domingo, 10 de octubre de 2010

Reseña: La hija de la medianoche

La hija de la medianoche.
Dorina Basarab 1.

Karen Chance.

Reseña de: Jamie M.

Pandora. Madrid, 2010. Título original: Midnight's Daughter. Traducción: Eva Iluminada Fernández Luzón. 315 páginas.

Dorina Basarab es una dhampir, el fruto de la unión carnal entre una mujer mortal y un vampiro, con una serie de cualidades extraordinarias y una tendencia a cazar a los congéneres de su padre cuando muestran su vena más cruel y sádica. Eso es algo que no la hace precisamente muy popular para el Senado Vampírico, cosa que a ella no parece importarle excesivamente, sobre todo porque cuenta con la extraña protección de su progenitor dentro de una muy disfuncional familia. Y es precisamente esa familia quien va a solicitar su ayuda para capturar a Drácula, fugado de su prisión (donde “Dory” había colaborado en encerrarlo) y en busca de venganza contra quienes le pusieron allí. Para semejante tarea Dorina contará con la ayuda de un vampiro, maestro duelista, llegado recientemente de Europa llamado Louis-Cesare, con el que establecerá una difícil y tensa relación de “trabajo”. Ella quiere a Drácula muerto, pero el poderoso Mircea, miembro del Senado y hermano de éste desea que se le capture con vida, lo que hace particularmente difícil, casi imposible la misión. Así, la novela es casi acción pura y dura, con apenas una pincelada erótica introducida con calzador en medio de la lucha, sin tiempo para demasiadas reflexiones o florituras.

Y si a los lectores de la serie de Cassandra Palmer, de la misma autora, les suenan alguno de estos nombres, es precisamente porque los libros de Dorina Basarab son lo que los ingleses llaman un spin off de aquella y ambas comparten el mundo, la ambientación y algunos personajes con todos sus aciertos y defectos (de hecho el vampiro Mircea o, más bien, toda su "familia" son el centro de la acción; y la liberación de Drácula había tenido lugar allá). Dicho esto, y aunque la narrativa sigue siendo en ocasiones igual de confusa, debo decir que La hija de la medianoche me ha parecido con un nivel algo por encima del decepcionante tercer libro de Cassie Palmer, Envuelta en la noche.

Sin embargo, no es necesario en absoluto haber leído aquellas para entender la que nos ocupa. Comparten el trasfondo y algún personaje, sí, pero las tramas están perfectamente separadas. Supongo que habiendo leído las de Cassie uno se situará mejor en las de Dory cuando se habla de la guerra entre los vampiros y los brujos, en pleno proceso aquí, o de otros temas de “fondo” similares, pero no hay nada que no se pueda pillar por el contexto.

Dorina, narradora en primera persona de la acción, es una “chica” dura e independiente que lleva quinientos años viviendo según sus propias reglas (cuando los dhampir no suelen ser demasiado longevos, sobre todo dada su propensión a enfrentarse con los vampiros y otras criaturas sobrenaturales creándose multitud de enemigos muy poderosos). Individualista acérrima, es muy consciente del alcance de sus habilidades, de lo que puede o no hacer y no suele meterse en situaciones de las que necesite ser salvada por terceras personas; sobre todo porque cuando las cosas se ponen realmente feas su cuerpo y mente entran en una especie de estado berserker, de furia asesina, que la arrastra a una locura homicida de la que no recuerda prácticamente nada al salir de ella, pero cuyos mortíferos efectos quedan bien a la vista. Por eso, aunque siempre le ha gustado trabajar sola, sabe que el encargo de volver a encerrar a Drácula en su prisión la supera ampliamente y decide aceptar, renuentemente, la ayuda de otros, aunque no esté realmente claro quién ayuda a quién.

Además su compañera de piso y mejor amiga, Claire, quien además anula la magia en su cercanía calmando o evitando así los “ataques” de Dorina, ha desaparecido, seguramente raptada, y Mircea agitará ante ella, como la zanahoria del burro, la promesa de ayudarla en su búsqueda y rescate. Una misión que se verá complicada cuando surja el rumor de que Claire esté embarazada de un poderoso personaje, motivo por el que nuevas fuerzas se sumergirán en la búsqueda con sus propios objetivos. Hay que advertir que la “presentación” de Claire y de Heidar (un personaje que tendrá su particular importancia en la narración) tiene lugar en la novela corta On the Prowl, inédita en nuestro país, con lo que es posible que nos estemos perdiendo algo de la historia tras su desaparición (al final se explica algo, pero queda algo difuso).

