del omnipresente gobierno autoritario y maligno; pero sí de un relato catastrofista sobre, quizá, el final de los tiempos.

Y es que, sí, perfectamente pudiera tratarse de una historia sobre el apocalipsis, aunque pocos de los implicados lo sepan. Existe un evidente trasfondo religioso en la novela, aunque muy matizado por la visión televisiva que de la religión parece tener una parte de la sociedad estadounidense, que pudiera echar para atrás a algunos lectores. El Profeta Rance Ridley, un fanático telepredicador que asegura tener línea directa con Dios, afirma que el final se acerca. Todo está ahí: Las profecías, los jinetes que cabalgan sueltos por el mundo, los sellos que se abren, el juicio de los justos… Y precisamente eso es lo destinado a dar origen y fuerza al conflicto que se avecina, pero no es algo que convierta a Fulminada en una novela religiosa o que haga una labor proselitista de ningún tipo —más bien al contrario, es una dura crítica al fanatismo y al sectarismo religiosos—, sino que se trata del elemento necesario que prepara el escenario para el buen desarrollo del drama. Dos cultos enfrentados, uno deseando que llegue el fin del mundo y el otro evitarlo, que no dudarán —ambos— en aprovecharse de cualquier sujeto que sirva a su propósito, sin darle opciones o tener en cuenta sus opiniones, en su camino para obtener el objetivo deseado.
Mia Price y las cicatrices que marcan su cuerpo como consecuencia de los relámpagos caídos sobre ella.
Con una estructura de cuatro partes para narrar los eventos que se van sucediendo, la novela se ocupa de seguir a Mia durante los cuatro días que cambiarán su vida de forma aún más extrema que todo lo que ha vivido hasta el momento —y ha vivido mucho a pesar de su juventud—, si es que logra sobrevivir al último de ellos. Tras la enorme catástrofe que ha arrasado con buena parte de Los Ángeles, Mia y su hermano vuelven al instituto intentando que la vida recupere un atisbo de normalidad, algo que, era de imaginar, no van a conseguir en absoluto. Abandonada a su suerte por el resto del país, que se intuye también se encuentra inmerso en su propia crisis, la ciudad se encuentra enormemente dividida entre los que lo han perdido todo y los que aún consiguen mantenerse duramente «a flote». El caldo de cultivo ideal para que las palabras del Profeta arraiguen y se impongan en un culto creciente llamado la Iglesia de la Luz que podría ocultar unas intenciones no tan puras como el color blanco de las vestiduras que todos sus acólitos visten podría llevar a sospechar. Más en las sombras, los Buscadores se oponen a esa especie de reclutamiento y lavado de cerebro que los seguidores del Profeta están realizando, llevando a cabo su particular labor de captación, aunque su secretismo y sus maneras un tanto autoritarias tampoco es que despierten la mayor de las confianzas en sus intenciones.

La joven, de pronto y sin desearlo en absoluto, se encuentra en medio del conflicto, objetivo del interés de ambos grupos, viéndose envuelta de manera irremediable en sus retorcidos planes. Sus intentos por mantener a su familia unida y funcional se van a ver enfrentados a sus deseos de no involucrarse en lo que se avecina. Su madre, quien permaneció varios días enterrada bajos los escombros de un edificio tras el devastador terremoto, sufre de una especie de estrés post traumático que le hace fácil víctima del tele evangelista. Y su hermano, Parker, rebelde y testarudo como buen adolescente, en su intento de buscar su propio sitio en el mundo no hará sino complicar la situación, intentando alcanzar objetivos por encima de sus posibilidades.

El conflicto, y las dudas, están servidos. Y es que Mia, dejando a un lado su «afección», es una joven «promedio». Inteligente, pero sin destacar; poco dada al enfrentamiento —un par de conversaciones a fondo hubieran salvado muchas de las situaciones posteriores—, valiente y decidida cuando la situación lo requiere, pero más preocupada por el bienestar de los suyos que por el del resto del mundo, y un tanto egoísta en sus relaciones. Irreflexiva en demasiadas ocasiones, se lanza a la acción sin sopesar los contras o, peor, sin tenerlos en cuenta. Y por si tuviera poco con mantener unida la familia y soportar el instituto, además, deberá decidir si puede confiar, o no, en el esquivo Jeremy, y descubrir si se trata de un aliado fiable o de un acosador que se cuela en su habitación una noche intentando asesinarla y se dedica luego a lanzar ominosas, y demasiado ambiguas, advertencias sin respaldarlas con hechos. Prototipo del joven misterioso, Jeremy esconde demasiado sus cartas, y aún así se va a convertir de forma inevitable en el interés romántico de la joven.

