Sergio Mars.
Reseña de: Amandil.
Grupo Ajec. Col. Albemuth Internacional #35. Granada, 2010. 228 páginas.
La mirada de Pegaso nos presenta dos novelas cortas y un breve relato que tienen en común una temática enmarcada dentro de la ciencia ficción dura. Sin embargo, ello no implica que para disfrutar de su lectura debamos tener unos portentosos conocimientos científicos sino, más bien, que las tramas que se abren ante nosotros se desarrollan a partir de los "posibles desarrollos" de lo que hoy en día es la barrera teórica de la Ciencia. Y es ahí donde Sergio Mars saca a relucir una vasta y solida formación intelectual que le permite dar el salto especulativo con una aparentemente bien conseguida sensación de verosimilitud.
Los tres componentes de la obra son La mirada de Pegaso (que da nombre al libro), Historia de un watson y Las alas de la crisálida. Aunque los tres se sumergen en esa faceta "dura", hay que destacar que cada uno mantiene un estilo propio y bien definido aunque, al concluir la lectura, se nota que existe un hilo conductor o una similitud coral que permite dotar al conjunto de una cierta unidad. Me refiero a una sensación similar a la que deja la lectura de algunas de las antologías de relatos cortos de escritores como Isaac Asimov, por ejemplo, en la que aunque las historias son muy diferentes entre sí siempre hay algunos temas o sentidos que enmarcan en lo profundo todas las tramas.
La mirada de Pegaso nos sitúa en un mundo futuro pero muy cercano en el tiempo al nuestro en el que la acción del hombre ha provocado la extinción de una gran cantidad de especies animales como consecuencia de la degradación del medio ambiente. La humanidad, alertada de sus excesos, ha optado por detener en lo posible la situación, cambiando el rumbo de la sociedad y desarrollando hasta el extremo los principios de sostenibilidad ecológica de la especie. En ese contexto se nos lleva hasta un laboratorio dirigido por la doctora Anabel Castillo en el que, tras mucho esfuerzo, se ha logrado clonar una especie extinguida, el Lince ibérico. Pero el éxito no impide que las rencillas y celos dentro del centro investigador provoquen tensiones entre los miembros de los distintos equipos. Además, la gestión informativa de la noticia se convierte en un desastre en el momento en que se tergiversan algunos datos y se provoca la ira de grupos ecologistas radicales. Paralelamente, el padre de la protagonista, astrónomo amateur, es testigo de un suceso tan hermoso como terrorífico que tendrá como consecuencia que la Tierra se vea empujada hacia un horizonte muy poco halagüeño.
Al terminar de leer este primer relato me vino a la cabeza su similitud en algunos planteamientos con la novela Infierno, de Fred y Geoffrey Hoyle, en especial lo tocante con la irrupción de una anomalía cósmica en la historia y su terrible consecuencia en nuestro planeta. Pero mientras en esta novela esa anomalía es el motor de la trama, en La mirada de Pegaso es el colofón que hace estallar por completo la historia del laboratorio, antojándose esta en ese momento casi como un entretenimiento vacío. Y es que Sergio Mars nos quiere llevar realmente al tema de las grandes extinciones y los factores que las provocaron, situando a la raza humana en su justa medida en relación con el Universo: somos una birria y en cualquier momento podemos irnos al garete aunque intentemos ser respetuosos con el medio ambiente. Pero el autor no se instala en el pesimismo sino que señala que, pese a esa debilidad, está en nuestra mano (como especie) el evitar o minimizar el daño que le estamos causando a nuestro planeta, aumentando de ese modo nuestras posibilidades de supervivencia. ¿Es entonces un relato "ecologista"? No, aunque el ecologismo coherente tiene un papel muy importante en la trama y, sobre todo, en la construcción del contexto. El lector, de hecho, es consciente de los excesos que nos rodean ahora mismo (en nuestro presente) ya que Mars muestra, por medio de pinceladas, las consecuencias futuras de nuestro estilo de vida. Es La mirada de Pegaso, en definitiva, un relato correcto en el estilo, adecuado en el desarrollo y que da que pensar por el corolario que despliega ante nosotros.