La protagonista, sin ser abiertamente odiosa, si que se muestra como un personaje con el que es muy difícil empatizar, no solo ya por sus especiales habilidades y longeva vida, sino por una rebeldía contra todo el mundo y un cinismo que termina haciéndose en cierto modo antipática. Parece estar permanentemente enfadada con todos los que le rodean (vale que son mayoritariamente vampiros, sus tradicionales enemigos, pero no hace falta estar todo el rato recordándoselo al lector), y sus reacciones son siempre de rechazo, sin llegar a hacerse simpática en ningún momento, y es que encontrarse en un perpetuo estado de enojo no es algo que atraiga precisamente.

El vampiro Louis-Cesare adquiere aquí un estatus de protagonista después de haber aparecido por primera vez en la primera novela de Cassie Palmer, El aliento de la tinieblas. El formar equipo con Dorina hará que salten chispas entre los dos, con una más que evidente tensión sexual marca de la autora que, sin embargo en esta ocasión, se antoja demasiado forzada y poco natural. No obstante, los enfrentamientos dialécticos, y físicos, entre los dos seguramente sean de lo más entretenido y divertido de la novela.

Chance aprovecha la ocasión para dar una nueva vuelta de tuerca a la figura “histórica” de Vlad Tepes y de su familia, sus hermanos Mircea (el mayor) y Radu (el menor). Una historia llena de traiciones y de sangrienta rivalidad. De la forma en que los tres llegaron a ser vampiros en una época de una Europa convulsa por las guerras contra los turcos en unas tierras dominadas por al superstición y el miedo. La novela es, lo he dicho ya, pura acción, con muy poca “introspección”, y mucha sangre y combates, con varias incursiones en el pasado de la protagonista, profundizando de paso en esa historia de la familia de Drácula y compañía, creando un trasfondo más rico que el de la serie de Cassie Palmer, pero dejando muy poco tiempo para el descanso y la relajación. Tomará especial importancia el mundo feérico, con sus no precisamente amistosos “hadas” y duendes.

Sin embargo, pese a la existencia casi lineal de tan solo dos tramas que se solapan (el intento de captura de Drácula y la búsqueda de Claire), la narración resulta innecesariamente confusa en muchas ocasiones, como en esas películas de acción en el que el frenético movimiento de cámara impide ver quién está haciendo qué en medio de las peleas o batallas. La prosa es farragosa en ocasiones, con una tendencia a no identificar claramente a los sujetos participantes en las escenas, causando en el lector la duda sobre la identidad de los personajes que van apareciendo (caso que se hace particularmente evidente con la aparición de los duendes oscuros y otros secundarios paranormales). Sobre saliendo del lío, pese a la existencia de personajes mucho más importante e incluso poderosos, como el misterioso “duende” Caedmon, la que consigue llevarse toda la simpatía del “público” es Olga, una troll que da lugar a algunas de las situaciones más divertidas y más enternecedoras (aunque parezca irónico refiriéndose a uno de estos seres) de la novela. Todo un acierto de la autora haberla incluido en la misión de Dory.

El final se siente algo apresurado, sobre todo en la trama correspondiente a la historia de Claire, vital para la resolución del enorme castillo de fuegos montado por la autora, pero un poco traído por los pelos. La confusa batalla final, en la que de repente se producen un buen montón de revelaciones vitales, se antoja apresurada y falta de un punto de tensión. Drácula en ningún momento llega a hacer realmente honor a su fama como uno de los vampiros más poderosos, crueles y sanguinarios del mundo, jugando al gato y al ratón sin demostrar su inteligencia sobrehumana ni cristalizar unos planes geniales. Como lector esperaba que se hubiera implicado mucho más en la acción, en vez de dejar todo prácticamente en manos de sus sicarios y aliados.

La hija de la medianoche es una lectura rápida, plena de acción, de ritmo frenético (lo que a veces, entorpecida por su prosa, lleva a confusión), con ciertas pinceladas erótico-románticas, mucha sangre y combates, aventura paranormal pura, magos desatados y medio enloquecidos, vampiros sedientos de sangre, duendes de la luz y la oscuridad a cada cual más salvaje, y que, sin duda, podría haber dado, o al menos yo lo esperaba, para más. Deja con el suficiente buen sabor de boca como para darle una oportunidad a la siguiente, pero cabe decir que entre ésta y Envuelta en la noche a la autora se le está terminando el crédito, así que esperemos que las próximas entregas de cualquiera de sus dos series hagan recuperar la confianza, ya que con este lector en particular bien podría ser una de sus últimas oportunidades.

==

Reseña de otras obras de la autora:


El aliento de las tinieblas. Cassandra Palmer 1.

La llamada de las sombras. Cassandra palmer 2.

Envuelta en la noche. Cassandra Palmer 3.



2 comentarios:

Iraya Martín dijo...

Pues desisto con la autora. Está claro que tiene un serio problema con la narración de las escenas de acción y si encima la protagonista no ayuda ya es el acabose.

Jamie M. dijo...

Sí, yo creo que ha querido diferenciar tanto a Dorina de su otra protagonista, Cassie, que se ha ido casi al extremo contrario.