Raúl Silvestre.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Sportula. Gijón, 2016. Edición digital (epub). 267 páginas.
Fiel a su política originaria de dar la oportunidad a los nuevos autores hispanos para que se codeen en una editorial con algunas de las firmas ya consagradas del panorama literario fantástico español, Sportula da la alternativa con esta novela a una nueva pluma que, visto el resultado, habrá que seguir con atención. La novela de debut de Raúl Silvestre plantea una ucronía, en clave de pulp aventurero y bélico, situada en los albores de la II Guerra Mundial, donde la aparición de una serie de individuos dotados de ciertos «dones», que no pueden ser calificados sino como superpoderes, va a suponer cambios importantes en la Historia tal y como creíamos conocerla. No es una trama del todo original ni del todo «redonda», pero Silvestre defiende muy bien su propuesta, con una escritura más que solvente, unas tramas bastante inmersivas e imaginativas y una firme apuesta por un desenfadado entretenimiento con ciertas pinceladas socio-políticas que invitan a la reflexión.
La novela presenta dos líneas geográficamente muy distantes y que se van alternando en el relato, una en unos EE.UU. que apenas empiezan a levantar cabeza tras la Gran Depresión, y donde la aparición de ciertos seres con poderes metahumanos lleva a la formación del Comando Parapsíquico dentro del Ejército, y otra en una convulsa Europa en la que el fascismo empieza a cobrar inquietante fuerza y donde también habrá respuesta a este nuevo paso evolutivo con la creación del Psi-Kommando entrenado en secreto bajo el mando de las SS nazis. Dos líneas que, a pesar de lo que pueda el lector llegar a pensar conforme avanzan imparablemente sin visos de converger más que en la distancia, terminan efectivamente por encontrarse de forma cruenta y definitiva.
Castillo de Wewelsburg, sede del Psi-Kommando |
Silvestre echa mano de los superpoderes más evidentes —que no sorprenderán a cualquier lector de Marvel o DC—, como la piroquinesis, la telepatía, el cambio de forma de hombre a bestia, la superfuerza, el dominio mental, el lanzamiento de ondas sónicas, la generación de campos de fuerza o la creación de ectoplasmas, junto a otros un tanto más sorprendentes —aunque tampoco exactamente originales, ya que es algo muy difícil o casi imposible en un campo tan trillado— como la propia viroquinesis de la protagonista checoslovaca o la umbraquinesis —dominio sobre la luz— de uno de los mandos que la controlan, entre otros muchos. Al fin y al cabo, los poderes en sí no serían lo realmente importante, sino aquello que el autor consigue hacer con ellos y su necesaria e imprescindible integración en las tramas.
Moralidad que ya venía cuestionada por el uso que los poderes fácticos hacen de estos parapsíquicos en favor de sus causas, sean justas o no. Silvestre plantea con acierto la cuestión del horror de la guerra, en la que ambos bandos son capaces de cometer engaños y atrocidades en pos de conseguir sus objetivos. Si la «maldad» de los nazis viene marcada por su convencimiento de la supremacía racial y su búsqueda del exterminio, entre otros, de los judíos, al precio que sea; el bando de los «buenos», los parapsíquicos estadounidenses, se ve cuestionado por ciertas prácticas y malas artes poco o nada éticas, en su intento de imponerse a la amenaza que invade Europa y que también se extiende dentro de las fronteras de los EE.UU. No faltan referencias al gusto por el ocultismo y lo paranormal de ciertos altos cargos nazis, o a la existencia de grupos herméticos de tendencias esotéricas que buscarán sus propios objetivos dentro del escenario de la contienda, en este caso sirviéndose de los parapsíquicos.
El final del libro se presenta totalmente cerrado y definitivo, lo que no quita para que, dado el escenario ya creado, el autor pueda ofrecer nuevas aventuras metahumanas en la II Guerra Mundial de esta Historia alternativa. O tal vez no. Esta línea temporal se muestra tan implacable y cruenta como la nuestra, cargada de violencia y de malas decisiones, con una Europa envuelta en llamas y futuro incierto. Al fin y al cabo, todo arde si le aplicas la chispa adecuada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario