Lisa Tuttle.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Fábulas de Albión / Nevsky Prospects. Madrid, 2015. Título original: A Nest of Nightmares. Traducción: Marian Womack. Introducción: Jesús Palacios. 278 páginas.
Lisa Tuttle es una autora que no ha tenido demasiada suerte en nuestro «mercado», habiendo sido apenas traducida al español. Su novela más conocida para el público patrio es Refugio del viento, escrita junto con George R.R. Martin, con cuyos cuentos de cierta etapa de su carrera —que se puede disfrutar en los tres tomos de su particular Autobiografía literaria— comparten más de un punto en común, en cuanto a temática y enfoque, los de la autora en esta antología. Plantean un «terror» que no nace del susto, la violencia descarnada, la degradación o el gore, sino que se sirve de un tono más delicado, de la acumulación de sensaciones y de cierto «mestizaje» genérico para ofrecer historias de fuerte componente humano y que estremecen por su cercanía. Un terror con base en los sentimientos, en las relaciones e interacciones que se establecen entre madres e hijos, entre amigas o amantes, o dentro de las parejas y matrimonios —muchas veces rotos—, que reflejan el dolor de la pérdida, los remordimientos, la inseguridad, la decepción, la culpa, la muerte... Un terror que nace de lo cotidiano, de un mundo hogareño y reconocible, para, introduciendo normalmente un pequeño factor sobrenatural o «extraño», totalmente alienante, llevar al lector a altas cotas de horror y desasosiego.
La antología se abre con una analítica introducción a cargo de Jesús Palacios titulada Donde anida el horror: Las pesadillas sutiles de Lisa Tuttle, donde ya desde ese título se asienta una de las claves de los relatos que vienen a continuación: la sutileza, el delicado toque de absoluta normalidad que se rompe para dar paso al escalofrío y el horror. Otra de las claves es el decidido uso del punto de vista femenino —no necesariamente «feminista»—, cediendo el protagonismo a toda una sucesión de mujeres, y niñas, de muy diferente estatus y condición, dando muestra de una sensibilidad familiar, la de unas mujeres normales, madres, hijas, hermanas, esposas, en general solas ante el mundo, pero con mucho que decir, que van mucho más allá de arquetipos como la damisela en apuros, la bad girl o la heroína de acción de otras producciones de los años 80 del siglo pasado.
Ya en el primer relato, Nido de bichos, una mujer se refugia, escapando de la infidelidad de su marido, en la casa de la playa de una anciana tía, hermana de su padre. Una casa que parece a punto de venirse abajo, infestada toda ella por la carcoma y otra suerte de bichos. Lo que parecía un nuevo comienzo se torna en una inquietante historia de dominación y maltrato. Una historia cargada de simbolismo en torno a los insectos que «colonizan» la vieja casa, con un final que deja con muy mal cuerpo.
En Hamburguesa de carne de muñeca una niña ha perdido su muñeca y, para que tenga más cuidado, su padre le cuenta una —para una mente infantil— aterradora historia sobre unos hombres que raptan a aquellas muñecas cuyas dueñas no han recogido tras jugar con ellas y las convierten en carne de hamburguesa para comérselas. Los terrores infantiles, sublimados por la despreocupación de los padres, crean perversas pesadillas.
En Bienes compartidos es una pareja envuelta en algo tan «habitual» como es un proceso de divorcio quienes obtienen el protagonismo. Han repartido ya todos sus bienes, pero ninguno de los dos quiere darle al otro la propiedad de su perro Gonzo. Tuttle muestra sin cortapisas todo el terrible, y deshumanizador egoísmo, y la dureza del final de una relación donde el carácter masculino / femenino marcan la diferencia, pero lo hace de forma tan sutil que incluso se antoja que la solución propuesta es la más lógica entre todas las posibles.
A continuación Volando a Bizancio muestra como una escritora, nacida en Texas pero afincada en Los Ángeles tras el éxito de su única novela que le cambió la vida, vuelve a su estado natal invitada a una convención de ciencia ficción en la ciudad de Bizancio. Falta de confianza, las cosas empezarán a torcerse desde el primer momento. Una serie de sentimientos dominantes empiezan a sucederse y a acumularse: La envidia. El dolor de una adolescencia infeliz. La inseguridad. La indignidad. La falta de voluntad... El lector asiste a una creciente y opresiva inevitabilidad cuando todo «rueda» hacia abajo en una pendiente autodestructiva que lleva a un final tan doloroso como irónico.
LLena de melancolía, Recorriendo el laberinto es la historia de una pareja que recorre el sudoeste de Inglaterra cuando una noche ven a unos misteriosos individuos desplazándose por un campo, siguiendo los apenas visibles contornos de un antiguo laberinto de hierba, recreando un aparente ritual pagano. Una historia triste y nostálgica en su resolución, que habla del no renunciar a la vida echando mano de ciertos elementos mitológicos que se fusionan a la maravilla con la trama.
