sábado, 20 de febrero de 2016

Reseña: La misión del bufón

La misión del bufón.
El Profeta Blanco, 1.

Robin Hobb.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Fantascy. Barcelona, 2016. Título original: Fool's Errand. Traducción: Manuel de los Reyes y Raúl García Campos. 793 páginas.

Adentrarse en las páginas de La misión del bufón es como reencontrarse de pronto con unos amigos ausentes a los que no se sabía que se echaba tanto de menos. Por mucho que hayan pasado algo más de tres lustros desde la primera edición española de la trilogía del Vatídico —reeditada de forma relativamente reciente por DeBolsillo—, Hobb tiene la habilidad de introducir la trama de forma que todo lo leído vuelva a la mente de forma sorprendente y fluida, como quien se pone un viejo traje y comprueba que se le ajusta de maravilla. Pero no se limita a explotar esta «nostalgia» del reencuentro, sino que, explorando líneas que ya se encontraban de alguna manera planteadas en las novelas anteriores, lleva la historia en direcciones inesperadas, intrigantes y muy satisfactorias. Lejos de las corrientes de fantasía sucia y realista que están triunfando —merecidamente— en la actualidad, la autora ofrece una literatura más tradicional, pero no por ello menos interesante. Y dentro de la pura aventura de corte medieval fantástico no deja de introducir temas para reflexionar —haciendo especial hincapié en el de la responsabilidad en todas sus vertientes—, para cuestionarse el mundo, para emocionarse y para, simplemente, disfrutar con una historia tan imaginativa como bien escrita.

A los iniciados en la obra de Hobb no creo que haga falta recomendarles mucho la novela, pero a la hora de enfrentar la lectura sin ningún tipo de antecedentes es lícito que los lectores que no conozcan los libros anteriores de la autora se planteen una serie de cuestiones decisivas: ¿Es imprescindible haber leído la trilogía del Vatídico para entender esta? No, no es imprescindible, pues la autora, sin hacer exactamente ningún resumen, sí que va introduciendo en la trama mediante diálogos, pequeños incisos, recuerdos y recapitulaciones, las justas referencias como para que todo lo narrado tenga trasfondo y consistencia, y los personajes sean introducidos con la necesaria presentación sin recargar por ello la narrativa ni hacerla en absoluto críptica. Pero entonces, ¿es recomendable haberse leído esa trilogía? Sí, mucho. Pues precisamente todas esas referencias a hechos pasados y la introducción a cada personaje, la reflexión o mención a sucesos acaecidos, a aventuras vividas, destripan buena parte de detalles que no debieran ser conocidos de antemano para mantener el misterio y el interés cuando, inevitablemente, se sienta el deseo de leerla tras degustar esta obra. ¿Y Las leyes del mar? ¿Es imprescindible? ¿Necesaria? ¿Recomendable? Aquí se pueden aplicar, aunque en menor medida, puesto que esta trilogía tiene mucho menos influencia en lo narrado en La misión del bufón, las respuestas precedentes. No es necesario ni mucho menos imprescindible haberla leído, pero sí muy recomendable por su simple disfrute, y porque referencias importantes a detalles de la trama de aquella hay pocas, pero haberlas haylas —de hecho una muy, pero que muy reveladora; y además se puede aprovechar que DeBolsillo empieza a reeditarla este mismo año—.

Han pasado quince años desde que Traspié Hidalgo Vatídico, por muchos y enfrentados motivos, decidiera vivir retirado del mundanal ruido, alejado de todo y todos los que conociera, al punto de adoptar un nuevo nombre, Tom Mechatejón, acorde a su nueva y tranquila vida junto a su hijo Percán. Pocos de sus antiguos amigos son los que saben que sigue vivo, y él se dedica, entre el cuidado de un pequeño huerto, de la cría de sus gallinas y de las partidas de caza con su lobo Ojos de Noche, a intentar escribir una historia del pasado reciente y de los trascendentales eventos que viviera en primera persona, al tiempo que siente la dolorosa ausencia del uso de la Habilidad. Ojos de Noche y él han envejecido y se han acomodado a una existencia pacífica y rutinaria. Una situación que, por desgracia, no podía durar, ya que el pasado va a venir a reclamar antiguas obligaciones.

Recuperando la voz en primera persona, y por tanto el punto de vista único, de Traspié, que aleja la novela de la coralidad que adquiriera el relato en la trilogía de Las leyes del mar, pero no de su riqueza narrativa, existen en la novela dos tempos bien diferenciados, aunque no estructuralmente señalados: Una primera fase más reposada, donde la autora se dedica a recapitular sin prisa sobre lo sucedido durante los quince años pasados —y aún más atrás— desde antes del cierre de La búsqueda del asesino hasta el presente cuando la visita de viejos conocidos van a agitar los recuerdos y la paz que Traspié creía haber alcanzado. Pero, a pesar de lo hogareño, de lo mundano, «tranquilo» y sujeto al terruño de este comienzo, con muchas conversaciones a la luz de la lumbre y mucha rememoraciones, Hobb consigue con maestría introducir la emoción en las situaciones más cotidianas, como pueda ser una discusión de mercado sobre unos lechones, por ejemplo, atrapando la atención y conduciendo con firmeza el relato por donde ella desea.

En la segunda fase, la más extensa, restablecido el escenario y puestos en escena todos los actores con el abandono de este retiro voluntario, la acción se va acelerando paulatinamente, empezando de forma sosegada, con Traspíe recuperando viejas sensaciones, y lanzándose después a la aventura que tan bien sabe enhebrar la autora, embarcando a los protagonistas en un viaje de riesgo evidente y resultado incierto en el cual el lector va a obtener toda la recompensa a la paciencia invertida en el primer tramo de la novela.

