Elia Barceló.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Crononauta. Sevilla, 2019. Edición digital (ePub). 280 páginas.
Publicado originalmente en 1994 es de constatar, y lamentar, lo lentamente que van mejorando las cosas en ciertos temas que nos afectan a todos. Hoy como hace veinticinco años Consecuencias naturales es un libro necesario, una obra que se sirve del humor —sin ser en absoluto una novela de corte humorístico—, la sátira y la parodia que acompañan a la inversión de los roles de género para presentar un tema tan de actualidad como en el día en que fue publicada por primera vez. Aunque en algunos momentos pudiera no parecerlo, la historia de la ciencia ficción española se encuentra llena de magníficos títulos que deberían poder ser disfrutados sin problema por las generaciones que no las recibieron de primera mano. Este es uno de ellas. Una obra que, por desgracia en algunos sentidos, sigue tan vigente como en el momento en que fue escrita. Un divertido space opera de primer contacto —nunca mejor dicho— con una evidente denuncia feminista y un tímido ecologismo que no ha perdido un ápice de su encanto por el camino. El certero epílogo añadido con acierto a esta edición sería la mejor reseña que pudiera hacerse al libro, pero es encarecidamente recomendable que se lea, como corresponde, al finalizar la lectura de la novela propiamente dicha si no se desea destriparse a uno mismo las sorpresas de la trama. Sorpresas que es mejor descubrir sobre la marcha para obtener todo el disfrute de la obra.
En el futuro la humanidad se está expandiendo por la galaxia y ha entrado en contacto con los Xhroll, unos alienígenas de morfología similar a la humana, pero de los que en realidad apenas se tienen conocimientos dado su naturaleza poco comunicativa ni dada a la cooperación inter especies. Pero, cuando debido a motivos técnicos una delegación de los extraterrestres deben hacer uso de las instalaciones de una nave terrestre, la Victoria, las consecuencias, naturales, del contacto van a tener unas repercusiones que pocos de los implicados, sobre todo entre los humanos, podían contemplar de antemano. El teniente Nico Andrade, un técnico mecánico chulito, mujeriego, prepotente, machista y nada empático, dotado de una personalidad que supuestamente debería haber sido erradicada del acervo arquetípico de la humanidad, quiere ser el primer macho de la especie en mantener relaciones sexuales con una alienígena, y sus deseos van a ser complacidos, con resultados ¿inesperados?
Nico deberá aprender a la fuerza a ponerse en la piel de las mujeres y no lo encontrará tan grato como podría suponer.
Es precisamente en el desconocimiento inter especies donde reside la clave, y la gracia, del conjunto. Un desconocimiento que va a dar lugar a consecuencias primero hilarantes, jugando con los malentendidos que se producen entre los protagonistas de uno y otro lado debido a las diferencias fisiológicas y reproductivas de cada especie, y después dramáticas cuando el tema subyacente deje de resultar tan divertido al alcanzar cierto evento de lo más repulsivo que consigue congelar cualquier sonrisa complaciente. Barceló hace uso de una prosa engañosamente sencilla, muy efectiva, y de un humor ácido que no oculta momentos realmente desagradables a través de un protagonista despreciable que pide conmiseración, pero solo merece ostracismo.
La trama no encierra enrevesadas complejidades, dado que es lo que la autora transmite con la misma lo que cobra certera importancia. La especulación social cobra mucha mayor peso que la científica o tecnológica. De hecho, hay evidentes lagunas en ciertos aspectos de la fisiología de los alienígenas y, desde luego, no se podría considerar la novela como ciencia ficción hard en momento alguno, pero es que este es uno de esos casos en que lo importante es el cuerpo y no el ropaje que lo envuelve. Entre el tono irónico de la propuesta se filtran ideas de mucho calado que confrontadas de manera directa podrían suponer el rechazo de ciertos lectores, pero que al ser introducidas de la manera amena y atractiva que representa el imaginativo, atractivo y sugerente «disfraz» de space opera utilizado permean mucho mejor en las mentes, dejando un poso con el que se sigue reflexionando tiempo después de cerrar el libro. Entretenimiento sí, pero con un buen fondo.