Jennifer Bosworth
Conforme avanza la trama, Mia se va haciendo consciente de su importancia en el orden de las cosas, así como la de los otros supervivientes golpeados por un rayo. Y es que algunos de ellos poseen algo llamado la «chispa», algo que los dota de extrañas dotes extrasensoriales que podrían utilizar bien al servicio de la sociedad o bien al de sus propios intereses particulares. Dentro de este grupo de fulminados por algún relámpago, ella va a descubrir ser alguien de lo más poderoso, pero sin saber demasiado bien qué hacer con ello. La ambivalencia prima en toda la narración. No hay blanco o negro, sino muchos matices del gris más oscuro. Ni los seguidores de la Iglesia de la Luz ni los Buscadores se definen precisamente por tener las mejores intenciones o los métodos más benignos, y ambos gustan de alcanzar sus objetivos sin importar los medios que utilicen para lograrlos.

Desde una perspectiva de un lector más «adulto» que el que se supone público objetivo de la novela se echa en falta quizá algo más de profundidad en la crítica social que la situación presentada posibilita, tanto en lo político como en lo religioso. Se intuye que algo malo está sucediendo en todo el mundo, cuando el propio gobierno de los EE.UU. da la espalda de esa manera a una de sus principales ciudades, pero no se termina de explorar esa situación global, quedando el trasfondo excesivamente desdibujado. De igual manera, el intento de explicación o justificación científico-climatológica implícita en los elementos desencadenadores de la catástrofe está cogida un tanto por los pelos —y eso siendo generoso— y, aún tomándola como una fantasía paranormal, el tema de la «chispa» sería más que controvertido. En un segundo plano, el incipiente romance parte de un punto un tanto conflictivo y difícil de aceptar —¡eh!, el chico ha intentado asesinarla, pero ¡es que está tan bueno y pone caritas de pena tan monas...!—. La autora «juega» con la perversa mística del chico malo, peligroso y físicamente atractivo para «perdonar» su actuación y justificar el inexplicable flechazo instantáneo…

Así que seguramente lo mejor sea leer este libro como lo que es, un entretenimiento para adolescentes lleno de acción con una gran premisa de inicio, sin intentar analizar más allá de lo «necesario», aún a costa de forzar un tanto la credulidad. El estilo ágil, ameno y ligero, muy visual y cinematográfico —Bosworth es también productora y guionista de cine—, la sucesión de eventos, los giros «inesperados», las dudas sobre la resolución del conflicto que la autora se permite sembrar con generosidad y su rápida prosa —y no olvidemos una buena traducción—, así lo permiten, y sin duda muchos serán los jóvenes que se dejarán atrapar por la seductora propuesta. Otra cosa es que su lectura termine siendo totalmente satisfactoria para un lector con cierto camino literario recorrido a sus espaldas.

Como dato importante, cabe remarcar que la trama principal, con Mia, la torre, el chico y la amenazadora tormenta, tiene un cierre efectivo, casi se podría decir que absoluto, pero queda sin duda en el aire la promesa de una continuación partiendo de algunos hilos pendientes y ciertas ominosas advertencias, que parece llegará, al mercado anglosajón, en 2015.

2 comentarios:

Noemi Risco Mateo dijo...

Muchas gracias por esta reseña tan positiva sobre la novela y sobre todo gracias por las buenas palabras hacia mi traducción :)
Te invito a pasear por mi Laberinto y leer un poco sobre mis impresiones de este libro:
http://www.noemirisco.me/2014/05/la-traduccion-de-fulminada.html
Saludos,
Noemí.

Santiago dijo...

Muchas gracias a ti, Noemí, por pasarte por aquí y por tus amable comentario.

Con gusto me pasaré por tu página, y no sólo por la magnífica traducción de este libro ;-)

Saludos