Trilogía Reckoner 1.
Brandon Sanderson.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Ediciones B. Col.
Nova. Barcelona, 2014. Título original: Steelheart. Traducción:
Rafael Marín Trechera. 408 páginas.
Ediciones B aprovecha
esta novela, con la que el muy prolífico Brandon Sanderson
inicia una nueva trilogía, para relanzar la colección Nova,
recuperando su logo «clásico» y las Presentaciones de Miquel
Barceló que, se esté de acuerdo o no con sus palabras, lo
cierto es que se echaban en falta. En esta ocasión, Sanderson no
recurre a la creación de uno de sus habituales mundos de
ambientación pseudo medieval, sino que sitúa la acción más o
menos en el presente o en un futuro muy cercano, ofreciendo una
realidad paralela donde ciertos individuos han obtenido unos poderes
especiales que les permiten realizar acciones muy por encima de las
posibilidades del común de los humanos, algo que no les convierte
en superhéroes precisamente. Si bien ya en la plasmación del
sistema de magia empleado en Nacidos de la Bruma se
podía rastrear una relación con el tema superheróico, aquí el
autor coge al toro por los cuernos y se sumerge de lleno en la fuente
«original», sin apartarse en exceso, eso sí, de las «fórmulas»
que tan bien le han funcionado hasta el momento, orientadas esta vez
hacia un público más juvenil. Y es que, aún tratando del
importante tema del «poder», de la responsabilidad o de su abuso a
la hora de aplicarlo sobre los demás, con amplias
ramificaciones éticas, el propio autor incluye esta novela entre sus
obras de puro entretenimiento, escrita entre otras de sus grandes
epopeyas para desengrasar las neuronas, algo que tampoco significa que sea
«menor» o peor, en absoluto, tan sólo distinta de a lo que tiene acostumbrados a sus lectores fieles.
Sí es cierto que se llega a
apreciar cierta «rebaja» tanto en sus estándares de complejidad y
coralidad, echando mano de una trama más «básica» y directa,
sencilla, casi lineal; pero también lo es que en manos de Sanderson
la aventura resulta ser una divertida y frenética delicia, y la
perfecta introducción para los jóvenes a este autor ―aunque
también podría llamar a llevarse una idea equivocada sobre su muy
recomendable producción anterior―. Un mundo apocalíptico, con una
pizca de misterio; superhombres ―y supermujeres, claro― con muy
poco de héroes; un villano invulnerable y megapoderoso; un chico en
busca de venganza; una hermosa chica, guerrera donde las haya; un
grupo de rebeldes que luchan contra lo imposible; una ciudad
transmutada en acero ―incluida una buena parte del lago Michigan―
y que permanece bajo un eterno crepúsculo, haciéndola casi
inhabitable y forzando a sus habitantes a sobrevivir bajo tierra, en
gigantescos túneles metálicos; algo de humor para los momentos más
tensos; y acción, mucha acción, conforman un cóctel tan explosivo
como entretenido.
Un día, sin que nadie
pueda explicar su origen, Calamity estalla en el cielo para
quedarse ahí, y como resultado ciertos individuos, sin anteriores
características especiales, reciben una serie de habilidades
extraordinarias, auténticos superpoderes, por lo que empiezan a
recibir el nombre de Épicos. Estos dones son de lo más
diverso y del más amplio rango: invisibilidad, capacidad de
manipular las percepciones de los demás, incorporeidad, vuelo,
control mental, dominio sobre las sombras, proyección astral,
duplicación… pero todos ellos, indefectiblemente, sacan a la luz
lo peor de cada sujeto, haciendo de ellos crueles supervillanos, sin
que aparezca ningún superhéroe que se enfrente a ellos equilibrando
la balanza. El mundo se convierte así en un lugar terrible y
peligroso, donde los humanos normales viven al antojo y capricho de
los Épicos, convirtiéndose en sirvientes, casi esclavos, de estos
seres de gran poder que luchan por el control de cada territorio y
ciudad, mientras los gobiernos y sus fuerzas del orden se ven
incapaces de detenerlos y finalmente tienen que capitular ante ellos
como auténticas fuerzas de la naturaleza.
