sábado, 5 de septiembre de 2020

Reseña: Obscura. Diez relatos.

Obscura. Diez relatos.

VV.AA. Recopilación de Job Peró.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Obscura editorial. 2020. 344 páginas.

Nace nueva editorial y, se podría sospechar por el nombre elegido, su alumbramiento viene acompañado de cierto gusto por los géneros más inquietantes y desasosegantes. Esta recopilación de relatos es, desde luego, toda una declaración de intenciones, reuniendo diez obras repartidas a partes iguales entre autoras y autores, donde lo obscuro predomina. Diez obras de lo más heterogéneo que ofrecen desde el terror más clásico al más insidioso, desde visiones horrorosas a sutil y escalofriante incertidumbre, desde lo cotidiano a lo absolutamente extraordinario, de lo angustioso a lo weird. Diez firmas entre lo más granado de la producción nacional, entre nombres consagrados y otros que empiezan a descollar y apuntan muy alto, y que permiten hacerse una muy buena idea de lo que se cuece en la olla del terror patrio. Cada relato viene anticipado por una entradillas a cargo de los propios autores y autoras donde dan su particular visión o definición de lo que esa obscuridad significa para ellos.

Abre la recopilación Sofía Rhei con Los mil libros que hay que leer después de morir donde, tras veinte años de paciente compra, Edgardo, un hombre un tanto agorafóbico, bastante apático y con pocas ganas de contacto social, termina por fin su coleccionable de Los mil libros que hay que leer antes de morir. Pero una publicidad cae de la última entrega; la editorial le ofrece comenzar un nuevo coleccionable, y el título le resulta de lo más sugerente dado su estado mental: Los mil libros que hay que leer después de morir. ¿Es el momento de embarcarse en una nueva compra? ¿O se trata simplemente de una excusa más para no tomar una vital decisión y entrar en un bucle sin salida definida? Con delicada, y despiadada, ironía, Rhei lanza sus afilados y justificados dardos contra muchas de esas «grandes» obras literarias consideradas como clásicos, contra el Canon y contra el borrado de autoras de los listados de imprescindibles de la Literatura Universal. Delicioso.

A continuación Malenka Ramos en Margot, con un terror podría decirse que más clásico, introduce al lector en los recuerdos de Lucas, retrotrayendo su memoria hasta un 1999 en que el narrador, por entonces un niño que vacacionaba con su familia en el lago Tagore, vio junto a sus amigos, y un buen número de adultos, una situación que le dejó conmocionado, marcándole paras siempre. Un suceso en que se viera envuelta la cuidadora y monitora de juegos del lugar, Margot. Veinte años después las secuelas permanecen, las pesadillas le asedian y poco puede hacer para huir de ellas. Un relato ominoso, que va creando una atmósfera de inquietud y desasosiego, de pesadilla dilatada en el tiempo que alcanza a todos los presentes en aquella ocasión del pasado.

Cargado de surrealismo y extrañeza, en Espejismo, de Rodolfo Martínez, Julio Alcántara conduce alejándose de la ciudad por una carretera que no conoce cuando se da cuenta de que se ha saltado el desvío que debía coger. Sin posibilidad de dar la vuelta al coche por lo estrecho de la calzada sigue adelante, hasta que, horas después, encuentra un apartado con un merendero en el que, antes de volver por donde ha venido, decide echar una cabezada. Al despertar, va a descubrirse en un inexplicable desierto, sin más solución que conducir, y caminar después al estropearse el coche, hacia un distante edificio que resulta ser un hotel de lo más peculiar. El relato se revela como un interesante homenaje a una de las más famosas canciones de los Eagles, en un lugar entre onírico y pesadillesco poblado por singulares y extraños personajes que no parecen tener prisa por abandonarlo. Mientras el tiempo parece detenerse, demorarse y escaparse sin control, el protagonista pasa de una primera fase de aceptación a otra de ansiedad y desesperación, mientras todos sus intentos de desentrañar la naturaleza del sitio en que se encuentra eluden toda respuesta.

Cristina Carro en El faro presenta una historia en tres partes, casi dos historias diferentes con un mismo hilo conductor. Las pesadillas de una mujer embarazada, el recuerdo olvidado del pasado poco grato, la ruptura de la burbuja en la que ha estado viviendo; una chiquillería que quita el placer de una tarde de excursión a la costa y rompe con la imagen idealizada de una persona; y la mala reacción de un farero acostumbrado a la soledad. El lector debe reconstruir una historia de violencia y locura que se alojan en el interior y parecen condenadas a trascender de una generación a otra. Lo peor de la sociedad, lo que se oculta en la oscuridad de los rincones pero que siempre termina por aflorar, la falta de empatía, el autoengaño ante esa persona de la que se cree estar enamorada, el creerse por encima de los demás, el satisfacer el ego propio sin importar a quien se haga daño…, forman un telar que entreteje diferentes vidas de una forma triste y trágica.

Limítrofes, de Cristina Jurado, es un curioso e intrigante relato que versa sobre los «dones» recibidos por algunas personas, unos superpoderes que más bien son una maldición para quien los posee, y de una agencia, la Madriguera, que intenta controlar su uso como armas en misiones mortales. Con unas voces perfectamente definidas para cada uno de los personajes, la paradoja se esconde en el final del relato, demostrando que la historia esconde mucho más de lo que muestra, haciendo un muy interesante retrato de la verdad mental de algunos individuos que se salen de lo «normal» y establecido. Una de estas personas, Lazlo, necesita de su depresión para poder mantener activos sus poderes, así que la agencia le escatima la medicación para no sacarle de su condición. Pero toda persona necesita un descanso, una válvula de escape. Cada cual a su manera aspira a escapar del círculo, a obtener una paz que se les escapa. Una reflexión, al fin y al cabo, sobre lo oculto que todo ser humano acarrea en su interior y sobre el escaso valor que algunos dan a las vidas del resto.