Los Xhroll, esos extraterrestres tan humanos en el fondo que la propia autora reconoce que no son sino la excusa perfecta para hablar de lo que realmente le interesa y a lo que tan bien se presta el género de la ciencia ficción, son una especie al borde de la extinción debido a la esterilidad de la mayor parte de sus componentes por causas de una desastre biológico que a punto estuvo también de terminar con su planeta. Algo que ha dado lugar a unas estrictas estratificaciones sociales, cerradas y muy marcadas, que giran en torno a la capacidades reproductivas de cada individuo, a un pacifismo que pone el bien del individuo y de la especie por encima de cualquier otra consideración, y a un ecologismo que busca cuidar de la naturaleza hasta límites obsesivos. Mas, cuando el futuro y la supervivencia de los Xhroll se ponga sobre el tapete, ¿podrán mantener sus altos principios o moldearán la moralidad a su gusto para obtener lo que la especie, o sus dirigentes, puede necesitar?
Se antoja que de alguna manera estos extraterrestres quizá tan sólo sean una imagen especular de la raza humana en nuestra actualidad, con individuos que tienen todo el poder por deméritos propios y unos estratos supuestamente hiper mega protegidos y cuidados, con aparentes privilegios, pero subyugados a la voluntad de los otros de manera efectiva y «por su propio bien». Una discriminación por género de manual. Barceló enfrenta al lector a un espejo que le devuelve la imagen de unos prejuicios que se encuentran lejos de erradicar de nuestras sociedades.
En ese futuro la humanidad ha alcanzado unos deseables principios de igualdad entre hombre y mujeres, algo que se refleja en detalles como el uso de lenguaje inclusivo o la repulsa del masculino neutro —detalle que encierra una crítica nada velada a ciertas elecciones dialécticas de la actualidad, tanto de cuando fue escrita la novela como de hoy mismo—. Y, no obstante, siguen produciéndose indeseables comportamientos en su seno. Comportamientos que, aún estando condenados por la sociedad en su conjunto, siguen siendo jaleados y aceptados por los amigotes de turno, que animan al machito a persistir en sus modos de actuar, aunque tan sólo sea con una aquiescencia tácita.
Barceló disecciona con el bisturí de sus palabras el modo en que los roles sexuales determinan los roles sociales, la cultura, la política, la filosofía y la misma forma de pensar de toda una civilización. El papel asumido por cada género sexual, la asunción de unos comportamientos determinados por haber nacido hombre o mujer, las diferencias efectivas a nivel biológico entre machos y hembras —en la mayor amplitud de la definición de ambos conceptos—, la decisión de a qué sexo se pertenece, son decisivos para determinar la manera en que los individuos de una especie se relacionan. Unas relaciones en las que el uso del lenguaje también condiciona la forma de actuar de las personas. La lingüística cobra así singular importancia en el desarrollo de la trama; el lenguaje modela la realidad y la cultura, define el pensamiento de las personas y marca los modos de actuar de la sociedad que lo usa, algo que queda meridianamente claro en ambas civilizaciones, humana y alienígena. En la humana, en este caso a través del uso del español, por su poca neutralidad real, y en la xhroll por la inexistencia de distinción de géneros lingüísticos entre masculino o femenino, por la ausencia de ciertos vocablos o definiciones de acciones impensables para ellos —aunque, por desgracias, no para ciertos humanos—, y por una economía de conceptos que la hace una especie de lo más literal en sus forma de comunicarse, nada dada a las metáforas, imágenes y metalenguaje corporal humano; algo que va a dar lugar a más de un equívoco y fallo de comunicación con consecuencias sorprendentes pero, al fin y al cabo, naturales a no más poder.
Barceló ofrece un cierre con un atisbo de esperanza, de justicia poética, agridulce sin embargo. ¿Puede salir algo bueno de un crimen de lo más execrable?
Acompaña a la novela el anteriormente citado epílogo escrito por Teresa López-Pellisa con un análisis certero, profundo y documentado de la obra, y del reflejo, entre otras cuestiones, de cada uno de sus factores, humanos y alienígenas, vendrían a significar en esta singular «guerra de sexos» de nuestra sociedad actual. Es triste, pero veinticinco años después Consecuencias naturales, con su envoltorio de desenfadado entretenimiento, viene a echarnos en cara lo poco que en realidad hemos mejorado.
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