Aquel día terrible,
David Charleston tenía ocho años y fue testigo directo de
cómo el asalto a un banco por parte de un Épico llamado Deathpoint
terminaba en tragedia. Ese fue también el día en que el llamado
Steelheart reclamó la soberanía sobre la que pasaría a
llamarse Chicago Nova. En el banco, creyendo que este último
ha venido a rescatar a los presentes y se encuentra en peligro, el
padre de David se enfrenta a Deathpoint, «salvando», aunque resulte
herido en la mejilla, a Steelheart, pero obteniendo como recompensa
tan sólo la muerte.
Diez años después de la aparición de Calamity, cuya luz permanece inalterable en el firmamento, sólo otros Épicos se han atrevido a desafiar a Steelheart y disputarle la ciudad, sin conseguirlo ninguno. Ningún superhéroe ha surgido para enfrentarse a los malvados, así que un pequeño grupo de humanos «normales», los Reckoners, han tomado la tarea sobre sus hombros, estudiando los puntos débiles de cada Épico para así poder borrarlos de la faz de la Tierra. David, que lleva todo ese tiempo soñando con la venganza, habiendo oído al rumor de que un grupo de ellos se encuentran en la ciudad, intentará a toda costa unirse a sus filas.
Diez años después de la aparición de Calamity, cuya luz permanece inalterable en el firmamento, sólo otros Épicos se han atrevido a desafiar a Steelheart y disputarle la ciudad, sin conseguirlo ninguno. Ningún superhéroe ha surgido para enfrentarse a los malvados, así que un pequeño grupo de humanos «normales», los Reckoners, han tomado la tarea sobre sus hombros, estudiando los puntos débiles de cada Épico para así poder borrarlos de la faz de la Tierra. David, que lleva todo ese tiempo soñando con la venganza, habiendo oído al rumor de que un grupo de ellos se encuentran en la ciudad, intentará a toda costa unirse a sus filas.
El lector se va adentrar
en una historia de individuos con superpoderes, pero que no sigue la
corriente marveliana o spidermaniana, personalizada en
la famosa cita del tío Ben, de «todo gran poder conlleva
una gran responsabilidad», sino que se apunta a la corriente que
sigue al dictum de Acton, la célebre frase acuñada
por el historiador católico británico John Emerich Edward
Dalkberg Acton: «El poder corrompe y el poder absoluto
corrompe absolutamente».
Sanderson ofrece
así un evidente homenaje a los personbaje de los comic-books
y sus fantásticas aventuras, pero dotándolo de una
fuerte personalidad propia. Aunque de alguna manera evite dar
explicaciones sobre el origen, la causa o el funcionamiento de los
superpoderes, librándolos demasiado a la suerte ―para bien o para
mal― del que los recibe y manteniendo el misterio, el autor hace
que, como todos sus sistemas mágicos anteriores, aquí se mantengan
una serie de reglas inalterables, una lógica interna, una relación
coste-efecto en el uso de estas habilidades. Todos los Épicos tienen
su Talón de Aquiles, sólo hace falta encontrarlo ―algo que
no resulta, obviamente, en absoluto sencillo―. David está
obsesionado con esa tarea, ha dedicado toda su vida a estudiarlos
―sobre todo a los que viven en Chicago Nova y en especial a su
«jefe»―, a buscar sus debilidades, a clasificar sus poderes,
buscando esas pautas que no pueden ser transgredidas. Ahora ha
llegado su momento. En su intento de vindicación, el joven deberá
encontrarse a sí mismo, enfrentando sus miedos y quizá, salvando
todo su mundo por el camino. David contra Goliath ―perdón,
contra Steelheart―
Y no lo va a tener, por
buena ayuda que reciba, nada fácil. Y es que Steelheart dispara
rayos de energía, vuela, es invulnerable, posee gran fuerza y la
capacidad de transmutar toda materia inanimada en acero a su
voluntad. Todo un Superman liberado de cualquier restricción
ética o moral. Para hacerle frente, los Reckoners, físicamente
inferiores y débiles ante los Épicos, deben suplir su falta de
poderes especiales con el uso de toda la la información y la
tecnología armamentística que encuentren a su alcance. La
inteligencia por encima del músculo ―aunque luego también se eche
mano de este, por supuesto―. Y aún así se encuentran en
inferioridad de condiciones. Además, el autor va dejando caer
pequeñas pistas e indicios, pequeñas discrepancias entre lo que le
cuentan y lo que él observa, que llevarán al propio David a dudar
de alguno de sus compañeros y del destino de su misión.