La segunda obrita, Historia de un watson, es, a mi juicio, la más entretenida y trabajada de las tres que componen el libro. Planteada en un tono cercano a la comedia, y con las raíces hundidas en la novela negra tradicional (detectives duros, mujeres hermosas, trama enrevesada en la que nadie es quien parece ser...), nos cuenta la investigación que tiene que llevar a cabo Héctor Mora, un investigador privado especializado en el uso de la genética como pieza fundamental a la hora de resolver los diversos casos que se le plantean. Contratado por uno de los personajes más poderosos del planeta, el señor Fontes, tiene que localizar a una de sus hijas, desaparecida en el transcurso de una investigación periodística sobre un escándalo vinculado con una gran empresa alimentaria. Contará para ello con la ayuda de la otra hija de Fontes, Lorena, con la que el protagonista tendrá una serie de entretenidos duelos dialécticos que son de lo mejor de la novela.
Nuevamente, Sergio Mars sitúa la acción en un futuro no muy lejano pero separado de nuestro presente por una nueva "singularidad". En este caso no es una crisis ecológica, como en La Mirada de Pegaso, sino lo que ha denominado "el Apagón" o la voluntaria renuncia al desarrollo de la tecnología informática avanzada tras detectar, en el pasado, que se estaba desarrollando una inteligencia suprahumana tipo el Skynet de la película TerminatorHistoria de un watson sucede en un ambiente que combina de manera muy acertada elementos que evocan el género negro de los años cuarenta y la tecnología actual dando como resultado un entorno muy llamativo pero que se aleja del aire "ciberpunk". La trama, por su parte, es entretenida y muy bien llevada, con un ritmo vivo y unos diálogos amenos y muy bien estructurados. Hay sitio para los giros más o menos imprevistos y, como era de esperar, el desenlace muestra que lo que parecía una cosa era, en realidad, la parte ínfima de un plan mayor. Y, digámoslo claramente, para escribir algo así y que salga bien hay que dominar con soltura el estilo narrativo y el autor lo hace. ¿Leeremos, en el futuro, más aventuras de Héctor Mora? Ojalá sí.
Cierra el libro la breve Las alas de la crisálida, el relato más experimental y abstracto del conjunto. No quiero decir con ello que sea incomprensible o subrealista, ni mucho menos, pero se nota que busca separarse de los otros dos tanto en el planteamiento como en el desarrollo. Volvemos una vez más a la idea de la cuasi-extinción de la raza humana como consecuencia de una singularidad (un momento de ruptura crítico en el devenir normal de nuestra historia) pero esta vez la acción se desarrolla muchísimo tiempo después, sobre los restos casi arqueológicos de nuestro presente. Allí, un grupo de post-humanos adaptados a un medio distinto, subterráneo al parecer, vinculados mediante una simbiosis profunda con un ente de marcado carácter tecnológico deciden explorar un viejo edificio del lejano pasado. Uno de ellos, el que lidera la narración, sufre entonces una vivencia extremadamente turbadora que le hará ir más allá de sus propias limitaciones físicas, llegando así a un punto en que deja atrás un estadio evolutivo marcado por las limitaciones corpóreas, trascendiendo a un nuevo plano de existencia más amplio, casi eterno.
Un relato breve como este, con un enfoque más poético y mítico que científico, muestra un tercer estilo que Sergio Mars también maneja con dominio y coraje. A fin de cuentas, cualquier narración sustentada más en una nebulosa de sentimientos y percepciones que en una descripción clara y concisa de un entorno concreto, supone para un escritor un reto que fácilmente puede terminar en un sonoro fracaso. Nuevamente, no es el caso y sale bien parado tanto el autor como la narración, dejando en el lector la sensación, casi la necesidad, de querer saber más sobre el protagonista, su mundo, su origen y, sobre todo, su nueva naturaleza tras haber salido de la crisálida.
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