jueves, 15 de mayo de 2014

Reseña: Red de traiciones

Red de traiciones.
Profecía de Merlín, III.

M.K. Hume.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Grijalbo. Barcelona, 2014. Título original: Prophecy: Web of Deceit. Traducción: Albert Vitó i Godina. 617 páginas.

Con esta novela llega a su fin la trilogía dedicada por Hume a glosar las vivencias de Myrddion Merlinus antes de que llegase a convertirse en consejero del rey Arturo, deteniendo la acción de hecho en un punto que la convierte de facto en una precuela de la serie artúrica de la autora australiana. A lo largo de lo dos libros precedentes ha ido relatando un periodo de “juventud”, mientras se iba modelando la personalidad del sanador al tiempo que profundizaba en sus conocimientos e investigaba sobre sus orígenes. Ahora, de vuelta a las islas británicas tras su estancia en Constantinopla, abandonada del todo la adolescencia, cargado con un bagaje de vivencias y experiencias atesoradas a lo largo de sus sus viajes y convertido en alguien mucho más maduro, Myrddion va a verse enfrentado a su mayor prueba al servicio del rey Ambrosio Aureliano, primero, y de su violento hermano, Úter Pendragón, después. A través de sus ojos el lector va a asistir al retrato de una oscura época en la historia de Britania y sus tribus, un momento de enfrentamiento y cambio, de bellos sueños truncados por la sangre y las traiciones. Avisar, como es habitual en las reseñas de series y trilogías, que la lectura de los siguientes párrafos puede desvelar información importante de los libros anteriores.

Cuando Myrddion y sus compañeros ponen de nuevo pie en suelo británico pronto se dan cuenta de que la cosas han cambiado mucho en los años en que se han encontrado lejos, con el puerto y el pueblo de Dubris y la ciudad de Londinium totalmente «colonizados» por los guerreros y mercaderes sajones, quienes cada vez van reclamando mayor espacio empujando a los moradores celtas hacia el norte y el oeste. Los enfrentamientos entre antiguos y nuevos pobladores son continuos y sangrientas, con avances y retrocesos al albur de la guerra. Deseando tan sólo volver a su tierra y servir a los suyos como mero sanador, Myrddion se verá obligado a servir a Ambrosio, quien sin embargo pronto le demuestra ser en verdad un gran rey, con grandes planes para el futuro, para los que encarga al joven la creación de un red de espionaje que le permita anticiparse o enfrentarse a las crecientes amenazas y tensiones que los mismos puedan despertar.

Ambos, rey y sanador, trabajarán mano a mano bajo el firme convencimiento de que la única manera de pervivencia para sus gentes se encuentra en la unidad efectiva, y no solo de palabra, de todas las tribus celtas para hacer frente a la creciente presión demográfica de los sajones que paulatinamente van extendiéndose por el este de Inglaterra. Pero poner de acuerdo a todos los reyes y caudillos no va a ser tarea fácil, entre ellos existen muchos recelos, mucha mala sangre, mucho distanciamiento y desinterés, y mucha incomprensión mutua, algo por lo que Myrddion tendrá que poner toda su inteligencia al servicio de esta cuestión. Y cuando piensa que el futuro podría ser incluso brillante, los nubarrones lo oscurecen. Y es que la fatalidad va a golpear de nuevo en su vida, y el sanador se verá forzado a servir al sanguinario Úter, al que le atan el juramento prestado a Ambrosio, que no se ve capaz de romper, y la amenaza de muerte que pende sobre sus compañeros y sirvientes. No obstante, también sentirá a un tiempo que, de alguna manera, todos sus sufrimientos, toda la maldad que comparte renuentemente, todo lo que se ve obligado a realizar contra su voluntad y ética, servirán para traer un bien mayor.

Con un firme pulso literario, didáctico, historicista y entretenido a un tiempo, Hume va oscureciendo de forma imparable la narración, desde un inicio cargado de esperanzas, truncadas luego por la traición y el asesinato, hasta un futuro que se presenta cada vez más negro para Myrddion, para sus seres queridos y para todos los habitantes de las islas. Es, sin duda, un relato «crepuscular», con la lenta e irreversible decadencia de los restos de la Britania romana, la pérdida de sus valores civilizadores y la irrupción de una sociedad más bárbara y violenta, menos cultivada y organizada. La autora, además, ha ido poco a poco abandonando todo planteamiento fantástico de la trama e, incluso, los dones proféticos de Myrddion van en esta ocasión desapareciendo, despojando de mística al personaje, y dejando ante el público tan sólo al hombre, un personaje que se eleva por encima de sus contemporáneos por la sabiduría de sus conocimientos y la fuerza de sus convicciones, antes que por sus dotes mágicas. Es un Myrddion un tanto amargado, quien atrapado entre su juramento y sus convicciones morales se ve obligado a llevar a cabo acciones que nunca hubiera soñadoy que le llevarán a adoptar un cierto cinismo matizado por un ferviente deseo de autoconvencerse de que el futuro será mejor gracias a ello.

Brutales afectos y actos imperdonables marcan también el sufrimiento de las mujeres, los sirvientes y los tullidos en una sociedad que tiene poco espacio para ellos y donde la violencia se práctica de muy diversas formas, sobre todo con los más débiles. Entre batallas, pactos, sacrificios, torturas, conspiraciones, pasiones prohibidas y envidias, sangre y muertes, Gorlois, el Jabalí de Cornualles, su mujer Ygerne y su hija Morgana cobran, como no podía ser de otra manera, singular relevancia, anticipando sucesos futuros plenamente conocidos de la leyenda artúrica. De la manera más estúpida los destinos se truncan, las pasiones dominan las decisiones y la lealtad no se ve recompensada, el honor es despreciado y pisoteado, el sacrificio no es valorado sino ridiculizado y la traición es moneda de cambio en todos los órdenes de la vida.

El libro, como los anteriores, ve acompañado el texto por un buen número de mapas, esquemas y croquis mostrando tanto los viajes de Myrddion, como el orden y secuencia de las batallas o el plano de una vivienda de la época. Resaltar que, al igual que en el precedente, el nuevo cambio de traductor, tercero para tres libros ―es de suponer que debido a la muy de agradecer intención de ofrecer prácticamente de una tacada en apenas tres meses la trilogía completa―, no afecta en esta ocsasión a la solidez de la prosa ni al fluir de la narración. El final del libro, obviamente, no coincide con el final de la vida «conocida» de Merlín ni mucho menos, sino con un importante «receso» de la misma, dejándole a punto de iniciar una nueva y de vital importancia etapa, con todo preparado, como la autora misma confiesa, para los eventos narrados en su trilogía del Rey ArturoEl hijo del dragón, El guerrero de occidente y El cáliz maldito―. En todo caso, se trata de un cierre perfectamente conclusivo, que, si bien invita a leer los libros de la serie artúrica para conocer los eventos posteriores acaecidos a alguno de los personajes que aquí aparecen, tiene una entidad independiente y plenamente asumible como tal. Red de traiciones cierra un trilogía que se ha dedicado a ofrecer la imagen más histórica, y menos fantástica, del «mago» más famoso de todos los tiempos, aún a pesar de la evidente ausencia de fuentes fiables para reconstruir su figura, ganando interés libro a libro, sobre todo por el retrato de una época tan oscura como literariamente apasionante.

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Reseña de otras obras de la autora:

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