Con una palpable evolución y un mayor dominio de su prosa desde sus primeras novelas, no obstante, la autora sigue haciendo gala de una escritura meticulosa, muy detallista, con descripciones e incisos que retratan la gran riqueza de su mundo a todos los niveles, desde las viandas a los trajes de nobles y lacayos, desde la organización de las ciudades a la geografía de las tierras de los Seis Ducados. De igual manera trabaja en profundidad a sus personajes, forjando su carácter de manera palpable para los lectores. Da igual que sean principales que secundarios, ya conocidos que nuevos, humanos que animales; el lobo Ojos de Noche, Laurel, la cazadora de la reina Kettricken, Jinna, la bruja Vulgar, el renovado bufón conocido ahora como lord Dorado, el propio Tom Mechatejón en todas sus facetas…, tienen vida y personalidad propia, adquiriendo dimensión más allá de su participación e importancia en la trama. Se nota que para ellos han pasado también esos quince años, que ya no son los mismos que dejamos al final de La búsqueda del asesino, que el tiempo no ha discurrido en balde, que los achaques de la edad no perdonan y que el resto del mundo no se ha quedado parado a la espera de su vuelta. No es una mera continuación, Hobb no se limita en absoluto a repetir esquemas conocidos, sino que se trata de un nuevo comienzo, una nueva aventura esta vez contra un enemigo interior de los Seis Ducados, que parte eso sí desde una base bien consolidada.

Y como parte de esos cimientos que sustentan todo el entramado, es llamativo, y gratificante, el uso que la autora hace del elemento mágico. Frente a los magos poderosos de otras propuestas, aquí los dotados con dones sobrenaturales no son, o no se sienten, precisamente privilegiados por ello. Por un lado, el dolor y adicción causados por el uso de la Habilidad, por otro la persecución encubierta a que son sometidos los mañosos no convierten su práctica en algo muy atractivo, aunque es evidente que sus ventajas también las tienen ambas. Buena parte, por no decir prácticamente toda, del elemento detonante e hilo conductor de la trama se sustenta precisamente en esta discriminación nada oculta hacia los señalados por la «magia» que hace que deban mantener su uso como un casi vergonzoso secreto.

Cabe decir que La misión del bufón presenta un cierre, ciertamente emotivo a pesar de que la tristeza se venga anunciando con antelación, que hace que la novela pueda leerse de forma prácticamente autoconclusiva, dejando líneas abiertas para, obviamente, poder continuar la historia como bien demuestra el avance de la siguiente entrega, El bufón dorado, incluido en las últimas páginas de este volumen. Una mención especial merece la cuidada edición de Fantascy, mimando el producto hasta el punto de utilizar, en vez de la habitual en el resto de sus títulos, una agradable encuadernación en rústica rugosa que le da un toque más «medieval»; incluyendo, como ya he comentado, el «regalo» del prólogo y el primer capítulo de la próxima novela de la trilogía; y, sobre todo, teniendo el enorme acierto de reunir como equipo traductor a dos excelentes profesionales, encargados además en el pasado de la traslación de buena parte de los libros precedentes del Vatídico y Las leyes del mar, consiguiendo de esta manera continuidad en el estilo y gran cohesión en los textos, manteniendo —algo muy importante cuando los nombres dicen tanto sobre personas y lugares— los términos y nomenclaturas de las novelas anteriores —salvo en la involución acaecida en Las naves del destino, algo que sería deseable se corrigiese en su anunciada reedición—, y haciendo así mucho más agradable, y accesible, retomar una historia que fluye de manera orgánica con la sensación de no haberla abandonado nunca.

4 comentarios:

Esther dijo...

¡Gran reseña! ME he saltado un par de párrafos donde hablas de la trama en sí, pues aún no he comenzado la 1ª trilogía de esta autora y lo estoy deseando.
Ojalá hubiesen editado, los de Bolsillo, los libros en esta edición, que me encanta, como tú dices, ese estilo medieval.
Cruzo los dedos para que me enamore tanto como a vosotros, ^^.
Un besito,
E.

Santiago dijo...

Hola.

Me alegro de que te haya gustado la reseña. He intentado no incluir ningún spoiler ni de esta ni de las anteriores, aunque es cierto que las dos "pinceladas" que doy sobre la situación actual de Traspié podrían llevar a algún lector por deducción a descubrir cosas que no debiera ;-)

Y aunque no cabe duda que hubiera sido estupendo una reedición de las anteriores en este mismo formato, también es cierto que mejor la edición de DeBolsillo, respetando cada tomo como tal, que no la original de La Factoría (la que yo tengo) que dividió cada libro en dos :-(

Espero que disfrutes de su lectura y te enganches a Hobb como algunos de nosotros.

Saludos.
Santi

Earendilion dijo...

Muy buena reseña. Como siempre.
Robin Hobb siempre ha estado en mi punto de mira pero, de verdad que, todavía no me he lanzado con nada suyo (nada de nada) y es un grave error para un aficionado al fantástico.
Teniendo en cuenta tu opinión, creo que no tardaré en darle una oportunidad.

Saludos

Santiago dijo...

Mi recomendación sería que, aprovechando la reciente reedición por parte de DeBolsillo, empezarás por la trilogía del Vatídico y si te gusta (seguro que sí) siguieras con el resto. Son libros extensos y de prosa "reposada", pero es una gozada leerlos (y Hobb va mejorando en cada entrega).

Saludos
Santi