Domingo Santos.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo Ajec. Col. Albemuth # 37. Granada, 2010. 156 páginas.
Entre la intriga, el drama metafísico, el misterio y el suspense, Santos sitúa la acción de esta novela corta en un apartado e inquietante sanatorio en cuya verja de entrada figura una siguiente frase que trae a la mente la inscripción que Dante situara sobre la puerta del Infierno, dándole eso sí un significado totalmente opuesto: NO ABANDONÉIS TODA ESPERANZA.
Jorge Herralde y su esposa Berta, tras celebrar en Madrid sus bodas de oro con la mayoría de sus hijos y nietos, vuelven por carretera a Galicia, donde aprovecharán para ver en Vigo al único de ellos que no estaba presente en la celebración. A pesar de su edad, viajan de noche, ya que Jorge ha trabajado toda su vida al volante como viajante de comercio y está acostumbrado a conducir en cualquier circunstancia; pero en esta ocasión, y sin saber cómo, de madrugada se encuentran envueltos en una densa niebla que desdibuja el paisaje, avanzando, en vez de por la autovía, por una monótona y larga carretera sin ninguna curva que termina de forma abrupta ante la verja de un extraño lugar, una especie de sanatorio al cargo del enigmático Doctor Moira, al que llegan cuando despunta el sol. Al dirigirse al edificio de aspecto victoriano para pedir ayuda, o al menos orientación para retomar su camino, se verán ingresados allí sin ser conscientes de sufrir ninguna dolencia, a pesar de que les aseguran que están enfermos de «vida», y a pesar de todas sus reticencias.
Con el paso de las horas las peculariedades del lugar irán amontonándose en forma de un buen montón de preguntas sin respuesta. Al lugar se puede llegar de múltiples y variadas maneras, aunque parece que nadie lo hace de forma consciente y voluntaria, pero es imposible salir de él por decisión propia, ya que una vez dentro la verja parece haber desaparecido sin dejar rastro alguno. Algunos de los internos mueren, otros se curan y se van del lugar ―o al menos eso les dicen a los que se quedan―, y sin embargo el alto muro que rodea la finca no parece tener salida alguna.
Enfrentado a situaciones y hechos inexplicables, sumergido en un mar de dudas, el protagonista no se resigna a su suerte e intentará saber por todos los medios a su alcance qué es en realidad y dónde se encuentra ese extraño lugar, y, sobre todo, cómo pueden salir de allí su esposa y él. El contacto con el resto de «enfermos» irá dando paso a diversas teorías e hipótesis de forma sucesiva, sin poder aceptar o descartar ninguna de ellas de manera definitiva. La narración va fluyendo de forma parsimoniosa, lenta aunque no monótona, con ritmo pausado y sin estridencias hasta casi el final, donde deben enfrentarse las revelaciones que den significado a todo lo «vivido» por el señor Herralde. Y cabe decir que hay un final, cerrado y coherente, con una explicación clara para todo lo sucedido, sin dejar colgado al lector como en otros casos de relatos similares que acumulan misterios sin ofrecer luego un cierre o una resolución satisfactorios.
Es esta una novela corta intimista, claustrofóbica, rodeada de un halo de misterios, que invita a reflexionar sobre tantas cosas que damos por supuestas, la vida y la muerte sobre todo, el propio sentido de la existencia, la personalidad... Intrigante en todo momento, con una narración minuciosa caracterizada por momentos de largas disgresiones y descripciones reflexivas, y diálogos cargados de significado sobre la auténtica naturaleza del lugar y de los «pacientes» que permanecen allí, dotada con poderosas imágenes ―esa finca de altos muros rodeada tan solo de niebla, ese pasillo interminable...― y un final que se ve venir casi desde el principio, desde que el reloj marca repetidamente las 3:35, pero que no le resta ni un ápice de emoción al relato.
La acción se sustenta sobre un buen retrato de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, a pesar de la poca participación de estos. Todos ellos son gente corriente con vidas normales, nada extraordinario. Dado la brevedad del texto su caracterización es necesariamente limitada, pero el autor consigue imbuirlos, con breves pinceladas, de vida y profundidad, dándoles autonomía y humanidad. La narración se sustenta sobre todo en las conversaciones que Jorge va manteniendo con los otros internos, donde cada uno le ofrecerá las teorías que han ido elaborando durante su estancia allí para responder al misterio en que se ven envueltos; unos no le darán importancia, dejándose llevar por las circunstancias, otros se desesperarán o caerán en la apatía. No hay una respuesta única, no hay una postura común ante lo que están viviendo. El autor retrata con todos ellos gran cantidad de sentimientos, contagiándoselos a Jorge, y con él al lector: la frustración, la ira, la aceptación, la resignación, la rebelión, la apatía, la curiosidad, el miedo, la ilusión, el engaño... para conducirlo hacia la puerta tras la que se encuentra la respuesta al misterio para quien se atreva a cruzar.
El extraño lugar es apenas un divertimento en torno a una anécdota, una idea, que termina justo en el momento en que amenazaba con hacerse demasiado larga. Guión cinematográfico de origen, según parece, el traslado al formato novela no afecta a su atmósfera, muy visual, a pesar del carácter minimalista de la propuesta de muchas de las escenas. La escritura es agradable a la par que efectiva, sin grandes alardes estilísticos, directa, y aunque tropieza con algún fallo de repetición de palabras u alguna frase menos cuidada, es muy adecuada para el relato que se está contando. Es de agradecer la brevedad de la propuesta, el no haber intentado engordar una historia que adquiere así su longitud necesaria, sin necesidad de más páginas que tan solo hubieran devaluado el contenido. Se lee en un suspiro y a pesar de que el final se ve venir, mientras se está leyendo siempre queda la duda de si se estará equivocando uno, si no habrá una vuelta de tuerca más que acabe con las certezas.Quien quiera descubrirlo, tendrá que adentrarse en ese extraño lugar y recorrer sus pasillos y jardines, recabar los datos, hablar con los pacientes... en definitiva, tendrá que leer el libro.
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