Tal vez en ese intento de
adaptarse a un público más juvenil, Sanderson haya «simplificado»
su estilo, su retorcida narrativa, optando por centrar la narración
en un único punto de vista principal, con un narrador que da voz en
primera persona a los hechos: David y sus terribles metáforas. Un
«héroe», como la mayoría de los de Sanderson, imperfecto:
impulsivo, valiente, cargado de rencor, dado a cometer errores,
entregado, apasionado, irritante, ingenuo a pesar de todo… y
profundamente humano por ello. Y a pesar de la menor coralidad de la
novela, sí que lo acompaña de un elenco de personajes secundarios
tan interesantes, únicos y complejos como son los Reckoners: Megan
―la joven luchadora, arrojada, valiente e independiente, de la que
se enamora el protagonista a primera vista―, Abraham ―el
lacónico experto en armamento―, el Profesor ―fundador de
los Reckoners, misteriosa figura paterna para todo el grupo―, Cody
―el francotirador. que sirve en ciertos momentos de contrapunto
humorístico con sus bufonadas a costa de su ascendencia escocesa―,
Tia ―la genio en tecnología adicta a los refrescos de
cola―... Y, por supuesto, enfrente suyo se encuentran los Épicos,
a los que el lector sólo conocerá de lejos, por sus obras y
enfrentamientos. Fortuity, Nightwielder, Refractionary, Firefight,
Conflux… y, por supuesto, Steelheart.
Como buena historia de
seres superpoderosos hay en estas páginas raudales de acción
desatada, constante e intensa, abundantes persecuciones a pie y
motorizadas, peleas a distancia y cuerpo a cuerpo, explosiones y
tiroteos varios, armas de gran calibre, incursiones en posiciones
inexpugnables, violencia explícita, gadgets de todo tipo,
emboscadas, trampas, muertes... Ofreciendo un relato emocionante y
lleno de tensión, una narración épica, sin duda, de ritmo
creciente y desbocado, que «abusa» con gusto de un recurso tan afín
a los comics como los cliffhangers cerrando cada capítulo
para mantener atrapados a los lectores, sin darles un descanso e
impedirles soltar el libro. Un auténtico «pasapáginas» de
diversión y entretenimiento sin más intención.
Analizado a
posteriori, una vez terminada la frenética aventura,
quizá se haga notar cierta inconcreción en el trasfondo, la falta
de ciertos detalles asociados a la prosa del autor. Se echa un tanto
en falta algo más de «decorado»
o de información respecto a la situación del resto del mundo, una
explicación para Calamity y la razón de la aparición de los
superpoderes, y algo más de profundidad en alguno de los personajes.
Pero la trama resulta, sin embargo, tan atractiva y emocionante,
llena de misterio y de giros sorprendentes ―tal vez menos
impactantes que en otras obras, pero igualmente agradecidos―,
intrigante, cargada de tensión, y de fácil lectura como suelen ser
las de Sanderson.
Una aparentemente
«sencilla» narración de superhombres, en cuyo fondo subyace el
importante tema de la naturaleza del «poder», de su uso y abuso, y
de la responsabilidad de quienes quieren derrocar a un tirano sin
tener una alternativa viable a cambio. ¿Se puede matar al monstruo
cuando es éste el único que sostiene lo poco que queda de
civilización y su ausencia significará el caos? ¿Calamity dio
poderes sólo a humanos que ya tenían una inclinación maligna o fue
el uso de esos poderes los que los corrompió llevándolos al camino
del mal?
La historia termina aquí,
y, aunque deja firmemente sentadas las bases para la segunda entrega,
Firefight, que será publicada también por la
editorial ―aunque quede la duda de si se incluirá el relato corto
intermedio, Mitosis, en el mismo volumen―, se puede
decir con convicción que es una novela autoconclusiva, con un final
que despeja ciertas dudas y cierra la trama más importante, pero,
eso sí, plantea otras tantas cuestiones. Ideal para el tiempo
estival, para leerlo dejando todas las preocupaciones a un lado.
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Reseña de otras obras del autor:
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