El dios caballo —nombrado como El señor de los caballos en el índice del volumen— es otro relato con tintes mitológicos, sumergiéndose también en el mundo de la infancia y su forma de ver el mundo. Una mujer, con cinco «hijos», uno de su marido y cuatro de su cuñada fallecida, empieza a conocer la historia de la propiedad en la que viven, sobre todo la de un viejo establo clausurado a cal y canto y sobre el que parece recaer una antigua maldición. Mito y realidad parecen converger más allá de la típica historia de maldiciones ancestrales.
En La otra madre una mujer divorciada vive con sus dos hijos en una casa junto a un lago. Un día le parece vislumbrar una figura borrosa en la otra orilla, una mujer blanquecina que pronto desaparece, pero con la que empieza a obsesionarse. Además, cuando un pájaro blanco ataca a los niños empieza a sospechar que algo extraño sucede. El simbolismo del sacrificio muestra el amor incondicional de una madre que hará todo por defender a sus hijos. Junto al anterior relato forma un díptico sobre la disolución de la personalidad y la individualidad dentro de la maternidad, sobre el temor de la mujer a no ser capaz de cuidar de los hijos y seguir siendo ella misma, de la renuncia a parcelas importantes de su vida y del humano egoísmo de querer algo propio, que solo le pertenezca a ella. Relatos terribles por las situaciones y las decisiones que fuerzan.
En Necesidad una joven estudiante universitaria, lejos de su hogar y de su prometido, conoce a un extraño y obsesivo joven con el que parece congeniar en su gusto por un rincón particular del cementerio local. Tuttle da cuenta de su dominio de las emociones y sentimientos, mostrando la humana necesidad de amistad, la búsqueda de comprensión y empatía, el dolor de la lejanía y el peso de los remordimientos por aquellas acciones ya irreparables. Hermoso y terrible a un tiempo.
Con un elemento ajeno que entra en sus vidas con resultados inesperados, en La memoria de la madera un matrimonio compra un viejo arcón en uno de esos «mercadillos» a la puerta de una casa particular tan típicos de los USA. Al abrirlo la mujer, una desagradable tufarada le asalta para luego desaparecer sin dejar rastro. Ya en su casa, con el arcón instalado, ella empieza a escuchar sonidos que no debieran existir, mientras su hijo parece obsesionarse con abrirlo y contemplar algo en su interior aparentemente vacío. De nuevo, la maternidad y la responsabilidad que conlleva, pero con un enfoque que permite una lectura bastante original.
Es Cuando te necesita un amigo la perfecta muestra de la sutileza de los cuento de Tuttle. Una mujer espera la llegada de un avión en un aeropuerto cuando establece contacto con otra pasajera en tránsito a la que parece reconocer. De su encuentro surge una conversación llena de revelaciones dando paso a un hermoso cuento, de nuevo sobre la infancia, y sobre la muy diferente experiencia de crecer según en qué lado, bueno o malo, de la vida te encuentres. Un cuento cargado de una sensibilidad un tanto onírica y de un aroma de tristeza a pesar del cierre esperanzador.
En medio de una atmósfera de extrañeza, en La extraña una mujer, con dos malas relaciones a sus espaldas —divorciada de la primera, y envuelta en tormentosas discusiones la segunda—, vuelve al barrio y a la casa de su infancia, donde constata sorprendida que nada parece haber cambiado a pesar de todo el tiempo transcurrido. La infancia como último refugio, el lugar donde el futuro todavía estaba por delante y todavía se podía soñar, lejos de la realidad, pero intuyendo ya el horror que se avecina.
Con un toque ominoso Sun City se sitúa en El Paso, donde una mujer en trámites de divorcio, empieza a sentir la asechanza de un olor a podredumbre y la presencia de una figura inquietante, al tiempo que recuerda un horrible incidente de su luna de miel. La culpa y la necesidad de perdonarse a uno mismo se juntan en una historia de deidades olvidadas.
Cierra el volumen El nido, donde el lector asiste a cómo dos hermanas, a la muerte de su madre, compran una aislada casa en las afueras de un pueblecito de la campiña inglesa. Lleva tiempo cerrada y necesita reformas urgentes, como tapar un agujero en su tejado. Pronto el desván llamará poderosamente la atención de la menor, y un cambio en su comportamiento enturbiará la relación con la mayor. La autora juega un juego de sombras, sugiriendo sin mostrar, con los sentimientos de las dos hermanas a punto de quebrarse.
Una antología de terror humano y cercano, que se sirve de elementos cotidianos y que seguramente sea más terrible precisamente por ello. Historias todas de un nivel parejo, aunque dando cuenta de gran variedad, de prosa ágil y segura —la traducción también colabora al disfrute—, que exploran cierta vertiente o visión femenina del género y que dejan con ganas de leer más obras de la autora.
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Con George R.R. Martin:
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