Francesc Barrio Julio.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Valinor. 2015. Edición digital (epub). 102 páginas.
Arthur Conan Doyle, creador del inmortal detective Sherlock Holmes, fue un apasionado defensor del espiritismo, lo paranormal y sobrenatural, cosa que incluso reflejó en alguna de sus obras. Uno de los casos fantásticos en los que más se implicó, llegando a publicar una monografía sobre el tema, fue el de las hadas de Cottingley, donde unas niñas pequeñas habían fotografiados supuestamente a las hadas que visitaban el jardín de su casa. Para desgracia de quienes creen en estas cosas, las fotografías se demostraron falsas, pero… ¿y si no lo hubieran sido? ¿Y si su investigación hiciera que Conan Doyle se hubiera visto implicado en una historia mucho más tenebrosa de lo que la historia y su biografía oficial relatan? ¿Y si las hadas tuvieran un poderoso motivo para cruzar a nuestro mundo? Así, a modo de What if…? o de Historia ficción, Barrio se sirve de los datos oficiales para contar una historia secreta, oculta hasta el momento, encajada con mimo en la vida del famoso escritor británico, la de ese Arthur que no es sino el propio autor y que, en efecto, cruzará al otro lado para salvar ambos mundos. Un voluntarioso relato cargado de misterio, de magia feérica, de ambientación, obviamente, victoriana y un ligero sabor steampunk.
Las hadas, con un alto coste por su parte, han cruzado a nuestro mundo buscando ayuda para el suyo. El Cazador Oscuro ha secuestrado al Rey Astado y todo el reino feérico, el Otro Lado, corre un serio peligro. Un peligro que, de no evitarse, tendría serias repercusiones en el nuestro. Y Arthur Conan Doyle, implicado en la investigación de la veracidad del fenómeno descubierto por las jóvenes primas, Elsie Wright y Francés Griffiths, podría tener la clave para resolver el entuerto, así que no lo dudará demasiado cuando su ayuda sea requerida, aunque tenga que hacerlo acompañado del escepticismo de alguno de sus compañeros. El Otro Lado, existe, y es un mundo habitado por toda clase de criaturas feéricas, y no todas precisamente bondadosas con buenas intenciones: gnomos, hadas, duendes y otros seres fantásticos; y para desenvolverse en el mismo Conan Doyle contará con un guía de lo más sorprendente.
Barrio, buceando en las fuentes, se basa en la biografía oficial de Conan Doyle para encajar los hechos de forma bastante ajustada en algunos momentos certeros de la cronología de su vida, dando una posible explicación a que no hubieran trascendido hasta el momento, quedando ocultos para el gran público. En una decisión arriesgada, pero que se demuestra extrañamente acertada, el autor intercala el relato directo con algunos cuentos o historias paralelas que, si bien rompen un tanto el ritmo por falta de una transición más adecuada y menos forzada, también sirven para dar profundidad y contexto a la trama. Una trama llena de magia, una de cuyas vertientes relacionada directamente con el autor británico será imprescindible para la resolución del entuerto. Una magia que se aprecia un tanto desaprovechada, pues se antoja que su poseedor, una vez consciente de que la posee y de la forma en que funciona, podría haber actuado con más diligencia y efectividad, aunque sin duda eso es algo que también habría ido en detrimento de la emoción de lo narrado.
El relato avanza principalmente, aunque no es exclusiva, en forma de diario en primera persona y de una forma un tanto apresurada. Se trata de un manuscrito del propio Conan Doyle que llega a su editor tras la muerte del autor, y donde relata una aventura desconocida en la que se vio envuelto mientras se suponía se encontraba inmerso en otros menesteres, en concreto en una gira en el extranjero. Una aventura para cuya narración Barrio parece tener siempre prisa por llegar a la siguiente escena, a la siguiente revelación, casi sin dar tiempo al lector a asimilar el escenario, utilizando un estilo de lo más conciso, con más diálogos que descripciones —y aún estos son escasos— y sin terminar de explorar un mundo feérico que se antoja muy sugerente y con muchas posibilidades, pero que no termina de ser plasmado en todo su esplendor. La voz narradora es la del testimonio directo del propio Conan Doyle y, a través de la acción relatada y de los personajes con los que se va relacionando, se pueden ir rastreando referencias y guiños que el lector debe ir descubriendo, como las menciones más o menos veladas a William Shakespeare, al Hombre Elefante o a Jack el Destripador entre otros. Entre un mundo y otro, un personaje llamado Elfredah, que tendrá buena importancia en la trama, y sus curiosos inventos, sin duda imprescindibles, pondrán el toque steampunk en el relato.
Quizá el mayor defecto de una historia que se lee con agrado y ágil rapidez es que no se sienta «realmente» escrita por la mano de Conan Doyle, con una prosa que —a pesar de que en ciertos momentos sí que se ha intentado— no corresponde ni estilística ni lingüísticamente con el del autor de finales del XIX, principios del XX. Quizá hubiera sido más adecuado haber buscado otra voz narradora, la de un testigo quizá menos relevante o haber echado mano de un narrador omnisciente en tercera persona, más adecuado para no sufrir las por otra parte inevitables comparaciones prosísiticas con el estilo y los recursos del autor de obras como El sabueso de los Baskerville o de El mundo perdido, donde es difícil salir victorioso.
Resuelta la aventura, con sus necesarias dosis de misterio, peligros, emoción y descubrimientos, esta novela corta se cierra con las explicaciones de Barrio sobre los hechos oficiales en los que se ha basado para fabular su propia historia y en qué parte los ha moldeado a su conveniencia para beneficio de la trama. Hoy en día los formatos digitales permiten que obras como esta, de una extensión bastante breve, se encuentren disponibles de forma que los nuevos autores se vayan fogueando en su carrera literaria de cara a su posible público. Arthur al otro lado no es una obra redonda, ya que se le ven por momentos las «costuras» y quizá le haya faltado un tanto de arrojo para añadirle un puñado de páginas profundizando en trama y mundo, en la psicología de los personajes y el pulido del estilo, pero desde luego apunta maneras. Es de agradecer, como poco, la ambición del autor al fijarse y utilizar la figura de un escritor tan conocido como Conan Doyle, documentándose a fondo en los distintos hitos de su vida para poder hacer encajar la historia dentro de los mismos sin que resulte estridente ni chirríe en absoluto. Una obra que, entre otras virtudes, es un gran homenaje al escritor británico y, por ende, a todos aquellos osados que han soñado alguna vez crear mundos con el simple poder de su imaginación.
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