Viene a continuación Obscura, de Eduardo Vaquerizo. Mario observa pequeños e inquietantes indicios de oscuridad dentro de sus hijos, Laura y Carlos, y un comportamiento extraño y furtivo en su esposa. Cuando descubre una pequeña figurita detrás del armario del dormitorio, que podría ser desde un ídolo a  un mero pegote de yeso, su percepción del mundo cambia. Un interesante relato a dos voces, en tercera y primera persona, fuera y dentro de la mente del protagonista que desemboca en una sorpresiva ruptura de la realidad. La sospecha que se convierte en paranoia, la pesadilla que se abre camino en el día a día conformando un escenario para el que el protagonista no se encuentra preparado. Muy bien desarrollado.

En El huevo, de David Jasso, una absurda chiquillada, una mala idea producto del aburrimiento, va a hacer que toda una vida perfectamente ordenada de un vuelco del que no hay vuelta atrás. Leo, un chaval que se encuentra solo en casa de su abuela, tiene la peregrina idea de lanzar un huevo por el balcón sobre la cabeza de algún pringao que pase por la calle y ver cómo reacciona el mismo. Le parece algo divertido, emocionante, la forma perfecta de romper el tedio a costa de una víctima inocente que no se espera, literalmente, lo que se le viene encima. Pero la víctima no va a encontrarle precisamente la gracia del tema, decidiendo dar una buena lección al niñato para lo que llevará la tortura mental a un nivel que roza el sadismo. El autor consigue transmitir a la perfección la forma en que los pensamientos de ambos protagonistas van evolucionando conforme interactúan entre ellos, el ovillo se va enredando cada vez más y el terror del muchacho crece conforme la víctima se convierte en acosador. Jasso juega magistralmente con la anticipación, dejando caer pinceladas del futuro con mimo para que sea el lector quien se monte su propia historia y se cree esa sensación de tensión creciente y de tragedia inevitable tan satisfactoria.

Nieves Mories presenta en Tsirah a Rita, una mujer que se obsesiona con una serie de «cartas» anónimas que encuentra en el casillero de dibujos «para colorear» de una cafetería en la que es cliente asidua. Unas notas manuscritas, casi a forma de diario, de una joven que parece atrapada en una especie de depresión o similar, aunque luego el tono de sus mensajes irá cambiando, influyendo en el estado de ánimo de su lectora. Una obra que se antoja un tanto alargada para la anécdota final, pero que está tan bien escrita y desarrollada con ese puntito weird que termina no importando. Un juego enfermizo de manipulación, de introducción en la obscuridad, que conduce a una empinada pendiente de la que parece imposible volver y que habla de lo fácil que es perder el rumbo en esta sociedad tan desquiciada y deshumanizadora.

Con una conversación en forma de monólogo, con el narrador llevando tanto la voz cantante como contestando a su interlocutor unas alocuciones que el lector no «escucha», Jesús Cañadas en La penúltima muestra el encuentro casual de dos antiguos compañeros del cole que rememoran el pasado compartido tomándose unas cervezas. Entre trago y trago, y anécdota y anécdota, el narrador irá recordando el tiempo pasado en común y a los antiguos compañeros, con una inicial visión amable que se irá tornando oscura conforme surge el recuerdo de viejos abusos. Cañadas trata un tema de gran importancia, como es la minusvaloración y la justificación del acoso rebajándolo a que son cosas de niños cuando se trata de un mal que deja marcas para toda la vida. Es imposible no echar la vista atrás, rememorar el propio pasado y preguntarse si fuimos víctimas o verdugos, si nos reímos del débil y si, por acción o inacción, colaboramos en el escarnio y la tortura de aquel compañero del que todos se burlaban. Un relato que termina doliendo.

Cerrando la recopilación, y un tanto alejado de la temática general del volumen, un terror que apenas roza de forma leve, Carlos Sisí presenta en David contra Goliat un ejemplo más del capitalismo imponiendo su egoísmo sobre cualquier otra consideración, aunque quizá en esta ocasión las cosas no salgan como estaban planeadas. En la Goliat, la mayor  plataforma de prospección del mundo, situada en el mar de Barents, se hace un descubrimiento de importancia mayúscula, pero los intereses empresariales se cruzarán una vez más por en medio de su revelación, llevando a trágicas consecuencias. El alma humana presenta oscuras profundidades cuando el dinero se interpone en el camino. Un final para reflexionar sobre el mundo que nos rodea y el que queremos construir.

Obscura ofrece diez visiones del terror que acarrea la humanidad, de las sombras interiores que todos llevamos dentro y de vez en cuando afloran de la forma más terrible. Cuentos alejados del susto fácil, del truco evidente y de los tópicos más recurrentes del género, que sumergen al lector en el proceloso territorio de la oscuridad que habita en la psique humana. Con semejante carta de presentación, reforzada por la magnífica edición con tapas en cartoné y un tipo de letra muy agradable para su lectura, no cabe sino desearle larga vida y mucha obscuridad a la nueva editorial.

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